Leticia Arbeteta
denuncia la Museología “tóxica” de los museos
L.M.A.
La conservadora de museos Leticia Arbeteta (Madrid 1951) ha
inaugurado el nuevo curso de la Tertulia Ilustrada de Madrid, dirigida por
María Eugenia Martínez y coordinada por Julia Sáez-Angulo.
Licenciada en Derecho y doctora en Historia del Arte,
Leticia Arbeteta fue el número uno de su promoción de conservadores de museos y
ha sido directora técnica el Museo del Ejército, de la Fundación Lárazo
Galdiano y de las Colecciones del Museo de América en Madrid. Su tesis doctoral
sobre “El Tesoro del Delfín” mereció sobresaliente cum laude. Arbeteta cuenta
con numerosas publicaciones sobre arte en el mercado editorial.
La
conferenciante habló de sobre la museología y museografía de los museos y
destacó como en muchas ocasiones se manipula el discurso articulado en la
instalación de un museo, bien sea por la elección de las piezas, la colocación
de las mismas o la filosofía que sustenta el recorrido.
Alertó
sobre la conveniencia de un sentido crítico por parte de los ciudadanos ante la
visita de un museo, que con frecuencia cambia siguiendo la ideología del poder,
el pensamiento dominante en la sociedad o las pautas de lo políticamente
correcto, así como el obviar temas tabú para evitar polémicas.
Unas
veces son los políticos en el poder los que determinan directa o indirectamente
los contenidos de los museos, sobre todo en las dictaduras o democracias
corruptas y otras los mismos técnicos de museo, siguiendo su filosofía
particular o las pautas de quien manda.
Leticia
Arbeteta subrayó que con los museos se educa o se crean imaginarios a veces
contradictorios y puso unos cuantos ejemplos para ilustrar los cambios
calculados o la museología tóxica en diversos museos, como el de América en
Madrid o algunos latinoamericanos, como el de Hernán Cortés en Cuernavaca. De "museografía tóxica", lo calificó.
La
conferenciante narró los distintos avatares museográficos por los que ha pasado
el Museo de América, desde el discurso en tiempos del franquismo a la
actualidad, donde los contenidos temáticos se imponen a los cronológicos y las
culturas indígenas más que a la narratividad de la presencia española en
América durante cuatro siglos. Son muchos los latinoamericanos que llegan al
museo preguntando por las colecciones de piezas de su país, pero no encuentran
este discurso. Tampoco existe la narración española clara de su presencia e el
continente americano.
Los
ejemplos de toxicidad de ciertos museos latinoamericanos, sobre todo en México
y especialmente el de Hernán Cortés en Cuernavaca, eran elocuentes sobre el discurso teórico que
han montado en contra del descubrimiento, la conquista y la colonización de los
españoles, en una exposición maniquea y acientífica donde se juega con una
invención superlativa sobre la avaricia, fealdad y crueldad de los españoles –patética
respecto a Hernán Cortés- obviando la crueldad azteca de los sacrificios
humanos en vivo, el canibalismo y la división y enfrentamiento con otras tribus
indígenas. También se tornan los conceptos si base científica como el de decir
que los indios veían en la Virgen María a la Pachamama.
Arbeteta
confía en que todo esto se revise a favor de los datos científicos, y cuestionó
los murales del estalinista Diego
Rivera, bien pagado por el embajador de los Estados Unidos en México, para
contribuir en su pintura al escarnio y denigración de los españoles, después de
la invención del ataque español por Raldolph Hearts, para que Washington se apropiarse
de Cuba, una isla que España no quiso vender al gobierno norteamericano.
La
conferenciante fue muy aplaudida y el coloquio estuvo muy animado.
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