sábado, 4 de mayo de 2019

Julia Sáez-Angulo: “Imaginario sobre La Mancha, Don Quijote, Campo de Criptana y los Molinos de Viento”



Julia Sáez-Angulo. Teatro Cervantes


            Conferencia de Julia Sáez-Angulo en el Teatro Cervantes de Campo de Criptana (Ciudad Real) el día 3 de mayo de 20 de 2019, con motivo de la XLI Semana Cervantina, presidida por el alcalde Antonio Lucas-Torres, organizada por la Asociación Hidalgos Amigos de los Molinos, presidida por Lola Madrid.


L.M.A.
(Fotografías en una segunda crónica)

            Campo de Criptana (Ciudad Real) 3 de mayo de 2019.-  “Buenas tardes: Me siento muy honrada de estar aquí, en la Semana Cervantina de Campo de Criptana y quiero agradecer por ello a las autoridades criptanenses en la persona de su alcalde y a la Asociación de Hidalgos Amigos de los Molinos, con su presidenta Lola Madrid a la cabeza, organizadores de este evento que ya tiene tradición y prestigio en toda España. Nada menos que la XLI Semana Cervantina. Mi enhorabuena por ello.

            De manera especial quiero agradecer la invitación a participar con mis palabras, que llegó a través de Lola Madrid, esta mujer singular, con nombre de prima donna -no en balde fue actriz-, que con su estilo pastueño me llevó a su terreno y me convenció para que aceptara, después de los nombres relevantes que han ocupado antes este estrado. Lola Madrid tiene habilidad y tal tesón que convence y predispone a decir que sí a todo. Aquí estoy. ¿Qué no logrará esta mujer octogenaria?

            Contribuyó igualmente a mi aceptación la pintora Soledad Fernández, que había expuesto sus cuadros en Campo de Criptana durante una Semana Cervantina  y, tanto ella como la pintora María Jesús de Frutos, me aseguraron que era un evento muy bien organizado, con anfitriones profesionales acogedores. Así ha sido. Como verán, la Semana Cervantina también ofrece cada año una exposición artística con nombres de relevancia. La de ese año es de María del Carmen Sánchez Cánovas y la de fotografías de Jesús Manzaneque con poemas de Díaz-Hellín.

            Mi agradecimiento por igual para el poeta de Campo de Criptana José Antonio Díaz-Hellín Martínez el Rey, quien me orientó con amabilidad y eficacia antes de comenzar a escribir estos folios, cuando yo andaba bastante vacilante y dudosa. Porque me preguntaba: ¿de qué podría yo hablar con un poco de enjundia, desde esta tribuna por la que han pasado ilustres personajes en 40 ediciones anteriores? La Mancha tiene que tener muchos temas para hablar –me animaba yo misma- es tierra extensa, llanura inconmensurable -el adjetivo que mejor le va-, territorio superior en superficie a muchos países centroeuropeos, por tanto siempre tiene que haber algún rincón o aspecto más o menos inexplorado qué comentar, porque de la Mancha y de su gran valedor, su gran mentor, Don Quijote, nunqvam satis, que dirían los latinosDe La Mancha y de Don quijote de la Mancha nunca se hablará bastante.

            ¿En qué me puedo centrar para hablar desde el estrado? seguía interrogándose mi mente. Y les voy a hacer partícipes a ustedes de todos los temas que bullían por mi cabeza de cara a esta breve disertación: el primero, pensé,  –ya que escribo cuentos-: podría ser el de un relato extenso de personajes alucinados como el del Caballero de la Triste Figura en Campo de Criptana, ese lugar del que sí se acuerda Don Quijote, y, por ende, don Miguel de Cervantes, que siendo escritor ambiguo, cuando no reacio, para citar los lugares de La Mancha, no duda en hacerlo con Campo de Criptana en su inmortal novela y sobre todo en su célebre capítulo VIII sobre los molinos de viento: “En esto, descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en Campo...” Concebí un cuento inventado, fantasmagórico, parafraseando al Quijote... ¡qué atrevimiento!, pero pensé que quizás a Lola Madrid lo del relato largo no le iba a parecer serio. Además yo no era Santiago Amón, aquel estilista de la escritura, capaz de seguir escribiendo como Cervantes, después de leer un capítulo del Quijote, o como Galdós, después de leer unas páginas de Fortunata y Jacinta. Amón murió en un accidente de helicóptero en Segovia.

             ¿Y si hablase de las mujeres en La Mancha, desde Dulcinea del Toboso a Sara Montiel que nació en Campo de Criptana? Le di vueltas al tema y recordé, de pronto, que la escritora Soledad Puértolas había escrito su discurso de ingreso en la Real Academia de la Lengua titulado Los personajes secundarios del Quijote (2010), donde habla mucho y bien de las mujeres vistas por el Caballero de la Mancha, aparte de Dulcinea, mujeres como Marcela, Dorotea, Altisidora, Claudia, Diana... Yo no lo iba a hacer mejor que la académica, aunque lo escribiera de modo diferente, me dije, así que aparqué la idea.

