lunes, 12 de abril de 2010

Bartolomé de las Casas según el historiador Bernat Hernández



L.M.A.


Mañana martes 13 y el jueves 15 de abril, a las 19,30 horas, el profesor de Historia Moderna de la Universidad Autónoma de Barcelona, Bernat Hernández, imparte en la Fundación Juan March (www.march.es) un ciclo de dos conferencias sobre el fraile dominico español Bartolomé de las Casas, un adelanto del ensayo biográfico que prepara el profesor Hernández para un proyecto de biografías de Españoles eminentes, que propicia la Fundación Juan March.

En los años 2007 y 2008, la Fundación Juan March organizó sendos ciclos de conferencias, dirigidos por Juan Pablo Fusi, dedicados a las biografías de Españoles eminentes. El primero de los ciclos incluyó a Luis Vives, Saavedra Fajardo, el Padre Feijoo, Jovellanos, Emilia Pardo Bazán, Ramón y Cajal y Ortega y Gasset; y el segundo, a Cervantes, Arias Montano, Quevedo, Gregorio Mayans, Giner de los Ríos, Pérez Galdós, Unamuno y Francisco de Goya.

Como resultado de ello, la Fundación Juan March, también bajo la rúbrica de “Españoles eminentes”, ha encargado a diferentes especialistas, con la asesoría académica de los profesores García Cárcel y Fusi, una serie de biografías sobre destacadas figuras de la cultura española, desde Cisneros a Ortega y Gasset, cuya publicación está prevista a partir del tercer año de la aceptación del encargo. En nuevo formato creado para ello, la Fundación Juan March invita a los biógrafos a que anticipen el resultado de su investigación histórica en dos conferencias, empezando este mes de abril por las dedicadas a Bartolomé de las Casas.

Bernat Hernández

Cuando se cumplen quinientos años de convertirse en el primer clérigo que cantara su primera misa en el Nuevo Mundo, Bartolomé de las Casas (1484-1566) continúa siendo una figura de actualidad. Más allá de su dimensión religiosa, su biografía ha interesado a historiadores, filósofos, literatos o artistas, dando lugar a opiniones no ya discrepantes sino visceralmente opuestas. Pocas figuras históricas han sido sometidas a semejantes juicios extremos.

Quien se definiera a sí mismo como consciente de ser “cristiano, fraile, obispo y español, súbdito de los reyes de España”, ha sido considerado por muchos como el padre intelectual de la leyenda negra que tachó la fama de la España imperial. Es difícil distinguir al hombre de principios morales insobornables del actor político que supo moverse hábilmente en los círculos de poder de su época, distinto también del clérigo de mensaje profético y milenarista. Por entorno histórico y orígenes familiares participó en las primeras expediciones al Caribe y llegó a disponer de aborígenes a su cargo. Sucesivas crisis de conciencia le condujeron a una carrera eclesiástica y a una vocación de defensa de los indígenas del Nuevo Mundo.

En su momento de plenitud, Bartolomé de las Casas alcanzó la mitra de Chiapas en tierras mexicanas, pero sus propuestas de evangelización le concitaron la animadversión de los colonizadores. En 1547 regresó definitivamente a España y nunca más volvió a Indias. Tres años después renunció al obispado de Chiapas, pero continuó con sus denuncias contra la explotación indias. Su discurso se hizo mucho más drástico exigiendo la restitución de todas aquellas tierras y riquezas arrebatadas ilegítimamente a los indígenas americanos. En vísperas de su muerte, ya en la ochentena, el balance de su vida es fabuloso.

Pero si el fraile dominico fue un hombre de acción, también lo fue de palabra. Palabra escrita que tuvo buen cuidado de preservar directamente en las 9.000 páginas de sus obras completas, a las que hay que sumar los innumerables y bien diversos testimonios de sus coetáneos. En su trayectoria intelectual, fray Bartolomé de las Casas vuelve a presentarse como un personaje polifacético.

Se desenvolvió a la perfección como cronista de Indias, con un manejo soberbio de la retórica y del estilo historiográfico humanista. Una cuestión primera a la hora de repasar la trayectoria intelectual de Las Casas será hacer balance de sus principales aportaciones doctrinales, pero sin olvidar un propósito subyacente en sus escritos: la voluntad de dejar testimonio de vivencias y personajes implicados en los asuntos de Indias, en su convicción de que quien venciera en la guerra de la pluma acabaría ganando la batalla de la opinión histórica

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