jueves, 2 de septiembre de 2010

Sabatini maltratado por el Ministerio de Economía y Hacienda de España




Julia Sáez-Angulo



Pese a ser un edificio histórico artístico, un gran palacio del arquitecto italiano Francesco Sabatini, construido en 1761-1769, pese a estar vecino a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y a pocos metros de la Puerta del Sol, el Ministerio de Economía y Hacienda –antes Real Casa de la Aduana- sigue ostentando y afeando su fachada con enormes cajones de refrigeración del aire acondicionado.

Algún ciudadano se ha molestado en solicitar al citado ministerio que retire de sus ventanas semejantes estafermos de cajoneras, incluso lo ha denunciado a la vecina Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y al Ayuntamiento de Madrid, pero las cosas siguen igual en las dos legislaturas de este gobierno.

Ni el ministro Pedro Solbes, ni la ministra Salgado han tenido la sensibilidad de detraer un mínimo de su presupuesto para retirar esas agresiones estéticas y contra la normativa de Bellas Artes, algo que la Real Academia sí hizo en su día con su antiguas y similares caojoneras.

La falta de sensibilidad y respeto del Ministerio de Economía y Hacienda con respecto a su fachada de Sabatini, es una agresión más a la ciudad y Comunidad de Madrid, una de las capitales españolas más visitadas por turistas extranjeros. Los italianos no dan crédito a esta zafiedad de imagen hacia la obra de un arquitecto dieciochesco que tanto construyó en la capital de España.

Francisco Sabatini (Palermo, 1722 – Madrid, 1797), fue un arquitecto italiano que desarrolló la mayor parte de su trayectoria profesional en nuestro país, al servicio de la Casa Real, realizando obras de carácter barroco clasicista y, aunque cercano al Renacimiento, habrá que esperar a Juan de Villanueva para hablar de un estilo neoclásico puro.

El gran arquitecto del XVIII en Madrid

Entre sus obras se encuentra la célebre Puerta de Alcalá (1774 -78) y el Museo de Arte Reina Sofía, antes Hospital General, que había iniciado José de hermosilla. Sustituyó a Sacchetti en las obras del Palacio Real hasta su conclusión (1760-1764). En 1774 se hace cargo de la dirección de las obras de la Basílica de San Francisco el Grande de Madrid hasta su conclusión en 1784. Igualmente reedificó las Comendadoras de Santiago en 1773 y remodeló la Cuesta de San Vicente.

Los primeros contactos de Sabatini con la monarquía española se remontaban a su participación bajo la dirección de su suegro, Luigi Vanvilelli en la construcción del Palacio Real de Caserta para el rey de Nápoles, Carlos VII, el futuro rey Carlos III de España.
Al subir el Rey Calors III –el mejor alcalde de Madrid- al trono español, llamó a Sabatini en 1760y lo encumbró por encima de los arquitectos españoles más destacados de la época. Se le nombró Maestro Mayor de las Obras Reales, con rango de teniente coronel del Cuerpo de Ingenieros, a la vez que se le designaba como académico honorífico de la Real Academia de Bellas Artes.
Pese a todos estos reconocimientos y honores el Ministerio de Economía y Hacienda de España lo pasa por alto en pleno siglo XXI

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martes, 31 de agosto de 2010

Guía mítica de Mark Twain para visitar Tierra Santa, Egipto, Crimea y Grecia



“Guía de viajeros inocentes”
Mark Twain
Ediciones del Viento
Las Coruña, 2010 (621 pags.)



Julia Sáez-Angulo


Con su humor, cinismo, dotes de observación y gracia, el escritor Mark Twain (Florida, 1835 -Redding, Connecticut, 1910) dejó esta mítica “Guía de viajeros inocentes”, su libro más vendido en vida y modelo para las guías literarias futuras. La versión del libro es de la traductora Susana Carral Martínez.

Fue en 1867 cuando desde los Estados Unidos se llevó a cabo la gran “Excursión a Tierra Santa, Egipto, Crimea, Grecia y lugares de interés intermedios”. El anuncio provocó exaltación, pues se iba en barco de la ciudad de los rascacielos hasta Oriente Medio.

Un escritor y cronista ágil y sagaz como Mark Twain habría de mandar crónicas sucesivas al periódico “Alta California” para contar sus experiencias de ver, oír y gozar o padecer, a lo largo de este primer crucero que marcaría época y género en el turismo.