            ¿Y si escribo y hablo de una bibliografía seleccionada y comentada sobre La Mancha, Campo de Criptana y los molinos de viento? Recordé que Díaz-Hellín mencionaba en su discurso de 2012 a Azorín, en su paso por Campo de Criptana para escribir su célebre libro La Ruta del Quijote (1905). El gran Azorín, autor también de Con permiso de los cervantistas, un escritor que dijo: “El Quijote es una melancólica lección sobre el Renacimiento” ¿Se puede resumir mejor? ¿Por qué no insistir y ampliar el asunto? me animé, pero paulatinamente me pareció un tema en exceso libresco y abandoné la idea. Además, para escribir libros sobre bibliografía está el profesor de Periodismo Antonio López de Zuazo, que tiene dos casas en El Toboso –una de ellas museo de pintura de su esposa- y es maestro artífice de bibliografía, la última realizada sobre ajedrez, asunto del que también trata El Quijote.

            Por su parte, Ortega y Gasset escribió su primer libro Meditaciones del  Quijote (1914), como símbolo del espíritu español, breve ensayo de una serie de diez, que no llegó a terminar. Ortega destaca la voluntad indómita del Caballero andante, incapaz de doblegar. Don Quijote como emblema del esfuerzo puro. Un “ademán de coraje”, “exuberancia de ímpetu”, pero un hombre desnortado. Un “estallido de voluntad ciega”. Un acto de voluntad, anterior a la reflexión. Para Ortega, Don Quijote y El Escorial son “esfuerzo puro, como símbolos de lo español.” No es una visión muy positiva la del filósofo Ortega, sobre Don Quijote como personaje.

            También pudiera ser sobre la más bella carta de amor de la literatura española, según el poeta de la Generación del 27 Pedro Salinas: la carta de amor de Don Quijote a Dulcinea, desde Sierra Morena, correspondiente al Capítulo XXV Primera parte,  de Don Quijote, pero quizás se me quedara corta la disertación, que bien merece una tesis como Dios manda en un estudio comparativo de cartas amorosas. 

           Lo mío, al ser crítica de arte... es el arte, me dije como en un ¡eureka!, ¿por qué no vas ahí, hablando de esa gran riqueza de las artes plásticas y visuales en esa extensa tierra manchega, lástima que algunos de sus mejores retablos y obras fueron destruidos ferozmente en la contienda de 1936-39? Mejor no entrar en ello, sería largo. La Mancha es muy extensa y me faltaría tiempo para describir todo su patrimonio histórico artístico, que fue destruido por los tres grandes azotes de nuestro patrimonio histórico artístico: la Desamortización, la francesada y la Guerra Civil.
            Como verán ustedes, voy como Lope de Vega con el Soneto a Violante, burla burlando, ya llevo casi dos folios y medio y no les he dicho de qué tema les voy a hablar.  Pero les cuento: poco a poco me fueron llegando mis recuerdos personales sobre los molinos de vientos de Campo de Criptana, sobre La Mancha y sobre Don Quijote de la Mancha, conceptos indisolublemente unidos. Pensé que por aquí, mis palabras serían más cercanas, íntimas y sinceras, en la que nadie podría superarme. Todas las personas, conversaciones, ideas, hechos, conceptos y reflexiones, que han llegado a mí como aluvión sobre la tierra manchega, han ido conformando mi IMAGINARIO PARTICULAR sobre esta tierra y la identidad de sus gentes. Ya saben ustedes que el imaginario se va conformando con palabras, imágenes y afectos, que nacen del interés, las emociones y los sentimientos. 
IMAGINARIO: Repertorio de elementos simbólicos y conceptules de un autor, una Escuela o una tradición.  m. Psicol. Imagen simbólica a partir de la que se desarrolla una representa-ción mental (definición del DRAE).

            La UNESCO nos recuerda, que a los hombres, a los ciudadanos, el conocimiento nos llega por igual a través de la escuela y de la vida, de lo académico en el bachillerato o la Universidad, por un lado y de la vida real y cotidiana, por otro. La vida es auténtica cátedra del conocimiento. Goffredo Miglietta, profesor de Literatura Inglesa en la Universidad de Génova, dice que “el conocimiento no es tanto cuanto uno ya sabe, sino cuanto uno está dispuesto a aprender”. Hay que estar siempre abierto a saber más, a dedicarnos a esa formación permanente para no quedarnos atrás. La UNESCO va aún más allá, para que no confundamos el conocimiento con la sabiduría, por cuanto esta última, la sabiduría, es el procesado inteligente, audaz y prudente al mismo tiempo de los conocimientos que nos llegan en aluvión, la decantación silenciosa de todos ellos, a través de la madurez, el pensamiento y la reflexión. Recordemos que los años no nos hacen más sabios, sino simplemente más viejos. La sabiduría se incorpora con el sentido crítico, la comprensión y la generosidad con el prójimo. El filósofo judeo-español Spinoza decía: Un hombre libre en nada piensa menos que en la muerte y su sabiduría no es una meditación de la muerte, sino de la vida”.

