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jueves, 14 de octubre de 2021

Ignacio Amestoy ingresa en la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País, con un discurso sobre "Vascos y Teatro", en un acto en la Matritense

Ignacio Amestoy, escritor


Ignacio Amestoy e Íñigo López de Uralde




Julia Sáez-Angulo

Fotos: Adriana Zapisek

15/10/21.- Madrid.- El escritor vasco, residente en Madrid, Ignacio Amestoy Eguguiren, ha ingresado en la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País, RSBAP en un acto presidido por  Íñigo López de Uralde, que ha tenido lugar en la Sociedad Matritense, sita en la Torre de los Lujanes de la capital de España, donde el nuevo socio ha pronunciado su discurso de ingreso bajo el título de “Vascos y Teatro: Loyola, Samaniego, Arana y Unamuno. Las palabras de recepción corrieron a cargo de Íñigo de Yrizar Velasco. 

El discurso ha sido publicado en un libro.

El dramaturgo Amestoy, -que recordó en su inicio al creador vasco Luis de Pablo y a Tirso de Molina en su obra “La prudencia en la mujer” sobre pretendientes castellanos y vascos ante doña María de Molina, con el correspondiente elogio a la mujer vasca- fue haciendo un recorrido por los cuatro autores citados, todos ellos, desde el fundador de la Compañía, con formación o relación en los jesuitas, como él mismo. 

Habló de la importancia que Ignacio de Loyola (1491-1556) daba al teatro, como concepción del universo, tanto en el fondo como en la forma, clave para la representación y la elocuencia en la cátedra, el púlpito y los foros. Su papel fue decisivo en el teatro del Barroco.

El conflicto es siempre esencial en el teatro, señaló Amestoy; para él, la tragedia griega es clave del mismo.

De Félix María Samaniego Zabala (1745-1801), el fabulista de La Guardia (Vitoria). destacó sus años como comisionado en Cortes en Madrid, siempre atento a los salones literarios. Colaboró en “El Censor”, revista crítica del momento.

Del teatro del nacionalista fundador del PNV, Sabino Arana (1865-1903), subrayó su esquematismo didáctico, su simplicidad y escapismo.  Autor de la ikurriña y el nombre de Euzcadi, su teatro nacional era medio de propaganda, no un fin en si mismo.

De Miguel de Unamuno (1864-1936) destacó su sentido dramático, tanto en las novelas como en su teatro. También escribió una comedia “La cuestión de la calabaza”. No le gustaban los actores españoles, como a Valle Inclán. Metió un rejón al “teatro adulterino” de Echegaray, basado simplemente en el adulterio. “La gente se aburre y va a los toros”, decía, y también: “no quiero púbico sino pueblo”.

Por último, Ignacio Amestoy informó de que en su día propuso un Teatro Estable Vasco al lendakari Xavier Arzallus, ex jesuita, que era un devoto de Sófocles y, dada su formación alemana, le gustaba el “Fausto” de Goethe.

Ignacio Amestoy, autor de más de 30 obras de teatro, veinte de ellas representadas, concluyó recordando que Esquilo inventó la tragedia del hombre en libertad, una libertad desde las utopías. Un soñador que dice la verdad. 

    El teatro de Amestoy abarca distintos temas como la mujer en el siglo XXI, la historia y la problemática vasca, como en su obra “La última cena”. Su próximo estreno: “Edipo no mató al padre”

“Te estábamos esperando”, se le dijo a Ignacio Amestoy en las palabras de acogida en la Real Sociedad Bascongada, que se declara ilustrada, social y republicana, al servicio de la humanidad. "Él, Ignacio Amestoy, es un socio activo y productivo", dijo López de Uralde.

Entre los asistentes al acto, diversos autores y actores, además de su esposa, la escultora Esperanza D´Ors y su hija Ainhoa, también consagrada al teatro.

