Mostrando entradas con la etiqueta Eduardo Calvo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Eduardo Calvo. Mostrar todas las entradas

jueves, 22 de octubre de 2020

NOCHE Y NIEBLA

 



Eduardo Calvo *

    22.10.2020 .- Madrid .- Bajo este epígrafe el Estado Mayor del ejército alemán reunió en 1941 las medidas coercitivas encaminadas a someter a cualquier oponente en los territorios invadidos. Pronto la Noche y la Niebla reinaron en toda Europa, y se pensaban inagotables.
 Al final del franquismo la oscuridad paradójicamente no se cernía sobre una buena parte de los españoles. Había esperanza, y una prudente ilusión, y esa nerviosa paciencia que presume lo inevitable. No porque los enemigos de Franco estuviésemos a punto de derribarlo y nos alentase una firme convicción democrática. Éramos muy pocos, todos comunistas, de demócratas no teníamos ni la bufanda. De tanto defender la libertad y la democracia, algo se le pegó a más de uno.  El bienestar económico del momento no ayudaba a la subversión, pero tampoco apuntaló el armazón deshuesado del Régimen. El general Franco no acabó en el exilio. Murió en la cama, por el otoño de 1975. Murió con él la Dictadura, de repente vacía de futuro y de principios. 
    La democracia la trajeron algunos franquistas. En concreto dos: Torcuato Fernández Miranda y Adolfo Suárez, falangistas ambos. El rey Juan Carlos remó vigorosamente a favor, y lo siguió haciendo el 23- F de 1981, cuando titubeó largamente pero por fin titubeó para bien. Supo interpretar el sentido del viento, se adaptó y sobrevivió, y eso fue bueno. Considerarlo un estadista, una especie de Maquiavelo de nuestros días, es una memez esparcida por aduladores o beneficiados. Lavarse las manos en su desguace, a estas alturas, para exonerarse o seguir la corriente, es igualmente despreciable. No huelga mencionar que su hijo, el rey Felipe VI, desdeñó la menor sombra de vacilación en octubre del año 2017, cuando defendió la nación y la ley frente a la asonada independentista. Sus palabras ganaron el aprecio y el respeto de muchos, también el rencor y la inquina de otros; son los segundos quienes ahora mandan. 
    Ese deslizamiento de un estado a otro, que hemos dado en calificar como Transición, hubiese sido inviable sin el patriotismo de los comunistas de entonces. Santiago Carrillo, personaje de claroscuros y contrastes, agregó mucho a la tarea de reconciliarnos sin dobleces. Tuvo el llamado Régimen del 78 dos aciertos esenciales: evitó un enfrentamiento civil y estableció un sistema de libertades. En él debe, dejó abiertas las heridas de la corrupción y el separatismo; por ellas se ha desangrado su ciclo. Unos cuarenta años duró el reinado de Isabel II, lo mismo que el franquismo, lo mismo que lo de ahora. No asistimos tanto a la embestida revolucionaria como al esperpento terminal de una etapa. Es claro que los protagonistas defenderán su preeminencia tenazmente; como nuevos oligarcas acaban de