            Siendo niña y residiendo en un pueblo riojano (hoy está con nosotros un colega y paisano mío, gran periodista, que se llama Pedro J. Ramírez), pues como digo, siendo niña en los años 50, la Enciclopedia Álvarez de la escuela española me enseñaba sobre La Mancha, como región central española y sobre Don Quijote de la Mancha (1605)como la primera novela sobre un Hidalgo maravilloso y loco, junto a su escudero, el grueso Sancho Panza, que montaban respectivamente un caballo, Rocinante y un rucio a través de tierras extensas y soleadas. Esto era en el estudio, el conocimiento. Para una niña, algo así como el Gordo y el flaco, en paralelo a las películas de Oliver Hardy y Stan Laurel de los años 50. 
            Entre tanto, en mi casa, mi padre nos leía las cartas y nos mostraba las postales de un amigo manchego, Francisco de Lara Lara, que hizo el servicio militar con él, inmediatamente después de la guerra civil/incivil de 1936/39, cuando ese servicio castrense duraba tres años. Con el amigo manchego, mi padre sostenía una prolongada y amistosa correspondencia. El apellido de Francisco de Lara, siempre lo relacioné con los Siete Infantes de Lara decapitados, cuyas supuestas tumbas están en los siete sarcófagos del riojano y universal monasterio de Suso, en San Millán de la Cogolla, cuna del primer texto de castellano escrito en un códice latino. San Millán de la Cogolla era el lugar que yo acababa de visitar en mi primera excursión infantil del colegio.

-       -Papá, ¿serán de la misma familia Francisco de Lara Lara y los Siete Infantes de Lara enterrados en el monasterio de Suso?, le pregunté.
-       -Sí, seguramente, contestó mi padre, de modo expeditivo.
            Más adelante supe, en ese aluvión de conocimientos que nos van llegando paulatinamente, que el apellido de Lara es relativamente frecuente en La Mancha y que el enterramiento de los Siete Infantes de Lara se lo disputaban dos monasterios españoles: san Millán de la Cogolla y san Pedro de Arlanza en Hortihuela, provincia de Burgos, que las siete cabezas de los Infantes de Lara aparecieron en el monasterio de Salas de los Infantes y que el sepulcro de Mudarra, el hermano bastardo vengador de la muerte de los Infantes de Lara, se encuentra en la catedral de Burgos. En el Medioevo ya había disputas sobre los enterramientos de los héroes de la historia, de la misma manera que varias ciudades griegas se disputan ser la cuna de Homero. 
            Todos los de Lara que habitan en La Mancha pueden peregrinar hacia el norte para conocer las tumbas de sus ilustres antepasados Infantes. Si non è vero è ben trovatto.

            La correspondencia de los dos hombres comenzaba con aquella fórmula protocolaria, hoy arcaica y obsoleta, que decía: “Querido amigo, espero que por la presente te encuentres bien, al igual que tu familia...” El riojano y el manchego hablaban de vinos, de buenos vinos,  de buenos caldos que se decía entonces, si bien la palabra caldos está hoy proscrita, porque no parece la más adecuada según los enólogos. Ellos opinaban de vinos y de viñas, de clases de majuelos y de variedades de uva, como el tempranillo, la viura o la garnacha, o hablaban de graduación de alcohol, de vinos cabezones –que yo no entendía, como niña, el hecho de que unos vinos pudieran ser obstinados, en vez de entender que eran vinos que se subían a la cabeza-. He de aclarar que mi padre y su amigo eran viticultores.

            Lo cierto es que a través del amigo manchego en nuestras vidas, un hombre sencillo y orgulloso de su tierra, yo contemplé numerosas postales en blanco y negro, de los años 50 y 60, donde los molinos de viento de su localidad, mostraban al aire su arquitectura misteriosa y fantasmal, los brazos articulados de su artilugio mecánico imposible y complicado, digno de haber sido concebido por la mente privilegiada de Juanelo Turriano, el gran sabio ingeniero, artificiero y constructor del emperador Carlos V y de su hijo Felipe II. Aquellas imágenes de las postales en mi infancia, cuando no había televisores en los hogares, eran un tesoro para alimentar la imaginación –fíjense que imaginación viene de imagen. Con esas imágenes de los molinos de viento crecieron los deseos de conocer, máxime de quien con el tiempo iba a escribir relatos y cuentos. Yo misma.

