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sábado, 20 de octubre de 2018

RETRATOS: María Luisa Valero, pintora, cantante, demiurga, filo-austriaca, animada, imprevisible


Obras de M. Luisa Valero

 María Luisa Valero, pintora


Julia Sáez-Angulo

            18/10/18 .- MADRID .- Cuando nació era una bebé tan bonita que su padre decía a toda la familia que era una cuquita preciosa, de ahí que familiarmente se la llamara Cuqui desde el primer día de su nacimiento. De las tres hermanas Valero, ella era la más guapa con diferencia. De joven dicen que se parecía mucho a Claudia Cardinale, algo que no entiendo, porque siempre ha sido rubia, monísima y las monjas de su colegio la elegían cada invierno para hacer de Niño Jesús en las representaciones y autos sacramentales de Navidad.

            María Luisa Valero y Espinosa (Madrid, 1948) era una alumna aventajada en dibujo y pintura en el colegio de monjas, artes que cultivaba y que le llevaron sin ninguna vacilación a estudiar Arte en el Instituto de Artes Decorativas de España, IADE, de Madrid. Al tiempo, ella lucía sus aires de chica simpática y sociable, junto a su  estampa de chica guapa y estilosa, a la que se le amontonan admiradores y pretendientes en la puerta de su casa. A su padre, el abogado don Antonio Valero, buen observador, no se le escapaba el éxito de su hija y sabía quien era cada uno de los amigos que revoloteaban en su entorno –casi siempre exóticos. Cuando la llamaban al teléfono – de aquellos que estaban en medio del pasillo en los años 70, y se enteraba toda la familia de lo que hablaba y el padre lo cogía, le avisaba:

            “Cuqui, al teléfono el teutón”, se refería al amigo alemán; “Cuquí, te llama Mustafá”, cuando era el amigo estudiante marroquí; “Cuqui, al aparato el  bizantino”, si la llamaba el amigo griego o búlgaro, o yo que sé… Vistas así las cosas, Cuqui, después de terminar Bellas Artes, acabó casándose con un ingeniero austriaco y fue llevada a Austria por su cónyuge. El país centroeuropeo y sus costumbres la entusiasmaron. Allí fue feliz viendo paisajes boscosos y alpinos, con una familia política encantadora, sobre todo su suegra, con la que se llevaba muy bien y a la que todavía visita cada año –ahora en su tumba- porque se adoraban. Cuqui ha tenido dos hijos que son muy educados y están bien situados ; cuando se lo reconozco, me replica: “Eso no se improvisa; tiene toda una labor detrás”. Ellos, al igual que su hermana Carmen, están muy pendientes de su madre, sobre todo desde que le dio un jamacuco.

            Cuando volvieron a España, María Luisa Valero se dedicó a la docencia de dibujo y el arte en general en un Instituto de Enseñanza Secundaria. La docencia siempre viene como base y auxilio de los artistas. Claro que ella vuelve a Austria cada verano, donde se cita con un grupo de colegas que exponen conjuntamente al final de su prolongado encuentro estival. Hablar alemán le estimula.

            Dejando esta historia personal medio real y medio fabulada, lo que interesa es el arte de Cuqui, que se fijó con pasión en la Naturaleza como maestra de de belleza y perfección. Por más que se pinte con manierismo de formas o abstracción, un artista siempre ha de volver a la Naturaleza para hacer mano y recobrar la realidad, aún sin caer en el realismo. El profesor Joaquín de la Puente, director del Casón del Buen Retiro, la elogiaba siempre. Fue socia fundadora del Grupo Alameda y es miembro del Grupo pro Arte y Cultura. Un centenar de exposiciones, dentro y fuera de España, jalonan su trayectoria artística.

