miércoles, 6 de mayo de 2020

Fernando de Magallanes (III)- Juan Sebastián Elcano


 Carta Náutica de Colón
Mapa mundi, Cresques Abrahán

por Joan Oliver Torrents.

          06.05.2020 .- Palma de Mallorca .- Con este escrito acabo mi serie dedicada al “Gran Viaje”, publicada en LA MIRADA ACTUAL. 
Empecé los cinco trabajos con “Capitulaciones de Valladolid, 22-III-1518 Fernando de Magallanes” el 10 de noviembre de 2018. Seguí con “MONEDA CONMEMORATIVA” 26 de septiembre 2019, “FERNANDO DE MAGALLANES (I). Unos antes necesarios” 28 de octubre de 2019, “FERNANDO DE MAGALLANES (II)” 17 abril 2020, y el presente “Fernando de Magallanes (III)- Juan Sebastián Elcano”.
Espero haber aportado mi granito de arena al conocimiento de los hechos, la ciencia y las personas que lo hicieron posible.
Una vez recordado parte del Gran Viaje, en “FERNANDO DE MAGALLANES (II)”, Magallanes llega al ansiado “mar del Sur” que espera lo lleve a las islas de la Especiaría.
Salen al recién bautizado mar Pacífico con tres embarcaciones, pues la Santiago zozobró quedando destrozada junto al rio Santa Cruz y el San Antonio desapareció sin saber cuál era la causa o rumbo elegido.
Los ánimos de las tripulaciones están afectados. Fernando de Magallanes tiene que desarrollar todo su saber para animarlos ante lo que se les presenta; Parte desconocida del “mar del Sur” que los llevará a Maluco. Todos de rodillas cantan la Salve.  
Por primera vez unos marinos pasan del Océano Atlántico al Océano Pacífico.
Enfilan el “mar del Sur”, recién bautizado como mar Pacífico, rumbo Norte. La temperatura se va templando poco a poco.
 A los 42 grados latitud Sur encuentra un cabo al que bautiza cabo Tres Montes. Chile considera a Magallanes su descubridor.
Las cartas de navegar, que atesora, indican que alrededor de los 35 grados latitud Sur las tierras son de Asía. Siguió hasta dicha latitud y no hallaron las tierras esperadas.
Una de las teorías de Cristóbal Colón sobre el tamaño de la tierra -indicado en el 2º Libro de Esdras, reforzado por padres de la Iglesia, por el Cardenal D’Ailly y, que posiblemente Ptolomeo también calculó-, consistía en que la tierra estaba formada de 7/7 partes: 6/7 de tierra firme y 1/7 de mar océano. Magallanes, por lo que explicaré más adelante, seguía con la misma creencia.
Creo interesante recordar que Colón en el segundo Viaje, descubriendo la zona sur-oeste de Cuba y habiendo pasado el conjunto de islas Jardín de la Reina, creyó e hizo firmar a sus marineros que Cuba era parte del continente. Adjunto mapa (1) donde vemos a Cuba unida a un continente -tierras de Zayton, Mangi, Catay, etc. Asía -, que es, en realidad, lo que hoy conocemos por península de Yucatán, México.  Para Colón el continente descubierto era parte de Asía. Una zona con una sociedad menos desarrollada.
El Almirante Colón buscó el famoso “paso” donde hoy tenemos el Canal de Panamá. Del famoso “paso”, buscado por Colón y Magallanes, debieron tener noticias de su existencia.
El 18 de diciembre al no encontrar tierra asiática, que consideraba hallaría a partir de los 35 grados latitud Sur, viró rumbo Noroeste para así tener mayor oportunidad de encontrar tierras o islas orientales y por creer que las islas de las Especias estaban cerca al haber atravesado el “mar del Sur”. 
Reflexionemos el momento; Magallanes cree encontrar tierra a partir de los 35 grados latitud Sur por los mapas que tenía. ¿Dónde creía estar? Contemplemos un globo terráqueo o un mapamundi. Borremos de nuestra visión el Continente Americano y el Océano Pacífico. Cree estar en Australia cuyos 35 grados latitud Sur pasan por el sur de dicha isla-continente y los 40 grados latitud Sur por su Estrecho de Bass y la Isla del Rey (2).  Fernando de Magallanes creía estar cerca de Australia.
