sábado, 6 de septiembre de 2014

Simeón el Estilita en “La vida sobre una columna”




Icono de Simeón el Estilita


Julia Sáez-Angulo

        
         La vida de dos estilitas, es decir de ascetas que vivieron obre una columna , es el contenido de este libro publicado por la editorial Trotta. Simeón (m. 459) y Daniel (460 . 493) son los nombres de estos santos que despertaron gran interés y devoción entre los cristianos orientales.

José Simón Palmer es el traductor de estas dos obras únicas que ven la luz en castellano por primera vez. Palmer, que ha escrito una introducción que centra al lector y de las notas que clarifican el texto, es el gran experto en el monacato en la época de Justiniano, según la opinión del historiador Henry Chadwick.

El libro va ilustrado con dibujos de estelas que muestran el modo en que vivían los ascetas sobra la columna. También la representación de su vidas en distintos iconos y exvotos.

Un estilita era un asceta que vivía de pie en lo alto de una columna (stylos) sobre una plataforma de la que no se bajaba jamás, a no ser en caso de estricta necesidad o para subirse a otra columna más alta”, explica Palmer. Es una creación genuina del monacato de Siria.

         Antonio, discípulo de Simeón el Estilita, fue el autor de esa vida. Su testimonio narra las hazañas ascéticas y milagros de Simeón. Esta vida fue muy pronto, en el siglo VI,  traducida al latín. Treinta y siete años vivió Simeón sobre la columna en la que llevaba una vida de oración y penitecia.

         Más larga que la biografía anterior, la vida de Daniel la narra otro discípulo anónimo del santo. Más larga que la anterior y mejor escrita, el libro es toda una explicación del modo de vivir de la sociedad de su tiempo. Es por tanto un valioso testimonio histórico. Es una creación genuina del monacato de Siria.

        

        

         

“El Greco, Arte y Oficio”, exposición final del año Greco en Toledo







Julia Sáez-Angulo

         Toledo fue la ciudad que proporcionó a Domenico Theotocopulis, El Greco, la posibilidad de desarrollar su estilo personal, tan admirado por los artistas del siglo XX. “El Greco, Arte y Oficio” es la última exposición del año en Toledo que lleva a cabo la Fundación El Greco 2014 en la ciudad imperial. El hermoso Hospital de la Santa Cruz –hoy museo- alberga las 90 obras que se exponen, entre ellas los cuatro únicos dibujos de El Greco que se conservan.

         Gregorio Marañón, presidente de la Fundación y Leticia  Ruiz, comisaria de la muestra, que se inaugura el 9 de septiembre. Ciertamente El Greco ha tenido un gran reconocimiento como el gran artista que es en la ciudad que le acogió y aceptó. Venecia y Roma fueron importantes en la formación del artista cretense, que viajó a España para tratar de encontrar acogida de su arte en el gran monumento del monasterio de San Lorenzo en el El Escorial, pero Felipe II, demasiado clásico, demasiado “italiano”, no se entusiasmó con el espléndido “El martirio de San Mauricio”, que pintara para el monarca.

Observese el gran ramos de rosas al fondo, casi hiperrealistas, como si fueran del altar de más abajo del cuadro de la Asunciión que se encontraría en el retablo. Una audacia de El Greco al jugar con dos estilos: el propio y el realista de las flores. Paisaje de Toledo al fondo.


         La idea de la pintura de taller más que de autor, aunque dirigida por el mismo ha sido una constante a partir del Renacimiento, incluso poco antes. Rafael, El Perugino y otros tuvieron aprendices y ayudantes a su cargo, a los que enseñaba y dirigía en la pintura. De hecho, El Greco manejó un catálogo iconográfico para ofrecer a los clientes, a los que advertía sobre el precio si quería que lo hiciera o no por entero el mismo Greco. Esto explica las sucesivas anunciaciones, crucifixiones o expolio que salieron del taller del artista.

         El Greco recibió sus primeros encargos en Toledo en 1577: los retablos de la catedral y de Santo Domingo el Antiguo. Luis de Castilla, deán de la catedral, justificó la contratación del artista por “ser eminente en su arte y oficio, y por esto se escoje la industria de su persona”.

Fernando Marías, entre dos "Encarnaciones"

         La catalogación en marcha de las pinturas de El Greco, realizada por Leticia Ruiz, indica que fueron 250 los cuadros que se le atribuyen. En la muestra actual en Toledo podemos ver tres Encarnaciones, más que Anunciaciones –en la muestra anterior estuvo la magnífica del Museo del Prado- , porque como bien señala el profesor Fernando Marías, el artista cretense sabía distinguir bien entre uno y otro momento del Fiat de María. En la Anunciación, se puede contemplar el espacio y el tiempo real, mientras que en la Encarnación, se ha producido la explosión celestial del Espíritu Santo, más allá del tiempo y el espacio.

         La calidad de obra de El Greco y la del taller, se percibe con bastante claridad en la repetición de temas sacros que pueden verse en la exposición. La buena pincelada de El Greco sobresale en todo o en parte de cada cuadro. Hay piezas que se exponen por primera vez en España, después de años. Se pueden ver dos pequeños Grecos del magnate mexicano Slim, por ejemplo. Ahí se encuentra el célebre Apostolario de Oviedo, enteramente de taller.



