miércoles, 6 de febrero de 2013

Premios Ala Delta y Alandar convocados por Edelvives




L.M.A.


 Ignacio Sanz, XXIV Premio Ala Delta

    06.02.13.- Madrid.- El escritor segoviano Ignacio Sanz, con su obra El hombre que abrazaba a los árboles, ha resultado ganador
del XXIV Premio de Literatura Infantil Ala Delta, convocado por el Grupo Edelvives y dotado con 12 100 €.

El jurado, presidido por Mª José Gómez-Navarro, e integrado por Marina Navarro, bibliotecaria; Ana López
Andrade, profesora; Carmen Blázquez, crítica; David Fernández Sifres, autor galardonado en la anterior
edición del premio; Violante Krahe, jefa del departamento de literatura de la editorial e Ignacio Chao,
que actuó como secretario, decidió, por mayoría de votos, premiar el original presentado con el título
El hombre que abrazaba a los árboles.

El autor y la obra

 Ignacio Sanz Martín nació en Lastras de Cuéllar (Segovia) en 1953. Licenciado en Sociología, desde
hace unos años se dedica exclusivamente a la escritura y a la narración oral. En Segovia, ciudad en la
que reside, organiza y participa asiduamente en distintas actividades de animación sociocultural. Ha
publicado novelas, relatos, poesía, libros de viajes y varios estudios etnográficos, además de una larga
lista de títulos de literatura infantil y juvenil, entre ellos Una vaca, dos niños, y trescientos ruiseñores,
con el que obtuvo este mismo galardón en el año 2010.

 En El hombre que abrazaba a los árboles, Felicidad, una niña que vive en Piñares, cuenta la vida de
Marcial, su vecino, un viejo leñador que acude cada día al monte a hacer acopio de madera. La niña le
acompaña los sábados y entre ellos se establece una relación muy cálida gracias a las historias que
Marcial le cuenta, especialmente las vividas en Canadá, país en el que pasó una temporada y aprendió
su oficio.

Según Ignacio Sanz, «la historia parte de un hecho real: un olmo que ahora luce espléndido en el Paseo
Nuevo de Segovia, salvado por la terquedad de un hachero que se negó a talarlo. Lo que late en la
historia es una mirada hacia la naturaleza y hacia la gente solitaria y desvalida que no se da por
vencida y tiene por aliada una imaginación prodigiosa».

 El escritor segoviano reconoce que obtener por segunda vez el premio Ala Delta «ha supuesto un
estímulo. El escritor es un leñador solitario. Y más cuando habita una provincia remota.
El reconocimiento da confianza y trae cariño».

Ricardo Gómez, XIII Premio Alandar
    El escritor Ricardo Gómez, con su obra Juegos inocentes juegos, ha resultado ganador del XIII Premio
de Literatura Juvenil Alandar, convocado por el Grupo Edelvives y dotado con 12 100 €.

 El jurado, presidido por María José Gómez-Navarro e integrado por Luisa Mora, bibliotecaria; Francisco Díaz
Valladares, autor galardonado en la edición anterior del premio; Pablo Barrena, crítico literario; Andrea
Villarrubia, profesora; Belén Martul, directora de ediciones de la editorial y Juan Nieto Marín, que actuó como
secretario del mismo, decidió, por mayoría de votos, premiar el original titulado Juegos inocentes juegos.


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Ricardo Gómez. El autor y la obra
    Ricardo Gómez (Madrid, 1954). Durante años fue profesor de Matemáticas en institutos. Aunque
siempre le ha gustado reflexionar sobre la relación entre matemáticas y lenguaje y literatura, no fue
hasta pasados los cuarenta años cuando comenzó a escribir. Ya en 2003, a raíz de la obtención del III
premio Alandar por El cazador de estrellas, decidió dedicarse exclusivamente a la escritura.

Apasionado, de la fotografía, del cine, de la música y los viajes, Ricardo Gómez ha publicado narrativa
para adultos, poesía, libros de divulgación científica y, sobre todo, obras de ficción para niños y
jóvenes, por las que ha merecido, además de dos ediciones del premio Alandar, galardones como el
Cervantes Chico, que recibió en 2006.

Juegos inocentes juegos tiene como protagonista a Sebastian, un chico de dieciséis años que vive con
su madre en un modesto barrio de Madrid y es un crack de la informática. Según explica el autor, «el
dinero que gana probando prototipos, especialmente de videojuegos con drones o aviones de vuelo
autónomo, completa la magra economía familiar. En ocasiones, los combates y escenarios son tan
reales que comienza a sentir escrúpulos. ¿Es legítimo, como se pregunta su madre, matar, aunque sea
en un juego de ordenador? En un mundo tan interconectado y tecnológico como en el que vivimos, la
ficción se parece demasiado a la realidad. ¿Hasta dónde podemos distinguir una y otra?». Una obra
que difícilmente dejará indiferente al lector.

Aunque conocía bien lo que supone ganar este galardón, Ricardo Gómez no pierde de vista que «como
he reconocido en otras ocasiones, cualquier premio supone una satisfacción y una responsabilidad». Y
en este sentido abunda: «Este reconocimiento confirma el tipo de literatura que quiero hacer, aunque
soy consciente de la dificultad que supone haber subido un poco más el listón de mi autoexigencia».


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