Contemplando el Mapa-mundi de Cresques Abraham (3), realizado en la Ciutat de Mallorca, año 1375, vemos que la tierra está formada por una zona terrestre, 6/7, que va desde la Península Ibérica hasta la de Catay y otra de mar, 1/7, que es el Océano Atlántico. Cresques Abraham y la Escuela de Cartografía Mallorquina calculaban que la circunferencia terrestre medía 21.000 millas -21.000X1,852=38.892 kilómetros-. Algo más pequeña que su realidad. También contemplamos (4), al sur de la península de Catay, una gran isla, “ILLA TRAPOBANA”, con la imagen de un rey, un elefante y varias edificaciones. Su situación y tamaño nos demuestran que corresponde a Australia y, posiblemente, Magallanes sabiendo de ella la quería encontrar en los 35 grados latitud Sur donde se está y, de allí, rumbo Norte llegar a Térnate e Islas Filipinas.
Los mapas anteriores (1), (3) y (4) nos demuestran que la información que tenían Colón y Magallanes era la misma y que había sido recogida y cartografiada por el pueblo hebreo de Mallorca.
Esta hipótesis debo argumentarla; En el mapa-mundi de Ptolomeo y en el de Angelino Dulcert, Ciutat de Mallorca año 1339, Asía aparece incompleta, no se sabía más. En el de Cresques Abraham Asía está completa igual que la “ILLA TRAPOBANA”, o sea Australia. En el globo terráqueo de Martín Behaim, año 1492, el Continente Americano no existe y aparecen las Islas de Sant Brandon y Cipangu -Cipango- frente a las de Cabo Verde. El Océano Indico llega hasta estas últimas islas. No hay espacio ni aparece el Océano Pacífico. Si le superpusiésemos el Continente Americano la Cipangu estaría dentro de México.  Vemos, también, una gran indefinición de islas.
En el globo terráqueo de Hunt-Lenox, año 1510, vemos incorporado América del Sur. También encontramos parte de mar –“mar del Sur”- y el Océano Indico. El norte del subcontinente americano está casi unido a la isla de Zipancri-Cipango-. Tampoco existe el Océano Pacífico y hay un conglomerado de islas asiáticas.
El “encontrado e inmenso Océano Pacífico” no está en el Mapa-mundi de Cresques Abraham 1375, no está en el globo terráqueo de Martín Behaim 1492, ni en el de Hunt-Lenox 1510. Nadie lo conocía. Lo que si esta, en el de Cresques Abraham, es la “ILLA TRAPOBANA” -Australia- que Magallanes buscaba en los 35 grados latitud Sur y que es su verdadera situación. Magallanes buscaba lo que tenía en sus mapas.
Creo en la hipótesis que he expuesto. La información que utilizaron Colón y Magallanes provenía de la Escuela de Cartografía Mallorquina.
Si volvemos a nuestra visión real sabremos donde estaba en realidad y lo que le faltaba por recorrer. De haberlo sabido ¿hubiese dado la vuelta hacía el Estrecho de Magallanes y, de allí, regresar a España o ir al Cabo de Buena Esperanza, ruta portuguesa, hasta Malaca? No creo que se hubiese vuelto atrás. El capitán general era un hombre de una sola palabra. Había prometido a Carlos I, Rey de España, que llegaría a las islas de las Especias por la “ruta de poniente” y nada lo iba a hacer cambiar. Su decisión era firme y no cabían en él indecisiones.
Viendo que sus mapas no le indicaban donde estaba dejó de consultarlos y se adentró mar adentro. Pasar del continente africano a la costa de Brasil y recorrerla hacía el Sur había sido muy laborioso, pero esperado. Lo de ahora era una total incógnita. Cada milla recorrida era desconocida en sus informes. Se veía obligado a navegar por unos mares inmensos, inexplorados y anónimos.
Sería interesante que volviésemos a contemplar el globo terráqueo o el mapamundi y supusiésemos lo que le esperaba. La inmensidad del Océano.  El Pacífico, que, para él, era una parte del mar del Sur y del Indico. Lo real no existía en su información.