decidir que el país es suyo. Pueden todavía hacer más daño del que han hecho, antes de que agarren el portante. No son una anomalía. Esta pesadilla es inseparable de la degradación acuñada a lo largo de los gobiernos de Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy. Si bien este confuso final de lo conocido no nos permite vislumbrar el porvenir inmediato, al revés de lo que respirábamos en las últimas boqueadas de la dictadura. Por eso nos anonadan la Noche y la Niebla, y se nos hacen eternas: a usted, que dicen que no se pone bien la mascarilla o no usa la adecuada; y a ti, que al parecer siempre estás de botellón, de parques, bares y terrazas. Así cuentan todas las televisiones a todas horas; los españoles no somos de fiar y nos va como nos va. Nada de pedirle cuentas al gobierno, que por no saber contar no han hecho ni un recuento cabal de los muertos; ni un atisbo de examen de conciencia, si algo de conciencia guardasen. Dijo Sánchez que habíamos derrotado al virus, que salíamos más fuertes, que disfrutásemos del verano. Eso dijo y ahí sigue, sin que se le caiga la cara de vergüenza. Eso pregonó el pretendido “gobierno con alma” propio de unos desalmados. Sin duda la pandemia y su gestión torticera han acelerado el deterioro. Ya son irrefutables las fallas de un estado fallido. Ya sabemos que Cataluña es independiente de hecho, a falta de formalización jurídica y a costa de los españoles. En el norte, el independentismo vasco permanece al acecho, a la espera del momento propicio para negociar una crecida de sus privilegios. Del orgullo de nuestra sanidad pública, supuestamente envidiada y envidiable, quedan las cenizas perplejas y un eco lastimero. El modelo autonómico, tal como funciona, ha probado ser un impedimento en la organización de prestaciones fundamentales, como son la sanidad y la educación. Caro lo pagamos: con la vida y la salud; con el conocimiento y la preparación. Órganos como el consejo interterritorial de sanidad o conceptos como co-gobernanza suenan a burla. El empobrecimiento de sectores cada vez más extendidos de la sociedad será profundo y duradero, peor que el acaecido a raíz de la anterior crisis económica, de la que estábamos saliendo a duras penas; lloverá sobre mojado. Nadie dude que afrontaremos un país hecho trizas, una administración colapsada y un gobierno abrazado a la mentira y al autoritarismo. Jaleados por la caverna televisiva y por una muchedumbre de comunicadores mercenarios, con la judicatura amarrada y con el rey bajo sigiloso arresto domiciliario, la clique sanchista aspira a la cronificación del malestar para bunkerizarse en el poder. Sueñan con unas elecciones híbridas, entre el trámite y la farsa. Han trazado una raya determinante: a un lado ellos y su muy exclusiva felicidad; al otro la desdicha y la resignación del pueblo. Aplican esa retórica sonajero -insistente, torpe y monocorde- según la cual todo daño se debe a quien les lleva la contraria. 