            Mi padre nos explicaba el funcionamiento de los molinos a mi hermana y a mí; cada una de sus palabras alimentaban mi deseo de verlos in situ algún día y recorrer aquella tierra mágica denominada La Mancha, que según supe, más adelante, significa “tierra seca” o “alta planicie”, según la etimología árabe o “rodal de esparto o de estepa” si nos atenemos a la acepción latina. Algunos aseveran que el nombre de La Mancha se debe a la población de Almansa, que significaría “a medio camino” de distintos puntos geográficos de España. El significado etimológico definitivo está aún por dilucidar, pero déjenme que les diga que a mí me gusta  esa ultima significación  de “a medio camino” de las tierras de España, porque conectaría con la idea de que el Archivo de la Marina del almirante Don Álvaro de Bazán, que se encuentra en La Mancha, estaba y está exactamente a medio camino entre Madrid y Lisboa, las dos grandes ciudades de la península en el XVI. La etimología es siempre muy sugerente para concebir historias varias.

            Vuelvo a la infancia: Los niños de geografía interior teníamos que esperar un tiempo normalmente, para conocer el mar o para llegar hasta los molinos de viento de Campo de Criptana, de Mota del Cuervo, Tembleque, El Romeral, Alcázar de San Juan, Puerto Lápice, Consuegra, Madridejos, Camuñas... Claro que los molinos del Campo de Criptana son los más relevantes, por contar con mayor número de ellos, una decena que se encuentra en un paraje singular, en lo alto de un prolongado cerro que se denomina Sierra de los Molinos. Además de esos diez ejemplares históricos, todos y auténticos del tiempo pasado, tres son genuinos del tiempo del Hidalgo con mayúsculas, es decir, del siglo XVI y que ostentan nombres que yo diría literarios: Molino Burleta, Molino Infanto y Molino Sardinero. Cito a Cervantes: En esto, descubrieron hasta 30 o 40 molinos en aquel Campo.... Hasta 34 ejemplares de artilugios aspados llegó a tener Campo de Criptana, según el catastro del Marqués de la Ensenada de 1752, catastro que sumó hasta 134 molinos en total en toda La Mancha. Los más, en Campo de Criptana, que es por antonomasia el pueblo de los molinos de viento quijotescos, cervantinos: ¡34! ¡Muchos molinos!, como para no confundir al alucinado e Ilustre Hidalgo y Caballero Andante, que vio en ellos a un ejercito armado de gigantes intrépidos, según narra ese  capitulo VIII de la primera parte de Don Quijote. Unos molinos, cuya estampa va cobrando diferente plasticidad y belleza, según la luz y la hora del día o de la noche, la reverberación del sol, el ocaso o los nocturnos; molinos fotogénicos, pictóricos, a veces fantasmagóricos, que cristalizan o evocan como nada ni nadie la época cervantina. La Mancha. Campo de Criptana.
            Les voy a dar otra cifra relacionada e importante con lo dicho: Cervantes cita 87 veces la palabra molinos en su obra “El Quijote”, molinos, que al decir de Américo Castro vienen a ser obstáculos y dificultades con los que ha de bregar el Hidalgo de la Mancha por excelencia, como desfacedor de entuertos en su aventura, que esconde en buena parte la lucha que había en la España del XVI contra los distintos poderes de una sociedad, que iban desde la honra  y la diferencia de linajes, hasta el poderío económico de nobles, órdenes monásticas y órdenes militares. No otra cosa eran los “monjes benitos” con los que tuvo que enfrentarse Don Quijote. Pero Cervantes denunció aquellas situaciones con la ironía, que es la inteligencia del humor, no lo hizo de frente y enseñanza moral como Mateo Alemán, en su Guzmán de Alfarache.
            El humor de este pasaje de los monjes benitos se acentúa, cuando Sancho le dice que aquello es motivo de excomunión y Don Quijote alega que él no ha puesto la mano sobre los frailes, pues ha sido su lanzón quien los hizo y los agredió.

