domingo, 12 de abril de 2015

Juan Mejica, Exposicion retrospectiva de su obra artística en el Edificio Noble del Parlamento de Extremadura






L.M.A.



El artista asturiano Juan Mejica tiene actualmente una  exposición retrospectiva de su obra artística en el Edificio Noble del Parlamento de Extremadura, que permanecerá abierta hasta finales de abril.

         Pedro García Duran hace un recorrido por la trayectoria del artista en el catálogo y dice en su última parte:

“En 2005, Juan Méjica inició su andadura neocubista. Quizá él aún no lo supiera, pero su gran escultura monumental “El barco de Rubén Darío”, varada junto a la Ría del Nalón en San Juan de la Arena, le dará pie a una de sus series más fecundas y prolíficas, así como a un nuevo planteamiento del hecho pictórico. Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que el neocubismo mejicaniano surgió de la escultura, un proceso sin lugar a dudas atípico pero que obedece a esa constante reflexión e investigación en búsqueda Barco Vertebrado II, 2008 Hierro brocado sobre una base de mármol: Barco, 26 x 32 x 4 cm; base, 4 x 49 x 23,5 cm Barcos abarloados en la ría de San Esteban de Pravia, 2006 Esmaltes sobre cartón couché, 96 x 100 cm 6 de nuevos resultados. En Méjica, como verdadero artista que es, su obra, aunque disímil y a veces aparentemente inconexa, se engarza como en un sutil trabajo de orfebrería. El neocubismo, ya iniciado casi inconscientemente en obras tales como los “paisajes gijonudos”, los “imaginadores de nubes” o sus representaciones “neourbanistas” y contundentes del Nalón, es una nueva ordenación del espacio, sirviéndose de los volúmenes y el color como armas principales. Se trata de una deconstrucción atravesada por una paleta de colores que le permite la organización del motivo, delimitando superficies y creando una gama de composiciones rotundas y plenas que hibridan lo figurativo y lo abstracto, sin decantarse definitivamente , cargando equilibrios de ritmo, estilizaciones apuradas, afilando geometrías. Un barco o una andanada de barcos han permitido a Juan Méjica crear un mundo de colores vivísimos y superficies sabiamente delimitadas, donde lo intelectual, lo espiritual y esencial se unen en estructuras cuasifigurativas y puramente intuitivas. Resulta, en definitiva, el neocubismo una personalísima concepción del Arte. Acaso sea la propuesta más original de Méjica. 3.7. OJOCENTRISMO También Juan Méjica pinta ojos. Cientos, miles, millones de ojos, imbricados, nerviosos, críticos, rotundos, que desde cualquier superficie contemplan e indagan al espectador a la vez que atrapan la luz. Estos ojos son una metáfora plena de su labor creativa e indagatoria. Se mira para buscar, para conocer, para saber, para entender, y ello porque el hombre es eternamente visual y el artista, a su vez , resulta un personaje aún más visual. Y los ojos son arduos, casi conexiones neuronales, resueltos con un gesto brioso, extensión fisiológica y natural del brazo que resulta incapaz de la quietud ante el hecho creativo y se arrastra en un furor diná- mico y sin sosiego que conecta de manera casi irracional el cerebro con la mano que pinta. Gestualidad ligada al conocimiento y a la reflexión, nexo de unión entre el hombre que está detrás del artista y la obra de arte que todo artista habrá de realizar necesariamente como su propio destino inevitable”.



PREHISTÓRICA

“Al igual que las antiguas civilizaciones, la prehistoria supone una fuente innegable en el acervo cultural de Juan Méjica. Se nos descubre la serie llena de figuras que podemos clasificar en animales, árboles, antropomorfos y signos. Pues son las categorías principales con los que construye obras directamente desleídas del ojocentrismo en su ejecución gestual y casi automática, plenas de significados e imbuidas en una magia chamanista donde nos encontramos amplios lienzos arrugados, a manera de las superficies líticas de las cuevas, en los que se transparentan escenografías arcaicas o rotundas venus entre colores desgastados y figuras iconográficas como árboles, toros, caballos y signos de difícil y mágica interpretación, del mismo modo que cuando nos asomamos al arte parietal, donde sólo nos cabe la ofuscada interpretación sin ninguna seguridad que nos ofrezca alguna certeza. Pero la serie no queda aquí, prueba de ello es su obra “Austrolopithecus asturianensis”, que descubre la extraña osamenta de un homínido encerrado entre la madera de un viejo castaño a la vez que indaga sobre el pasado evolutivo del hombre. A donde los ojos me llevan prende la emoción, 2014 Esmaltes sobre resina con efecto espejo, 27 x 24 cm El Gran Toro de España mira sobre Europa, 2007 Esmaltes sobre celulosa, 80 x 70 cm 8 4. SIGNOS, MAGIA E IDENTIDAD



Tres pautas

Tras este necesariamente acercamiento a la obra de Juan Méjica, vemos que en ésta podemos encontrar tres pautas que la definen. Son: La seña, entendida como huella o rastro que deja tras su paso para valoraciones posteriores, exponiéndose así a todo tipo de miradas. En este punto cabe recordar aquí como paradigmático su “Techo de los Ojos”, en la Universidad Laboral de Gijón, que demuestra que su paso no ha sido ni inútil ni estéril. La magia como recurso artístico que le sirve para desvelar significados profundos y desconocidos, a la vez que como puente de unión entre este mundo caótico y disperso con la espiritualidad del hombre Paisaje anoréxico (o con fatiga de materiales), 2013 Cartulinas y listón metálico sobre soporte de resina, 84 x 47 cm Estructura seminal (Cuboide de los hombres-tierra), 2013 Fundición de hierro, 34,5 x 22 x 25 cm acumulada en milenios de Prehistoria e Historia, a la vez que ordena, casi religiosamente, el entorno y la realidad. 
Y, por último, la identidad. Pues si hay algo característico en la obra de Juan Méjica es su personalidad totalizadora, que se muestra álgida y desbordante en cada una de sus piezas, haciéndolas perfectamente reconocibles y distinguibles. Tal vez, como indicábamos al principio, puede que Juan Méjica sea sólo su obra y que su obra sea sólo Juan Méjica”


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