Congreso AMCA 2024.- Comunicación de Julia Sáez Angulo, miembro de la Asociación Madrileña de Críticos de Arte, AMCA y de AICA/Spain
* La ponencia fue publicada en el libro editado por AMCA en 2025, con las ponencias y comunicaciones del Congreso en 2024.
ARTE Y FRAGILIDAD DE LAS COLECCIONES DE ARTE
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Sinopsis.- Numerosas de las colecciones que se llevan a cabo con rigor y entusiasmo por un coleccionista, se disuelve en el tiempo, generalmente entre los herederos, si no se han tomado precauciones y medidas jurídicas para que la colección permanezca en el tiempo, bien sea en un continente propio que pueda sostenerse económicamente, o en un museo institucional que la incorpore y albergue para seguir conservada y expuesta ante un público general. Aquí van algunos ejemplos de colecciones que ha seguido distintos avatares: Colección de libros en la Real Biblioteca de El Escorial; Colección de Pintura Española de Luis Felipe I de Orleans; la Colección Thyssen-Bornemisza; Colección Rosa de la Cruz en Miami; Museo de los Ángeles de Lucía Bosé, en Turégano (Segovia); Colección de Pintura de Claudio Bravo para España; Colección de 28 miniaturas de Bill Jordan … Promesas de donación de Claudio Bravo o Jacqueline Picasso… Las colecciones han de estar bien definidas jurídicamente en tiempo y forma, acordes con el Derecho, para lograr su permanencia, frente a la fragilidad que las amenaza.
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* Se ha definido con cierto humor, que una colección es la pasión de una persona que termina en una testamentaría. Ciertamente, muchas colecciones de arte finalizan al término de la vida del hombre o la mujer, que tuvieron a bien llevar a cabo una conjunción de objetos de arte, en pintura, escultura, arqueología, dibujos, grabados, artes decorativas, moda… para terminar, finalmente, dispersándose al final de su vida, entre los herederos, a menos que hayan tomado precauciones o medidas jurídicas para evitarlo. Son varios los ejemplos en la Historia, a favor o en contra de la permanencia de una colección de arte, llevada a cabo con esmero y empeño por su creador. De ello vamos a relatar brevemente algunos ejemplos
1.- Colección de la Monarquía Hispánica, en primer lugar. Parangonando a Salomón, como rey sabio, para Felipe II (1527-1598) el saber y el conocimiento, eran claves para un Príncipe Renacentista y su Corte, de ahí que creara la Real Biblioteca en el Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial (Madrid). Y dado que la Monarquía Hispánica, como todas las de su tiempo era patrimonialista, los bienes pertenecían a la familia del Rey, en este caso de los Austria, Felipe II vio que la Real Biblioteca de El Escorial podría dividirse o fragmentarse en las sucesivas generaciones de herederos, por ello, con sagaz criterio, el Monarca la donó al propio Monasterio gestionado por los frailes Jerónimos, más adelante pasaría a los Padres Agustinos, evitando así la dispersión del conjunto o colección de libros, adquiridos con búsqueda y sagacidad por toda Europa, a instancias del Rey. Colección de libros en distintos idiomas, con bellas ilustraciones u ornamentaciones en muchos de ellos, lo que constituye un tesoro histórico artístico incalculable.
Felipe II rompió, por tanto, en su Real Biblioteca -no así en su bella pinacoteca- esa definición irónica de colección, citada al comienzo de este trabajo, como “la pasión de una persona, que se deshace en una testamentaría”. Por algo se llamó “el Prudente” al Rey Felipe II.
Curiosamente la pinacoteca del Real Monasterio de El Escorial padeció numerosos avatares, al sufrir el Monasterio escurialense cierto abandono y vaciamento, como consecuencia de la desastrosa Desamortización de Mendizábal en 1836 y otras que siguieron en años sucesivos. Muchos de los cuadros de grandes maestros salieron hacia el Museo del Prado en Madrid, bajo el argumento, seguramente oportuno, de preservar el patrimonio artístico inmobiliario más relevante del citado Monasterio. Hoy mismo, esa colección de arte de Felipe II para El Escorial, se ha visto mermada nuevamente, cuando la institución Patrimonio Nacional se ha llevado algunas piezas artísticas importantes del Monasterio, a la Galería de las Colecciones Reales en Madrid, como por ejemplo “El arcángel San Miguel venciendo al demonio”, obra de la Roldana (1752-1706), primera escultora en la Corte. La declaración de que las piezas han sido llevadas solo temporalmente, no se creerá, hasta que no se lleve a cabo la devolución a su lugar de origen. No olvidemos, que el arte en su contexto histórico es más elocuente que en un traslado a nueva sede. Continente y contenido artístico pueden constituir una relación estrecha, que se desvirtúa si se alejan uno de otro.