Molinos de Viento
            Conocer en sentido bíblico es amar y penetrar. Yo entré y conocí al fin los entresijos de la maquinaria de los molinos manchegos -tan diferente de la de una aceña o molino de agua, que visité recientemente en Archena. Un molino criptanense, genuino y cervantino, ofrece la rueda catalina con unos 40 dientes, piedra de apariencia megalítica, que sobrecoge y que trae a la memoria a la mártir bizantina del siglo IV, Santa Catalina de Alejandría, una mujer sabia y santa, que fue martirizada con una rueda dentada terrible, y que constituye su atributo icónico, identificador en las artes. La rueda catalina, ¡qué coincidencia! con el martirio de la santa de Alejandría! La rueda va siempre pintada detrás o al lado de la imagen. Siempre que visito un molino manchego y mencionan la piedra catalina, pienso en aquella mártir, no lo puedo remediar, soy crítica de arte. Siempre que veo el icono, me acuerdo de los molinos de viento en Campo de Criptana. Es una asociación de pensamiento de ida y vuelta.
            Sigamos con el artilugio del molino de viento, que suma a la piedra catalina, dos piedras más: la volandera y la solera; la primera se fija en un eje vertical para poder moler, junto a la otra, el cereal correspondiente. La expresión “comulgar con piedras de molino” se comprende al verlas. Junto a las ruedas catalina, solera y volandera, un eje que llega a la cubierta del tejado circular en punta, donde las aspas serán guiadas por el madero movido por el molinero, según la dirección de los vientos manchegos, que Díaz-Hellín cita con precisión en su disertación de 2012: Los aires o los vientos de Campo de Criptana, 12 en total: Abregondo, Ábrego, Toledano, Moriscote, Cierzo, Matacabras, Solano Alto, Solano Fijo, Solano Hondo y los tres del Mediodía. Una relación ciertamente poética, con resonancias vivas en sus palabras. Quien sabe de vientos en tierra firme, sabe de molinos. En Madrid, curiosamente que no tenemos muchos vientos, hay un refrán que dice: El aire de Madrid mata un hombre y no apaga un candil o El aire de Madrid no apaga una luz y mata a un andaluz.
            Repito, los molinos harineros de viento de Campo de Criptana son de un engranaje prefecto de piezas, artilugio digno de Juanelo Turriano, pero que ya había sido inventado hacia el siglo VII en Persia, si bien se difundió en la Europa medieval hacia el siglo XI. Un artilugio muy superior al del Hombre de Palo, que según la leyenda fue el primer robot de Turriano que paseaba por las calles de Toledo. En Campo de Criptana, los robots ventosos siguen en pie y abanican el aire.
            Es curioso como todos los niños del mundo se fascinan con el juguete del molinete o molinillo, hecho de papeles de colores, que gira por la acción del viento y forma un calidoscopio. Todos los niños y mayores del mundo se quedan asombrados ante la grandeza de los molinos de viento manchegos.
            El turismo, esa actividad que tanta alegría económica y social ha dado a España, no podía menos de fijarse en esos molinos de viento quijotescos y promocionarlos dentro de lo que ya el escritor Azorín denominó La ruta del Quijote o con ese otro rótulo más reciente de  La Mancha, Tierra de gigantes. Los molinos criptaneneses son, como dirían los franceses lieu de memoire, lugares de memoria. Condensan su pasado. (Me consta que hay editoriales de Londres que se trasladan a Oxford o a Cambridge, porque sus universidades les prestan el prestigio de su saber. Lo mismo sucede con ciertos lugares cervantinos de España a la hora de instalar un hotel, un parador o una, por ejemplo).
            (Volvamos a Francisco de Lara, el amigo manchego de mi padre, al que también llegué a conocer junto a su esposa y a su hija Gabriela de Lara. Y cito sus nombres porque son seres queridos de esta tierra y conformaron con su existencia y sus cartas, una parte de mi imaginario real sobre La Mancha. Sus nombres merecen la resonancia de la voz. (Siendo jovencita acepté una invitación a unas fiestas patronales de su pueblo, en cuya procesión hacia la ermita, se lanzaban de pronto unas breves y gritonas alabanzas a la Virgen, que me sobrecogían por su fuerza vigorosa. Pura antropología religiosa. Durante aquellas fiestas patronales conocí los primeros molinos de viento manchegos. Y allí saboreé también el mejor queso manchego casero, otra invariable castiza de La Mancha).

