L.M.A.
01.10.2020.- MADRID Icia va a cumplir cuarenta años y no puede ser madre. Cuando la echan de su trabajo, decide regresar a su pueblo natal para rescatar las viñas familiares: la fertilidad de las vides sustituiá a su propia fertilidad. Pero nada es fácil en esa tierra feroz del Noroeste, ni el paisaje ni la gente ni el recibimiento de una madre problemática y excéntrica. Icia comienza entonces un viaje interior que la obligará a enfrentarse al sombrío drama de su familia al tiempo que se implica en una relación violenta y sexual con un viticultor. En esa búsqueda de intensidad erótica y crueldad soterrada se acercará peligrosamente a la muerte y conocerá la redención. Marta del Riego Anta ha escrito una historia deslumbrante de aires góticos en torno a la maternidad y al desarraigo, donde el paisaje de la España rural, cargado de fuerza y misticismo, hilvana toda la trama y la convierte en un canto oscuro a la tierra y al vino. «No es una novela: es un torbellino. Un libro con muchos libros dentro, y todos excelentes. Marta del Riego Anta apuesta a la ambición literaria y gana». Luisgé Martín
Marta del Riego es periodista, escritora y poeta. A lo largo de su carrera ha colaborado y trabajado para distintos medios y ha sido durante una década redactora jefe de la revista Vanity Fair. Actualmente se dedica a la comunicación cultural y escribe para varias publicaciones como la revista Telva y la web literaria Zenda. En 2013 publicó su novela Sendero de frío y amor (Suma), y en 2016, Mi nombre es Sena (Harper Collins). «Quería contar la historia de una mujer que va a cumplir cuarenta, esa barrera peligrosa para la fertilidad, y no consigue ser madre. Una mujer que vive en una gran ciudad, que trabaja para una empresa que la explota y tiene un amante de fines de semana. Ella siente que no está viviendo su propia vida, que tiene una vida prestada. Y cuando la echan de su trabajo, decide regresar al pueblo y dedicarse a hacer vino: si no puede tener hijos, tendrá uvas. La fertilidad de la tierra a cambio de su fertilidad. Y aunque no hay nada idílico en ese regreso porque se enfrenta a su familia, al carácter inmovilista de los labradores y a la dureza de la tierra, de alguna manera siente que eso es más auténtico que su vida anterior». |
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