viernes, 13 de junio de 2014

Ana Santos Aramburo, directora de la Biblioteca Nacional: “Lo que conforma la identidad de un pueblo permanece en los libros”




L.M.A.

“Ideas, creación, pensamiento, investigación, arte, música, ciencia… aquello que conforma la identidad de un pueblo, lo que se transmite de generación en generación, lo que nos hace ser diferentes, mejores… todo permanece en los libros a través de la palabra escrita”. Estas fueron las palabras elegidas por Ana Santos Aramburo para comenzar su intervención ante el Micro de la Feria. La directora de la Biblioteca Nacional añadió a su reivindicación de la cultura escrita que “no importa el soporte, pensamos en contenidos, hablamos de aprendizaje, de capacidad de mejora, de difusión de ideas, de creación de valores. Hablamos de escribir la historia de nuestras vidas desde la conciencia de nuestra propia libertad”.


Francia y Alemania: cuadernos de la Gran Guerra
Los equipos de España y Holanda, dos países que se declararon neutrales durante la Primera Guerra Mundial, se disponían a enfrentarse en una de esas batallas incruentas que se libran en un campo de fútbol. Mientras, el público abarrotaba el Pabellón de actividades de la Feria del Libro para asistir a la mesa redonda sobre la participación francesa y alemana en la Gran Guerra que reunió a Martin Baumeister, director del Instituto Alemán de Historia con sede en Roma; Remy Cazals, catedrático de la Universidad de Toulouse, y Javier Ponce Marrero, profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Las Palmas.

Julián Casanova, moderador del encuentro, recordó a Eric Hobsbawm, quien señaló que la guerra del 14 marca el inicio de “la era de las catástrofes”: “Otros historiadores –añadió– han hablado de la calamidad de la que nacieron todas las calamidades; del momento en que se apagaron las luces en Europa”. El catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza recordó algunos datos que ilustran la magnitud sin precedentes del conflicto: mientras que en Crimea, la guerra más cruel del siglo XIX, murieron medio millón de personas, la Gran Guerra se cobró la vida de más de ocho millones.  El profesor Remy Cazals ofreció el dato de las bajas francesas: un millón cuatrocientos mil muertos.  En su opinión, la existencia en Francia de un público interesado masivamente en la Primera Guerra Mundial se debe a que “todas las familias se vieron afectadas, en uno u otro momento, por ella y llevó el duelo a muchos hogares”. Cazals destacó el rescate, en los últimos años, de la correspondencia y diarios que escribieron muchos soldados: “Constituyen testimonios de un indudable interés histórico”.  En algún caso, como los Cuadernos de guerra escritos por Louis Barthas, traducidos al español recientemente, constituyen además una obra de aliento literario.

Por su parte, el profesor alemán Martin Baumeister se manifestó impresionado por el interés mediático e editorial que el centenario del inicio de la Gran Guerra ha despertado en toda Europa, al tiempo que subrayó que la ocasión está permitiendo la divulgación de algunos datos que la historiografía tradicional había ocultado, tales como el medio millón de soldados que los franceses reclutaron en las colonias, los 140.000 chinos que ayudaron en la apertura de trincheras o los 200.000 soldados negros del ejército americano. Según Baumeister, estos datos “se están integrando en una narración de la guerra que la convierte en un acontecimiento global”.

Javier Ponce Marrero, profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Las Palmas, citó a Hipólito de la Torre para explicar la neutralidad española en la contienda: “España era una impotencia”. Los escasos recursos militares y económicos hicieron inviable, según Ponce Marrero, la posibilidad de participar en la guerra. No obstante, los efectos de ella fueron notables: “El crecimiento económico no tuvo continuidad una vez los países beligerantes comenzaron a recuperarse; fueron los años en los que se evidenciaron, por primera vez, los desequilibrios regionales, causa de muchas de las movilizaciones sociales y políticas posteriores”.

Finalizado el coloquio, los profesores se marcharon presumiblemente, dadas las alusiones que hicieron al partido de fútbol que se celebraba, en busca de un televisor. Si fue así, llegaron a tiempo para ver el gol de España.