Adriana Zapsek y Esperanza D´ Ors, artistas visuales

Ignacio Amestoy y Julia Sáez-Angulo


jueves, 12 de noviembre de 2020

“Siempre la tragedia griega”. Claves de la escritura dramática por Ignacio Amestoy


Ignacio Amestoy, dramaturgo

Julia Sáez-Angulo

    13/11/20.- Madrid.- Orden y caos, las dos oscilaciones entre las que se mueve la vida del hombre y que la tragedia griega acoge en su seno como ningún otro género literario. El dramaturgo Ignacio Amestoy es el autor del libro “Siempre la tragedia griega”. Claves de la escritura dramática, publicado por Ediciones Complutense, dentro de la colección Investigación Teatral RESAD.

    Javier Huerta, catedrático del Instituto de Teatro de Madrid (UCM) y director del Seminario Menéndez Pelayo, de la Fundación Universitaria Española ha escrito el prólogo del libro, en el que dice que Ignacio Amestoy “lleva lo trágico en su ADN de dramaturgo desde la primera pieza que escribió, “Mañana aquí a la misma hora” (publicada en 1979), hasta una de las que tengo por mejores suyas “La última cena” (estrenada en 2010).

“Ya está bien de reír, muy superiores nosotros en la butaca, de los elementales muñecos, entre grotescos y didácticos, que tanto se prodigan. El teatro debe punzarnos en el pecho y ser espejo inquietador, aunque sea deformante”, decía Antonio Buero Vallejo en su discurso de ingreso en la Real Academia de la lengua, y el prologuista añade:

“Recomendación seguida por Ignacio Amestoy, cuyo teatro ha sido punzante, inquietador, ética y estéticamente comprometido con la tragedia, un bagaje al que ahora suma este ensayo crítico sobre la criatura de sus amores, pues que de verdadera declaración de amor a la tragedia cabe calificarlo, establecida no desde la perspectiva del erudito, sino del creador interesado por los mecanismos que rigen el universo trágico. Con todo, la bibliografía que ha manejado el autor demuestra a las claras el rigor académico con que ha procedido. No en balde fue durante muchos años profesor de Escritura dramática en la RESAD, de la que también fue director”.

La tragedia griega ha conformado la cultura occidental y nos ha conformado a todos. A partir de Esquilo, Sófocles y Eurípides, y observando la configuración del tejido escénico alumbrado por ellos, se observa como su tragedia alimentará a la consecuente comedia aristofanesca y menandrina primero, en una contaminación permanente.

“Siempre la tragedia griega”. Claves de la escritura dramática, de Ignacio Amestoy es un libro clarificador que estudia como la tragedia griega sigue viviendo hoy en la escritura dramática contemporánea en sintonía con lo más profundo del ser humano. Einstein creyó que siempre prevalecería un orden. Para él, Dios no juega a los dados. El Teatro, tampoco. La ilustración griega, que tiene su eje vertebrador en la tragedia, en el conflicto, como la democracia, crece en esa dialéctica.


lunes, 25 de mayo de 2015

Homenaje a Ignacio Amestoy por su libro “Violetas para un Borbón” en la Casa del Lector






Julia Sáez-Angulo

         25/05/15.- El dramaturgo Ignacio Amestoy va a recibir un homenaje en la Casa del Lector, -Matadero Madrid-  por su libro Violetas para un Borbón. La Reina austriaca de Alfonso XII y Dionisio Ridruejo. Una pasión Española. El libro ha sido publicado por la editorial Cátedra en la colección Letras Hispánicas.

El acto tendrá lugar el próximo martes, día 26 de mayo, a las 19,00 horas y en él intervendrán Cesar Antonio Molina,  Fernando Domenech, Pedro J. Ramírez, Juan Carlos Pérez de la Fuente, Francisco Vidal, Jesús Cimarro y Carlos Gil.

Al finalizar se leerán fragmentos de la obra de Ignacio Amestoy por un elenco de actores y actrices como Ainhoa Amestoy, Ernesto Arias, Adolfo Fernández, Nuria Gallardo, Bruno Lastra, Francisco Merino y José Vicente Ramos.