Los diplomáticos y viajeros románticos del XIX en España, ingleses, franceses y alemanes fundamentalmente, se dieron cuenta de la desastrosa situación de mantenimiento y sostenibilidad del patrimonio histórico artístico, a partir de las Desamortizaciones, y a expensas de la compra o expropiación por cualquier extranjero que se lo propusiera. El norteamericano Washington Irving, el arquitecto inglés Owen Jones o el escritor inglés Richard Ford son algunos de los ejemplos en este sentido. Las actitudes de desidia y codicia habrían de cristalizar en la conducta del norteamericano Archer Milton Huntington (1870-1955), que adquirió numerosas obras de arte en España -otras también las encargó, a Sorolla fundamentalmente-, si bien creo con ellas la Hispanic Society of America, museo y biblioteca abierta al público para el estudio del arte y la cultura de España y Portugal fundamentalmente. Es, por tanto, el caso de una colección creada a base de cierto despojo artístico a un país, hasta el punto de que el rey Alfonso XIII convocó al coleccionista Huntington para frenar sus adquisiciones.
De estos desmanes, frutos de las Desmortizaciones eclesiásticas de iglesias, mo y la invasión napoleónica fueron buenos críticos el pintor Valentín Carderera (1796-1880) y Mariano José de Larra (1807-1837). No olvidemos que los tres grandes azotes del patrimonio histórico español fueron el expolio de la Afrancesada, las Desamortizaciones eclesiásticas y la Guerra Civil de 1936-39.
2.- La Galería de Luis Felipe I de Orleans (1725-1785), llamado “el Grande”, en el Palacio del Louvre de París, fue otro ejemplo de colección llevada a cabo con arte español, principalmente pintura, que, en este caso, acabó disolviéndose como gran colección y no figura hoy como tal, a diferencia de lo que ocurrió con la colección de Huntington. Luis Felipe, en 1835, creó una galería de pintura española en el palacio del Louvre, con la idea de renovar la pintura francesa neoclasicista del momento y, sobre todo, enlazar la dinastía de los Borbones, con su origen español, después de la malhadada presencia napoleónica, gran depredadora de la pintura española.
Para llevar a cabo su colección del arte español, Luis Felipe envió a España dos emisarios expertos, Barón Isidore Taylor y el pintor Adrien Dauzats con el objeto de comprar toda clase de pintura, escultura o mobiliario que estimaran de interés. El resultado fue que la colección de arte español de Luis Felipe de Orleans llegó a tener medio millar obras de buen nivel: 81 cuadros de Zurbarán; 39 de Murillo; 19 de Velázquez; 23 de Alonso Cano… además de algunas piezas del Greco, Goya y primitivos españoles. Una colección, que influyó de modo notable en el gusto francés de la pintura del momento, y se instaló en la sala de la Colonnade del Louvre.
Pero esta colección fue subastada en 1853 en la galería Christie’s de Londres, lo que originó que las obras acabasen en diversos museos de todo el mundo.
El resultado fue la pérdida de un patrimonio artístico en España, la pérdida de una colección compacta de arte español, que hubiera sido un buen escaparate del mismo en el Museo del Louvre, si bien cabe pensar igualmente que el arte español de la colección Orleans, se expandió por diversos museos, haciendo acto de presencia y resonancia en los mismos. No permaneció, por tanto, como colección unida, siempre más frágil de mantenimiento en la historia de su desarrollo.