            La pintura de María Luisa Valero es figurativa, realista, y se sustenta sobre todo en un dibujo preciso y firme. Los árboles, ramas, hojas y fragmentos de troncos rugosos constituyen una serie muy interesante de su obra, que ha expuesto en diversas ferias y ámbitos, entre ellos, FAIM o la sala de exposiciones Nicolás Salmerón. Recientemente ha expuesto en Londres, de la mano de la galería Eka Moore, dirigida por Pilar Segarra y Vicente Heca, buenos amigos.

            Mujer sociable y simpática de verdad, enseguida toma las riendas de cualquier conversación o encuentro, como yo la he visto “ser y estar” con el acuarelista Antonio Cano en Blanca. Murcia, o en Archena o en Collado Villalba… Lo suyo es un don que se prolonga en sus facultades de demiurgo, porque ella tiene poderes curativos en las manos y de hecho consigue resultados asombrosos cuando las impone en enfermos físicos o morales, recientemente con una japonesa. Su hermana y yo, contemplamos atónitas el bien y la calma que deja en los otros su unción de manos. Algunos quieren que repita el ritual siempre silencioso y sin palabra mágica alguna, pero Cuqui le explica que solo se hace una vez sobre la misma persona, porque imprime carácter. Alguna persona le ha querido compensar sus servicios, pero ella responde muy seria y solemne: “el día que yo cobre por este don de mis manos, que Dios me ha dado, dejaré de tenerlo”. Carmen y yo, racionalistas y escépticas en estos menesteres, la miramos y escuchamos calladas  sin salir del asombro.

            Cuqui es un ser muy original que, además canta y toca la guitarra y es capaz de animar cualquier reunión. Pronto dará un recital para personas mayores de una residencia en la Fundación Esther Koplowitz que dirige Enrique Revuelta.

            Volviendo a su arte, que es lo que interesa de verdad, solo cabe decir que María Luisa Valero es una dibujante excepcional y pintora rigurosa, que halla en la Naturaleza, la belleza y perfección perseguida por todo artista. ¡Ah!, lo olvidaba: ella ha pintado como nadie la isla canaria de El Hierro con toda su textura, fuerza matérica y volcánica. Su hijo trabajaba allí como controlador aéreo.

         Cuqui toca el piano y seduce allí donde interpreta.

Más información

http://mlvalero.blogspot.com/








martes, 20 de noviembre de 2012

M. Luisa Valero, pasión por la pintura, el color y la forma


 Archivo:Palacio de Congresos y Exposiciones (Madrid) 01.jpg
Palacio de Congresos. Madrid


Julia Sáez-Angulo

         20.11.12.- Madrid.- Confiesa que su vocación vital es la pintura. María Luisa Valero se recuerda siempre a sí misma queriendo pintar y, para ello, se preparó profesionalmente, y a la pintura se dedica con entrega, ardor y pasión, aún a costa de sacrificios intensos, porque para ella la pintura es un arte, un placer y una entrega en su existencia. Una razón de vivir.

         El desaparecido profesor Joaquín de la Puente, conservador del Casón del Buen Retiro del Museo del Prado, tenía gran fe en la obra plástica de su alumna María Luisa Valero Espinosa (Madrid, 1948) y le apoyó con la presentación en el catálogo para la muestra que la pintora realizó en la Sala Joan Miró del palacio de Exposiciones y Congresos de Madrid en 1999.
         
         La trayectoria de María Luisa Valero  como pintora ha sido imparable desde los años 80, con casi un centenar de exposiciones a lo largo de su vida profesional, la última en la Feria de Arte Independiente 2012, FAIM, en la capital de España. “A través de unos años” fue el título de la exposición que le dedicó la Casa de Galicia en Madrid, donde la pintora mostró su amor a la naturaleza y su virtuosismo a la hora de aplicar el pigmento –casi siempre el óleo sobre lienzo o tala- y atrapar la forma de las cosas.