Junto a la estatua de Bertold Brecht

Datos biográficos

Ignacio Amestoy Eguiguren (Bilbao 1947). Más de treinta años en la autoría teatral y una treintena de obras, con el País Vasco como tema, con España como tema, piezas largas y cortas, rituales --sobre todo--  y no rituales, teatro histórico y teatro-documento, la mujer ayer y una tetralogía sobre la mujer hoy --“Si en el asfalto hubiera margaritas”, un verso de Ángela Figuera como lema--, otra tetralogía que tiene que hacerse todavía --sobre los últimos Borbones, iniciada con Alfonso XII--, teatro periodístico…

         El autor está casado con la escultora Esperanza D´Ors.




viernes, 6 de febrero de 2015

Sigmund Freud y C.S. Lewis, diálogo intenso en el Teatro Español






Julia Sáez-Angulo

   El padre del psicoanálisis y un profesor de Historia de la Literatura de Oxford y autor de las Crónicas de Narnia, dialogan intensamente en el escenario del Teatro Español en la obra “La sesión final de Freud” de Mark Saint Germain y dirigida por Tamzin Townsend, en una presentación de la Universidad Internacional de La Rioja, UNIR.

 “La sesión final de Freud” está interpretada por Helio Pedregal como el Doctor Freud y Eleazar Ortiz como C.S. Lewis. Un interpretación magistral que hace creíble a los personajes que viven en circunstancias ambientales bélicas de la segunda guerra mundial. Hitler como fondo y Chamberlain como primer ministro británico.

La fe y la razón –el discurso por excelencia de Benedicto XVI- se dan cita en las palabras de dos personajes inteligentes, cultos, eruditos, Freud, ateo y Lewis cristiano creyente. El debate sobre la religión, la creencia en el misterio o sólo en la razón que también falla y los mismos científicos contradicen. Es la búsqueda de la luz del hombre.

Los personajes se encuentran en momentos vitales muy diferentes: Freud en la vejez atacado por un cáncer de boca; Lewis en la juventud optimista de la edad y la fe. Ninguno de los dos baja la guardia en sus palabras. Un duelo sin freno, para gozo del espectador.

En encuentro de ambos no es histórico. Solo se sabe que en la agenda de Freud constaba una entrevista con un profesor de Oxford quince días después de su muerte. El autor ha imaginado que ese profesor era Lewis y ha dramatizado ese encuentro que nunca existió.

El Teatro Español, sala pequeña estaba lleno y los está todos los días, lo que indica que hay un público que busca el debate del pensamiento y no sólo la risa de un vodevil.

Teatro de la palabra en suma, al que nos tiene acostumbrados la sala pequeña del Teatro Español. Un aplauso para la UNIR, que está llevando a cabo una gran tarea teatral que le honra. La UNIR está dirigida por Ignacio Amestoy.


   

sábado, 4 de diciembre de 2010

María Pastor, sublime en el papel de Iris en "La máquina de abrazar"



“La máquina de abrazar”
J. Sanchis Sinisterra
Dirección: Juan Pastor
Teatro Guindalera
Martínez Izquierdo, 20. Madrid




Julia Sáez-Angulo

Una obra dramática sobre el tema del autismo y la capacidad o incapacidad de los autistas para comunicarse afectivamente con los otros. Miriam, una psicoterapeuta presenta en un congreso sus primeras conclusiones sobre el caso de Iris, una muchacha autista que parece seguir el lenguaje de las plantas con mayor aceptación y afectividad que el verbal de los hombres.

Miriam, interpretado por la actriz Elia Muñoz, se dirige a un público de asistentes al congreso sobre el autismo, en el que se ha levantado una gran polémica sobre sus investigaciones y conclusiones, donde muchos doctores le hace el vacío. La psicoterapeuta se dirige al público asistente al teatro como si fueran los integrantes y asistentes del congreso.

