jueves, 9 de noviembre de 2017

“La escultura después de las vanguardias”, conferencia de Julia Sáez-Angulo, en la Fundación Juan Moral de la Universidad de Jaén



Felipe Serrano Estrella presenta a Julia Sáez-Angulo

Julia Sáez-Angulo

L.M.A.

            La crítica de arte Julia Sáez-Angulo, presentada por el historiador de arte Felipe Serrano Estrella, impartió una conferencia sobre  “La escultura después de las vanguardias” en la Fundación Juan Moral de la Universidad de Jaén. La conferencia comprende una breve introducción sobre la historia de la escultura, para centrarse en apuntes sobre las rupturas y quiebros del siglo XX, con sus figuras destacadas como son: Auguste Rodin, Henri Moore, Pablo Picasso, Marcel Duchamp, Joan Mirla escultora conceptual Moraza ode escultores españoles ó, en París; Oteiza y Chillida, en España, seguidos de otros nombres de escultores españoles contemporáneos de finales del XX y actuales del XXI.

            Sáez-Angulo dividió la conferencia en los siguientes apartados:

I .- Apuntes históricos sobre la Escultura

II .- Auguste Rodin (1840 -1917) y Henri Moore (1898 -1986)

III.- Pablo Picasso ( 1881  -1973) Exposición en el Centro Georges Pompidou. Año 2000

IV.- Marcel Duchamp (1887 -1968). El ready-made, objeto encontrado y el gran quiebro

V .- Brancusi, Boccioni, Duchamp-Villon, Naum Gabo y Pevsner, Miró, Calder, Arp, Christo…

VI.- La Escultura en España. Siglos XX y XXI. Jorge Oteiza (1908 -2003) y Eduardo Chillida (1924-2002). Pablo Gargallo (1881-1934), Pablo Serrano (1808-1985) y Honorio García Condoy (1900-1953).

VII.- Juan Moral escultura de la piedra y el metal 

          Vamos a dar el primero y el ultimo de esos apartados.
*****
I .- Apuntes históricos sobre la Escultura

            Lejos ha quedado aquella afirmación del escritor y crítico de arte Charles Baudelaire en un artículo publicado con motivo del Salón de Arte de 1846, titulado: ¿Por qué la escultura es aburrida?, en el que afirmaba que la escultura era aquello que estorbaba para ver la pintura. Prima donna de las artes, la pintura ha gozado durante siglos del primer rango (considerada junto a la arquitectura y la escultura como una de las “tres artes mayores”, respecto a las otras denominadas menores, como el dibujo, el grabado o las artes decorativas. En la bidimensionalidad de la pintura se contemplaba mayor ilusionismo y espiritualidad que en la escultura, más rotunda en su realidad táctil, concreta y en sus materiales.

            La escultura, en su tridimensionalidad, era considerada un arte “anti-moderno”, por su naturalismo primitivo, positivismo brutal, que repetía de modo inexorable los patrones de la tradición greco-romana, es decir en la definición de la estatua clásica, “ésa cuya definición histórica formal se había configurado a través de la estatua ideal, la genuina aportación plástica de los griegos y sus herederos occidentales”. 

   Baudelaire detestaba las estatuas en los monumentos públicos con los próceres que, en muchos casos, olvidaba la generación siguiente, “con sus proporciones ideales, su serena quietud, su inexpresividad congelada, su moralidad pomposa y, sobre todo, su aire intemporal, estos ídolos de piedra le resultaban insoportablemente anticuados a este teórico de la modernidad, que creía en el artista contemporáneo como un nómada urbano, siempre a la busca de las impresiones fugaces, plenas de vida y color, pura intensidad e ilusión”, como bien señaló el profesor Francisco Calvo Serraller en su texto sobre “La reinvención de la escultura contemporánea”.

            No olvidemos que a la escultura se le ha dado un origen sacro, como se puso de manifiesto en la magna y célebre exposición sobre “Qué es la escultura moderna?”, que tuvo lugar en el Centro Georges Pompidou de París en 1986, extendida en aquella ocasión a un segundo espacio del tamaño de un hangar a las afueras de la capital francesa. Fue una muestra exhaustiva sobre la escultura; a partir de ella el Centro Beaubourg de París acabó con el gigantismo de las exposiciones, porque cayeron en la cuenta de que “lo mejor enseña más que lo mucho” y que exponer en dos sedes el mismo concepto no funcionaba entre el público que se fatigaba, dispersaba o se quedaba a medias.