En FERNANDO DE MAGALLANES (II) 17 de abril de 2020 anoté: “El 31 de marzo de 1520 encontraron una bahía a la que le puso de nombre puerto de San Julián. Se encontraba a 50 grados latitud Sur. El capitán general indicó que invernarían allí y que las raciones de galleta y vino se reducirían a la mitad dado el tiempo que debían estar invernando y que lo necesitarían para seguir el Viaje.”
Sus cálculos preveían un tiempo de invernada, otro de llegada y cruce del “paso”, y, llegada a los 35 grados latitud Sur donde sabía encontraría suministros para sus hombres. No fue así.
Los alimentos empezaron a escasear, el calor tropical corrompía lo poco que quedaba. El agua faltaba y la poca que había se ponía amarilla despidiendo un desagradable hedor. Empezó el escorbuto, los oficiales y los guardiamarinas comían ajos. Los demás no. Los ajos son antiescorbúticos, de haberse sabido seguro que se hubiera evitado la deficiencia con el consiguiente ahorro de vidas.      
Los días eran interminables. No se veía tierra por ninguna parte. La temperatura y la malnutrición adormecían a la marinería. Los hombres estaban cada vez más desilusionados al contemplar un mar y un cielo inmenso, con un calor insoportable y sin horizonte dónde poder arribar.
El 24 de enero de 1521 encontraron una isla deshabitada. Era un atolón redondo formado por el cráter de un volcán sumergido. Le puso de nombre San Pablo. Pescaron tiburones y peces de gran tamaño que, junto con aves marinas, ahumaron y guardaron en los barriles. Encontraron huevos de aves marinas y de tortugas, comieron y almacenaron. Recogieron agua.
Otra vez se adentran hacia lo desconocido e inmenso. Pasan los días, gastan los alimentos. La temperatura sigue en aumento, pero todos, todos, están ansiosos por llegar. Su recompensa (5), creían, valía el sacrificio. Esperan llegar pronto a Térnate. Habían encontrado una isla y esperaban hallar más camino de su destino.
El 13 de febrero, se cree, pasó el Ecuador hacía los 160 grados de longitud Oeste, lo que explica que no encontrase las islas Navidad ni la de Jarvis. Debió pasar muy cerca de los archipiélagos de las Marshall, de las Gilbert o Mulgraves. Tuvo mala suerte en lo desconocido.
El 5 de marzo de 1521 se acabó la comida. Diecinueve hombres habían fallecido, veinticinco no podían tenerse en pie. Los que quedaban recurrieron a comer ratas, galletas con sus gusanos y la poca pesca que encontraban. Se rascaron las barricas para sacarles sustento o sabor, se hirvieron trozos de las mismas y la piel de la verga mayor. Todo lo que pudiera tener algún alimento o sabor se pretendía.
Hemos anotado y leído que diecinueve hombres habían fallecido. Qué fácil es escribirlo y leerlo. Junto a un gran héroe hay individuos anónimos que, queriendo, o no, dan la vida…Diecinueve personas y todos los que anteriormente desaparecieron… Personas que tenían familia, esperanzas en un futuro mejor, anhelos particulares y familiares, vidas dedicadas al Gran Viaje por aventura o por necesidad. Citamos a Magallanes olvidándonos, frecuentemente, de su “equipo”. Aunque sea por un instante dediquemos un íntimo homenaje y recuerdo a todos los que, también, hicieron posible el primer Gran Viaje alrededor del Mundo.  
Siguieron navegando. Encontraron la isla de Guam. Sus habitantes se acercaron a las naves españolas, subieron a ellas sin ninguna oposición pues los españoles estaban sin fuerzas. Pertenecían a una tribu guerrera que cogían lo que les apetecía. Para ellos no existía la propiedad privada. Su desprecio hacía lo ajeno era inaguantable. No tenía límite.  Los marinos, para defenderse, les dispararon. Varios indígenas cayeron heridos. Los nativos huyeron.