3.- La Colección Thyssen-Bornemisza -hoy Museo Nacional Thyssen-Bornemisza- es el caso opuesto a la colección Orleans, ya que uno de los herederos del núcleo original de la misma, Hans Heinrich Thyssen-Bornemisza, se preocupó de adquirir las piezas dispersas entre sus hermanas, herederas de August Thyssen (1842-1926), fundador de un gran imperio económico basado en la industria siderúrgica en 1871 y creador de los orígenes de la colección de arte que lleva el nombre familiar. Calificado como coleccionista metódico, el Barón Hans Heinrich Thyssen-Bornemisza (1921-2002) fue el artífice definitivo de una gran colección, concebida desde el principio como un buen museo, para evitar lo que le sucedió a él, de tener que recomprar las obras de arte reunidas por su padre.
Los avatares de su vida lo llevaron a España, donde su última esposa, Carmen Cervera junto al Duque de Badajoz, le influyeron para dejar y vender su colección en España y así se hizo en 1993. Tanto la Fundación Getty de Florida, como Margaret Thatcher, primera ministra de Gran Bretaña, quisieron también adquirir esta gran colección, pero no lo lograron. Margaret Thatcher cuenta en sus memorias que no pudo encontrar un “interlocutor válido” para negociar la adquisición de la colección Thyssen-Bornemisza.
Esta colección vino a completar las lagunas, sobre todo de arte contemporáneo, de los museos institucionales de España. Situado el Museo Thyssen muy cerca del Museo del Prado, ofrece al espectador, “una síntesis de la pintura occidental con presencia de la mayoría de los estilos del arte europeo y norteamericano entre los siglos XIV y XX. Y pese a que sus pinturas fueron compradas en escasamente dos generaciones y a que no superan el millar de ejemplares, reúne una elevada proporción de obras maestras”, se dice en la información oficial del museo. Ciertamente, en la colección podemos contemplar: “La Anunciación” de Van Eych; “El joven caballero en un paisaje” de Carpaccio; la “Santa catalina de Alejandría”, de Caravaggio; “Retrato de Giovanna Tornabuoni”, de Ghirlandaio, o, “Retrato de Enrique VII de Inglaterra”, de Hans Holbein.
La colección destaca por su pintura impresionista, vanguardista, especialmente por el expresionismo alemán. Su pintura antigua, salvo las tres grandes piezas citadas no es una gran colección, sin llegar al calificativo de “pintura de anticuarios”, con que le obsequió el profesor, historiador de arte, Ángel González García en una de sus críticas en “Cambio 16”. Uno de sus libros más recomendables es el de “Algunos avisos urgentes sobre decoración de interiores y coleccionismo”.
4.- Colección Rosa de la Cruz en Miami. Otro caso de dispersión de una colección de arte de más de mil obras es el de la Colección Rosa de la Cruz en Miami, creada por ella y su esposo Carlos, ambos mecenas, cubanos de origen. Una colección de arte contemporáneo, siglos XX y XXI, de carácter internacional, que ha cuidado de manera especial a cotizados artistas iberoamericanos como Ana Mendieta, Félix González-Torres, Arturo Herrera o José Badía, además de Jim Hodges, Alex Israel, Rob Pruitt, Mark Grotjahn, Albert Oehlen… Una colección formada por la pasión de ella y que fue puesta en subasta al día siguiente de su fallecimiento, a los 81 años, por su esposo Carlos, con el argumento de que aquella colección, aquella pasión no tenía por qué ser compartida por sus hijos. La propia coleccionista Rosa de la Cruz (1923-2024), también lo avanzó, que su colección se subastaría algún día. El matrimonio hizo su fortuna económica como embotelladores y distribuidores de Coca Cola en diversos países americanos.
La Cruz Collection Contemporary Art Space, en el Desing Disctrict, se abrió al público, de manera gratuita en 2009, gozó de un gran prestigio entre la comunidad artística de Miami, donde el matrimonio ejerció el mecenazgo artístico al donar 61 obras al NSU Art Museum, en distintas etapas. Desde su sede se han llevado a cabo distintas actuaciones culturales y artísticas para el gran público. Pero el hecho de poner la Colección en subasta en Christie´s, en abril de 2024, al poco de fallecer Rosa de la Cruz, no ha sido bien entendido por todos.