Paisaje de Austria, por M. Luisa Valero 
        

Todos los géneros pictóricos

Marinas y paisajes bellísimos entre los que destacan los grandes dípticos (70 x 200 cm.) de la isla del Hierro, tierra que M. Luisa Valero Espinosa frecuenta periódicamente. También los mares de Mojácar han pasado a sus lienzos, así como parques, jardines, arboledas, sabinas, hortensias, girasoles, almendros, hojas de plátanos…

         Pintora de todos los géneros, cabe recordar sus bodegones coloristas expuestos en la muestra titulada “Esencias”, donde plasma casi con asombro la maravilla del color y de la formas de las naranjas, las piñas, las berenjenas o los pimientos. Es el asombro de la pintura, el “Esto no es una pipa” de Magritte, porque es pintura. En el caso de los cuadros de M. Luisa Valero: estas no son naranjas, ni piñas, ni berenjenas, aunque sean aparentes magníficas naranjas, piñas, berenjenas… porque son por encima de todo, espléndidas pinturas.

         También la figura humana y los retratos como el de Eugenia, “La Cacharritos” figuran en el quehacer pictórico de la autora.

         M. Luisa Valero acude todos los años a un simposio de mujeres artistas en Salzburgo (Austria), donde se intercambian sabores y experiencias sobre el arte entre las creadoras que allí acuden para expresar con su lenguaje el mundo interior o exterior que les motiva. En una ocasión fue ella, Valero, la convocante y anfitriona en Madrid de una exposición de las artistas internacionales allí asistentes.

         Disciplinada, exigente, trabajadora al máximo, M. Luisa Valero pinta siempre, aun cuando el circuito comercial esté ralentizado. Pintar es como el respirar para ella, que confía en los tiempos mejores venideros cuando los artistas podrán dar mejor salida a sus creaciones plásticas.




        



jueves, 22 de abril de 2021

María Luisa Valero, Premio Tertulia Ilustrada por su trayectoria artística




María LÑuisa Valero entre María Eugenia Martínez, presidenta de la Tertulia Ilustrada y Julia Sáez-Angulo, directora de la misma


Isla del Hierro, por M. Luisa Valero


L.M.A.

Fotos: Peter Wall

22/4/21.- Madrid.- La pintora María Luisa Valero ha recibido el Premio Tertulia Ilustrada por su trayectoria artística, diploma que le fue entregado por la presidenta María Eugenia Martínez . La crítica de arte Julia Sáez-Angulo hizo el elogio de la galardonada como una artista que ha llevado a cabo una obra sostenida en su empeño y calidad estética. Destacó entre sus méritos la representación de la Naturaleza en su obra plástica, así como la serie sobre la isla canaria de Hierro, representada en una abstracción bellísima.

La artista visual premiada, acompañada de sus hijos Antonio y Mónica Mittendorfer, agradeció a las organizadoras de la Tertulia Ilustrada sus palabras y el premio otorgado, precisamente en el Día de la Tierra.

    María Luisa Valero Espinosa (Madrid 1948) estudió Arte y Decoración, con una marcada vocación hacia la pintura, a la se consagró, con paréntesis puntuales en la docencia de la misma en colegios o en su estudio -durante 30 años-, donde transmitió a sus alumnos el entusiasmo por la naturaleza y la figura humana, sobre todo del desnudo. Los profesores Joaquín de la Puente y Francisco Echáuz le dejaron “la mejor huella artística” en su formación profesional.

    Su primera exposición tuvo lugar en los 90 en Austria, país en el que residió largos años por matrimonio. Después expuso en 1995 en la madrileña galería de Santa Bárbara; allí presentó cuatro grandes bodegones de 90 x 81 cm. con cajas de acelgas y otros vegetales. “Me inspiré mirándolas en un pequeño mercado”, explica. También hizo una gran exposición en el Centro Cultural Gloria Fuertes de la isla canaria El Hierro, sobre los volcanes de su orografía. “El Hierro es un pequeño continente donde se dan todos los paisajes, pese a sus solo 40 km de largo. Es el lugar que más me impactado gratamente”, asegura la artista.

