sábado, 4 de diciembre de 2010

“Rodrigo Calderón. La sombra del valido”, libro sobre la privanza, favor y corrupción en la corte de Felipe III



“Rodrigo Calderón. La sombra del valido”
Santiago Martínez Hernández
Colección “Los Hombres del Rey”
Centro de estudios Europa Hispánica
Y Marcial Pons Historia
Madrid, 2010 (298 pgs.) 28 Euros




Julia Sáez-Angulo


Los validos eran casi una institución en la corte de los Austria. El duque de Lerma y el conde-duque de Olivares son los prototipos más genuinos de validos, pero junto a ellos, otros personajes cercanos y relevantes también jugaban un importante papel en el comportamiento de “privanza, favor y corrupción” como reza el subtítulo del libro “Rodrigo Calderón. La sombra del valido” de Santiago Martínez Hernández.

El caso del noble Rodrigo de Calderón (1576 – 1621), conde de la Oliva de Plasencia y marqués de Siete Iglesias, es particularmente señalado por cuanto este personaje acabo en el patíbulo de la Plaza Mayor de Madrid después de estar sometido a un largo proceso judicial en 1619, bajo tormentos y privaciones.

La actuación política de Rodrigo Calderón –fue también embajador del rey en los Países Bajos- en la corte fue junto al valido real el duque de Lerma y este libro es el primer estudio en profundidad que se hace del personaje –que por cierto se cita en una obra de Lope de Vega.

Rodrigo Calderón era el alter ego del valido duque de Lerma y, hombre refinado, fue capaz de hacer en poco tiempo una gran colección de arte, además de una gran fortuna. Su patrimonio inmenso no fue amasado precisamente de modo lícito por lo que despertó numerosas envidias y sospechas. De pronto cayó como Faetón frente al sol, cuando el valido dejó de ser tal y las piezas de ajedrez en la corte se removieron.

Varias horas sentado en el patíbulo


“Los enemigos de Calderón no se aplacaron ni siquiera al verlo muerto, e insistieron en que dejaran su cadáver sentado durante varias horas en las sillas donde había sido ajusticiado, en el patíbulo, para que todos recordaran cuan ignominioso había sido su final”, explica el autor del libro.

“Aquel fue otro grave error de cálculo –continúa el historiador- , pues sus jueces nunca podrían haber adivinado que al permitir que el cuerpo de Calderón se desangrara en el cadalso, contribuirían a asegurar su supervivencia. Cuando exhumaron su cadáver en la época de 1980 apareció completo e intacto, y se le practicó una autopsia con todo el rigor científico, de modo que sabemos más sobre el físico de don Rodrigo que sobre el de cualquiera de sus contemporáneos”.


En suma, una vida para una novela histórica y para una película.

El autor, Santiago Martínez Hernández, es doctor en Historia Moderna e investigador en el Centro de Historia de Além-Mar y del Instituto Universitario “La Corte en Europa”. Sus estudios versan principalmente sobre las cortes de Felipe II y Felipe III.






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