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martes, 11 de febrero de 2014

José Carlos Martín de la Hoz, postulador de la causa de beatificación de monseñor Álvaro del Portillo






Julia Sáez-Angulo


            Licenciado en Geología, doctorado en Teología, sacerdote e historiador de la Iglesia, don José Carlos Martín de la Hoz, que trabaja en la Oficina para las Causas de los Santos de los Opus Dei y por tanto en la postulación de monseñor Álvaro del Portillo (Madrid, 1914 – Roma, 1994), ha glosado ante los medios informativos la figura del prelado del Opus Dei, que sucedió al fundador san Josemaría Escrivá, así como las fases del proceso de su beatificación.

Monseñor Álvaro del Portillo será beatificado en Madrid el próximo 27 de septiembre.

            Martín de la Hoz recordó que pasaron  más de cinco años desde la muerte para que se iniciara la causa de beatificación de monseñor Álvaro del Portillo y que dos tribunales, uno en la Santa Sede y otro del Opus Dei han trabajado conjuntamente para la causa de beatificación. Informó que en Madrid ha habido más de se produjo para la causa de su  beatificaciodre dict el Opus Dei han trabajado conjuntamente para la causa de su beatificaciCap 70 testigos -50 son suficientes- que declararon sobre el futuro beato y una vez completado el proceso en 2008, el Santo Padre dictó un decreto de Venerable.  Fue un proceso muy documentado por ser universal y eclesial.

Además de los numerosos favores concedidos por Don Álvaro, en 2013 se produjo el milagro de la curación inexplicable de un niño chileno por su intercesión. Las gracias y favores las concede siempre Dios, pero son los santos los que interceden, explicó Martín de la Hoz.

El sacerdote postulador de la causa destacó las virtudes de Álvaro del Portillo como por ejemplo su gran paz,  serenidad y gozo, fruto de la gracia de Dios y de su esfuerzo personal. Era un hombre que no tenía aristas, subrayó, con gran capacidad para darse a los demás. Era muy tímido, siempre lo fue, pero se superaba con la idea evangélica de “lanzar la red”. Su formación de ingeniero de Caminos le hacía tomar ejemplos de su profesión en la predicación como la “ecuación de la gracia: “A más dificultad, más gracia de Dios” o cuando hablaba de “embalsar para cuando llegue la sequía”.

Del Portillo viajó por distintos países, donde abrió centros del Opus Dei y alentó diferentes iniciativas sociales y educativas. Se preocupaba mucho por las personas cercanas. También supo ayudar a algunas comunidades de religiosas como las de Santa María Inmaculada de Galapagar, que le profesan un gran afecto.

El futuro beato fue el encargado de explicar el Opus Dei ante la Santa Sede y llegó a consultor de la Congregación de la Doctrina de la Fe. Cuando se implantó la prelatura del Opus Dei, Álvaro del Portillo alentó la conexión de la Obra con los Obispos de modo natural. El representó la fidelidad en la etapa de la continuidad tras la muerte de san Josemaría; fue una fidelidad a la vocación recibida, explicó Martín de la Hoz. Del Portillo fue “el báculo del padre”,  al decir de José María Hernández Guernica.

Durante el coloquio con los periodistas, don José Carlos recordó que el papa Pablo VI le dio un buen consejo a Álvaro del Portillo y el permiso para divulgarlo: que pensara en lo que haría el fundador del Opus Dei a la hora de hacer algo. Ambos, monseñor Escrivá y Álvaro del Portillo había trabajado frente por frente durante muchos años.

Dijo también que don Álvaro era más premioso hablando que el fundador del Opus Dei, este último más ágil y vivo como buen aragonés. La lentitud y suavidad de don Álvaro convenía a la hora de predicar en algunos de los países orientales que visitó como Japón, Filipinas o Australia. Del Portillo sintetizaba mucho, quizás por haber trabajado  en la Congregación para la doctrina de la fe.


Más información:







martes, 30 de abril de 2013


 

Ernst Burkhart y Javier López Díaz, autores de "Vida cotidiana y santidad en la enseñanza de san Josemaría"



Acaba de publicarse el tercer y último volumen de Vida cotidiana y santidad en la enseñanza de san Josemaría. El conjunto de esta obra, que supera las 1.800 páginas, constituye la primera exposición teológica completa del mensaje del fundador del Opus Dei, informa Zenit.

La presente obra en tres volúmenes expone teológicamente el mensaje de san Josemaría. Los autores, Ernst Burkhart y Javier López Díaz, profesores de Teología en Roma, han podido valerse de todos los escritos del fundador del Opus Dei, tanto los publicados como muchos aún inéditos, para llevar a cabo este estudio que despliega ante el lector un panorama de santidad y de apostolado y un ideal de transformación del mundo hasta ahora poco conocido.

Los dos volúmenes anteriores vieron la luz en 2010 y 2011. En el primero, el lector encuentra un recorrido histórico sobre la vocación y misión de los laicos, y tres capítulos sobre la finalidad última de la vida cristiana: la gloria de Dios, el reinado de Cristo, la edificación de la Iglesia por la santificación y el apostolado. Los temas del segundo volumen no son menos centrales: la filiación divina sobrenatural, la libertad de los hijos de Dios y el amor y las demás virtudes teologales y humanas de un hijo de Dios. El conjunto de estos temas compone una imagen del cristiano como “otro Cristo”, o más aún, con expresión de san Josemaría, “el mismo Cristo”, porque el cristiano ha de afirmar con san Pablo: “no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí” (Gálatas 2,20).

El tercer volumen, recién publicado, aborda primero la santificación del trabajo profesional y de la vida familiar y social; después, la lucha por la santidad y, finalmente, los medios de santificación y apostolado. Concluye con un epílogo sobre la "unidad de vida", expresión típica de san Josemaría con la que los autores condensan su enseñanza. Como afirmaba el fundador del Opus Dei: "En la línea del horizonte parecen unirse el cielo y la tierra. Pero no, donde de verdad se juntan es en vuestros corazones, cuando vivís santamente la vida ordinaria..." (Homilía 8-X-1967, en: Conversaciones, 116).

Juan Pablo II definió a san Josemaría Escrivá como "el santo de lo ordinario", precisamente por su enseñanza sobre la santidad en la vida cotidiana. "Pionero de la espiritualidad laical", lo definió el cardenal alemán Josef Frings. Dios se ha servido de él –escribió el cardenal Ratzinger– para hacer surgir "una fuerza de bien en el mundo" que se caracteriza por la vinculación entre "fidelidad a la gran tradición de la Iglesia, a su fe, con desarmante sencillez, y apertura incondicional a los desafíos de este mundo".

Josemaría Escrivá ha actuado como un despertador, proclamando: que "la santidad no consiste en ciertos heroísmos imposibles de imitar, sino que tiene mil formas y puede hacerse realidad en cualquier sitio y profesión. Es lo normal y consiste en dirigir a Dios la vida ordinaria y penetrarla con el espíritu de la fe" (J. Ratzinger, Homilía 19-V-1992).