LLEGADA A LA UNIVERSIDAD

            En 1963, cuando comencé ir a la Universidad Complutense, mis padres se instalaron en Madrid, ese “poblachón manchego” al recordar de Francisco Umbral, poblachón que todavía conserva algunas “corralas manchegas” en su seno. Fue durante un discurso de fiestas en tiempo del alcalde Tierno Galván. Adjetivar a Madrid de poblachón manchego le costó a Umbral alguna que otra réplica enfadada. ¡Madrid es una ciudad castellana! escribía un hombre airado, que se las daba de fino. A mí sin embargo me encantó aquella calificación de poblachón manchego, como me gustó en su día, cuando Camilo José Cela dijo que “Madrid era una mezcla de Alcorcón y Kansas City” hacia los años 70.
            Madrid es un pueblo manchego desfigurado, que tiene en su sustrato a muchos hombres manchegos que han dejado sus sudores y sus días en la capital de España, en la Villa y Corte, raramente se le llama ciudad a Madrid, que conserva raíces en numerosos pueblos manchegos. Desde Madrid, La Mancha está más cerca, si es que ya la capital no se considera inmerso en ella. Al decir de algunos, lo mejor de Madrid está en sus alrededores y cercanías, por eso muchos manchegos y no manchegos toman el utilitario cada fin de semana y se acercan a un paraje más sano, para alejarse de la boina de la contaminación, poder respirar oxígeno y disfrutar de la gran llanura. Los pueblos de La Mancha son objetivo de muchos naturales y domingueros de la Villa y Corte, que poco a poco hemos ido conociendo la geografía de la meseta.
            En Madrid conocí a la periodista Maite Contreras, de padres y abuela manchega. Es una mujer, inteligente, lista y con una agudeza fuera de lo común. Tenía unas expresiones manchegas de remango que nos dejaba boquiabiertos y nos explicaba que si queríamos ver La Mancha encarnada en alguien que fuéramos a conocer a su abuela Primitiva, una anciana que vivía con ella y sus padres, abuela que aseguraba con toda firmeza que “el lugar de La Mancha de cuyo nombre no quería acordarse Cervantes era Argamasilla de Alba, que ella no salía por su familia de generación en generación, que las Cuevas de Medrano estaban a un tiro de piedra de su casa... La abuela Primitiva, un personaje digno del cine de Pedro Almodovar, era un pedazo de La Mancha en vivo, que nos tenía fascinadas a las colegas de la periodista. Sus sentencias eran rotundas, de un verismo sanchopancesco asombroso, de un pragmatismo que no se andaba con contemplaciones. Nos quedábamos ojipláticas –permitanme este coloquialismo al hablar de la abuela Primitiva. ¡Las abuelas Primitiva y Perseveranda de Maite Contreras!. Los nombres de estas viejas mujeres manchegas me fascinaban.
         
           La pintora Esperanza Huertas, hija del médico de Santa Cruz de Mudela, también me hablaba de la cocinera que tenían en su casa y que “se llamaba Eroteida Machín, una mujer muy fea, pero que se casó con Chato Collicas el morillero de los gañanes, que cogía collicas del campo. Él dejó a su novia de siempre, para casarse en pocos meses con la Ero, que no era guapa, pero tenía dinerito ahorrado en la cartilla de ahorros”. ¡Qué pena que se pierdan estos nombres de Primitiva, Perseveranda o Eroteida, dignos de figurar en una novela de Gabriel García Márquez!

            Dos libros .- Con el tiempo yo escribí un libro titulado Diálogos con Dulcinea (2015)dedicado a Maite Contreras. Junto a este libro hay otro titulado Dulcinea de ocho pétalos (2016), título alusivo a las ocho letras que lleva el nombre de Dulcinea.

Como ven, mi Imaginario sobre La Mancha y lo manchego se iba agrandando.

Pintores amigos en Campo de Criptana
            Por los pueblos de La Mancha han ido pintando sus paisajes y  rincones pintorescos, artistas ya citados en el discurso de Díaz-Hellín, como Sorolla. Pero también siguen haciéndolo otros paisajistas como Esperanza Huertas (Santa Cruz de Mudela, 1925 – Madrid, 2014), buena amiga, que buscaba paisajes, campos, molinos, cercados o portilleras por su provincia de Ciudad Real. El gracejo y la desenvoltura de esta manchega de pro, la hacía digna de su tierra y coleccionaba muchas anécdotas de sus gentes. Hoy, sus cuadros están en buenas colecciones de arte y de museos, como el de Valdepeñas, rica pinacoteca con casi medio siglo a sus espaldas, sostenida junto a su anual concurso de pintura, el más antiguo después de la guerra de 1936-399.

            (Alfonso Sebastián Beltrán (Torrijos, Toledo, 1941) es otro pintor paisajista que ha recorrido las tierras manchegas con su caballete y ha recalado con gusto en Campo de Criptana para representar el paisaje cervantino. El cuadro titulado Campo de Criptana (1994), de 116 x 145 cm, está realizado en técnica mixta y representa una vista general del pueblo en la que se aprecia a fondo toda la vista de los diez molinos en el cerro. Es una pintura impresionante, preside una de las paredes más nobles de su casa. El pintor y su esposa recuerdan con afecto el paso por este municipio y los comentarios que les hizo una hostelera durante el mes de julio: “Aquí los niños no salen a la calle durante la siesta, aparte de por el calor, porque un célebre médico del pueblo, dijo que no era bueno que salieran a esas horas, porque el blanco de las casas reverbera en los ojos de los pequeños y daña su vista”. Ciertamente el blanco nuclear refulgente de los muros enjalbegados y el sol hacen un extraño y dañino maridaje. El Dr Barraquer, oftalmólogo, también lo señaló. Alfonso Sebastián, como buen pintor, se quedó más bien en sus retinas con el color añil de las franjas y zócalos del barrio del Albaicín, que son preciosos y diferentes a todos los que ha visto en su vida, incluidos los de Portugal, según cuenta. Éste pintor sabe de matices. El barrio del Albaicín es una joya de Campo de Criptana, por sus calles y cuevas, por la entonación blanquiañil de sus fachadas.)