            La primera estética de la escultura podríamos encontrarla en algunos eolitos reverenciados por grupos humanos, como los encontrados por el geólogo y antropólogo belga Rutot. Las piedras labradas del neolítico han inspirado a muchos escultores del XX y XXI cuando se inspiran en ese primitivismo expresivo que elude el detalle. Pero las construcciones escultóricas más potentes en este sentido las encontramos en los menhires y dólmenes, que representaban de modo sintético y simbólico la masculinidad fálica y/o la feminidad abierta. 

  A fines del paleolítico superior encontramos las Venus de Brassempouy (Francia) y de Willendorf (Alemania), primeras formas antropomórficas que muestran a la mujer expectante y fecundada por el hombre. Egipto mostró una escultura rígida, carente de huecos y movimientos. Habría de ser Grecia la que nos diera una representación simbólica de la figura humana, con los dioses Zeus, Hera y Apolo..., plasmados de forma piramidal, casi abstracta en el periodo arcaico, antes de ofrecernos la forma idealizada de la figura humana que hoy conocemos en las obras de Policleto, Fidias y más adelante Praxiletes, Escopas o Lisipo. Esta estatuaria clásica iba a retomarse en el Renacimiento y de alguna manera, prolongarse en su antropomorfismo en el arte barroco y neoclásico, con figuras notables como Bernini o Antonio Canova.

            El historiador de arte británico Lord Kenneth Clark parangona en el comienzo de su célebre libro Civilización –publicado por Alianza Editorial en España- la estatua del Apolo de Belvedere con una máscara fang africana, para concluir, que el autor descubre en la primera, la cultura griega, una civilización más elaborada, pero una mayor fuerza de síntesis escultórica y simbólica en la segunda, la africana. Una escultura, la africana, que habría de fecundar el arte occidental del cubismo en el siglo XX. 


Julia Sáez-Angulo, Juan Moral y Felipe Serrano Estrella
           
VII.- Juan Moral escultura de la piedra y el metal

            Finalmente, la conferenciante habló de la escultura del escultor jienense:
            Me gustaría terminar esta conferencia con algunos apuntes sobre la escultura contemporánea de Juan Moral (1944), que se inscribe dentro del humus tras las vanguardias históricas y neovanguardias. Él utiliza como material fundamental la piedra (cuarzo, carborumdum, granito, mármol, travertino, sodalita, fósiles, piedras nobles como ágatas… un sinfín de piedras de la naturaleza que ya de por sí son interesantes de citar y de tener en cuenta) junto al hierro o el acero cortén. Sus formas se debaten en la abstracción, bien sea orgánica o geométrico/orgánica, según las distintas series que ha ido jalonando a lo largo de su trayectoria artística profesional.

            Su escultura tiene una particular vocación por el espacio exterior, el aire libre, el diálogo con la naturaleza, la arquitectura  o el monumento público. Hay un deseo de redefinir el espacio que lo convoca. Una escultura que invita a ser vista de cerca para mejor apreciar las calidades del material, su color venido de la propia naturaleza de la piedra  -nunca manipulado- y la construcción de la forma que busca equilibrios no siempre fáciles. Una escultura que toma la línea curva de la naturaleza o la recta de la geometría, distorsionada hacia lo orgánico; una escultura de materia y hueco, de lleno y de vacío, de cromatismo natural de la propia piedra utilizada, como ya he señalado.

            Desde el pequeño fragmento de la piedra a la utilización de la misma si perder la referencia pétrea original, Juan Moral penetra en ella, no al modo renacentista de sacar la figura antropomórfica que lleva dentro, sino las entrañas mismas del material pétreo que llega de canteras cercanas o alejadas, como la sodalita de Brasil o de Bolivia, que interactúa con el agua, los fósiles de Grecia… Juan Moral busca la esencia de la misma piedra junto a la actuación del escultor.

            Se ha dicho que las piedras transmiten energía y algunos guardan una pequeña piedra en su bolsillo para acariciarla y retomar su fuerza. Algo así parece acontecer en el escultor jienense, que se centra en ese material pétreo para acariciarlo con la mirada, dialogar con él y desentrañar su interior hasta transmutarlo en obra artística. 

   Ahí están sus series Litospacios (1980-90), Tensiones y Equilibrios (1990-95), Geometría Orgánica (1996-99), Estelas Íberas (2000-2003), Renacimiento (2004-11) y Diálogos pétreos (2012-16). De buena parte de ellas ya hablaron con amplitud los otros conferenciantes que me precedieron en este foro.



          
-->

2 comentarios:

Ramón L. Fernández y Suárez dijo...

JULIA:
A pesar de no haber estado presente, de la lectura infiero la calidad de tu exposición que, como de costumbre, exhibe saber y buen hacer. !Enhorabuena!

Ramón

Amalia de Toca dijo...

Enhorabuena Julia. Eres incombustible.
Gracias por transmitirnos tantas experiencias interesantes.
Un abrazo. Amalia