 En su obra pictórica domina el paisaje y los elementos naturales como las raíces y troncos retorcidos, así como las hojas de los árboles. “Habré pintado más de cuarenta cuadros con hojas volanderas, porque me gusta su libertad en el aire, en el espacio pictórico. Son la mejor metáfora de la libertad y la forma”, dice la pintora madrileña. En la paleta de la artista dominan los verdes, el azul pindado, los amarillos y los rojos. En realidad, maneja toda la paleta cromática. Su material estrella es el óleo, "el más resistente en el tiempo", al que con frecuencia mezcla con polvo de mármol y diversas tierras.

Para M. Luisa Valero, la base de la pintura está en el dibujo, “solo con el dibujo se logra la esencia de la pintura. Hay que dibujar y crear con el color. Cuando dibujo las raíces y los troncos de los árboles, acaban por salir en sus nudos ojos y bocas, como si tuvieran vida y existencia humana. Me gusta utilizar distintos lápices, algunos de ellos grasos, para lograr las texturas que busco” explica la autora.

M. Luisa Valero también ha pintado bastantes retratos, "siempre por encargo". Y recuerda con especial orgullo su cuadro titulado “La japonesa”, retrato de una mujer, en la que quiso representar a la geisha, a la mujer sumisa, en un formato muy grande de 190 x 80 cm.

    Los dibujos de troncos y raíces de la pintora producen con frecuencia el efecto de pareidolia.

Más información

https://lamiradaactual.blogspot.com/2018/10/retratos-maria-luisa-valero-pintora.html



M. Luisa y Carmen Valero

Nené Canet




domingo, 19 de septiembre de 2021

María Luisa Valero. Pintura sobre el cambio climático y sus consecuencias en la Naturaleza.

M. Luisa Valero y su cuadro "Cambio climático"


 







Julia Sáez-Angulo

18/9/2021.- Puente Viejo.- Ávila.- La pintora madrileña María Luisa Valero ha pintado diversos cuadros sobre el cambio climático, gran tema y problema de nuestro tiempo, que es motivo de sus reflexiones. Cuadros resueltos en colores fríos, azules y blancos, en los que la luz y el movimiento del mar con sus ritmos y sus misterios son protagonistas.

En su casa de Puente Viejo, la pintora convive con la naturaleza de encinas y pinares, y cada tarde camina, un largo paseo, por las pueblas, donde no faltan los caminos rústicos y portilleras. A las bellotas les falta muy poco para estar en sazón.

Pero la pintora ha querido pintar el mar, que ha conocido de modo intenso en la isla canaria de El Hierro, en Mojácar o en Almería. 

    “No me cansa contemplar el mar, porque es una fuente de cuadros continuos en movimiento. Yo he querido plasmarlo en mis obras, con el azul ultramar, un color casi mágico, que permite representarlo con brillantez. Me duele que el mar sea fuente de vertidos, como sucede en el Mar Menor, eso me ha llevado a pintarlo como metáfora del cambio climático”.

María Luisa Valero Espinosa (Madrid, 1948) ya había pintado el mar en una serie anterior sobre la Isla de El Hierro, donde pasó una larga temporada. Ahora el mar tiene otro concepto y significado. El título del díptico “Cambio climático” (60 x 160 cm) es lo suficientemente claro para decir lo que me preocupa. Un cuadro en técnica mixta de óleo sobre acrílico.

    “Sé que el planeta sufre periódicamente cambios climáticos, pero en esta ocasión, los casquetes polares se están deshelando y los vertidos al mar son un desastre ecológico. Me he llegado a preguntar si el cambio climático no habrá influido en el origen la pandemia del covid-19. En todo caso, lo mío es pintar y dar testimonio,  no solo mis inquietudes sino de las de muchos hombres y mujeres de nuestros días”, explica la pintora.