            (María Pilar Venegas y González de Langarica (Zaragoza, 1950) es también otra pintora entusiasta de Campo de Criptana, pueblo en el que estuvo un mes entero, del 15 de julio al 15 de agosto de 1972, en pleno verano tórrido, pero ella estaba fascinada por los parajes y rincones pintorescos del pueblo entonado en blancos, azules, amarillos y ocres. Hizo una serie de una decena de cuadros, porque trabajaba intensamente con la primeras luces del día y las del atardecer, cuando los colores ofrecen mejor sus matices, que a pleno sol de mediodía. Ella se acostaba pronto en el hostal, pretendiendo dormir, pero era imposible: los criptanenses salían a la calle precisamente al anochecer buscando la fresca y la tertulia de voces impedían a la pintora conciliar el sueño. Aquella serie se vendió muy bien, cuenta la autora, que no olvida aquel mes en Campo de Criptana.)
            (Ana Queral es otra pintora española de origen mexicano o viceversa, que ha llevado a cabo una larga serie sobre El Quijote, tres años de su trabajo y vida, junto a un libro que resume e interpreta, capítulo por capítulo, el libro de Cervantes. Esa hermosa serie, que yo he seguido casi cuadro a cuadro, se encuentra hoy en el Museo Iconográfico del Quijote de Guajuato, fundado por Eulalio Ferrer en 1987, después de haber itinerado por varias ciudades de Hispanoamérica. Este contacto con la autora me iba desgranando las aventuras del Caballero Andante, por la geografía en la que el protagonista se topó con numerosos molinos de viento, contra los que arremetió a en su prolongada aventura de desfacedor de entuertos.)

           (La Mancha es muy extensa y da mucho de sí, mucho juego, sobre todo estando no lejos de la capital de España. En Madrid se conoce y se trata a muchos manchegos ilustres, como al Doctor Jesús Sevilla Lozano (Daimiel. Ciudad Real, 1949), que ama a su tierra con fervor y varios de sus libros se dedican a ella. Su obra Diálogos entre Rocinante y Ruciopanza es un sainete de humor formidable. Su autor, el Dr. Sevilla fue muy popular e TVE durante la década de los 70.)

            (Existe una activa Asociación de Escritores de Castilla-La Mancha, que desde la Casa de Castilla-La Mancha en Madrid, alimentan como nadie ese imaginario creciente de la tierra. Ahí están nombres de escritores que a mi me resultan familiares o amigos como: Alfredo VillaverdeTeresa Pacheco, María Antonia García de León, Luis Fernández Leal, José María Gómez y otros.)
           
Orden de Calatrava
            (Un apunte curioso e indirecto sobre La Mancha me llegó a raíz de la esposa de un prioste de la Orden de Santiago, una de las cuatro ordenes militares de España: Calatrava, Alcántara, Montesa y Santiago. La ilustre dama me hablaba con orgullo de la importancia histórica de estas órdenes en España, poco menos que dividas por la geografía: Montesa en Aragón; Alcántara en León; Calatrava en Castilla-La Mancha (cuando el territorio no se llamaba todavía, como hoy se llama la Comunidad Autónoma) y Santiago, en Extremadura. Pues bien, la dama me explicó como conclusión final, que la más importante, por alcurnia, de estas órdenes militares era la de Santiago (a la que pertenecía su marido, naturalmente), aunque la más rica por su Encomienda, castillos y dominios, era la de Calatrava, porque, frente a lo que parece, La Mancha es una tierra muy rica, enfatizaba. No sé si la dama tenía razón en todos sus asertos, pero yo me quedé con el último: “La Mancha es una tierra muy rica”).

                       Hay continuos apuntes y pinceladas que le han ido llegado a una sobre La Mancha, sobre Campo de Criptana, sobre los molinos de viento y, sin querer, una los registra y los guarda y los saborea cuando salen de nuevo a la luz del presente, porque el presente –no lo olvidemos- está hecho de pasado. Todos esos datos citados son los que conforman mi conocimiento de este lugar y de esta tierra, La Mancha, donde hay mucho territorio, muchos lugares de memoria, mucha historia, mucha cultura y, sobre todo, mucha sabiduría, donde la sombra alargada del Ilustre Hidalgo planea de modo incombustible a través del tiempo.

