jueves, 5 de enero de 2012

MUSEO DE CERA DE MADRID, Ameno paseo por la Historia de España



Julia Sáez-Angulo



Nada más ameno e ilustrador que una mañana por el Museo de Cera de Madrid, donde niños y grandes gozan con toda clase de atracciones y atractivos. No sólo son 460 figuras de cera y 38 escenarios, sino una lección amena y divertida de lo que fue nuestro pasado y es nuestro presente a lo largo de dos plantas.

Se puede empezar por las figuras nobles y egregias de nuestros ancestros como Viriato, Abderramám III y el Cid Campeador -al que se ha tributado recientemente un homenaje en el museo, presidido por historiadores y la hija de Samuel Broston, productor de la película “El Cid”- o pasar al tren del terror, o el simulador o la multivisión panorámica.

El Museo de Cera de Madrid es espectáculo, historia o actualidad a la que los niños se quedan pegados y los mayores escuchan y miran con interés. Gonzalo Presa, uno de los directivos del Museo de Cera, señala con orgullo y aprecio los distintos escenarios en los que se pueden ver, entre otros, a la familia real (sin Urdangarín ni Marichalar), a los jefes de Estado de las dos repúblicas, a los actores y actrices de máxima actualidad o a los héroes del deporte, junto a los que todos nos hacemos fotos con una sonrisa porque dan el pego.

Hay personajes en los que el parecido es asombroso, total, como en el caso del pintor Pablo Picasso, Brad, Pit o Angelina Joli. Con Antonio Banderas, la solicitud de fotos a su lado es continua. Antonio es guapo y simpático, ¿por qué no posar con él para presumir de actor a nuestro lado?.

La actualidad del Museo de Cera es continua, de ahí su permanente renovación de los personajes, que han de ser populares y actuales para conectar con la gente, sin desbancar a los históricos que ya están en el olimpo de la fama para siempre.

Los yernos del rey han dejado de ser miembros de la Casa Real por lo que están fuera del escenario de “palacio”. A Urdangarín se le ha despojado del traje de gala y se le ha vestido de pana popular para ir, en solitario, cerca de los deportistas. ¡Da cierta pena verlo en su caída en desgracia! Cuando pague sus errores lo volveremos a mirar con algo mas de simpatía.

Reyes, Ausencias y Presencias

En la sala de Reyes están los Austrias y los Borbones; también Amadeo de Saboya, aunque estuviera poco tiempo. Falta José Bonaparte, el hermanísimo de Napoleón porque no fue querido por los madrileños (el ejército francés hizo una carnicería con los ciudadanos de la Villa y Corte), por eso sorprende que esté representado Napoleón, el gran genocida, después de todo, Pepe Botella abolió la Inquisición.

Desde aquí sugerimos que se guillotine a Napoleón y se traiga a su hermano José, hoy enterrado en los Estados Unidos. Su esposa, la reina Julia de España, nunca pisó el territorio nacional, por eso es la reina desconocida.

La sala de los papas y los santos con Teresa de Jesús y san Ignacio de Loyola está bastante lograda, Lo profano se aviene bien con lo sacro. La fantasía de Caperucita Roja y el lobo feroz disfrazado de abuela que se tapa y se destapa con la manta en la cama, nos produce miedo infantil y una sonrisa.

El terror, desde el tren, se lleva mejor: ratas, cocodrilos, caimanes, brujos, guerrilleros, cuevas de monstruos… Acompañados se comparte la sorpresa y el ingenio de las figuras.

Da para mucho el Museo de Cera de Madrid. Cada cual echa de menos sus figuras, como la de la presidenta esperanza Aguirre, por ejemplo. Una ligera crítica feminista, faltan más mujeres en la historia de España, como Agustina de Aragón, Concepción Arenal o Clara Campoamor, ellas intervinieron en la historia de la manera en que podían hacerlo.

En suma, un museo feliz, ágil, ameno y lleno de color y movimiento.

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