Fantascy celebra su primer aniversario con Mañana todavía
“Las distopías no se proponen adivinar el futuro, sino conjurarlo”, afirmó esta tarde Ricard Ruiz Garzón en la presentación de Mañana todavía, una antología que ha editado para el sello Fantascy y que incluye una docena de relatos distópicos de otros tantos autores. Cinco de ellos, José María Merino, Rosa Montero, Juan Jacinto Muñoz Rangel, Emilio Bueso y Javier Negrete, participaron también en el acto.

José María Merino llamó la atención sobre el hecho de que un vocablo, distopía, que resultaba solo familiar a los lectores de la ficción científica haya terminado por convertirse en un término de uso común, hasta el punto de que será incluido en la próxima edición del diccionario de la Real Academia Española: “Se ofrecerá con la definición de representación imaginaria de una sociedad futura con características negativas que son las causantes de alineación moral”. Merino afirmó que las distopías literarias no son más que “proyecciones en el futuro de los aspectos más sombríos del presente que ya vivimos”. Rosa Montero retomó esa idea: “Siempre se escribe, con independencia del género, desde la insatisfacción del presente”. Y se mostró sorprendida por las prevenciones que las obras fantásticas despiertan entre los lectores: “Se debe a un malentendido, a que confunden la ciencia-ficción con un género esotérico que no tiene nada que ver con la realidad presente”. Sin embargo, en opinión de la escritora, “el género ofrece una herramienta metafórica poderosísima para hablar de la condición humana” y, en ese sentido, recordó Los desposeídos, de Ursula K. Le Guin. “¿Qué es? ¿Una distopía? No lo creo. Es un libro que analiza el corazón de lo que somos”.

Juan Jacinto Muñoz Rangel también lanzó una pregunta al auditorio: “¿Y si esto que vivimos ya es una distopía?”. Rangel confesó tener la sensación de que cualquier distopía imaginada “se ha acercado en el tiempo y parece factible en un futurible inmediato”. Emilio Bueso admitió que su relato era tal vez el “más oscuro” de toda la antología: “Porque estoy convencido de que estamos al borde del colapso, de la extinción como especie; estamos sentados sobre bombas de relojería en las que nos hemos acomodado. Hemos cruzado varios puntos de no retorno y es probable que no tengamos ningún futuro si no cambiamos. Ya estamos viviendo en una distopía y lo que viene ahora es la debacle”. Javier Negrete, autor de la novela corta que cierra el volumen Mañana todavía, destacó el recurso del humor en su texto: “Trato el tema de lo políticamente correcto y, ante sus expresiones, mi reacción oscila entre el enfado y la hilaridad”.


CEDRO entrega los premios del VIII Concurso “Si eres original, eres de libro”
La escritora y académica Carme Riera, en representación del jurado de la octava edición del Concurso “Si eres original, eres de libro”, subrayó hoy en el acto de entrega de premios la importancia de los valores que animan esta convocatoria de CEDRO: “Los alumnos de secundaria y bachillerato, guiados por sus profesores, aprenden el rigor y el método que requiere una investigación, a trabajar en equipo y la importancia de la cita y el respeto a los derechos de autor”. 

Los tres trabajos premiados en esta nueva edición fueron: en la categoría de primer ciclo de la ESO, “Salamandra, salamandra, el secreto de tu piel”, de alumnos del IES Almunia (Jerez de la Frontera), coordinados por el profesor Manuel Llorente Martínez; en la categoría de segundo ciclo de la ESO, “Jugando al bien común”, realizado por estudiantes del IES Bezamiliana (Rincón de la Victoria), coordinados por Antonio José Lechuga Navarro, y en la categoría de bachillerato, “Regeneración de tejidos en planarias”, realizado por alumnas del INS La Llauna (Badalona), bajo la dirección de Margarida Asensio Casero.

El jurado estuvo integrado por Juan Kruz Iguerabide, Margarita Prado y Fernández, Carme Riera, Javier Sádaba, Margarita Salas, Ramón Tamames, Sònia Mulero y Pedro de Andrés. Este último, presidente de CEDRO, destacó la importancia de la educación para que “los estudiantes adquieran competencias en la gestión de la información y en la realización de trabajos de investigación sin recurrir a la picaresca, siendo respetuosos con la creación intelectual y los derechos de autor”.

                                                                              

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