sábado, 11 de mayo de 2019

Trinidad Romero, autora del poemario “Los ojos del silencio”, con prólogo de Carmen Silva, presentado en la Universidad de Alcalá de Henares


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Ilustración de "Los ojos del silencio" por Trinidad Romero

 Trinidad Romero



Julia Sáez-Angulo

            10.5.19 ,. Madrid .- Trinidad Romero es la autora del poemario Los ojos del silencio, libro, que lleva las palabras previas de la escritora Carmen de Silva y un pórtico de la propia poeta. La misma Trinidad Romero, artista visual, ha incorporado ilustraciones en color. 

El libro, que ha sido presentado en la sala de conferencias internacionales de la Universidad de Alcalá de Henares por su presidente Ricardo Sola, está publicado por la editorial Huerga y Fierro y se presentará en la AEPE (Infantas 30) el día 31 de mayo a las 19 horas.

            El acto estuvo animado con la intervención de las soprano Leonor Álvarez y Yaneth Hurtado; Pablo Guillén, tenor y flautista, y Pedro Palazón, guitarrista. Aurora Giraldo recitó poemas con la autora.

            Los ojos del silencio es un poemario ascético en el que “los poemas que Trinidad Romero desgrana en su libro son una simbiosis perfecta de su yo con el Altísimo y mis palabras pueden enturbiar  la perfección de las suyas”, al decir de Carmen de Silva.

            La autora, con estos versos, desnuda su alma ante Dios y los lectores, con una poesía tersa y transparente, que se hace oración, invocación o súplica; poesía que trata con mayúscula al Creador, al Amor de sus amores, al Adonai de los hebreos, al Señor de los cristianos, poesía que se une a la fecunda rama del bíblico Cantar de los Cantares, al que cita: Levantarme he y buscar al que ama mi alma.

            “Aquí me tienes desnuda de ropajes./ No traigo soberbia,/desdén,/ ni siquiera humildad./ No me acompaña la altiva juventud/ ni el saber de sienes plateadas./ No soy halcón de latos vuelos./Sí alondras que, solitaria, surca el cielo./ Pálpito buscando Tu señal./ Mi fe,/ te llama cobijada en Tu aureola”. Poemas que en algunos momentos parecen un diario de conversación y amor con el Amado.

            Trinidad Romero (Sevilla, 1948) estudió Bellas Artes y Artes Escénicas en la capital hispalense. Ha llevado a cabo 12 exposiciones individuales y ha ilustrado, entre otros libros, una edición de El Quijote. Miembro del Grupo Boadilla-Troquel, ha intervenido en la revista anual Troquel, con poesía, cuentos e ilustraciones durante las últimas cuatro ediciones.

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viernes, 10 de mayo de 2019

Antonio de Ávila: Pintura y color en flores y macetas, en la galería ARDEARTe


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 Antonio de Ávila, pintor





Julia Sáez-Angulo


            11.5.19 .- Madrid .-  Una treintena de obras, óleos, acuarelas y collages, presenta el pintor Antonio de Ávila en la galería ARDEARTe de Madrid, hasta el próximo mes de junio. Una treintena de cuadros que prolonga su exitosa serie de flores, que ha merecido algunos premios y galardones.

            Orquídeas, rosas y  geranios en arbustos, macetas o ramos, que dotan de alegría, color y gracia a un pintura que se hace grata a los ojos y a la sensibilidad del espectador. El autor juega con frecuencia con el trampantojo de la materia entre el soporte del lienzo, el papel, el pigmento, los textiles de las flores y el metacrilato que las protege para dar una sensación más matérica y de relieve en el espacio interior de las piezas.

            Una figuración que alterna el dibujo de las plantas, flores, vallas de madera y rodrigones, con una interpretación más desecha de las mismas. Antonio de Ávila cuida la composición con una atención especial a la proporción áurea, de modo que los planos parecen insinuar una banda o un tapial que subraya el motivo floral. Algunas líneas en la base o en el metacrilato de cubierta añaden una presencia o fijeza geométrica a la iconografía.

            Antonio de Ávila (Ávila, 1958) es un pintor de acendrada trayectoria artística, fiel a su propia elección y coherencia plática en los distintos estilos que se han ido encadenando en su obra, centrada últimamente en la flores radianes y hermosas durante más de diez años.

            Junto a Lola Saelices, Antonio de Ávila es profesor de pintura en la galería ARDEARTe (Ardemans, 24, Madrid), por donde han desfilado pintores emergentes que saben apreciar su magisterio.