Las tres naves españolas salieron de la bahía para evitar ser atacados de noche. A la mañana siguiente volvieron a la bahía. Al pasar frente al poblado dispararon sus cañones. Hirieron a varios pobladores, todos desaparecieron dejando el poblado y sus provisiones a merced de los españoles. Éstos recogieron lo que pudieron y agua.
Viendo otra isla vecina se dirigieron a ella, se llama Rota. Un intérprete indicó a los nativos que los españoles no deseaban hacerles ningún daño. Lo que querían era alimentos a cambio de objetos de gran valor: herramientas de metal para construir sus embarcaciones. Hubo trueques. El capitán general insistió en dejar la isla por si los habitantes de Guam informaban a éstos y había problemas. Era el 9 de marzo de 1521.
De la isla de Rota se navegó rumbo Oeste-Sudoeste entre pequeñas islas. Los enfermos iban mejorando gracias a los nuevos alimentos.
El 16 de marzo de 1521, a 11 grados latitud Norte, encontraron otra isla que bautizaron con el nombre de San Lázaro. Se trataba de la isla de Samar, Filipinas.
En 1512 Magallanes había llegado, secretamente, desde Malaca, a las islas Filipinas. De este viaje adquirió el convencimiento de que era una zona que pertenecía a España. Primero, al servicio de Portugal y por la “ruta portuguesa”, había llegado a estas islas. Ahora 16 de marzo de 1521, por la “ruta de poniente” llegaba por segunda vez a estas islas.
Abandonaron San Lázaro cogiendo rumbo Sur. Al atardecer llegaron a la isla de Homonhon. Anclaron y por la mañana se dispusieron a estudiarla. Estaba deshabitada, encontraron plantaciones de taro, arroz, bosques de cocoteros y árboles de pan. Magallanes decidió quedarse en su bahía resguardada para que los marinos enfermos se repusieran y arreglasen los barcos para, así, tenerlos en condiciones de navegación. Estaban cerca de Maluco.
En la isla de Homonhon tuvieron contacto con nativos de otras islas, se informaron mutuamente y llevaron a cabo algunos trueques.
Restablecidos, llenados sus barriles de los víveres que consiguieron y, con mayor optimismo al saberse en las islas orientales, arriaron velas siguiendo rumbo Oeste-Sudoeste los tres navíos españoles: “Trinidad”, “Victoria” y “Concepción”.
Llegaron al mar de Mindanao el 28 de marzo de 1521. De la isla de Limassawa se desplazó su gobernador o rajá, Colambu. Los malayos ofrecieron frutas, verduras, nueces, vino de palmera, platos de arroz, cerdo y gallina guisada, etc. Todo en vasijas de porcelana china. Todo le certificaba que había encontrado la zona de oriente que ya conocía y era motivo del viaje. El rajá fue obsequiado con telas de colores variados y otros muchos regalos. El rajá regaló a Magallanes una cajita con jengibre en conserva y una barrita de oro. El capitán general aceptó el jengibre y consideró oportuno mostrar desinterés por el oro.
Los habitantes de Limasswa tuvieron un comportamiento muy amistoso con los españoles. Intercambiaron muchas mercancías. Se celebro el Domingo de Pascua con una misa mayor y Magallanes tomó posesión, en nombre de España, del archipiélago de las islas de San Lázaro.
El 3 de abril de 1521 dejaron la isla rumbo Noroeste, Canal de Canigao, islas Camotes y Sudoeste dirección Cebú.
El 7 de abril de 1521 entraron en la bahía de Cebú. En el puerto se encontraba una embarcación china, lo que alegro a Magallanes pues aquel junco del Catay demostraba que estaban cerca de Maluco.
El capitán general envió una comisión a parlamentar con el rajá. Los españoles indicaron que representaban al capitán general de la flota y, éste, al rey más poderoso de Europa. Explicaron su itinerario y el motivo del viaje. Se discutió si debían pagar los impuestos requeridos a las embarcaciones que entraban en su puerto.  Los españoles[U1] , con firmeza, defendieron que su rey no pagaba impuestos y que les ofrecían la paz o la guerra. El rajá tenía noticias de enfrentamientos armados de los portugueses con asiáticos y no quiso provocar a los españoles.
