La
catedral de Cuenca, joya monumental en un paraje único de hoces sobre el río
Julia
Sáez-Angulo
Es un joyero sorprendente por su contenido artístico. La
catedral de Cuenca está situada en lo alto del casco antiguo desde el que se
contemplan las profundas hoces del río así como buena parte de la morfología de
la ciudad con sus iglesias y conventos históricos.
El capellán mayor y conservador, Miguel Albares y el
arquitecto José María Pérez Peridis, competían en admiración y elogios hacia la
catedral de Cuenca en la mañana que precedía a la presentación del libro del
segundo “La luz y el misterio de las catedrales”, publicado por Espasa.
Peridis pone epítetos a cada catedral: Lérida, la catedral
desnuda, Barcelona, la más visitada; Santiago de Compostela, la catedral en el
fin del mundo… y Cuenca, la catedral del paraje inexpugnable.
El arquitecto destacó de manera especial el arco del
arquitecto y escultor Jamete, (el
francés Etien Jamet, 1515 – 1565) al que califica de “artista asesino y
pendenciero” por su inquietante vida privada, al que ajusta unos diálogos
imaginarios llenos de intensidad en el libro sobre las catedrales. El lleva
Roma a Cuenca, ejecuta un Renacimiento embutido en el gótico y llevado al
plateresco con evidente brillantez: medallones, guirnaldas, floreros, fríos
ornamentales, orden corintio; también se aprecian elementos clásicos o
mitológicos como desnudos, mascarones, centauros... En el hermoso arco de
jamete hay ecos de Miguel Ángel, como se aprecia en las figuras de la Noche y
el Día.
“España tuvo un gran Renacimiento”, subrayó Peridis. El
claustro es posterior al arco de Jamete y más tarde tuvo el cerramiento de Martín
de Aldehuela (1729 – 1802). La capilla
del Espiritu Santo, hoy cerrada, será restaurada en breve.
Peridis destacó igualmente las bóvedas similares a las del
monasterio de Las Huelgas en Burgos, con seis bóvedas espartitas que descansan
en ménsulas con ángeles u ornamentos florales y arcos aligerados con dientes de
sierra. Todo un ingenio.
Cuadros de Yañez de la Almedina y dos órganos
Miguel Ángel Albares, por su parte destacó algunos de los
contenidos valiosos de la catedral de Cuenca, como los artesonados de las capillas
del Sagrario o la Capitular, así como los dos espléndidos cuadros de Yañez de
la Almedina (s. XVI), siguiendo las enseñanzas de Leonardo da Vinci, que se
encuentran en la capilla de los Caballeros y representan la Adoración de los
reyes magos y el Descendimiento de la
Cruz.
Valoró la presencia de los dos órganos, en especial el
grande con seis mil quinientos tubos que suenan como trompetas y emiten muchos decibelios, algo que apasionaba en el siglo
XVIII. Este órgano cuenta con treinta y cinco registros, entre ellos los de la
rueda de campanillas o los gorjeos de los pajaritos.
El capellán Albares lamentó que la catedral de Cuenca no
tuviera tallas de madera, porque se quemaron durante la guerra civil española
de 1936-39, azote del patrimonio artístico, como ante lo fuera la afrancesada
de los soldados de Napoleón.
Informó también que la catedral conquense recibe unos
setenta mil visitantes al año, a los que se provee de una audioguía, que
transmite información durante hora y media y por tanto permite un mayor silencio
en el lugar a los visitantes que permanecen en la catedral mucho más tiempo que
antes de la existencia de las audioguías.
La catedral de Cuenca cuenta con hermosas y polémicas vidrieras
de artistas relacionados con la ciudad : Gustavo Torner, Gerardo Rueda, Bonifacio
Alfonso y Henri Dechanet. Muy bellas las de Torner, que con sus colores parten
de la materia hacia la luz y envuelven de color y calor la catedral cuando
llega el sol a las mismas. Datan de
1990.
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