Julia Sáez-Angulo
Poeta escondido, casi secreto, con
ediciones de cortas tiradas de sus versos en
plaquettes, ahora vemos la poesía completa de Manuel González Sosa en el libro A pesar de los vientos, publicado por la editorial Salto de Página,
en una primera edición.
El escritor Andrés Sánchez Robayna ha
escrito un amplio y explicativo prólogo.
Manuel González Sosa (Guía de Gran Canaria 1921 – Las Palmas de
Gran Canaria, 2011) fue empleado de Banca y laboralmente apenas salió de su
territorio, Las Palmas de Gran Canaria, aunque viajó por toda España y América.
Sus primeros poemas aparecieron en 1940 y su difusión fue muy contenida.
Entre 1992 y 2004 se imprimieron en
edición no venal cien ejemplares de su poesía ordenada en cinco cuadernos bajo
el título del libro actual A pesar de los
vientos. Su sentido de la poesía como algo íntimo y secreto no le llevó a
ambicionar grandes tiradas, por ello es un acontecimiento literario leer este
volumen.
González Sosa es un intelectual
recatado, sin ansias de protagonismo. Un poeta con ambición de poeta y no de
luces mediáticas. Su control sobre su propia creatividad fue grande y eso hace
de él un escritor singular. Fue lector en sus comienzos de la poesía de
Unamuno, muy admirado en los años 40.
“Todo lector de esta obra repara de
inmediato en la sabia alianza de rigor formal y libertad expresiva” presente
siempre en sus versos, dice Robayna. “Si hablamos de los sonetos, por ejemplo,
se echa de ver enseguida la elasticidad con la que el poeta afronta el juego de
rimas (incluido el soneto de rimas asonantes),
y, las formas libres, aunque la regularidad métrica acaba imponiéndose la mayor
parte de las veces”.
“Más relevante aún es la precisión de
dibujo con la que el poeta diseña el poema breve, que da alguno de los mejores
frutos de esta obra poética”, señala el prologuista. “No hablamos aquí en vano
de diseño, pues más de una vez se ha definido al poeta como un diseñador de lenguaje y no sólo la
hablar del poeta moderno.
“Pasos
e nadie insisten en transitar la noche./ Llegan, se van regresan, ¿hacia donde,
de donde?,/ urgidos por la fiebre una búsqueda inútil./ Ninguna voz corona su evidencia
furtiva/ pero la higuera vuelva a dialogar con alguien/ cuando ellos golpean
los súbitos silencios”, dice uno de los poemas de González Sosa.
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