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sábado, 30 de enero de 2016

“Iconografía de Jesucristo en el Museo del Prado”, conferencia en el Aula de San Ginés









Julia Sáez-Angulo

         Iconografía de Jesucristo en el Museo del Prado es el título de la conferencia impartida por María de los Ángeles Sobrino López, doctora en Historia del Arte, en el Aula de San Ginés de Madrid, dentro del curso organizado por el voluntariado Spíritus Artis en la Real Iglesia de San Ginés.

         La conferenciante hizo un recorrido por la pintura de nuestra primera pinacoteca nacional, que representa la vida de Cristo a través de cuatro apartados: Infancia, Vida Pública, Milagros, y Pasión y Resurrección.

         Recordó los apelativos de Cristo en el mundo judío: Jesús (Joshua), Emmanuel, Mesías e Hijo del Hombre. En el mundo griego y latino los nombres son: Salvador, Redentor, Nuestro Señor y el Verbo. “Es la Palabra hecha imagen”, subrayó


     Cristo. Velázquez (fragmento)    

La iconografía  cristiana se va adaptando a cada época, con arreglo a la estética de los artistas y a las indicaciones de los teólogos. Los concilios de Nicea y de Trento han sido clave a la hora de hacer indicaciones sobre las imágenes sacras, que la Iglesia Católica ha defendido de las distintas posiciones iconoclastas que ha surgido a lo largo de la historia.



         En la pintura sacra los colores adquieren un especial significado. El artista los utiliza por placer estético, pero el artista de pintura sacra ha de tener en cuenta además su sentido simbólico, como por ejemplo el caso del blanco para resaltar la luz del Niño Jesús en el Nacimiento, la Epifanía, la Oración en el huerto... El verde es un color que significa esperanza, el azul aluce al cielo, el purpura a la Majestad, etc  El barroco fue un movimiento cargado de simbolismo, resaltó la doctora Sobrino López

         Además de los personajes del Nuevo Testamento, en la pintura sacra hay también alusiones simbólicas como el perro por la fidelidad; la fuente vacía de cordero en la representación de la última Cena, porque ahora el Cordero es Cristo; el amarillo colore reservado a lo judío; la bolsa de Judas en alusión al dinero…

         Los ejemplos se iban desplegando en los diferentes cuadros albergados por el Museo del Prado, con nombres como Maíno, Velázquez, Goya, Mathias Stom, Rafael de Urbino, Rubens, Veronés, Patinir, Luis de Morales, Maestro de Sisla, Juan de Flandes, Van Dyck, el Maestro de la Magdalena, Caravaggio y también una mandorla de un artista anónimo del Románico, con el que cerró el acto con Cristo en su Majestad..
       
        

 Cristo en Majestad (Anónimo)
        


miércoles, 28 de noviembre de 2012

“Fijos los ojos en Jesús”, un libro de José Antonio Pagola en segunda edición que abunda en la figura de Cristo


Julia Sáez-Angulo

         29.11.12.- Madrid.- Con motivo del “Año de la Fe” son numerosas las editoriales que se apresuran a seguir las indicaciones del Papa y la Santa Sede, para estudiar la figura de Cristo, el misterioso Dios-hombre y segunda Persona de la Trinidad para todos los cristianos.

“Fijos los ojos en Jesús”, de la editorial PPC tiene tres autores: Dolores Aleixandre, José Antonio Pagola y Juan Martín Velasco, quienes abundan en la figura de Jesucristo. El libro vendió más de cuatro mil ejemplares en un mes y va por su segunda edición.

         El papa Benedicto XVI ha dado su propia aportación con el libro “La infancia de Jesús”, un volumen de apenas doscientas páginas que estudia 184 versículos de los evangelios de Mateo y Lucas, sobre los primeros años del Mesías, maestro de resurrección y vida. El libro ha sido editado por Planeta.

Tres visiones complementarias

         En el libro “Fijos los ojos en Jesús”, de la editorial PPC, Juan Martín Velasco aborda con profundidad la cuestión “Ser creyente hoy” en medio del actual Occidente cristiano con una crisis notable en sentido de trascendencia.

         Dolores Aleixandre invita a un paseo por diversos pasajes bíblicos en “Paisajes para la fe”, tomando lugares de Tierra Santa y otros, para inundarlos de luz: la luz de Cristo y del Espíritu Santo.

         José Antonio Pagola, por último, propone mantener los “ojos fijos en Jesús”, con una escritura bella y vibrante, puesto que solo “volver a Jesucristo” tiene sentido trascendente y generoso para la propia humanidad, ya que se trata de la religión del amor.

         La Buena Nueva de Dios, de Jesús de Nazaret, de Jesucristo tiene sentido hoy, ayer y siempre. Cristo resucitado después de haber rescatado al género humano con la medida máxima de su amor y de la entrega total.


    

lunes, 21 de marzo de 2011

Warren Carter publica “El Imperio Romano y El Nuevo Testamento”



L.M.A.

