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miércoles, 8 de diciembre de 2010

Saorín, la pintura realista después de la mirada a las cosas

“Decadencias”
Saorín
Sala de Exposiciones La Lonja del Pescado
Alicante. Del 12 de noviembre al 2 de enero de 2011




Julia Sáez-Angulo

            08.12.10.- Madrid.- “Decadencias” es el título de la última exposición de Saorín, en la que ha recreado la poética de la ruina y la destrucción, en el realismo pictórico que le caracteriza y define como uno de los mejores del panorama artístico español.

Asombra siempre a los críticos este maestro de la acuarela cuando participa en algún concurso de pintura, porque vemos en él la maestría del dibujo en la difícil técnica al agua que no permite arrepentimiento alguno como se puede permitir el pintor al óleo. Jesús Lozano Saorín (Jumilla, Murcia, 1957) siempre acaba con algún premio por este sorprendente buen hacer, pese a la renuencia de algunos miembros de jurados que se resisten a la técnica de la acuarela.

Inglaterra, Francia, Alemania y los países nórdicos aprecian sobremanera la técnica de la acuarela ¿Por qué no tanto en España? La duquesa de Calabria, doña Ana de Orleáns, -acuarelista ella misma, de una familia que ha cultivado siempre la acuarela desde la infancia- cree encontrar la explicación en el hecho de la humedad ambiental del clima que favorece el esponjamiento del papel como soporte. A ello habría que añadir el hecho de que la luz potente del sol en España puede debilitar el color de la acuarela si esta no se conserva adecuadamente.

En todo caso, la acuarela de Saorín goza de una salud y perfección excelentes. Su intensidad cromática la hace resistente al paso del tiempo. Un tiempo que es motivo de reflexión en su obra, cuando muestra objetos desportillados, desconchados o muros heridos por el uso, la humedad, la mancha... Todos los temas de Sahorín en esta muestra cobran cierto valor de “vanitas”, de reflexión sobre el paso del tiempo.

Ventanas hacia la naturaleza enmarañada

Más que la poética de la ruina, al modo en la concibió el escultor Miguel Ángel Buonarotti, que se centraba sobre todo en el fragmento de la escultura o la arquitectura como mutilación del discurrir de los avatares históricos, la poética de la ruina de Saorín es la de la contemplación meditativa de la humildad de uso objetos cotidianos o unas paredes en las que alguien vivió y que hoy se llenan de telaraña.

Resultan hermosas sus ventanas, a través de las cuales aparece el jardín o la naturaleza enmarañada, un respiro y una oxigenación en verde. El espíritu del espectador se esponja ante estas insinuaciones de vida vegetal tras el abandono y el deterioro de los muros. El pintor se pone a veces incluso escatológico al mostrarnos lavabos y retretes, quizás evocando el miserabilismo manchego de otro gran maestro realista como es Antonio López.

Botes, botellas, frascos en anaqueles vetustos... esta serie de Saorín es menos amable que otras representaciones icónicas suyas, más costumbristas o felices. Se trata de un quiebro querido, porque ya sabemos desde el XVIII, que el arte no ha nacido solo para la belleza sino para la libertad y el testimonio personalizado y querido del artista.

sábado, 2 de octubre de 2010

Singular Museo de las Escuelas en el pueblo histórico de Luzón




Julia Sáez-Angulo


Una entrada insólita a las escuelas de niños de los años 40 y 50, después de la guerra civil española, es lo que viene a contemplarse, entre otras cosas en el singular Museo de las Escuelas en el pueblo histórico de Luzón, situado en la provincia de Guadalajara.

Una visita muy especial y evocadora a una escuela genuina de las décadas citadas con pupitres alargados de madera envejecida, huecos para los viejos tinteros, cartillas de escolaridad, antiguas enciclopedias y fotos de niños con moda y sabor añejo delante del mapa de España o todos juntos delante de a fachada de la vieja escuela, hoy museo.

La efigie de Franco o los libros de José Antonio, el fundador de la Falange Española, merodean por distintos estantes o la pequeña biblioteca de armario, para informar los tiempos en que planeaba la llamada formación del espíritu nacional.
Es un milagro que se conserve algo así en un país que quema y destruye todo y sistemáticamente su pasado.

Javier López Herguido, concejal de Cultura del Ayuntamiento de Luzón nos muestra el museo en el que, además de las viejas escuelas franquistas, se muestra una serie de objetos y piezas etnológicas ya en desuso, que hablan de un pasado inmediato. “Hay que hablar del pasado porque no podemos negarlo”, explica López Herguido.

“La historia es la historia y no cabe negarla”, añade este concejal de izquierdas, al que algunos, por ignorancia reprochan que mantenga una escuela franquista, que no es una precisamente una recreación sino un testimonio real y rotundo de lo que fue.

Luzón es un bello pueblo histórico citado en el Cantar del Mío Cid: "Otro día de mañana cavalgaba/con doszientos cavalleros escurrir los mandó/ hiban hacia los montes los que dicen de Luzón".

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Pequeño museo de Antropología

Desde la máquina de Singer, situada a la entrada, hasta los aperos de labranza o utensilios de corta y poda en la agricultura, hay un despliegue antropológico interesante, que se enriquece paulatinamente con las aportaciones de los vecinos del pueblo o visitantes. La memoria del pasado que se condensa poéticamente en las cosas utilizadas por los hombres.

En otra sala se muestran los célebres desfiles de diablos y mascaritas de Luzón, que salen en carnaval tiznados de hollín y aceite, con grandes cornamentas de toro, dientes de patata y enormes cencerros metálicos atados a la cintura. Persiguen y tiznan a todos aquellos que no van disfrazados o cubiertos de mascaritas blancas, estos últimos cubiertos con un paño blanco de diminutos agujeros para ojos, nariz y boca. Un audiovisual da vida al evento.

Por último, una espléndida sala de exposiciones de arte en la que actualmente se muestra la obra abstracta titulada “De aire y de luz”, de Laura Buente, pintora argentina afincada en Madrid; y las esculturas de la serie “Expresiones análogas” de Somo en hierro o acero cortén, de una gran elegancia formal y rítmica. Un cuadro de la pintora Concha Márquez figura igualmente a la entrada del museo.

En torno al pueblo, las esculturas del conjunto denominado “Hitos del Rodenal”, sobre los cerros que estuvieron cubiertos de pinos, antes del terrible incendio de 2007, que asoló la zona y en el que murieron once personas entre ellas Blanca, la única mujer, a la que Linda de Sousa, escultora de origen portugués, dedicó una emocionante escultura en piedra y hierro a modo de túmulo, titulada “Branca/Blanca”.

Entre el Museo de las escuelas y la bonita iglesia de la Virgen de la Peña de Luzón, Linda de Sousa tiene otra escultura de piedra blanca de Sintra y hierro, igualmente dedicada a la mujer, frente al valle que se divisa de lo alto del pueblo.

Los alumnos escultores de la Escuela de Bellas Artes de Murcia y Altea, han colaborado en este ambicioso proyecto de “Hitos del Rodenal”. Un homenaje artístico a la memoria de las víctimas y un recordatorio a los vivos de una ausencia de vidas malogradas y de la naturaleza boscosa de lustros, perdida para siempre en un atroz incendio.

En la visita particular al museo se encontraban el artista Juan Jiménez, la estudiosa de arte sacro Elisa Sáez de Slöcker y la comisaria barcelonesa de eventos artísticos, Julia Herrera.

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