jueves, 2 de diciembre de 2010

Mantones de Manila y bordados en la pintura de Mercedes Ballesteros







"Mantón de Manila sobre silla"

Julia Sáez-Angulo


Dos exposiciones en Madrid, una en la Casa de Cantabria y otra en Expo-Metro han dado cuenta de la pintura al óleo de Mercedes Ballesteros, en la que los textiles, principalmente los mantones de Manila y los bordados forman uno de los temas más compactos de su repertorio. Esta especialidad ha despertado interés en la ciudad histórica de Sigüenza (Guadalajara), donde llevará a cabo una exposición conjunta de pintura y ejemplares de mantones de Manila, que sirvieron de modelo.

Los cuadros de Mercedes Ballesteros Rodríguez (Noblejas. Toledo, 1946)muestran un detallado preciosismo a la hora de interpretar los ramajes y las flores bordadas de los mantones, por lo que el resultado es un cromatismo encendido sobre el lienzo y cierto trampantojo sobre la realidad representada: flores o pájaros procedentes de los bordados de seda sobre la tela.

Asociado en su nombre a la capital de Filipinas, el mantón de Manila llegó a España en el siglo XVI desde Extremo Oriente, a través de los barcos que llegaban de China a la entonces colonia española de Filipinas, desde donde partían, de nuevo en barco hasta España. Aquí hizo fortuna el mantón y enraizó entre las mujeres y se hizo presente en numerosos trajes regionales. La ruta de los barcos Filipinas-México-Sevilla fue la que introdujo el mantón por el sur en la península, donde paulatinamente se le añadieron los flecos.



De los dragones a flores y pájaros

Bordados a mano con sedas de distintos colores, representaban en principio dragones, faroles, bambú, pagodas y otros elementos de la China, pero paulatinamente se fueron adaptando al gusto español, tanto en Extremo Oriente como en las manufacturas españoles, que empezaron a fabricarlo y bordarlo con flores y pájaros, dado el buen mercado que tenía entre el público femenino.

Blancos, negros, rojos, azules, verdes, crema... todos los mantones bordados son signo de fiesta y alegría, máxime con el añadido de los flecos. El baile flamenco lo incorporó a su estilo, donde saber mover el mantón, sin engancharse o tropezar, es todo un arte. Aunque el mantón de Manila no es tan habitual entre las mujeres como lo fue, sí se reserva en la moda para realzar, por su colorido y primor, los trajes de velada o fiesta.

Mercedes Ballesteros (Noblezas. Toledo), como buena toledana que conoce bien el bordado de las lagarteranas, ha querido incorporar la plasticidad de las distintas caídas del mantón de Manila, así como el distinto colorido, a sus cuadros. Una especialidad muy de su pintura, que algunos han admirado como Pitita Ridruejo, una de las visitantes célebres de su exposición. Solo cabe esperar la futura muestra especializada y contrastada de pintura y ejemplares reales de mantones de Manila, que la autora presentará en la citada ciudad castellana

El pueblo de Noblejas convoca todos los años un premio de Pintura al aire libre con el nombre de Mercedes Ballesteros.

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