Magallanes consiguió que el rajá de Cebú aceptase ser súbdito del rey de España, Carlos I. Se realizó trueque de mercancías con los isleños; carne, fruta, vino de palmera, productos artesanales, hierro por oro en condiciones muy ventajosas para los españoles.
Magallanes desarrolló su nueva vocación misionera, junto al padre Valderrama y otros tripulantes, convenciendo a los habitantes de la isla para que se cristianizasen. Junto al bautizo del datu Humabón, como rajá Carlos, se sacramentó a esposas, cortesanos y nativos.
Los capitanes de las otras dos embarcaciones y parte de la tripulación no seguían su fervor religioso. Todo lo contrario, se dedicaron al vicio carnal llegando, incluso, al abuso. Enterado Magallanes quito el mando del Victoria a Duarte Barbosa y lo encadenó para escarmiento de los demás. Fue sustituido por Cristóbal Rabelo.  
Reunió a todos los jefes de la isla de Cebú, e islas próximas, para que se bautizaran y aceptasen la soberanía de Carlos I.  Uno se opuso, Cilapulapu, de la isla de Mactán, isla cercana a Cebú. Magallanes envió un destacamento de soldados a incendiar Bulaia. Una vez incendiada y saqueada la ciudad exigió el pago de tributos y prestar vasallaje a su Rey. Cilapulapu no aceptó.  
Magallanes quiso asentar la autoridad y prestigio español en aquellas islas. Para ello pensó en un castigo ejemplar.
Hubo un consejo de oficiales. Le mostraron que lo que pretendía era contrario a su misión, no habían ido a colonizar ni evangelizar. El motivo del Viaje era encontrar el “paso occidental” hasta Maluco y volver con especias. Le recordaron las indicaciones del rey Carlos I referente a la obligación de centrarse, únicamente, en llegar a Maluco.
 Llevaban tres semanas en Cebú y todos querían proseguir el viaje a Térnate.
Magallanes les comunicó que antes de marchar hacía Térnate iría personalmente a castigar a Cilapulapu.  Esto irritó a los oficiales. Le recordaron las órdenes del Rey: el capitán general debía permanecer con la flota y bajo ningún pretexto podía aventurarse a una escaramuza peligrosa.
El capitán general convencido de que su fe lo haría vencedor, sin permitir ayuda de sus oficiales ni de los demás jefes tribales de las islas, y, sin ningún plan de batalla reunió a veinte voluntarios de cada embarcación. Magallanes rehusó la ayuda de mil hombres que le ofreció el rajá de Cebú. Improvisó la acción de castigo esperando, únicamente, la ayuda de Dios. Se apuntaron voluntarios lacayos, grumetes, pajes y sobresalientes, todos sin ninguna formación militar y mal provistos para aquel ataque. Con tres bateles, a remo, llegaron a la costa. Costa llena de arrecifes de coral que les impedían arribar hasta la orilla.
Les esperaba un ejército de varios miles de indígenas formando tres columnas en forma de media luna. Entre la playa y la ciudad colocaron trincheras que les protegían.
La inexperiencia de los soldados hacía que sus armas no obtuviesen los resultados deseados. El capitán general no conseguía que sus órdenes fuesen llevadas a cabo. La desorganización era total, los indígenas se dieron cuenta de la inoperancia del enemigo. Traspasar las trincheras cargados con sus armaduras, lanzas y arcabuces fue agotador. Los indígenas retrocedían más allá del poblado para atraer a los españoles. Magallanes ordenó incendiar el poblado.  Antes de conseguirlo los indígenas avanzaron envolviendo a los españoles.  
Magallanes se dio cuenta de la desproporción de las fuerzas y organizó la retirada. Unos contenían el avance mientras los otros atravesaban las trincheras defendiendo desde la zona opuesta. Una vez traspasadas, la tropa se dirigió a la playa mientras los indígenas les cerraban el paso. Los marineros, bisoños e indisciplinados, rompieron filas y presos de pánico corrieron hacía los bateles.