    Tesitura semejante oscurece su pronóstico porque los partidos políticos de hoy pertenecen al ayer. Dejando aparte a la camarilla y sus socios independentistas, los grupos de la oposición no acaban de conectar con la gravedad extrema de los acontecimientos y con la angustia creciente de los españoles. Es como si encarásemos el Kali Yuga, o edad sombría, que cita René Guénon, armados con una linterna de juguete. Al frente del Partido Popular tenemos al señor Casado. Es muy buen parlamentario y parece un buen hombre. No es poco, desde luego, pero no es suficiente. Encontró cercanos talento y coraje, virtudes nada habituales. Alejó esos triunfos, en vez de utilizarlos con la sagacidad y el comedimiento deseables. Rectificar no sólo es de sabios; la política es el arte de la rectificación permanente. Tampoco se le ve cómodo, agobiado acaso por la herencia sonrrojante de sus predecesores; no es para menos. Con todo, si bien Atlas estaba condenado a soportar el peso de los cielos sobre sus hombros, lo más que puede sentir el señor Casado ante el mensaje infamante - “Tranquilo Luis, sé fuerte, hacemos lo que podemos” - es vergüenza ajena y punto; él no escribió ese texto. Debatir con quien tenga que hacerlo-sea Vox o el lucero del alba – es tan legítimo como necesario, siempre que no implique olvidar quienes están en el gobierno de España para desgracia de España. 
    Concurrí a las dos ultimas elecciones generales en las listas de Ciudadanos; fue un honor. Guardo aprecio por algunos antiguos compañeros, tanto si siguen en el Partido como si lo han abandonado. No entiendo el nuevo rumbo emprendido por la señora Arrimadas. Solicité mi baja cuando Adriana Lastra dejó de insultarnos; a mi juicio una fea señal. De otros dizque liberales que han tomado distancia, es obligado precisar que el nuevo y siempre agudo Albert Rivera, el muy razonable Marcos de Quinto y el muy severo Juan Carlos Girauta tienen una envergadura que excede el bullicio pintoresco de lo que dicen “redes sociales”. 
    Respecto a Vox, calificarlo como “el Podemos de derechas” es más un error que una simpleza. Vox no pacta con Bildu o con los separatistas, no cuestionan la unidad de España, no amenazan el modelo democrático. Ciertamente su discurso, sencillo y discutible, crece entorpecido por la hojarasca de una mercadotecnia urgente y primitiva. Son asimismo aficionados a las medias verdades, tan refrescantes al pronto, pero tan incompatibles con la verdad entera. Claro que la violencia no tiene género, y claro que hay machismo. Por supuesto que debe regularse la emigración, pero no distraigan con los emigrantes, que no son el problema principal. No es baladí que sus palabras y actos provoquen estremecimientos de placer en los voceros más turbios del sanchismo. Es un fenómeno que los dirigentes de Vox deberían entender y enmendar. 
 Entre tanta noticia desalentadora, algo se mueve para bien en el atormentado espacio socialdemócrata. Felipe González ha marcado una posición claramente contradictoria con el desgobierno presente. Es de desear que otros sigan ese camino. Felipe González, Alfonso Guerra, Joaquín Leguina o Eduardo Madina son hombres y nombres relevantes para construir una alternativa que enderece la nación. No es prudente, sin embargo, jugarse el todo a una partitocracia exhausta, acostumbrada a premiar la mezquindad y la obediencia. La nación pertenece al pueblo. Al término de un Régimen, demasiados políticos se desentienden de ambos, furtivos de su deber y del destino. Vamos a necesitar de usted, y te necesitaremos a ti. Si realmente queremos juntarnos para defender la libertad y regenerar la política. Se dice deprisa y se olvida rápido. Mil veces que lo olviden mil veces que habrá que recordarlo, si queremos recobrar la dignidad y la patria. En los municipios y ciudades, en los barrios y plazas apelaremos a la gente de principios para rebatir a esta gente de finales, risueños hacedores de fracasos. Mientras llegan los políticos iremos reuniendo el paño, la brea y la madera. Tejeremos las antorchas que aventarán la noche y barrerán los rescoldos infames de la niebla. Le corresponde a usted, a quien Sánchez y sus secuaces no se cansan de mentir y ofender. Te incumbe a ti, a quien le han puesto la vida bien cuesta arriba. Porque sin usted no salimos de esta. Porque sin ti no hay España que nos valga.