Las retinas y el ingenio del escritor americano se empapan ante estímulos tan fuertes como la geografía y el arte de un recorrido, que habla de la historia de la civilización de los hombres en Oriente Medio y el sur de Europa. Una golosina para viajeros inquietos y ricos como los americanos de su tiempo.

Comentarios sobre Miguel Ángel Buonarotti y los maestros antiguos

El volumen registra una curiosa dedicatoria: “Este libro está cariñosamente dedicado a la más paciente de mis lectoras y crítica más generosa, Mi Anciana Madre”. Twain fue un escritor muy popular en su tiempo y padre literario de otros dos estadounidenses que vendrían después: Tom Sawyer y Huckleberry Finn.

“Casi un año entero ha pasado desde que esta notable peregrinación llegó a su fin (…) Un viaje por mar de doce meses puede convertir a un hombre normal y corriente en un milagro de maldad. Por otro lado, si un hombre tiene buenas cualidades, el ambiente lo lleva a mostrarlas a bordo en contadas ocasiones, al menos haciendo hincapié en ellas”, escribe Twain en la Conclusión del libro.

Entre medias ha arremetido contra los desastrosos guías de turismo, ha comentado jocosamente las obras de arte para tratar de de-solemnizar algunas de ellas; comenta sobre ciudadanos napolitanos y franceses a placer; sobre los orientales no digamos… Toma citas de la Biblia para trufarlas oportunamente en sus escritos. Los maestros antiguos de las pinacotecas y gliptotecas, así como las obras de Miguel Ángel Buonarotti, son motivo de sus comentarios.

En suma, un libro ameno, variopinto que habla de lugares interesantes y hermosos, no por ello libres de crítica, pero sobre todo habla de la condición humana, porque observarla es el espectáculo más apasionante que cabe. Twain sabía hacerlo con ganas porque todo era para él materia de escritura.






Victoria Camps, editora del libro “Democracia sin ciudadanos”



“Democracia sin ciudadanos”
La construcción de la ciudadanía
en las democracias liberales
Edición de Victoria Camps
Editorial Trotta
Madrid, 2010 (198 pags)


Julia Sáez-Angulo


Catedrática de Filosofía moral y política de la Universidad Autónoma de Barcelona, Victoria Camps nos ofrece la edición de una obra interesante en cuanto a debate y conceptos: “Democracia sin ciudadanos” La construcción de la ciudadanía en las democracias liberales. Democracias gestionadas por mini-grupos elegidos periódicamente, a los que sólo influyen la opinión pública cuando se hace dura o feroz .

Los autores del libro: Mercè Rius, Oriol Farrés Juste, Ángel Puyol, Joan Vergés Gifra, Daniel Gamper, Jordi Riba, Victoria Camps y Marcel Gauchet. Los temas del ensayo van desde “El ciudadano sin atributos” a “La democracia. De una crisis a otra, pasando por “El espacio cívico de la libertad de exprsión”.

También aborda un tema muy de nuestros días “Ciudadanos creyentes: el encaje democrático de la religión” de Daniel Camper, en medio de una sociedad de fuerte laicismo beligerante hasta legar al fundamentalismo laicista, que impone filosofías y creencias a los ciudadanos, con la sola diferencia de la trascendencia, respecto a la religión.

“Ciudadanía global y menosprecio de la nación” es otro tema abordado por Joan Vergés, de gran actualidad, en cuanto a presiones y “dogmas” irrebatibles que se pretenden imponer a los ciudadanos en medio de la sociedad democrática.

EXCESO DE NORMATIVA Y PROHIBICIONES

“Que todavía mucho por prohibir” dice en sus chistes con humor y verdad el humorista Pep Roig. Las democracias se abigarran de normativas, como si con ello quisieran llevar a los ciudadanos al paraíso de la felicidad laica. El camino es establecer senderos cada vez más estrechos para temor y aburrimiento de los ciudadanos.

Prohibir el tabaco, prohibir los toros... Prohibido prohibir se ha quedado en el mayo del 68. Legislar y prohibir es una manera en que los políticos mediocres pretenden justificar su sueldo. Ponerse todos “estupendos”, como diría Don Latino, sólo conduce al bostezo.

