viernes, 10 de mayo de 2019

Rosa Gallego: Arte contra la violencia de género y el maltrato psicológico en la Casa de Vacas


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 Lola Chamero, Rosa Gallego y Ángeles de Mujeres Progresistas de Retiro



L.M.A.

            11.5.19 .- Madrid .- La fotógrafa y pintora Rosa Gallego del Peso expone sus obras de arte, fotografías, pintura e instalaciones en la Casa de Vacas del parque del Retiro de Madrid, bajo el título de “Miradas con huella”. Toda una denuncia contra los malos tratos psicológicos dentro de la violencia de género que asola sobre todo a las mujeres. La exposición fue inaugurada por Lola Chamero, directora de la Casa de Vacas y patrocinada por la Asociación de Mujeres Progresistas de Retiro. La exposición estará abierta hasta el 2 de junio próximo.

            La crítica de arte Carmen Valero escribe uno de los textos de la muestra, titulado “Mirada antes y después de las fotografías” en el que dice:

            "No era una exposición fácil de hacer. Miradas con huella tenía que abordar el maltrato psicológico dentro de la violencia de género, -que puede provenir también del daño físico o sexual- y ese era un tema duro, complicado, difícil, que arrastra crueldad, dolor y sufrimiento también al hacerlo. Un maltrato que se refleja siempre, desde el primer momento, en la mirada de la víctima

            Rosa Gallego, como artista visual y feminista de pro, no se arredró ante el asunto y lo enfocó de modo audaz, valiente, implicándose a sí misma en el proyecto, como modelo de representación dramática ante la cámara. Ya se sabe que el objetivo fotográfico nunca es inocuo, hay una mirada y una voluntad detrás, que dirige y enfoca, en definitiva, que elige el discurso que desea transmitir en la fotografía. Una mirada antes y después en la fotografía.

            El resultado del trabajo expositivo es el de una larga serie fotográfica y una singular instalación de maniquíes blancos, que son metáfora de esas mujeres víctimas de la violencia de género, lamentablemente –y así lo digo- no solo en España, sino en todo el globo, por mor de esa repulsiva y misteriosa misoginia global que asola el planeta, cuando se olvida que todo ser humano nace de mujer.

            Todo hombre responderá ante el Altísimo por las lágrimas que hizo derramar a una mujer, dice un antiguo proverbio judío.

            Atrás quedó el Soi belle et tais-toi (Sé bella y cállate), que dicen los franceses. La mujer, hoy víctima periódica de la violencia de género, a juzgar por el laboratorio de observación en la sociedad, ha de alzar la voz y denunciarlo –pese a esas opiniones perversas, que apuntan poco menos que al silencio de los casos por el efecto contagio. 

            No quiero que las mujeres tengan poder sobre los hombres, sino sobre ellas mismas, dejó dicho Mary Wollstonecraft. Ahí radica la clave. La mujer no debe soportar ni un segundo el maltrato, porque, como en la guerra, se sabe como empieza, pero nunca como acaba. Las miradas de llanto, con huella, han de salir a la luz.

            El mito es más difícil de cambiar que la propia realidad. El mito de la supremacía masculina solo se podrá modificar con educación escolar y buena pedagogía. Solo aquí está la clave del cambio. Solo desde ahí se podrá abordar el asunto de erradicar la violencia de género, del maltrato psicológico contra la mujer, que inexplicablemente hoy se manifiesta con virulencia en adolescentes, pese a los esperados frutos de la coeducación. El laboratorio de observación debe descender hoy  a estos estadios.

            Volvamos a Rosa Gallego, feminista, estudiosa de los derechos, deberes y situación de la mujer. Ella hizo anteriormente una muestra fotográfica espléndida sobre el Cáncer de mama, que ataca con tanta frecuencia en la féminas y ha llevado a cabo igualmente otras exposiciones sobre la violencia de género. Ella tiene confianza en que el lenguaje plástico que entra por los ojos tenga mayor impacto y eficacia para transmitir una idea, porque las artes visuales entran por los ojos a la sensibilidad.

            En Miradas con huella, la autora nos deja un testimonio y una metáfora de algo que nunca debiera haber sucedido, ni debiera de suceder en el futuro: el maltrato. Que así sea”.
              Rosa Gallego colabora con frecuencia con el Grupo pro Arte y Cultura.
      

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