miércoles, 18 de noviembre de 2020

Víctor Morales Lezcano: Incursión norteafricana de Pérez Galdós. Descifrando la novela "Aita Tettauen"

Víctor Morales Lezcano, Incursión norteafricana de Pérez Galdós. Descifrando a Aita Tettauen, Madrid, Diwan Mayrit, 2020, 103 pp.

  




por Francisco Manuel Pastor Garrigues

    18.11.2020.- Madrid.- Las guerras que España sostuvo en el norte de África durante los siglos XIX y XX hicieron correr ríos de sangre y tinta. De hecho, la literatura hispana siempre ha estado presente en todos los conflictos africanos: como homenaje al supuesto romanticismo y gloria del combate o, por el contrario, como la conciencia insobornable que denunciaba la barbarie de la guerra y quienes medraban con ella. 

La campaña militar librada contra el Sultanato de Marruecos entre 1859 y 1860 a iniciativa del gobierno de la Unión Liberal dio pie, entre otras varias obras, a una novela histórica de B. Pérez Galdós, Aita Tettauen, inserta en la cuarta serie de los Episodios Nacionales. El leitmotiv de esta obra viene a ser una percepción intimista e identitaria (con un reconocimiento explícito de los valores no sólo del mundo islámico, sino también de las improntas cristiana y hebrea, o sea, de las tres culturas o componentes medievales de los reinos ibéricos, Castilla, Aragón y Portugal que Galdós encontró redivivos en el norte de Marruecos) de los lazos que han unido y, en ocasiones, fracturado las sociedades ibero-magrebíes desde hace siglos.   La Guerra de África le facilitó, en este sentido, a Galdós una novedosa incursión cultural e histórica, cuyo protagonista es un “converso” soldado español que proclama la alternativa del sacerdocio laico frente al cíclico enfrentamiento entres las naciones y sus pueblos. 

El autor del presente ensayo que analiza esta novela de Galdós es el historiador Morales Lezcano, una autoridad académica reconocida desde hace más de treinta años, en las relaciones entre España y Marruecos y, por extensión, en los temas relacionados con el mundo islámico. 

Aita Tettauen no le resultó una obra de fácil redacción a Galdós. El profesor Morales Lezcano desnuda la carpintería y quebraderos de cabeza que le causó al narrador la búsqueda de fuentes fidedignas, contrastadas, casi en lo que se podría asimilar con la labor de un minucioso investigador. Leyendo el trabajo del profesor Morales, tanto por su capacidad de conjugar y rastrear las características narrativas de Galdós como por su lucidez en cuanto a la forma de tratar esas mismas características, nos damos cuenta del valor de su estudio. El historiador no se ha contentado en su trabajo investigativo con el fácil recorrido por los hechos inmediatos de la vida del autor canario, o por contextualizar históricamente la trama de la novela, sino que parte de un cuestionarse esas características desde un variado prisma de posibilidades esclarecedoras. Todos los datos, que en esta obra se nos muestran como resultado de una metódica búsqueda son analizados en profundidad, dotándolos de una carga de humanidad que no desequilibra el contenido estrictamente científico que impera a lo largo del estudio.  Así, por ejemplo, se nos insiste en como resuelta por el escritor canario, la tarea de la acumulación de información, para lo que se valió del asesoramiento literario y lingüístico del africanista Ricardo Ruiz Orsatti, quien le facilitó incluso documentación marroquí, soslayando la crónica de las gestas y triunfos coloniales en “tierra de moros”, Galdós,  como bien demuestra Morales Lezcano, desplegó su andamiaje literario para pergeñar lo que se podría calificar como un texto de connotaciones decoloniales. De hecho, tras descartar críticamente los aspectos militaristas y colonialistas del enfrentamiento, la contemplación que ofrece Galdós de la guerra de África no es sólo bifronte, marroquí por un lado, hispana por otro, sino que incorpora también la perspectiva, la visión, la entidad de los sefardíes o hebreos de origen ibérico, asentados en Marruecos tras la expulsión de  los reinos peninsulares a partir de 1492. Aita Tettauen, al igual que ocurre con sus novelas, sorprende por los giros que aplica a los personajes, aparte de utilizar el sugerente contexto norteafricano, plenamente interracial, para poner de manifiesto las preocupaciones religiosas del autor, o la compleja existencia de un amor marcado por los prejuicios de las creencias, el amor que mueve al soldado español, Santiuste y a la bella Yohar, hija del personaje judeoespañol llamado Riomesta, un sentimiento víctima del antagonismo religioso, remoto, que se opone a la superación de los prejuicios enraizados en los credos religiosos monoteistas. Con todo, esta obra de Galdós aun manteniendo la tónica habitual de los Episodios Nacionales, es decir, mezclando la literatura y la crónica de los hechos, asumiendo el orillar y deshacer la fábula folclórica del país, se distancia de los pertenecientes a  las dos primeras series, escritas por un autor juvenil, y  que se adhería a las proposiciones liberales que representaban Gabriel Araceli o el afrancesado Santorcaz. Eran aquellos episodios en los que destacaba una clara propensión al reformismo, se desechaba el ideario extranjerizante y se buscaba un plano testimonial que autentificara los valores del pueblo español en su lucha patriótica. Galdós, hombre liberal, voluntarioso y bien intencionado creía en el progreso cuyos objetivos finales serían la libertad, el trabajo y la ciencia. Estas ideas venían ligadas a una ideología que el autor sostenía en todas sus novelas como incontestables tesis a partir de las cuales una vida mejor aguardaba a todos. Este mundo de tesis liberales era sostenido por Galdós como fundamento de la Historia de España del siglo XIX. Y en esta tesitura, los Episodios Nacionales no eran sino la gratificación del héroe burgués frente a las tendencias reaccionarias equivocadas e interesadas como las que sustentaban legitimistas y apostólicos. Galdós entendía pues que las virtudes del honor, el valor, el sacrificio y la lucha eran propias, rasgo inherente de todo el pueblo español. Ahora bien, no podían ir sino encauzadas por una clase dirigente que buscase el progreso y dirigiese correctamente ese cúmulo de cualidades. Era evidente que asistíamos a un embellecimiento más de la Historia de España, en tanto que estos Episodios Nacionales eran, como las novelas de tesis del Galdós juvenil, la realidad colectiva deformada por la ideología.

