martes, 31 de agosto de 2021

Melancolía del Real Sitio de El Escorial en septiembre

Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Al fondo el bosque de La Herrería


Julia Sáez-Angulo

        1 de septiembre de 2021.- Septiembre es el mes de la melancolía en muchos lugares de veraneo, ciertamente en El Escorial y en San Lorenzo de El Escorial. La mayoría de los veraneantes, fundamentalmente madrileños, levantan o cierran las casas y regresan a Madrid, Villa y Corte. El comienzo de mes, el trabajo cotidiano y los colegios de los niños reclaman como imanes imposibles de desprenderse de ellos. Además, las tormentas de la sierra, de los montes y bosques circundantes al valle de la Herrería empujan a ponerse la rebeca, a recogerse y empaquetar las cosas para volver a la vida habitual de cada día otoñal e invernal. Y para colmo, Madrid reclama con sus ofertas tentadoras de cultura, con exposiciones de arte sugerentes, conciertos atractivos y amigos, muchos amigos solícitos, llenos de proyectos culturales para compartir, entre los que no faltan los gastronómicos, que también son culturales.

Las agendas comienzan a rebosar de citas ineludibles por interés o por amistad.

El monasterio de Felipe II, reluciente por el agua de lluvia y de tormentas, queda más brillante y solitario. Se acabaron los conciertos al aire libre en sus patios y queda pendiente alguno interior de órgano en la basílica filipina. La belleza presente del gran monumento sacro-palaciego en el Real Sitio cobra magnificencia en sus cúpulas.

Las galerías de arte de Madrid madrugan y el 9 de septiembre abren casi todas al mismo tiempo, un total de 52, para ofrecer arte a la vista de los visitantes y a la adquisición de los coleccionistas. Entre los nombres más sugerentes a mi pensamiento: el argentino César Paternosto en la Galería Tiempos Modernos; Manolo Oyonarte en el Museo de Zapadores; Moisés Yagües en Marita Segovia, Concha Jerez en la galería Freijóo, o Sabine Finkenauer en Rafal Pérez Hernando. 

    El Museo Thyssen Bornemisza ofrece un rico panorama de exposiciones para la temporada como es la obra de René Magritte o la colección de la Baronesa Carmen Thyssen, que por ahora se queda en España. El Museo Reina Sofía oferta su remodelación final, donde un nuevo replanteamiento con más presencia de la mujer, se entrega a la opinión pública. Veremos.

    En cuanto a artistas, Milagros Elorz abre la primera el día 1 de mes con su pintura en el Ateneo madrileño; Frutos de María, Vicente Heca o Clara Tengonoff abren el día 2 en el Espacio Cultural Abierto; Villasierra anuncia su exposición retrospectiva en el Palacio de Santa Bárbara, para el día 20, exposición de la que soy la curadora; Marta Torres presenta su libro “Materias” en el Círculo de Bellas Artes junto al poeta Antonio ColinasDolores Tomás mostrará su colección Suricov de pintura rusa. Y el Grupo pro Arte y Cultura, con Mayte Spínola y Pedro Sandoval a la cabeza, también trabaja en proyectos futuros, junto a los que hay que estar cerca.

Si nos atenemos a cursos, están los de Museos y Arquitectura por la historiadora de Arte María José Miranda en recorridos didácticos por Madrid, ; los paseos por la ciudad Villa y Corte, por María José Arnaiz; los cursos del arquitecto Carlos Clemente en la Universidad de Alcalá de Henares, sobre Arqueología Subacuática. América Latina y el Caribe… María Eugenia Martínez está dudosa todavía, sobre si abrir o no la Tertulia Ilustrada que preside desde 2010, por aquello de la pandemia.             ¡Todavía la pandemia! Como dijo el narrador hondureño Augusto Monterroso en su célebre relato: “Cuando se despertó, el dinosaurio todavía seguía allí”.

Y no digamos la Feria del Libro de Madrid, que por culpa del “dinosaurio” se celebra -aplazada desde mayo-, del 10 al 26 de septiembre en el Paseo del Parque del Retiro. ¡Todos a firmar y a vender libros! Yo no me escapo: el sábado día 11, de 19 a 21 horas, firmaré en la caseta de la editorial Diwan mi nuevo libro “Historias y narraciones del Norte de África II”, publicado por la editorial Espacio Cultura, dirigida por José Luis Pardo Caeiro. Los nombres de escritores que aparecerán por la carpa de presentaciones y mesas redondas son infinitos, por citar a los más recientes que me han llegado: Ignacio Gómez de Liaño, Ioana Zlotescu y Mercedes Monmany.

Y de nuevo la melancolía septembrina en El Escorial. Una deja temporalmente a amigos artistas como Antonia Nieto, Eduardo Cárcamo o José Manuel Chamorro, a poetas como Isabel Díez Serrano o Maripaz Hernández; al profesor Javier Campos y Fernández-España, que ultima uno de sus libros barrocos en la Universidad María Cristina, a Esteban Villarejo; a Miren Zaitegui y su estupenda librería de nuevo y de lance…

Pero hay otros amigos escurialenses que se les ve con frecuencia por Madrid, porque están a un tiro de tren, autobús o automóvil como son el escultor Héctor Delgado o la pintora Puri Gazol junto a su esposo, el Dr. Carlos Puchol. Con estos últimos disfruto cada año encuentros en el Auditorio, el monasterio o la Horizontal. Ellos saben mucho del lugar y me documentan sobre historia, arte, flora y fauna de la zona. Llevan veraneando en el Real Sitio desde hace mas de 40 años y no se les escapa un rincón. Su casa está a un tiro de piedra del monasterio.