Rosa de la Cruz fue generosa como mecenas durante el tiempo en que vivió, pues adquirió obras de distintos artistas a los que potenció en fama y prestigio, al tiempo que las piezas se iban revalorizando. Ahora, esas obras se van subastando en distintas fechas, la primera tuvo lugar en el mes de mayo de 2024, y seguirán realizándose subastas hasta acabar con el millar de piezas de la colección. Algunas obras, como en citado caso anterior de la Colección de pintura española de Luis Felipe de Orleans, son adquiridas por museos. Pero la Colección Rosa de la Cruz, como tal, ha desaparecido ante el asombro de numerosos ciudadanos de Miami.
El matrimonio de la Cruz junto a Ella Fontanals-Cisneros eran considerados los coleccionistas de origen cubano más importantes en los Estados Unidos. Sus colecciones se encuentran entre las doscientas mejores del mundo.
5.- Museo de los Ángeles en Turégano (Segovia), de la actriz Lucía Bosé ( 1931-2020) Esta experiencia de colección monográfica sobre el tema de los ángeles, criaturas celestiales que nos rodean y protegen, incluso que hablan, al decir de la coleccionista, fue una ilusión de la autora de la colección, pero que se malogró a los siete años, por falta de resistencia económica y confianza en las subvenciones públicas, que no tienen por qué ser el sustento de un proyecto artístico como sostener la colección privada en un museo privado.
(Me gusta la presencia de museos singulares en pequeñas localidades, porque les dan atractivo de vida cultural y piden a los espectadores el esfuerzo de llegar hasta ellos, lo que ya denota un claro interés. Como los que se desplazan ex profeso al desierto de Arizona, para contemplar el “Campo de relámpagos” (1977) de Walter de María, en días de tormenta de agua y aire. Un hermoso ejemplo de Land Art. Arte para quienes lo eligen)
El Museo de los Ángeles se fundó en 2000, por medio de la sociedad Tureart S.L. creada en 1996. Se instaló en una antigua fábrica de harinas y se invirtieron en él seiscientos mil euros. En 2007 se cerró, con ciento cincuenta mil visitantes tras de sí, porque las cuentas no salían. Paola Dominguín, hija de la coleccionista era la apoderada de la sociedad.
La idea era buena, original, positiva para atraer gente, turismo rural a la España vaciada o despoblada. Turégano es un pueblo que cuenta con un millar de habitantes, pero la confianza en su propio sostenimiento y la llegada de fondos externos a la coleccionista, le llevaron a hacer el proyecto insostenible.
Además, se creó una serie de declaraciones y malentendidos entre la actriz y el municipio, a causa del supuesto olor a cerdos, procedentes de las piaras que se guardan en Turégano, que llegó a tensar unas relaciones que en nada contribuyó a la necesaria concordia y aprecio de ciudadanía circundante e institución museística. La buena relación con el entorno local es decisiva para la buena marcha de una presencia museística. Lucía Bosé no residía en Turéganos sino en otro pueblo segoviano, Brieva.
El Museo de los Ángeles sigue en Turégano con la colección de arte de su fundadora Lucía Bosé, si bien el continente es manifiestamente mejorable, a juzgar por el estado de sus muros. La coleccionista Lucía Bosé declaraba, poco antes de morir, que el museo estaba vivo, aunque estuviera cerrado. Y añadía que, su colección podría trasladarse a otro municipio el extranjero. El museo es un quebradero que cabeza para los herederos.
Entre los artistas del Museo de los Ángeles, con un centenar de obras en su haber, se encuentran: Carmen Baena, Emilio Farina, Fabian Schalekamp, Marcos Vidal, José Luis Muñoz, Dolors Caballero, Lithian Ricci y Alberto Abate, Maria José Gutiérrez, Nino Ventura, Eduardo Úrculo, Cristina Almodóvar, Pepe Yagüe, Alonso Arenas, Esperanza Asensi, Beh Battlle, Angelo Bettin, Enrique Bressan, Kambiz Irampour, Ilona Masori, Lolo Pavón, Txomin Salazar, Julio Juste… Y el mismo museo ha llevado a cabo exposiciones de Manuel Llamazares, Ouka Lele, Pepe Yagües, María Luisa Sanz, Manolo Valdés Santiago Navarro, Mónica Fuster, Felipe Arango, Lourdes Almeida, Fernando Vicente o Julio Alan
La situación de las obras de la colección, sueño de Lucía Bosé para el Museo de los Ángeles, está en la cuerda floja y necesitada de una buena conservación.