Magallanes fue herido en una pierna. Aguantó firme en la playa dando tiempo a que sus marinos alcanzasen sus botes. Sus enemigos, cuerpo a cuerpo, avanzaban. Recibió otra herida, otra y otra … Los nativos se dieron cuenta de ello y se lanzaron contra él.
Fernando de Magallanes murió, multiplicándose, para que sus compañeros se salvasen. Vivió y murió como un noble capitán.
Fernando de Magallanes había descubierto que las islas de la Especiaría pertenecían a España por el Tratado de Tordesillas. Negoció, junto con Ruy Faleiro, las Capitulaciones de Valladolid. Organizó el Gran Viaje que hizo posible llegar a dichas islas por la “ruta de poniente”. Venció infinidad de dificultades. Fue el primer marino en cruzar desde el Océano Atlántico al Pacífico. Llegó a su destino, las islas de la Especiaría, y murió en su empeño.
Magallanes fue un hombre de valores que tuvo el fallo de no considerar sus fuerzas frente a las del enemigo. Pagó con su vida.
Para sustituir al gran capitán general, que fue Magallanes, la tripulación, por la ley del péndulo, nombró capitán general a Duarte Barbosa, el amoral y carente de valores, que había sido destituido y encadenado.
Duarte Barbosa no vengó la muerte de Magallanes. Se mostró débil.
Cilapulapu y Humabón disfrutando la derrota de los españoles y el nombramiento de su nuevo capitán general, que consideraban de conducta licenciosa y falta de carácter para el liderazgo, con la ayuda de los sacerdotes indígenas a los que se les habían destruido sus templos, planearon vengarse de los españoles.
Viendo la posibilidad de que éstos se marchasen acordaron, con Barbosa, una ceremonia de despedida en la que le entregarían una serie de joyas para Carlos I.
A la recepción acudieron los jefes de la flota ataviados con sus mejores galas y sin armas.
Pasadas unas horas, Gonzalo Gómez de Espinosa y Juan Lopes Carvalho, volvieron corriendo hacía el puerto, cogieron un bote y remando tan rápido podían llegaron a las naves españolas poniendo en aviso de que los oficiales, después de beber grandes cantidades y de rondar a las mujeres indígenas, estaban siendo atacados por los nativos.
Desde la flota vieron a Juan Serrano, capitán de la Concepción, atado de manos. Serrano les grito que los demás españoles habían sido asesinados y que pedían un rescate por su vida. Carvalho viendo la posibilidad de que fuese una treta, para atacar a la flota, no negoció el posible rescate y dio órdenes de salir del puerto a alta mar. Los tres navíos quedaron gobernados así; Trinidad por Gonzalo Gómez Espinosa, Victoria por Juan Lopes Carvalho y la Concepción por Juan Sebastián Elcano que no había sido invitado a la recepción.
Era el 1 de mayo de 1521. Juan Lopes Carvalho fue elegido capitán general. Viendo el estado de la Concepción y que sólo disponían de ciento ocho hombres acordó traspasar todas las personas y pertenecías a los otros dos barcos, incendiándolo después.
Durante tres meses, Carvalho, los condujo por el mar de China, de isla en isla, pareciéndose más a una misión de piratería que comercial. La tripulación lo destituyó relevándolo por Gonzalo Gómez Espinosa.
El 8 de noviembre de 1521, con Espinosa, llegaron a Maluco. En Maluco supo que Térnate se encontraba bajo el poder de Portugal. Decidió arribar a Tidore donde consiguió que su rey jurase vasallaje al Rey de España. Con las mercancías españolas, que les quedaban, consiguieron llenar de especias los dos barcos.
Juan Sebastián Elcano, al mando del Victoria y con cuarenta y siete hombres, emprendió el Viaje de vuelta por la “ruta portuguesa”. No fue una vuelta fácil, Elcano tuvo que hacer frente a motines, deserciones, temporales y toda clase de desventuras. Elcano pertenecía a la pequeña nobleza vasca. Había ayudado a reclutar veinticuatro compatriotas.  Se enroló como contramaestre en la flota de Magallanes.
Demostró ser una persona de gran voluntad, coraje y prestigio ante sus hombres.
Llegó a Sevilla, en el Victoria, el 8 de septiembre de 1522 con diecisiete hombres.