Rosa Gallego: Arte contra la violencia de género y el maltrato psicológico en la Casa de Vacas


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 Lola Chamero, Rosa Gallego y Ángeles de Mujeres Progresistas de Retiro



L.M.A.

            11.5.19 .- Madrid .- La fotógrafa y pintora Rosa Gallego del Peso expone sus obras de arte, fotografías, pintura e instalaciones en la Casa de Vacas del parque del Retiro de Madrid, bajo el título de “Miradas con huella”. Toda una denuncia contra los malos tratos psicológicos dentro de la violencia de género que asola sobre todo a las mujeres. La exposición fue inaugurada por Lola Chamero, directora de la Casa de Vacas y patrocinada por la Asociación de Mujeres Progresistas de Retiro. La exposición estará abierta hasta el 2 de junio próximo.

            La crítica de arte Carmen Valero escribe uno de los textos de la muestra, titulado “Mirada antes y después de las fotografías” en el que dice:

            "No era una exposición fácil de hacer. Miradas con huella tenía que abordar el maltrato psicológico dentro de la violencia de género, -que puede provenir también del daño físico o sexual- y ese era un tema duro, complicado, difícil, que arrastra crueldad, dolor y sufrimiento también al hacerlo. Un maltrato que se refleja siempre, desde el primer momento, en la mirada de la víctima

            Rosa Gallego, como artista visual y feminista de pro, no se arredró ante el asunto y lo enfocó de modo audaz, valiente, implicándose a sí misma en el proyecto, como modelo de representación dramática ante la cámara. Ya se sabe que el objetivo fotográfico nunca es inocuo, hay una mirada y una voluntad detrás, que dirige y enfoca, en definitiva, que elige el discurso que desea transmitir en la fotografía. Una mirada antes y después en la fotografía.

            El resultado del trabajo expositivo es el de una larga serie fotográfica y una singular instalación de maniquíes blancos, que son metáfora de esas mujeres víctimas de la violencia de género, lamentablemente –y así lo digo- no solo en España, sino en todo el globo, por mor de esa repulsiva y misteriosa misoginia global que asola el planeta, cuando se olvida que todo ser humano nace de mujer.

            Todo hombre responderá ante el Altísimo por las lágrimas que hizo derramar a una mujer, dice un antiguo proverbio judío.

            Atrás quedó el Soi belle et tais-toi (Sé bella y cállate), que dicen los franceses. La mujer, hoy víctima periódica de la violencia de género, a juzgar por el laboratorio de observación en la sociedad, ha de alzar la voz y denunciarlo –pese a esas opiniones perversas, que apuntan poco menos que al silencio de los casos por el efecto contagio. 

            No quiero que las mujeres tengan poder sobre los hombres, sino sobre ellas mismas, dejó dicho Mary Wollstonecraft. Ahí radica la clave. La mujer no debe soportar ni un segundo el maltrato, porque, como en la guerra, se sabe como empieza, pero nunca como acaba. Las miradas de llanto, con huella, han de salir a la luz.

            El mito es más difícil de cambiar que la propia realidad. El mito de la supremacía masculina solo se podrá modificar con educación escolar y buena pedagogía. Solo aquí está la clave del cambio. Solo desde ahí se podrá abordar el asunto de erradicar la violencia de género, del maltrato psicológico contra la mujer, que inexplicablemente hoy se manifiesta con virulencia en adolescentes, pese a los esperados frutos de la coeducación. El laboratorio de observación debe descender hoy  a estos estadios.

            Volvamos a Rosa Gallego, feminista, estudiosa de los derechos, deberes y situación de la mujer. Ella hizo anteriormente una muestra fotográfica espléndida sobre el Cáncer de mama, que ataca con tanta frecuencia en la féminas y ha llevado a cabo igualmente otras exposiciones sobre la violencia de género. Ella tiene confianza en que el lenguaje plástico que entra por los ojos tenga mayor impacto y eficacia para transmitir una idea, porque las artes visuales entran por los ojos a la sensibilidad.

            En Miradas con huella, la autora nos deja un testimonio y una metáfora de algo que nunca debiera haber sucedido, ni debiera de suceder en el futuro: el maltrato. Que así sea”.
              Rosa Gallego colabora con frecuencia con el Grupo pro Arte y Cultura.
      

