Julia Sáez-Angulo
Fotos: Juana Mari Herce
22/4/25 .- Benalmádena .- Fue teniente alcalde en Córdoba durante alguna legislaturas, donde siempre procuró defender los intereses de los más necesitados o marginados; de las periferias que diría el llorado Papa Francisco. En la ciudad de la gran mezquita, ella, gozaba de una preciosa casa antigua con patio en la calle San Basilio, que reventaba de macetas y flores en mayo, para colaborar con la llamada de Córdoba a todos los turistas, viajeros o visitantes que quisieran disfrutar del soberbio espectáculo de patios floridos con geranios, gitanillas, pelargonios, buganvillas, hibiscos y otras floraciones reventonas de color. Ganó algunos premios en este campo florido.
Pero todo tiene un principio y un fin. Llegada la hora de la jubilación, Blanca Ciudad Imedio (Calzada de Calatrava. Ciudad Real, 1950), diplomada en Trabajo Social, se retiró a Benalmádena y adquirió un amplio apartamento colgado del mar, con vistas inmensas de cristalera al Mare Nostrum, donde había veraneado siempre. El Mediterráneo es mucho mar, como para abrazarse a él y a sus horizontes de amaneceres, olas y embarcaciones, como si fuera una pintura naif. En ese apartamento, convoca a amigos y, principalmente a amigas, donde disfrutamos de paellas u otras delicias del paladar para conversar y reír a gusto. Ella es generosa con su tiempo y espacio.
Lo cierto es que Blanca, no por esto, abandona su Calatrava natal, donde guarda una casa familiar, hermanos, primos, amigos y la historia industrial del célebre Pegamento Imedio, que nació a partir de los años 30 y que toda mi generación utilizó en las escuelas colegios y despachos en las oficinas, hasta que fue absorbido por una marca internacional.
El Pegamento Imedio fue un invento del tío carnal de Blanca, cuando Gregorio Imedio decidió probar una mezcla de celulosa con disolvente (acetona) para pegar las películas que proyectaba para él y sus amigos, porque se le rompían mucho, Gregorio regentaba una droguería y de esa mezcla nació el primer tubo de pegamento Imedio, transparente y oloroso. La empresa dio trabajo e ingresos a toda la familia y a un buen puñado de operarios del lugar. Hoy todavía quedan en Calzada los pecios de aquella conocida fábrica.
A Calzada de Calatrava viaja Blanca varias veces al año -son cuatro horas y media de carretera- porque ya se sabe la ciudad natal atrae por aquello del eterno retorno y la llamada de las raíces, sobre todo en fiestas de Navidad, Semana Santa, Festivales de Almagro… Blanca Ciudad Imedio fue convocada hace un par de ediciones para pregonera del Carnaval de su pueblo. Un éxito de cultura y humor.
Calzada fue un lugar importante para la Orden de Calatrava, que si no es la más importante entre las cuatro Órdenes Militares españolas -Santiago, Alcántara y Montesa, sí dicen que es la más rica en tierras, castillos, conventos y posesiones. Además, Calzada de Calatrava es también cuna del director de cine Pedro Almodóvar.
Con su potente automóvil, un BMW blanco, a juego con su nombre, Blanca viaja y atraviesa sin pereza las carreteras de Andalucía y Castilla-La Mancha, sola o con amigas, pues quien esto firma fue invitada a pasar unos años por ella, en la citada Calzada de Calatrava, para disfrutar de casona, fiestas, gastronomía y teatro clásico.
Blanca Ciudad Imedio, que presume de nietos guapos e inteligentes, como buena abuela, es generosa como he dicho y, para muestra, cuando, por sorpresa, sacó un billete de tren a Bilbao para que su amiga Juana Mari Herce se fuera de inmediato al fresco del norte y dejara de sufrir el calor húmedo de Benalmádena, cuando, un verano, la vio al borde del colapso, por el calor. Un gesto para no olvidar. Recientemente fue recompensada con un viaje a París por su buena amiga y ambas recorrieron la capital de Sena por todo lo alto, desde la visita al a antigua catedral de Nôtre Dame recién restaurada después del fuego, al cabaret más fino y elegante de Lutecia, pasando por la turística Tour Eiffel y el paseo de bateau-mouse por las aguas y las luces de París.
Ahora, en vacaciones de Semana Santa, he visto a Blanca, ornada con un pelo verde billar, que le favorece más que el azul a la desaparecida Lucía Bosé. Blanca va siempre elegante, con buena ropa a y calzado. Siempre a la moda, pero le gusta incorporar cierto clarinetazo de jazz en su look, para no mimetizarse con el paisaje y paisaje cotidiano habitual y común. En este caso, el pelo verde. Allí donde va, a ella siempre la miran, la admiran y la respetan.
Blanca Ciudad Imedio