6.- Colección de pintura de Claudio Bravo para un museo en España.- El artista hiperrealista chileno Claudio Bravo, que inició una buena carrera pictórica en España, sobre todo en Madrid y Marbella, haciendo retratos y vendiendo cuadros a la alta sociedad, se trasladó finalmente a Marruecos, donde adquirió y alhajó tres grandes residencias: un palacio en Tánger y dos grandes mansiones en Marrakech y Taroudant. Lo suyo era pintar 24 horas al día y decorar grandes casas.
Entre sus clientas y amigas estaban la Infanta Doña Pilar de Borbón y la pintora y mecenas Mayte Spínola, que lo visitaban en Marruecos de vez en cuando. En uno de esos viajes les pidió que buscaran un lugar adecuado para abrir un Museo en la Comunidad de Madrid con su pintura y su nombre. Claudio Bravo Nelson Camus (1936-2011) ya había sido generoso con España, al donar al Museo del Prado, en el año 2000, una valiosa colección de esculturas clásicas grecorromanas, gesto por el que mereció la Gran Cruz de la Orden de Alfonso X el Sabio, impuesta por los Reyes Juan Carlos y Sofía.
Doña Pilar de Borbón y Mayte Spínola, junto a Luis Silva, buen amigo de Claudio y quien firma esta comunicación, buscaron ese lugar, esa gran casona en la Comunidad de Madrid, para mostrar la colección de pintura de Claudio Bravo. Tuvieron contactos para llevar a cabo el objetivo en Chichón y Alcalá de Henares, cuando la muerte sorprendió al pintor chileno y la colección de pintura de Claudio Bravo, prevista para el museo en la Comunidad de Madrid, quedó congelada en el aire. La Comunidad tuvo conocimiento del deseo dse Claudio Bravo y estaba receptiva a acogerlo.
Nada hubiera hecho más feliz a Claudio Bravo que un museo con su nombre en España, la patria de su gran maestro Diego Velázquez (1599-1660), al que tanto visitó en el Museo del Prado.
El artista sí dejó prevista su colección de cerámicas, artes y tradiciones populares de Marruecos para exhibirlas en la mansión de Taroudant. La casa de Marraquesh a su amiga Farah Diva y el palacio de Tánger a su ahijado. En este campo estuvo previsor Claudio Bravo, pero no así para la colección de pintura que soñaba dejar en Madrid, en la acogida de un museo con su nombre. Se le ocurrió más tarde.
Algo similar a lo sucedido con la con la Colección de Pintura de Claudio Bravo, sucedió con la promesa de donación de Jacqueline Picasso, viuda del pintor malagueño, al director del Museo Español de Arte Contemporáneo, MEAC, Aurelio Torrente, cuando se llevó a cabo una exposición de obras de su esposo en el citado Museo en 1986-87, bajo el título de “Picasso privado”, puesto que las obras pertenecían ya a la colección privada de Jacqueline. La exposición fue inaugurada por la Reina Doña Sofía. Jacqueline prometió la donación de una colección de 61 obras del pintor malagueño para el Museo que había llevado a cabo la exposición de Picasso, pero poco después, la esposa del pintor se suicidó y la promesa quedó en el aire, ante la perplejidad de todo el circuito artístico internacional, principalmente español. Años después, uno de los 61 cuadros del lote previsto para donación, 'Aux espagnols morts pour la France' regresó a España como donación del Estado francés a España en 1990. Algunos medios informativos publicaron la intención de Jacqueline y esto creo cierta zozobra en la hija heredera. Los presidentes francés y español, François Mitterrand y Felipe González hablaron de este asunto de la prometida donación de Jacqueline. Pero las donaciones de arte tienen un tiempo y forma requeridos por la legislación vigente, de lo contrario, quedan en sencillas situaciones de “lo que pudo ser”.