Juan Sebastián Elcano fue la primera persona en dar la vuelta completa al mundo y quién acabó el Gran Viaje acordado en las Capitulaciones de Valladolid entre Carlos I, rey de España, y Fernando de Magallanes y Ruy Faleiro.
Gonzalo Lopes Espinosa intentó su regreso a través del Pacífico. No lo consiguió y volvió a Maluco. Entregó su barco a los portugueses en Térnate. Regresó a España en 1526.
Quiero copiar, una vez más, lo que nos dejó Simón Wiesenthal en su libro Operación Nuevo Mundo” El papel de los científicos hebreos de Mallorca en la nueva representación cartográfica del mundo, que puso la base para los viajes de descubrimientos, no ha sido todavía justamente valorado.”
Wiesenthal nos dice, y otros muchos testimonios nos lo confirman, que los descubrimientos portugueses y españoles se debieron a la Escuela de Cartografía Mallorquina. Nos lo demuestra, aquí, Magallanes. Su base cartográfica para pasar del “mar del Sur” a las islas de las Especias era el mapa-mundi de Cresques Abraham. Para el capitán general lo que no estaba cartografiado por los hebreos mallorquines, no existía. Al ser una zona no recorrida, anteriormente, carecía de testimonios e información para los científicos mallorquines. Magallanes fue el primero en recorrerla.
Todo lo que encontró, a partir del “paso”, fue nuevo.
En Magallanes su base científica se debió a la Escuela de Navegación Portuguesa, heredera de la Escuela de Sagrés que había organizado y dirigido, bajo el patrocinio del Infante Henrique el Navegante, Mestre Jacome de Mallorca. Con esta formación, el luso, llegó a las Indias y descubrió que las islas de las Especias y las Filipinas pertenecían a España. Aprovechando la “ruta de poniente”, la información de la Escuela de Cartografía Mallorquina y de la Escuela de Navegación Portuguesa se vio capaz de llegar a dichas islas por la ruta inaugurada por Colón.
Tanto en Fernando de Magallanes (6) como en Cristóbal Colón debemos hacernos preguntas y buscar las respuestas en las bases que propiciaron los descubrimientos portugueses y españoles: Los científicos hebreos de Mallorca.

(1)   Carta náutica de Colón 1494. Fue elaborada en la ciudad de La Isabela, en la isla de La Española. Dicha carta ha sido reproducida desde una descripción literaria. Se encuentra, entre otras maravillas científicas, en el Museo del Tratado de Tordesillas. Tordesillas, bonita villa que encierra dentro de sus paredes mucha historia de España, mucho arte y el magnífico Museo de Tratado. Quién no la conoce, debe hacerlo.
(2)   La Isla del Rey, Australia, debe su nombre a Philip Gridley King, primer gobernador. Me recuerda, su nombre, la isla del Rey que hay dentro del magnífico puerto natural de Mahón, Menorca. Bajo la dominación inglesa el almirante John Jennings mandó construir un hospital en 1711, en la isla del Rey, pues era juicio inglés que los hospitales debían estar aislados.
En la Isla del Rey, Mahón, también podemos encontrar los restos de una basílica paleocristiana.
            
(3)   Mapa-Mundi de Cresques Abraham. Nos muestra la no existencia del Continente Americano y del Océano Pacífico en dicho mapa. Las 7/7 partes no incluían estas partes del mundo que, con el Descubrimiento de Colón y el Gran Viaje de Magallanes, se descubrió su existencia.


(4)   Parte del Mapa-Mundi de Cresques Abraham. En su zona sur vemos la “ILLA TRAPOBANA”, o sea Australia que está, en realidad, en los 35 grados de latitud Sur que Magallanes buscaba.

(5)    Los grumetes tenían derecho a un quintal de clavo, los marinos a dos, los lombarderos a diez, los pilotos a veinte y el capitán general a cuarenta.

(6)   En lo referente al capitán general me he valido del libro de CHARLES MCKEW PARR “Magallanes. Un noble Capitán”.
Mapa mundi, Cresques Abrahan



















 [U1]

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