Thomas Bernhard, autor
de cuatro relatos en “Goethe se muere”
editado por Alianza
Julia Sáez-Angulo
Es un escritor corrosivo, irreverente, casi nihilista, que
con sus libros quiere hacer una crítica profunda y ácida ironía de la sociedad
occidental contemporánea, que es la que el ha conocido y padecido. El escritor
austriaco Thomas Bernhard (Heerlen, Holanda, 1931 – Gmunden, 1989) es un
referente crítico a tener en cuenta, aunque solo sea para discrepar de sus
audaces afirmaciones.
Su visión del género humano y de su condición no es
precisamente optimista. En el libro “Goethe se muere” (1985), editado por
Alianza Literaria, el autor nos ofrece cuatro relatos que aparecieron en
distintas publicaciones, aunque Bernhard quiso hacerlo en uno solo, por lo que
hoy se hace realidad lo querido.
El
libro, bien traducido del alemán por Miguel Sáenz, acoge los títulos de “Goethe
se muere”, “Montaigne. Un relato”, “Reencuentro” y “Ardía. Relato de viaje para
un amigo de otro tiempo”. Un epígrafe de “Fuentes”, al final de los relatos,
muestra la procedencia e inspiración de lo fabulado.
Al igual que en sus ensayos, las cuatro narraciones de “Goethe
se muere” condensa su filosofía provocadora y corrosiva, su desmitificación y
distancia del pensamiento políticamente correcto de su época.
El autor juega con la supuesta última frase de Goethe antes
de morir: “¡Más luz!”, para decir que el fue testigo de esos últimos momentos
del filósofo alemán y sus últimas palabras fueron “¡Más nada!”, teniendo como
testigos a los desaparecidos Riemer y Kraüter.
Thomas Bernhard publicó diversas obras autobiográficas, algunas
a modo de diarios íntimos en los que se
permite toda clase de descalificaciones a diestro y siniestro. Desmota lomás
sagrado y su mofa o rechazo del arte es abrumador. Su relación de amor/odio con
Austria, su país, es realmente terrible y patética.
La actitud llamativa y extravagante de Bernhard la prolongó
después de su muerte, ya que pidió que sus restos posaran en una tumba sin
nombre. Se encuentran en Viena y que sus obras no se editaran en Austria
durante los setenta años que duran los derechos de propiedad intelectual. No
obstante, en 1967 recibió el Premio Nacional de Literatura austriaco.
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