domingo, 11 de diciembre de 2016

Encarnación Pisonero, autora del poemario “Permiso para embalsamar”




Encarna Pisonero (caricatura por Carlota Cuesta)



Julia Sáez-Angulo


            12.12.16 .- Madrid .- La escritora Encarnación Pisonero es la autora del poemario Permiso para embalsamar, publicado por Olifante. Ediciones de Poesía. Una cuidada edición de formato y papel, que contiene una soberbia caricatura de la poeta por la pintora Carlota Cuesta.

            Encarnación Pisonero (Villalba de la Loma, Valladolid, 1954), licenciada en Filosofía Pura por la Universidad Complutense tiene publicados los libros: El jardín de las Hespérides, Si se cubre de musgo la memoria, Admas, A los pies del sicomoro, El prisma en la mirada. Líquido de revelar, La estrella del anís, Solo como una isla, y Abril es elmes más cruel (Elegía a Katty Montes). Es crítica de arte, miembro de la Asociación Española de Críticos de Arte, AECA/Spain, y firma sus textos como Scardanelli.

            Ángel Guinda hace unas palabras de presentación en el libro Permiso para embalsamar, bajo el título “Alegoría de la perdurabilidad” en las que dice: “Palabras de belleza rica en tropos. Ironía: con alusión  Luxor, la antigua Tebas leemos “El cielo contenido en lo recóndito templo. Por matemática sagrada vía directa al cielo”. Imágenes: el alma de Kratevas es “piel de salamandra o astilla de glaciar”, y la noche “ígneo fósil de eternidad”. Símil o comparación: “Estaba frente al mar mirando el horizonte como si fuera un fruto”, “Tener un cuervo es como atrapar un alma”. Sintagmas paradógicos cuando no antitéticos: “agua de fuego”. Asombrosas hipérboles o exageraciones: “Su collar estaba hecho de lenguas de los amantes que la habían besado”…

            Prosa y verso; verso y prosa poética, ambos intercambiables en este poemario de quien domina el arte de los versos de altura, emoción y estética. Algunos de los poemas van dedicados a otros poetas o escritores, dedicatorias que van al final del poema, en letra pequeña, para no distraer.

            “Sabía de las virtudes de la tierra negra y de la samia, y era imposible de adivinar lo que encubrían su aceite de azafrán y las flores de nenúfar. Entre hojas de ortiga, flor de olivo y nueces de ciprés, escondía las torturas más atroces, apurando el dolor de los escogidos, solo para adquirir otro gramo de saber”, dice el poema XXIII del libro, que comienza: “A Kratevas no le importó vender su alma”.

            Guinda califica a la autora de “experta en ékfrasis o manifestación verbal de una representación visual”.  Encarna Pisonero es una poeta brillante, sorprendente en sus tropos, que sabe acudir con frecuencia a la naturaleza como fuente de imágenes y de palabras.

            “Que mi mente se pueble/ de pájaros locos/ y allí aniden su canto”, es la cita de Scardanelli, el nombre con el que la autora escribe como crítica de arte, y con la que abre el poemario Permiso para embalsamar, un libro que habla de la muerte y el amor como anverso y reverso de una misma realidad.

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