La política sólo debiera legislar las diferencias y el respeto a los que opinan diferente, de lo contrario generamos celdas carcelarias y estabulado de ciudadanos. El tercer mundo se acaba convirtiendo en territorio de libertad frente al primer mundo excesivamente reglamentado, como dijo el escritor Sánchez Dragó en una entrevista. La Comunidad Europea debiera reflexionar sobre ello.

“El exceso de normativa se acaba mitigando con el incumplimiento” decía Del Castillo mi profesor de Derecho Político. Lo malo es que las sanciones a los incumplimientos se efectúan “ad libitum” en nuestro sistema normativo y judicial. Algo desalentador para el ciudadano que quiere creer en la democracia

En suma, interesa leer el libro editado por Camps, como fuente de documentación para aquiescencia o discrepancia.

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lunes, 30 de agosto de 2010

Elogio de los “Jardines Escurialenses” por el paisajista Francisco Felipe Martínez




Julia Sáez-Angulo

“Felipe II fue un gran aficionado a la naturaleza y a la arquitectura. Supo discutir y argumentar con sus arquitectos Juan Bautista de Toledo y Juan de Herrera” recordó Francisco Felipe González (Palencia, 1961) en su conferencia “Jardines Escurialenses” que tuvo lugar en el galería Edurne de El Escorial, que muestra actualmente la exposición “El Jardín de la Utopía”, en colaboración con la galería madrileña Utopia Parkway.

Los artistas Ignacio Evangelista, José Ferrero, Miguel Galano, Concha Gómez-Acebo, Ana Paula Martínez Lanz, Merche Olabe, Chema Peralta, Alberto Pina y Manuel Valencia, muestran sus obras de pintura o fotografía en esta muestra colectiva de gran belleza. La pintura leve y barrida de Galano o las visiones congeladas y casi metafísicas de Olabe resultan sorprendentes, al igual que las fotografías de gran sutileza e impacto visual.

Licenciado en Bellas Artes y especializado en Paisajismo en Alemania, Felipe Martínez recordó al comienzo de su exposición el terrible fuego del monte Abantos junto a monasterio de El Escorial, que tuvo lugar hace pocos años y que arrasó miles de árboles del lugar.

Felipe Martínez elogió la buena elección del El Escorial, en lugar de La Fresneda a causa del paludismo- por parte del monarca español para el monasterio, enterramiento de reyes, tal y como se lo pidió su padre el Emperador Carlos V. Se admiró de la logística emprendida por Felipe II para establecer un lugar de descanso para los monjes jerónimos, encargados de la custodia del lugar y la oración. “Un palacio para Dios y una cabaña para el Rey”, quería el monarca.

Los jardines escurialenses tuvieron a al fraile Cardona como gran creador, junto a otros jardineros extranjeros que llevaron a cabo una gran labor de adecuación de la capa freática y canalización para el llenado de agua en los estanques. Cardona está hoy sepultado bajo las losas del claustro del monasterio.

España tenía una gran tradición de jardines, desde los claustros medievales en el norte, inspirados en el jardín persa- a la herencia hispano-musulmana en el sur, para jardines en medio del calor y con escasez de agua. Además se contó con la influencia renacentista italiana, si bien con los Austria llegó la jardinería flamenca.

Interés de Felipe II por los árboles frutales

El conferenciante subrayó el interés de Felipe II por los frutales en sus jardines escurialenses, en los que llegaron a plantarse naranjos protegidos con tablones en invierno. Se contó con la presencia de nogales, higueras, almendros, olivos... y las particulares autóctonas españolas de la pera de Longuindo y las manzanas camuesas, frutas ambas muy gustosas y bastante perdidas en el mercado español, reemplazadas por las especialidades sajonas.

El comedor del monasterio de El Escorial muestra todavía pinturas del XVI y XVII, que representan los jardines y frutales de esos siglos, con un cuidado y esmero que sorprenden.

El “Libro verde de El Escorial” ilustra bien sobre los jardines escurialenses y sus necesidades ambientales, así como los libros de Gregorio de los Ríos, Alonso de Herrera y Andrés Laguna.

Entre los asistentes al acto se encontraban, además de los galeristas Margarita y Antonio Navascués, diversos artistas como Ruslán Galasov; la farmacéutica M. Carmen Martínez y diversos expertos en el tema de la jardinería.