Manuel Marín, escultor
L.M.A.
23/7/20.-Málaga.- Esculturas móviles y estábiles expandidas en ritmo y color salían de las manos del artista murciano, afincado en Nueva York primero y en Alhaurín de la Torre. Málaga después. Mónika Rabassa, su viuda, es actualmente la gestora de su obra. Recientemente, el escultor recibió la Medalla de Oro Mayte Spínola, a título póstumo, que recibió Mónika Rabassa.
Manuel Marín Fernández (Cieza, Murcia, 1942 –Alhaurín de la Torre, Málaga, 2007), viajó a Inglaterra muy joven y, con 17 años, comenzó a trabajar en el taller de Henry Moore. Más adelante, en 1964, se traslado a los Estados Unidos, donde trabajó como restaurador de arte y comenzó a construir sus esculturas, siguiendo el lenguaje de Alexander Calder y Joan Miró. Su relación con los artistas americanos de su tiempo como Andy Warhol, Basquiat y tantos otros le proporcionó un buen mercado en de sus piezas en los Estados Unidos, algunas de ellas se subastaron con buenos resultados en Sothebys o Bonhans.
“Manuel mantuvo una cierta relación con Henry Kissinger y los Kennedy, que le compraron varias esculturas y yo con Liza Minelli, desde que nos conocimos en un evento. Fueron muchos años”, comenta Mónika Rabassa.
Son numerosos los monumentos públicos de Manuel Marín, que se exhiben en lugares públicos, entre ellos, en Alhaurín de la Torre o en la entrada del Edificio Deutsche Welle. Lo más asombrosos es ver uno de los móviles de Manuel Marín al aire libre en días de viento. Un espectáculo sin par. Junto a estas mega esculturas, una serie de pequeño y mediano formato que permite contemplar de cerca la creatividad de este artista gozoso del ritmo, el color y la forma.
Algunas de las esculturas de Manuel Marín guardan vagas referencias a personajes o animales. "Esta que alude a un perro, la hizo Manuel para mí, cuando perdí a uno de mis perros más queridos, con la intención de consolarme", Mónika Rabassa.
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