            En el monasterio de San Millán de la Cogolla, en la sierra de la Demanda, se registró hace poco más de mil años el primer vagido escrito de la lengua castellana, compartiendo códice latino junto a la lengua vasca. Una hermandad maravillosa de lenguas peninsulares. Fue en las llamadas  Glosas Emilianenses (S. X o principios del XI) que hoy se encuentran en la Real Academia de la Historia en Madrid. Un vagido del castellano, en bella metáfora del filólogo don Dámaso Alonso, un vagido es como un primer llanto de recién nacido y en el códice, ese castellano incipiente era una plegaria humilde y temblorosa.

navarro-aragonés
Con o aiutorio de nuestro
dueno Christo, dueno
salbatore, qual dueno
get ena honore et qual
duenno tienet ela
mandatione con o
patre con o spiritu sancto
en os sieculos de lo siecu
los. Facanos Deus Omnipotes
tal serbitio fere ke
denante ela sua face
gaudioso segamus. Amen
castellano
Con la ayuda de nuestro
Señor Cristo, Señor
Salvador, Señor
que está en el honor y
Señor que tiene el
mandato con el
Padre con el Espíritu Santo
en los siglos de los siglos.
Háganos Dios omnipotente
hacer tal servicio que
delante de su faz
gozosos seamos. Amén.


CONCLUSION .-  Cinco siglos más tarde, aquel vagido del castellano, aquel balbuceo del español, iba a fructificar en el libro más granado de la literatura universal, en la novela cumbre sobre las aventuras de Don Quijote y Sancho en una llanura extensa, incomensurable. La fantasía ideó las novelas de caballería que nada tenían que ver con la realidad; la imaginación de don Miguel de Cervantes escribió El Quijote, novela que sí contaba con la realidad, aunque se diera de bruces con la fantasía. El Caballero andante quería desfacer entuertos y esto es complicado y azaroso en la vida. Un arquetipo literario que esconde las máscaras del autor: Cervantes.
            Don Quijote, Un libro de libros, con novelas pastoriles dentro, un libro que bien pudiera titularse “Diálogos entre Don Quijote y Sancho Panza”, emulando a Platón. Un libro de libros que contiene novela pastoril, a la italiana, y novela picaresca tan española. Un libro itinerante, escrito con ironía, que es el humor de la inteligencia. Un lenguaje de habla culta y dignificación del habla popular al mismo tiempo, sin grosería ni procacidaz alguna. Escritores como Dickens en Inglaterra, Stendhal en Francia o Pérez Galdós en España, difícilmente hubieran surgido sin el magisterio de novela realista universal de Don Quijote, un libro que se difundió ampliamente en Europa.
            La novela del Caballero Hidalgo se iba a demorar con atención en un pueblo de abundantes molinos en La Mancha -34 según el catastro del marqués de La Ensenada- , de cuyo nombre sí quiso acordarse Don Miguel de Cervantes, en el capítulo VIII, capítulo que se rotula de la siguiente manera: Del buen suceso que el valeroso don Quijote tuvo en la espantable y jamás imaginada aventura de los molinos de viento”. Ese lugar recordado por el autor es Campo de Criptana. Don Quijote, adalid de la justicia utópica, aunque luche contra molinos que no son pero parecen gigantes. Don Quijote, un Caballero andante que en la novela de Cervantes acabará reconvertido en Alonso Quijano el bueno.
            Don Quijote es hoy un arquetipo literario universal. España cuenta con dos arquetipos literarios universales: Don Quijote de La Mancha y don Juan Tenorio. Dos de los cuatro universales junto al Fausto de Goethe y a Hamlet, de Shakespeare. Don Quijote, un defensor de las damas; don Juan Tenorio, un coleccionista de hembras. Un anverso y un reverso de actitudes ante la mujer.
            No olvidemos que el perfecto ideal de hombre para el Renacimiento, según el escritor Castiglione que falleció e Toledo (1478 – 1529), está en su libro El cortesano (1534) era el perfecto Caballero, un hombre de armas y letras. Don Quijote lo era. Cervantes escribe el libro para acabar con las perniciosas novelas caballerescas, pero no con los ideales del Caballero para hacer el bien. Un mundo de armonía y fraternidad  como en la Edad Dorada (I,11).
            Felicidades por todo ello a los criptanenses por habitar La Mancha, afortunado lugar de memoria literaria. Felicidades al Ayuntamiento por esta acertada Semana Cervantina de la Asociación de Hidalgos Amigos de los Molinos, que es también la Semana de todos nosotros. MUCHAS GRACIAS

3 comentarios:

Unknown dijo...

Extensa y extraordinaria conferencia. Un compendio de erudición y vivencias personales que habrán deleitado al auditorio. Enhorabuena.

Emilio Porta dijo...


Puse el anterior comentario desde un sistema móvil y dado que no aparece la firma, la ratifico ahora. Igual que me ratifico en lo dicho sobre esta magnifica conferencia de Julia Sáez Angulo.

Marciano Ortega dijo...

Extraordinaria y didáctica disertación de nuestra majestuosa tierra de La Mancha y profundamente hilvanada. Les dejaste encantados como el mago Frestón. Enhorabuena Julia