         Con buen criterio se han colocado las piezas enteramente de El Greco en panel principal y cerca, las del taller sobre el mismo tema. En suma una muestra que nadie debe perderse por contenido y continente, por la articulación de su discurso. El catálogo, un libro razonable de volumen y precio, ayuda a la compresión para los más exigentes.

      

Más información
www.elgreco2014.com





Venancio Blanco tendrá museo de esculturas en Salamanca


Venancio Blanco en el centro



L.M.A.

Con fecha 5 de septiembre se ha firmado un Convenio de colaboración entre el Excmo. Ayuntamiento de Salamanca, la Fundación Mapfre y la Fundación Venancio Blanco. El acuerdo ha sido suscrito por el Ilmo. Sr. Alcalde de Salamanca, D. Alfonso Fernández Mañueco, el Presidente de Mapfre, D. Antonio Huertas Mejías, y Venancio Blanco, Presidente de la  Fundación Mapfre.

A partir de ahora se contará con una sede en Salamanca cedida por su Ayuntamiento, la Sala de Santo Domingo, que esperamos podáis visitar muy pronto. 

"Queremos agradecer muy sinceramente el estímulo y la colaboración de todos los que habéis contribuido al desarrollo de este Proyecto, que con tanta ilusión vamos haciendo realidad. Compartiendo juntos esta nueva ocasión de enhorabuena, y con el deseo de seguir contando con vosotros, os enviamos un afectuoso saludo", se dice desde Mapfre.

Venancio Blanco, Presidente del Patronato.
Francisco Blanco, Vocal del Patronato.
Nuria Urbano, Directora.




viernes, 5 de septiembre de 2014

Daniel Nicolay expone en la galería Ra del Rey de Madrid


DANIEL NICOLAY
Pintar el gran teatro del mundo

"Daniel Nicolay (Peralta, 1960) no se acuerda de cuando comenzó a pintar. Tampoco sabe cuáles fueron sus primeras obras y le cuesta trabajo sistematizar y ordenar una producción artística dispersa y ecléctica, con piezas hechas siempre a medida de un espacio, pero concebidas para cambiarlo", escribe Graça Ramos y añade:

"Pasó la juventud entre pinceles, pintando desaforadamente, y  también académicamente, estudiando y copiando los clásicos y descubriendo la diversidad del arte contemporáneo. En ese camino se dejó seducir por la experimentación y la inquietud de las vanguardias, que le fueron alejando de los lienzos y llevando su pintura hacía el universo volátil de la performance, el happening, el teatro y el cine.

Siente entonces una necesidad ineludible de alejarse de Navarra y partir hacia el Sur en búsqueda de la luz costera, el calor, el color y el humor.  Se instala en La Línea, al lado de Cádiz, y viaja con frecuencia al norte de África, donde participa en el efervescente gueto de las artes plásticas marroquíes, escondido en las callejuelas de Tánger y en la medina de Tetuán, en donde fija entonces su residencia. Fueron años de producción frenética, en los que perfecciona el oficio de pintar. La intensa luz del Atlántico y el contraste de las tonalidades vívidas del Sur no abandonarían nunca más su paleta expresiva.

Corrían los eufóricos años 80, con la avidez de conocimiento, la curiosidad y la provocación. En ese ambiente febril de las vanguardias conoció a su mujer, sastra de profesión, cuando le encargó un traje de 40 Kg de hígados de cerdo -para su congelación, exposición y putrefacción-, que utilizaría en una secuencia de la película experimental El hombre navarro va a la luna, de la que fue director de arte.

Se muda a Barcelona y de ahí a Buenos Aires, y entre las dos ciudades su lenguaje artístico se fragua, diversifica y multiplica, encontrando su lugar en el mundo de la escenografía.

En su vida errática entre el Mediterráneo y el Atlántico, la pasión por el universo escénico lo lleva a recalar en el Teatro Real, cuando este reabría sus puertas. La ópera, como confluencia de todas las artes, incluyendo música, drama, danza, pintura, escultura, videocreación o fotografía, estimula e inspira su creación.

En los talleres del Teatro Real, junto a otros artistas y compañeros, pone su invención, creatividad y oficio en la realización del atrezzo y decorados de las producciones de ópera, en las que aprende de prestigiosos escenógrafos y artistas plásticos.

En el escenario el espacio condiciona la acción. Cada objeto es funcional, decorativo y efímero, despojándose de su significado al final de cada función. Daniel Nicolay reproduce en espacios reales y cotidianos el diálogo que los actores establecen con el decorado. Sus pinturas murales, lienzos, tapices, telones, muebles, alfombras, y todo tipo de artilugios y soluciones decorativas creados para transformar un espacio, tienen un nombre propio: los crea para su familia, amigos o compañeros. Con ellos intenta conseguir un espacio más divertido u original, más bello o elegante, más acogedor o agradable. Sus piezas están entre el arte y la decoración, o en el encuentro de ambas, pero siempre pensadas para las personas, en el gran teatro del mundo".