    21.03.11. Madrid.- “El Imperio Romano y El Nuevo Testamento” Warren Carter Editorial Verbo Divino Colección Ágora Estella (Navarra), 2011 (214 pags) Julia Sáez-Angulo Se trata de un libro que sitúa el cristianismo primitivo el Imperio de Roma, que muestra las estrategias y situaciones para introducirse en él. “El Imperio Romano y El Nuevo Testamento” es obra de Warren Carter (Nueva Zelanda), experto en el Evangelio de San Mateo –dirigido fundamentalmente a las comunidades judías- es profesor en Estados nidos en Teología. La publicación, que se presenta con pasta dura incluye una amplia bibliografía. 
     “El presente libro no versa sobre los “trasfondos romanos” del Nuevo Testamento, dado que entiende que el Imperio de Roma constituye su primer plano. Es el mundo en el que los cristianos del siglo I vivieron sus vidas cotidianas. Es el mundo que los escritos del Nuevo Testamento afrontan en todo momento”, dice el autor en la Introducción. “El Imperio Romano y El Nuevo Testamento” rechaza la idea de que Jesús y los escritos del Nuevo Testamento sean apolíticos. 
    Cuando Jesús declara “mi reino no es de este mundo” (Jn 18,36) no quiere decir como han afirmado muchos, que a Jesús le tengan sin cuidado el imperio de Roma o que sólo le interesen las realidades “espirituales”. Contenidos muy precisos El capítulo 1 describe el sistema imperial romano. El capítulo 2 analiza algunas valoraciones que de ese sistema hacen los Escritos del Nuevo Testamento. El capítulo 3 señala una serie de relaciones poderosas autoridades imperiales (“rostros del imperio”). El capítulo 4 examino el campo y las ciudades como lugares que expresan el poder romano y como lugares donde los cristianos afrontan ese poder. El capítulo 5 plantea cuestiones parecidas acerca de los tiempos. El capítulo 6 considera las maneras en que las afirmaciones sobre Dios y Jesús se enfrentan a la teología imperial romana y se refutan. El capítulo 7 se centra en los modos como los cristianos afrontaban los asuntos cotidianos básicos que expresan el poder imperial, a saber, la economía, la alimentación y la salud. El capítulo 8 estudia tres formas de resistencia frente al imperio de Roma: la violencia imaginada, la protesta disimulada y ambigua, y la adulación. El libro ofrece un cierto paralelismo con la actualidad en distintos países, sobre la presencia y resistencia activa o silenciosa de los cristianos. En el epílogo se ofrecen epígrafes muy jugosos: El Nuevo Testamento es un documento muy político; Afrontar imperios es complicado; Someterse sin hacer preguntas no es la única manera de actuar según la Biblia; La oposición constante no es la única manera de actuar según la Biblia; No violencia activa, no violencia; Cosmovisiones y comunidades alternativas.
    En suma, un libro interesante que lleva a la reflexión sobre el pasado en combinación con el presente. 

viernes, 28 de enero de 2011

Françoise Evenou escribe un libro testimonio sobre su búsqueda y asunción del cristianismo



“A tous ceux qui cherchent...”
Françoise Evenou
Editorial Glyphe; París, 2011 (133 pags)
www. Glyphe.com


Françoise Evenou


Julia Sáez-Angulo

“He descubierto que la libertad es un valor fundamental de nuestra tradición cristiana”, escribe Françoise Evenou al final de su libro “A tous ceux qui cherchent...” (A todos aquellos que buscan), un testimonio de su redescubrimiento de la fe cristiana, de sus valores y de su pensamiento divino y humano al mismo tiempo.

La autora, que termina con una lista de agradecimientos familiares, se detiene en el “profundo agradecimiento” al abad de la abadía de Valognes, profesor de Teología, disciplina que Françoise Evenou ha estudiado durante varios años para profundizar en las verdades de la fe.

No se trata de una gracia turbativa la que –a la manera de San Pablo- Françoise Evenou ha recibido, sino la labor persistente de una indagación y una búsqueda en la vida de Cristo y su Palabra, siguiendo la invitación que recoge san Mateo. Pedid y recibiréis; buscad y encontraréis; llamad y se abrirá (Mt. 7, 7).

El libro comienza con un viaje de regreso a París en pascua, desde la abadía de Valognes, donde la autora de estas “confesiones” deja a dos personas que le han ayudado en su camino de búsqueda, el abad y la Hermana Francesca. Siempre hay un Ananías del que se vale el Espíritu Santo para transmitir su labor de artífice del alma.

Evenou abre los breves capítulos con citas de autores que le merecen una reflexión filosófica o humanitaria de interés como C.G. Jung, Martín Buber, Philippe Capelle, Rabbi Zousya, San Agustín, Khalil Gibran...

“Es completamente de improviso como llegamos a la mitad de la vida, peor todavía, llegamos armados de ideas preconcebidas, de ideales, de verdades que teníamos hasta entonces. Sin embargo es imposible vivir la tarde de la vida con los mismos programas que durante la mañana, porque lo que entonces era de gran importancia lo será menos ahora y la verdad de la mañana será el error de la tarde”, recoge uno de los pensamientos de Jung.

Un corazón que tiene ser de ser


El libro de la autora francesa refleja ese cambio, esa adaptación, es descubrimiento que se da en la mitad de la vida, cuando la persona se encuentra con el “demonio del mediodía”, que tienta y obliga a tomar posiciones. Evenou habla del “corazón que tiene ser de ser” y no obvia la conciencia de la muerte.

El encuentro con el Dios personal, Jesucristo, es la revelación singularizada que la autora del libro refleja en sus páginas y se expansiona en esa confesión, en el reconocimiento del amor por excelencia, de la fe y la confianza que le despierta y a la que se entrega por completo.

Françoise Evenou confiesa que ha buscado durante varios años y ha tenido la fortuna de encontrar al Dios hecho hombre y con el entusiasmo de un asceta y un místico lo comunica, con la alegría de la mujer que ha encontrado su dracma perdido. “De ello, doy hoy testimonio”, concluye.

No se trata de una conversión súbita la de Françoise Evenou sino de una entrada por caminos de estudio, oración y sacramentos. Una conversión que se une a la hermosa y sarga lista de Paul Claudel, André Frossard,Pía de Italia o María Vallejo-Nágera en Medjougori de la antigua Yugoslavia. El Espíritu no descansa.