* Eduardo Calvo:
Fue profesor en la Facultad de Ciencias de la Información de la UCM.
Dirigió los Institutos Cervantes de Árgel, Orán, Beirut, El Cairo y Tánger.
Novelista, poeta, ensayista, guionista de cine y televisión.
Diputado por C´S en la XIII legislatura. 

sábado, 20 de junio de 2020

CONTRA LA MELANCOLÍA




por EDUARDO CALVO

          21.06.2020 .- Madrid .- El estudioso inglés Robert Burton escribió  Anatomía de la Melancolía  en el primer tercio del siglo XVII. Es libro extenso y erudito, voluntariosamente inspirado en el físico Demócrito, coetáneo de Platón, Aristóteles y Sócrates; vivió cerca de cien años y la locura visitó sus días finales. Presumiblemente más preocupado de su propio abatimiento que del de su maestro, Burton rastrea las guaridas de esa bilis negra que envenena a quienes tuercen el rumbo. No excluye ningún motivo. Los astros, los ángeles , las brujas, la dieta el placer, la soledad, el exceso de ejercicio, el temor, la envidia, la malicia. Establece un recorrido exhaustivo del que ni el mismo Dios se salva. Un dios pagano, Baco, robó la razón al tracio Licurgo por haber podado las viñas de un campo prohibido. Leemos en el Antiguo Testamento cómo “ un espíritu malo que venía de Yahve perturbaba a Saúl “ . Y también que el rey Nabucodonosor comía hierba como un buey, “ y su corazón se hizo semejante al de las  bestias “. Entre las causas y los efectos a menudo figuran lazos providenciales. Llegué a Robert Burton gracias al poeta argentino Jorge Luis Borges, cuya excelencia aparece interpolada en ocasiones por una mácula de romanticismo; no así sus lecturas proclamadas, que son irreprochables. Del peruano Mario Vargas Llosa recabo al menos dos novelas sobresalientes en una narrativa dilatada y próspera:  La ciudad y los perros y  La guerra del fin del mundo. De su obra más conocida,  Conversación en la catedral, guardo un recuerdo impreciso y el desagrado profundo de una frase que me solivianta. “ ¿En qué momento se jodiÓ el Peru, Zavalita ?” . Es obvio que Zavalita es un trasunto de Vargas Llosa. Era obvio que la pregunta traería cola. Cambien Perú por España y ya tienen el núcleo de la murga hipócrita y tristona. En qué momento se jodió este país; suelen sustituir España por “ este país”. Comunicadores, políticos , intelectuales. Abrumados por un pesar impostado. Lejos de los españoles de a pie, razonablemente abrumados por llegar a fin de mes, esos a quienes cualquier memo frondoso se permite llamar “ españolitos “. Tras un rato de congoja no encuentran respuesta, y como este país no tiene arreglo, pasan ellos a arreglar sus vidas, que ahí son unos maestros. Se libró España de la lacra del romanticismo. Salvo los ripios del Tenorio, “ La canción del pirata” de Espronceda o las pertinaces y oscuras golondrinas de Bécquer apenas  sufrimos daños que merezcan mención detallada.
Tardíamente, la quejumbrosa generación del 98 derramó extravagancia y mala leche con mano tonta, pródiga y bastante menos ingenua que la de los románticos. Si exceptuamos a Ortega, un conservador cabal con muy buena prosa, y una Sonata de Valle Inclán- la Sonata de invierno-, el resto componen una tropilla hosca y pintoresca. Azorín es irrelevante.  Baroja y Unamuno, engreídos y reaccionarios. Personajes disfrazados de ellos mismos. Nos paramos en sus anécdotas; leerlos no es tan fácil. Consignemos que vivieron como pensaron y escribieron; enojados y enojosos. Los cenizos de ahora son desfachatados y versátiles. Ceñudos y sesudos de puertas afuera; de puertas adentro vida muelle. El contraste se alivia cuando mandan; entonces lucen contentadizos. Hasta qué punto se ponen iracundos, si te atreves a discutir sus opiniones, es cosa digna de verse. No interesa cuándo se jodió España, no ha ocurrido. No hay que remontarse al apagamiento de Roma, a la expulsión de los judíos, a las algaradas carlistas, los tópicos al uso. Ni siquiera la guerra civil que hicieron mis padres y me contaron mis abuelos. Importan el aquí y el ahora. El aquí es eso que muchos preferimos llamar España. El ahora es la jornada irrepetible. La viviremos con los ancianos que tienen que estar en lo más alto. Con los muchachos, a quienes debemos la insignia futura de su ancianidad. Con cada mujer y cada hombre, tan bravos en la mitad del camino. Sepamos si somos capaces de salir adelante. No salimos más fuertes; es otro obsceno embuste.

