miércoles, 15 de agosto de 2012


 Bretaña, la región verde, florida y monumental  de Francia

        

Julia Sáez-Angulo



         Francia tiene la riqueza del “petróleo verde”, un suelo fértil y bien regado por la lluvia fiel y frecuente, que permite una agricultura rica y feraz, así como una ganadería, principalmente vacuna, que goza de buenos pastos. Bretaña es una región atlántica, celta, y verde, llena de historia, castillos y de fortalezas levantadas contra los ingleses, cuya presencia ha dejado huella y nombres en su territorio.

Al igual que en Normandía, las aldeas, pueblos y ciudades de Bretaña participan en el programa de “Florecimiento de Francia” y, con algunas ayudas puntuales llenan sus fachadas, parques y jardines macetas y arreglos florales que imprimen un gran colorido a los espacios. Los geranios y pelargonios dominan, pero no faltan las begonias, dalias, gladiolos, malvas reales, miosotis y minutisas. Una explosión cromática floral que adoran los franceses y los visitantes de la región.

         Rennes es la gran capital de Bretaña, bien comunicada con París por un tren de alta velocidad, algo con lo que no cuenta Normandía. Junto a Rennes hay ciudades de gran belleza como Dinan o Dol de Bretagne.

         Dinan es la patria chica de Duguesclín (1364 – 1380) –nació cerca de la ciudad-- el Condestable de Francia del siglo XIV que luchó contra los ingleses y ayudo en España de modo decisivo al rey Enrique II de Trastamara contra Pedro I en su lucha por Castilla. El corazón de Duguesclín se encuentra guardado en una urna funeraria en la bella iglesia de San Salvador de Dinan.

         El castillo fortificado de Dinan es motivo de orgullo por su factura y emplazamiento estratégico amurallado con el río Rance como foso natural y hoy puerto de pequeñas embarcaciones de paseo. La fortaleza de entrada y la torre del homenaje del castillo de Dinan acogen hoy un museo con restos arqueológicos de la zona como altares y columnas, así como estatuaria medieval y renacentista, principalmente religiosa. Los hachazos de los revolucionarios de 1789 en las cabezas sacras del arte están presentes en algunas piezas. En las salas altas del castillo-museo se exponen los dibujos acuarelados de Louis Giblat durante los meses de verano y hasta finales de septiembre. Un total de 153 escalones permiten subir hasta el adarve las murallas que se pueden recorrer para ver una vista panorámica excepcional de Dinan.

         El museo Yvonne Jean-Haffen (1895 – 1993), conocido como “la casa de la artista de La Grand Vigne”, al borde del pequeño puerto de Dinan es otro atractivo de la ciudad, que muestra el estudio de la pintora y fuente de inspiración. La artista fue amiga de Maturin Méheut (1882 – 1958).

          Dol-de-Bretagne es otra atractiva ciudad de la región, a la que se denomina la ciudad-catedral, con una larga calle denominada Rue des Stwarts, que hablan del origen dolense de la familia real británica. Al lo largo de esta vía, espina dorsal de la ciudad se pueden ver antiguas casas restauradas con las vigas a la vista que datan del siglo XI al XVI. Los bajos de estas hermosas casas son hoy tiendas y terrazas de esparcimiento.

          La formidable catedral de San Samson habla de la historia episcopal de Dol-de-Bretagne, así como de la consagración del primer rey bretón Nominoë en 848. Sitios y pillajes se sucedieron durante las campañas de Guillermo el Conquistador en 1064, epopeya que relatan los tapices de Bayeux, digno de una visita.

          En el exterior de la ciudad puede verse el Menhir del Champ Dolent, un megalito situado a tres km. Del centro de Dol-de-Bretagne. El menhir, uno de los más grandes de Bretaña, tiene 9,30 metros de altura desde la base.

          François-René de Chateaubriand es un escritor conmemorado en la ciudad porque estudio en ella. Un monumento que lo representa como joven estudiante se erigió en 1998 para conmemorar el 150 aniversario de su muerte.



        

      

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