          Sin embargo, a partir de 1889, Galdós lo que escribió fueron novelas psicológicas. Y aquí se inscribiría Aita Tettauen. Un tipo de obra, resultado de un paso de la realidad colectiva a progresivas interiorizaciones individuales. La acción se reduce, estiliza, toma un ritmo más pausado y sobre todo se interioriza, es decir, pasa a ocurrir dentro de los personajes que cobran mayor fuerza por sí mismos. El mundo de Juan Santiuste, Confusio, el protagonista principal de este Episodio Nacional supera la mirada social que le resulta ya manifiestamente insuficiente para desvelar la realidad; Galdós funde aquí lo social con lo psicológico en una novelística cuya exigencia de veracidad no puede elidir un plano de pasión interna, incluso mística que se escabulle de la llamada realidad. Algo que entronca con otro de los motores del Episodio Nacional dedicado a la guerra de África: la insistencia del novelista sobre la idea adelantada del pacifismo (p. 36). Morales Lezcano se explaya explicándonos cómo  Santiuste es un  personaje que va dejando atrás las ingenuas convicciones patrióticas y la equívoca exaltación romántica y lírica de la grandeza nacional y las loas a  la guerra que perfilaba un Pedro Antonio de Alarcón (pp. 46-47), llega a admitir incluso que los marroquíes sólo pelean en legítima defensa al ser invadidos por una potencia extraña (p. 55) y al modo de un adelantado predecesor del hemingwayano Frederick Henry, el protagonista de  la antibelicista novela “Adiós a las armas”, va tomando conciencia de los horrores de las guerras, del sufrimiento de las gentes en ellas, y se va desvinculando del contexto imperialista del conflicto, aprendiendo a vivir con el dolor de las heridas, morales y físicas que le aquejan, y haciendo de manera unilateral una paz separada, ajena al contexto patriotero (pp. 48-49-50) y al delirio militar (p. 55). 

Galdós focalizó así su interés sobre un asunto que, religiosa, política y humanamente le atraía mucho. Galdós defendía el ideal de la conversión a un sacerdocio laico, que fusionaba con su llamamiento al imperativo universal de la paz entre las naciones y las religiones más militantes de su credo. No hay que olvidar que, a partir de 1870 en adelante, el autor canario empezó a percibir el perfil belicista de la Europa industrial (e imperialista) de entonces y la necesidad de invocar el eterno tema de la religión de la paz y el repudio de la guerra entre pueblos y naciones (p. 60). 

Morales Lezcano llega a formular la hipótesis de de que Galdós se alineó a principios del siglo XX, momento de redacción de esta novela, con el movimiento pacifista internacional a favor de la paz, contra la carrera armamentística y el militarismo en general, muy consciente de que en ellos momentos la expansión colonial había dado origen a un nuevo tipo de imperialismo en consonancia con los intereses y las expectativas de la nueva era industrial, un imperialismo por tanto muy diferente del imperialismo “mercantilista” de la primera oleada (anterior a 1815) de la expansión europea, y que mezclado con el nacionalismo de estado y en compañía de los viejos prejuicios racistas, a los que el darwinismo social pretendía conferir un aire moderno y “científico”, y de la creencia en la desigualdad y en la jerarquía “natural”, produjo una combinación cada vez más peligrosa en la Europa del momento, suscitando en ocasiones fuertes tensiones internacionales. 

Este movimiento pacifista que contó con la participación de no pocos e insignes escritores de la época como el libertario cristiano León Tolstoi, Thomas Mann y tuvo su más marcada representante en la baronesa Bertha von Suttner, la autora de la escalofriante novela Die Waffen nieder (¡Abajo las armas¡), publicada en 1889 en Alemania y traducida a numerosos idiomas, ejerció una notable influencia sobre la opinión pública con sus escritos de denuncia del coste humano de la guerra y los peligros del militarismo.

          Con este trabajo, en suma,  Víctor Morales nos ha entregado como en un caleidoscopio una sucesión de hechos vitales, históricos que van recomponiéndonos el proceso creador de una novela a la vez que un cuadro minuciosamente dibujado de toda una época. La indudable validez de este estudio radica en su tratamiento de la realidad histórica; un  mirar lleno de ternura y (a la vez) preocupación científica que nos va devolviendo un universo cargado de humanidad y del cual aún no hemos completado su exacta y auténtica mensura. Pocos estudios históricos suelen, como éste, aunar en un todo la frialdad de unos datos y la estremecida ternura por el hecho vital que los generó.

             Francisco Manuel Pastor Garrigues

           IES “Sanchis Guarner” de Silla (Valencia)


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