Existen robustas excusas para la melancolía; hoy claro que sí. Permanecen los flecos ominosos de la enfermedad y asoman rasgos torvos de penuria al cabo del retroceso económico. Me viene a la cabeza una canción en las voces de Bing Crosby y Al Jolson. “ Brother can you separe a dime”. Aquí la tradujeron “ ¿Hermano me das diez centavos?”.Ilustraba la desalmada coyuntura en los Estados Unidos de los años treinta. “Medio millón de botas arrastrándose por el infierno y yo era el chico del tambor”. Es probable que pronto escuchemos la vergüenza de millones de zapatos de suelas incesantes midiendo los senderos de la humillación y la necesidad. Y nadie querrá ser el chico del tambor. A los pocos que no se les encoja el bolsillo se les encogerá también el corazón. No es sencillo ser feliz cuando alrededor crece la desdicha. El gobierno actual está formado por inútiles y por ambiciosos, bien atornillados al sillón y a su disfrute. No tienen ni el coraje de dar nombre a los muertos. Ignoran que a la política se viene a prestar servicio y ganar honra. Su propaganda sugiere que no hay otros políticos. Haberlos haylos. Cito dos ejemplos: Cayetana Álvarez de Toledo y Eduardo Madina. Tienen en común inteligencia y hombría de bien. Cayetana Álvarez de Toledo es la portavoz del partido popular en el Congreso. Aglutina la plataforma “ Libres e iguales”, encomiable aunque fuese solo por su definición. Con frecuencia me gusta lo que dice la señora Álvarez de Toledo; casi siempre me gusta cómo lo dice. Fomenta una dignidad adusta que personalmente agradezco. Eduardo Madina compitió con Pedro Sánchez en las primarias del PSOE. De haber sido afiliado le hubiese votado. No porque me estorbasen las ideas de su contrincante, el ahora presidente, que tampoco entonces tenía alguna.  Hubiese votado al señor Madina tanto por sus ideas como por su trayectoria. La socialdemocracia ha sido fundamental en Europa a la hora de construir el Estado de Bienestar. La reorientacion del ideario socialista cuadraba con el liderazgo de Eduardo Madina. Su derrota en primarias no pasa de ser un incidente. Cada día tiene su afán. La Segunda Guerra Mundial no empieza con el desembarco en Normandía. Los antiguos persas educaron a sus jóvenes en tres habilidades: el manejo del arco, montar a caballo y decir la verdad. Suficiente. No conozco a estos dos políticos; los reconozco. No tienen que renunciar ni a sus prejuicios ni a sus principios. Alguien sin prejuicios no es de fiar; sin principios es fuente de ignominia. Principios y prejuicios no están para traicionarlos; para trascenderlos, desde luego. La ideología no puede ser un pretexto para eludir el recto gobierno. La coincidencia entre políticos distintos y de buena índole va más allá de la mansedumbre de querer estar de acuerdo por estarlo, más allá de la comodidad de resignarse. Obedece a lo esencial: encarar estos tiempos de tribulación, tarea que Heidegger encomendaba equivocadamente a los poetas. “ A few good men”. Unos pocos hombres buenos. Así reza el lema oficioso de los marines americanos. Necesitamos unos pocos políticos buenos. Hasta hace breves meses habría añadido a Ines Arrimadas al listado de esperanzas. La señora Arrimadas enseñó un valor descomedido en Cataluña frente al independentismo. Se ha hecho cargo de un proyecto gravemente dañado tras los últimos comicios. La angustia por la supervivencia parece haber atropellado a la dirección de Ciudadanos. El pasado valeroso y claro tiende a desvirtuarse en un presente confuso y dócil. Puede que sean el salvavidas postrero del peor gobierno de nuestra democracia; de ser así no serán nada. Con los liberales moderadamente centrados en la inopia, sólo cabe una fusión fría entre conservadores y socialdemócratas capaz de armar una alternativa limpia, eficiente y purificadora. Una alternativa que borre incertidumbre y angustia. Convenientemente alejada de los viejos hábitos. Un impulso que nos haga levantar la mirada del suelo y fijarla en el horizonte. España no se detendrá. Acudo al final del Quijote. Alonso Quijano toca la muerte con dedos inmortales, destinado por fin a ser quien es. Razona Sancho Panza, que empezó avispado y se transformó gloriosamente. Sus palabras son para el amigo: “ La mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir sin más ni más, sin que nadie te mate ni otras manos te acaben que las de la melancolía “. Así dijo Sancho y así sea.
Eduardo Calvo
Profesor en la Universidad Complutense, ex Diputado a Cortes por Ciudadanos. De la histórica familia de actores apellidados Calvo, Tiene importante trayectoria literaria.