    Algunos amigos visitaron El Escorial este verano: los artistas Ana Queral, Mario Saslovsky, Adriana Zapisek, Salvador Calvo, Carmen Valero, Cuchi de Osma, María Jesús de Frutos... Otros excusaron su ausencia: Maica Nöis, Mariano Azores, Mercedes Ballesteros, Pablo Reviriego, Rogelio Sánchez Molero y Carmen Palomero...

Yo comienzo a echar sábanas blancas sobre sillones, sofás, mesas y otros muebles, porque soy de la vieja usanza. No regreso a El Escorial hasta el verano próximo. Los hay que vuelven cada fin de semana, pero a mí, lo de poner en marcha una casa me da pereza, me resulta gravoso. Además, Madrid acaba atrayendo como un imán del que es imposible desprenderse.

    De momento, todavía me da tiempo a visitar el desconocido Monasterio de Prestado, anterior al de San Lorenzo, antigua sede de los Gerónimos, donde se alojó Felipe II hasta que le hicieron su palacio-mausoleo. "Post fata resurgo" (Resurjo tras la desgracia) está escrito en el dintel de su puerta. Buena divisa. Hoy el monasterio está casi cerrado, en manos de alemanes. Se encuentra junto al Ayuntamiento, institución municipal flanqueada por dos encinas (aesculus en latín, de ahí el nombre y símbolo de El Escorial ).

    En mi casa escurialense, repleta de antigüedades y vejerías al cincuenta por ciento (con tapetes de ganchillo y flores de tela del siglo pasado, que no pienso quitar para no romper su atmósfera)), cuento con un vetusto diccionario español  -no de la RAE- que recoge la palabra ésculo, cosa que me hizo mucha ilusión encontrarla. ¿A qué espera la RAE para acogerla en su DRAE? (vejería tampoco está en el DRAE, pero ya estará, "porque lo he escrito yo", como decía don Ramón María del Valle Inclán.

        Mi padre decía que los pueblos quedan tristes en invierno, ciertamente eso no le pasa a la ciudad, aunque Madrid no lo sea, porque es nada menos que Villa y Corte. Y está activa culturalmente todo el año, solo decae un poco durante el tórrido agosto.

    El verano que viene volveremos al Real Sitio, pero, estando las cosas como están, y, como bien señala Rogelio S. Molero, hay que decir: si Dios quiere.

        Luis Magán me acaba de llamar por teléfono: 

-¿Qué haces todavía en El Escorial? Todo el mundo está ya en Madrid. Te echamos de menos.

Monasterio de Prestado. s. XVI

Dr. Carlos Puchol, Julia Sáez-Angulo y Puri Gazol, despedida en el Horizontal



5 comentarios:

Julia Saez Angulo y Dolores Gallardo dijo...


rosaura cueva: Es todo un lujo tener una casa en el Real monasterio del Escorial
Mi enhorabuena como siempre por tus artículos, Julia.

Julia Saez Angulo y Dolores Gallardo dijo...

Buenos días, de lo más guapo y sentido que te he leído por aquí. Enhorabuena. Salud y besos.
!Viva El Escorial y Madrid!
Emilio Zaldívar

Julia Saez Angulo y Dolores Gallardo dijo...

Julia, hermosa melancolía, trufada de palabras con perfume a Herrería... Cuantos años viendo como jaldean las hojas de los castaños de Florida. Se iba el ruido y aparecía el silencio, que es lo que define el espíritu monacal, la pulcritud de pensar en silencio, ante la grandeza de un paisaje que se abre al mundo desde el Jardín de los Frailes. Fue el centro del mundo, largo tiempo, y el mundo siempre le deberá pleitesía. Ya no es el Escorial que yo conocí, pero en mi sentimiento perdura como un resplandor unamuniano inextinguible. Gracias y abrazo por esa crónica de miel y canela, de naturaleza y vida. Tomás

Anónimo dijo...



A través de tus palabras, Julia, se nota que tienes querencia tanto a la Villa de El Escorial, como a San Lorenzo de El Escorial; y no es de extrañar amiga, porque por estos lares el aire ya sabe a moras y a dulzainas.

Un abrazo siempre amiga.

Mary Paz Hernández Sánchez
El Escorial, 2 de septiembre de 2021

Raúl dijo...

Queridos amigos
Estuve en El Escorial hace unos cuarenta años. No he podido volver a visitarlo. No obstante, de alguna manera estoy en espíritu allí, al menos algunas veces al año. Cuando hablo de la basílica romana de San Lorenzo Extramuros, inmediatamente pienso en el monasterio hecho por Felipe II y su forma de parrilla.
Cuando espleraba el tren, para volver a Madrid, se puso a hablar conmigo un chico brasileño y comentamos lo bello de la visita.
En fin, perdón por lo largo de mis recuerdos,
Raúl
p.s. ¡Qué biblioteca de inmensos tesoros!