    Otro campo de actuación de M. Luisa Valero es su jardín, donde lucen un olivo, dos prunos, dos manzanos, altas arizónicas... Un frente de color separa el césped del porche. Son las flores: agapantos, claveles del aire, azulinas, geranios, petunias, begonias, claveles chinos y turcos, gitanillas, verbena… “No me gustan los jardines solo verdes, a la inglesa, necesito color seguramente por ser pintora. He encargado a Marcelino el jardinero, que me plante un árbol de Júpiter porque es de los pocos que florecen durante todo el verano y necesitan poco riego. Son los más sostenibles. El temporal Filomena acabó con algunos árboles del jardín del tiempo de mis padres: un pino y un ciruelo”.

    La pintora habla con orgullo de sus antiguos alumnos en la pintura, uno de ellos, hoy director general de una empresa, le compró diez cuadros de golpe para su nuevo piso, y le ha encargado la restauración de uno de sus viejos tiempos. 

Mas información

https://lamiradaactual.blogspot.com/2018/10/retratos-maria-luisa-valero-pintora.html

María Luisa Valero, pintora con una de sus obras


lunes, 10 de abril de 2017

María Luisa Valero, Viaje astral y pintura sobre la isla canaria de El Hierro




 M Luisa Valero Espinosa pintando en Noblejas


Julia Sáez-Angulo


            Madrid, 10/04/17 .- La pintora madrileña María Luisa Valero Espinosa cuenta que todo empezó con un encargo de acuarelas para distintos paradores de la red española, con alusiones al lugar donde se encontraban. Cuando llegó el turno para pintar las correspondientes al de a isla canaria de El Hierro, se encontró con el problema de que no conocía el lugar, no había estado nunca en la isla ni disponía de buenas fotos o ilustraciones para dedicarse a reproducirla en su arte.

            Decidida y dispuesta, conocidas sus dotes de poderes paranormales, María Luisa Valero Espinosa (Madrid, 1948) decidió hacer un viaje astral hasta la isla canaria de El Hierro.  Se trata de una experiencia extra corporal “dedicada y compleja”, en la que el cuerpo se proyecta hacia fuera, provocando un desdoblamiento, que lleva a una experiencia mental subjetiva, una proyección de la conciencia. Se logra por medio de distintos factores psicológicos y neurológicos. En definitiva es una disociación provocada.

            Lo cierto es que M Luisa Valero logró su objetivo, “viajar” a la isla de El Hierro y poder pintar las acuarelas para el parador nacional de aquella isla, que todavía sigue mostrando su pintura.

            “Este viaje astral fue tan intenso que los paisajes volcánicos de El Hierro se han grabado en mi memoria de tal manera que vuelvo a ellos con regularidad”, explica la pintora, que más adelante viajo a la isla, ya que su hijo fue destinado allí como controlador aéreo. A las acuarelas se sumaron dos grandes cuadros con paisajes volcánicos de la autora, que hoy se exhiben a modo de murales en el aeropuerto de El Hierro.

            “Me gusta utilizar sus arenas negras de la playa y trozos de roca volcánica que se adhieren con fuerza al soporte, lienzo o tabla y crea unos efectos muy sugerentes y alusivos al paisaje de la isla”, añade M Luisa Valero.

            Buena parte de estos paisajes volcánicos de El Hierro se guardan en la casa que M Luisa Valero tiene en Puente Viejo (Ávila), donde pinta durante los meses de verano.

            “Después de pintar una serie con bodegones de frutas en sus cajas de embalaje, que tuvieron éxito porque los vendí todos, he sentido de nuevo la necesidad de volver a esos paisajes volcánicos canarios que tanto me seducen”, confiesa la autora, que fue galardonada en 2015 con el diploma y la medalla de la Asociación Española de Pintores y Escultores, AEPE, en el concurso de pintura Mercedes Ballesteros en Noblejas.

-->          La pintora residió dos décadas en Austria y se ha dedicado a la docencia de arte.


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