7.- Colección Pérez Simón.- Setenta grandes maestros de la Colección Pérez Simón se han expuesto en CentroCentro de Madrid, obras que por acuerdo del coleccionista mexicano/español Juan Antonio Pérez-Simón, y el Ayuntamiento de Madrid, pasarán a exponerse de modo definitivo a la Serrería Belga, espacio céntrico de la capital. A estas 70 obras expuestas se añaden 130 más hasta completar las 200. Esta colección pasará a enriquecer ese Paseo del Arte, que va desde el Museo Reina Sofía a la Biblioteca Nacional de España, en un recorrido de espacios artísticos que tiene como estrella al Museo del Prado. La colección Pérez Simón se compone de 4000 obras y una Biblioteca de cincuenta mil volúmenes, que sostienen teóricamente la colección. Pero no olvidemos que “lo mejor enseña más que lo mucho” y la selección de 200 obras es suficiente para un buen disfrute. Las obras se han clasificado en los apartados: Maestros antiguos y primeros modernos, seguido de Maestros antiguos y primeros modernos, seguido del Siglo XIX, Vanguardias y Arte actual. La colección Pérez Simón se ha salvado en buena parte por este acuerdo entre coleccionista e institución sólida como es el Ayuntamiento madrileño.
Ella Fontanals-Cisneros y Patrizia Sandretto han querido encontrar en Madrid un acomodo para sus respectivas colecciones, pero no lo han logrado por ahora.
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De las colecciones de arte que salen adelante o se quiebran en su fragilidad por avatares de distinto tipo, podría hacerse una tesis doctoral. Se podría comenzar por las de los propios museos. La UNESCO advirtió en su día, a través de ICOM, que se cuidaran las colecciones en los museos de arte contemporáneo, porque se estaba corriendo el peligro de que se parecieran todas como dos gotas de agua, con los mismos nombres de actualidad o moda en el mercado internacional.
En España se comenta con cierta crítica que el peligro radica en la denominada “Colección ARCO”, como modelo general para los coleccionistas que adquieren obras de arte en la conocida feria madrileña de ARCO. Las colecciones de arte deben ser singulares y responder a un criterio que las articules, bien de un estilo, unos artistas, un género, una cualidad, unas fechas, un campo, una generación…
Hay colecciones que nacen con un propósito de inversión, lo cual es legítimo, pero su deseo final de que la adquiera y mantenga la Administración pública, sea estatal, regional o local, es una pretensión que puede dar al traste con el mantenimiento de la colección. Algunas de las propuestas de venta o de depósito de los coleccionistas ante la Administración, son de suyo inadmisibles respecto a precio, lugar, nombre…, por lo que no acaban cuajando la operación, con el peligro de dispersión de las obras como conjunto de colección.
Entre los casos de propuestas fallidas está el de Ella Fontanals Cisneros y su colección de arte iberoamericano, pensada en algún momento para el edificio de Tabacalera en Madrid. Otros, como el de la Fundación Camilo José Cela en Iria Flavia, sí obtuvo un buen final, al adquirir la colección la misma Xunta de Galicia. Un caso reciente de buen fin de la Colección de 28 miniaturas de Bill Jordan, tras seis años de espera a que se hiciera firme el legado del norteamericano, tras su fallecimiento, ha tenido lugar en 2024. Se han logrado los complicados permisos pertinentes, para que el legado de esa colección llegara, al fin, al Museo del Prado, institución legataria de la misma. Las miniaturas pintadas sobre marfil, con algunos marcos de carey, son obra de Sofonisba Anguissola, Carreño de Miranda, Juan van del Hamen, El Greco, Sánchez Coello, etc
La historia de las colecciones de arte y su permanencia, abandono o destrucción en el tiempo hablan de su fragilidad de mantenimiento y conservación en el “tiempo destructor” de que hablara Marguerite Yourcenar.
Bibliografía y Webgrafía
-PAGANO, Ezio: El Abecedario del coleccionista. Claves para orientarse en el mercado del arte; Córdoba, 2024; Editorial Cántico.
-DUPONT, Pepita. La verdad sobre Jacqueline y Pablo Picasso (2014). Editorial Elba. Barcelona.
https://arsmagazine.com/un-legado-que-llega-seis-anos-despues-miniaturas-prado/
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