Guadalupe Ortiz de Landázuri, química, investigadora y profesora, que será beatificada en Madrid el próximo 18 de mayo


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Guadalupe Ortiz de Landázuri


Milagros Asenjo

            10.5.19 .- Madrid .- Hoy se habla con insistencia de la necesidad de dignificar la profesión docente, que, entre otros aspectos, implica devolver a esta tarea el carácter vocacional que lleva a los profesores a disfrutar enseñando la materia que hayan elegido y la vida, porque instruir no es suficiente. Periódicamente, aparecen profesores que reúnen las cualidades para ser un docente ejemplar y dejan huella. Y uno de estos referentes es Guadalupe Ortiz de Landázuri, química, investigadora y profesora, que será beatificada en Madrid el próximo 18 de mayo. Guadalupe puede ser considerada, en palabras del Papa Francisco, como una santa de “la puerta de al lado”.
Guadalupe estudió Ciencias Químicas en la Universidad Central y fue una avanzada a su tiempo, ya que entonces la presencia de la mujer en la Universidad española era testimonial, sobre todo en Ciencias. Acabada la carrera, trabajó en el Colegio de las Irlandesas de Madrid y en el Liceo Francés. Era una apasionada de la Química y hasta los últimos días de su vida estuvo pendiente de los últimos avances. Su proyecto era ser profesora universitaria pero su vida dio un giro y sus planes se aplazaron. Tras recibir una sacudida divina cuando asistía a misa en la Iglesia de la Concepción de Madrid, mantuvo un encuentro con San Josemaría, fundador del Opus Dei, en el que, según ella misma comentó se le “cayeron las escamas de los ojos” y  vio que aquello era lo que estaba buscando. Todo fue muy rápido y  en marzo de 1944 pidió la admisión en el Opus Dei.
Trabajadora, decidida, resolutiva, con un especial don de gentes y con un gran sentido del humor, desde el primer momento trabajó incansablemente en la investigación, la docencia, la dirección de centros universitarios, las tareas del hogar o los proyectos e iniciativas solidarias. También realizó los cursos monográficos para el Doctorado, algunos de ellos en Madrid y otros en México
Fueron innumerables sus trabajos en una época en que la Obra comenzaba su expansión, gran parte de ellos, relacionados con la formación de la gente joven. Como ejemplo, por su novedad y por su finalidad, destaca la residencia universitaria Zurbarán  de Madrid, la primera del Opus Dei en España, de  la que fue nombrada directora en 1947.
Pero quizás es en México donde la huella de Guadalupe fue más profunda. En 1950, san Josemaría le pidió a ir allí y como dicen sus biógrafas, Guadalupe es sinónimo de México. Fueron tan solo seis años pero parecen toda una vida.
Una residencia para universitarias, Copenhague, que a semejanza de Zurbarán, comenzó en medio de dificultades de todo tipo fue el comienzo de una fecunda actividad. Conectaba muy bien con las universitarias, les inspiraba confianza y les ayudaba en sus estudios y en su vida personal. Además de la atención y formación a las universitarias, desde Copenhague se ofrecía formación cultural, humana y espiritual a chicas procedentes de diferentes lugares, que vieron así abiertos nuevos horizontes.
Más tarde, la tarea rebasó los límites del DF para salir hacia Morelos. Allí recibieron una hacienda en ruinas, Montefalco. No había de nada pero era necesario construir, comenzar a cambiar todo. Y entró en juego el atractivo humano y la capacidad de trabajo de Guadalupe, quien pese a estar gravemente enferma nunca bajó la guardia. Enseño a leer y escribir a miles de campesinas, les ayudó a educar a sus hijos, a llevar un hogar, a sacar adelante a sus familias. Con un trabajo incansable, impulsó la construcción de una escuela y de un centro de capacitación profesional. Hoy Montefalco es un  colegio de prestigio del que cada año salen alumnas hacia la Universidad, muchas de ellas descendientes de las campesinas que formó Guadalupe.
Terminada su etapa mexicana y unos años en Roma colaborando en el Gobierno del Opus Dei, en 1858 regresó a Madrid y, pese a lo delicado de su estado de salud quebrantada por una insuficiencia cardiaca grave, retomó  actividad académica. Dio clases en el Instituto Ramiro de Maeztu y en la Escuela de Maestría Industrial, de la que llegó a ser subdirectora. En 1965, defendió la tesis doctoral sobre el valor de las cenizas de la cascarilla de arroz como refractarios aislantes, trabajo que fue calificado de sobresaliente cum laude. Además, recibió dos premios por sus investigaciones. Tres años después, colaboró activamente en la puesta en marcha del Centro de Estudios e Investigación en Ciencias Domésticas  (CEICID). La Facultad de Ciencias Domésticas aunaba los conocimientos humanísticos con las técnicas propias de la Ciencias Domésticas con un rango universitario. La aportación de Guadalupe fue muy valiosa no solo por sus conocimientos sino para su experiencia en residencias universitarias y en la formación de estudiantes y profesionales jóvenes.

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