miércoles, 18 de enero de 2012

Pedro Marcos Bustamante, pintor de la Naturaleza y el Paisaje Telúrico






Julia Sáez-Angulo


       18.01.12 .- Artista respetado siempre por su colegas, Pedro Marcos Bustamante (Bilbao, 1921 - Rota. Cádiz, 2001) -el firmaba sólo como Marcos Bustamante- es un pintor que ha dejado tras de sí una obra bien hecha, que recorre todos los géneros y en la que dominan los paisajes de la naturaleza y los geológico/telúricos. Su marchante, José Luis de Diego, acaba de fallecer y sus cuadros están en manos de su viuda Blanca Sabino Vic.

“La apuesta de José Luis de Diego por la obra de Bustamante fue entusiasta, porque apreciaba sus pinturas al óleo como una inversión segura”, afirma Antonia Nieto, también pintora y viuda de Pedro Marcos Bustamante.

Nieto y Bustamante crearon una Fundación en Rota, la ciudad gaditana en la que ambos residieron hasta la muerte del pintor y desde la que se proyectaron numerosos concursos de pintura al aire libre, que dinamizaron la vida cultural de la ciudad.

Aunque trabajó todos los géneros: figura, paisaje, bodegón, retrato… Marcos Bustamante se caracteriza por sus célebres paisajes geológico/telúricos o de troncos de árboles. Su paleta va de las gamas de ocres a los azules más intensos e irreales, en una suerte de pre-nocturnos oníricos.

Cada paisaje de Marcos Bustamante es un asombro ante la naturaleza, un homenaje a orografía telúrica que suspende al espectador ante la belleza de la creación y la imaginación del pintor. Un temblor romántico de soledad y ensimismamiento recorren los cuadros de este artista que supo tener un lenguaje propio, con ciertos ecos en el magisterio de Guayasamín o Vaquero Turcios.



Ascésis en el cuadro


Bustamante sabía mirar primero y plasmar después. Encerrarse en la ascesis del cuadro y plasmar lo más sagrado y granado de la pintura. Arte y oficio para dejar su pintura sobres lienzo o tabla. El autor condensaba sus inquietudes plásticas en una poética morosa y amorosa. Tierras de Castilla o del norte; bosques animados o inanimados sostenidos en un silencio fantasmal que lleva a la ingravidez del pensamiento.

En su repertorio iconográfico también podemos ver su gran capacidad para el retrato y la figura -espléndidos autorretratos- y un bestiario interesante de peces o corderos, entre otros.

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