Iris, interpretado de modo asombroso y sublime por la actriz María Pastor, aparece a los veinte minutos para intervenir e ilustrar las tesis de la psicoterapeuta. Una interpretación difícil en lo que tiene de aislamiento, lenguaje gestual y corporal, pero sobre todo verbal, un lenguaje al que la autista accede de modo lejano, ya que no es el suyo sino el de los otros. María Pastor ya interpretó en la temporada anterior el papel de la protagonista ciega Molly Swinny; pero en esta ocasión el personaje le ha exigido un lenguaje corporal suplementario.

La obra transcurre en una tensión dramática expectante en cuya parte final se habla del abrazo, dosificado y sin hacer daño que la autista necesita. Utiliza para ello una máquina de abrazar que le proporciona esa calidad y esa calma a su sistema nervioso, según el ritmo o la intensidad que ella desee (la “máquina de abrazar” fue inventada por Temple Grardin, profesora de la Universidad de Colorado (Estados Unidos de América) y se ha comercializado para autistas e hiperactivos).

“Frida”, una sorprendente planta de interior

Juan Pastor tiene un pequeño papel al final, como profesional que interrumpe la disertación para clausurar la exposición de la psicoterapeuta y, por ende la de Iris, por haber consumido el tiempo facilitado para ello. “Frida”, una gran planta de interior presente en el espacio escénico, tiene también su “protagonismo” singular.

Teresa Valentín-Gamazo es la productora y responsable del vestuario y ambientación, con la ayuda de Aitana Blanco. Pablo Jaenike se ocupa de la iluminación y David Benito de los audiovisuales que juegan un papel importante en esta pieza teatral. Manuel Benito y Pablo Puluche actúan como técnicos de sala.

Con esta obra, “La máquina de abrazar”, el Teatro Guindalera cierra el “Ciclo de autores Españoles Contemporáneos”, por los que ha pasado, entre otros, Ignacio Amestoy, con su polémica obra “La última cena”, que se representará en breve en Alicante. Una obra tensa y dramática sobre las relaciones familiares padre/hijo de un terrorista de ETA.

El próximo día 22 de diciembre, el Teatro Guindalera pondrá en escena “La larga cena de Navidad” de Thomton Wilder. Guindalera “un gusto teatral” figura entre las primeras salas madrileñas pequeñas y privadas que lleva a cabo una gran programación dramática.

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miércoles, 27 de octubre de 2010

Esperanza d´Ors ha expuesto “Hombres como Dioses” en el Museo Würth





Julia Sáez-Angulo

      27.10.10. Madrid .- Es una de nuestras escultoras más cotizadas por su singular concepto de la escultura. Esperanza d´Ors ha expuesto este años su obras en el Museo Würth La Rioja bajo el sugestivo título de “Hombres como Dioses”. La institución ha adquirido tres piezas de la autora para su colección, una buena elección por la calidad de la autora y una buena decisión por cuanto la ausencia de firmas artísticas femeninas era un dato que llamaba la atención en las colecciones de Würth.

El catálogo lleva un texto del profesor Antonio Bonet Correa titulado “La vigencia de los mitos” en el que dice: “La mitología clásica le proporciona – a Esperanza d´Ors- sus figuras más emblemáticas. Los seres alados como Ícaro, víctima de su audaz acercamiento al sol, a los que, como los ángeles paganos, ascienden por una escalera semejante a la bíblica Escala de Jacob, son motivos recurrentes de la escultura que ama representar el salto que conduce, a veces a la gloria olímpica y otras a la caídas más estrepitosa y fatal”

“También otro motivo recurrente de la escultora Esperanza d´Ors (Madrid, 1949) es el de su Prometeo y su horroroso castigo por proporcionar a los humanos el fuego. Inherente a Prometeo encadenado se encuentran el mito de la Caja de Pandora, que al abrirse expandió en el mundo todos los males, de forma que con esta desgracia, se acabó la feliz Edad de Oro”.

La mitología greco-romana sigue siendo veta fecunda de los artistas del siglo XXI y ciertamente de Esperanza d´Ors. En esta exposición en el Museo Würth La Rioja hay piezas llamativas, espectaculares como “Océano de sombras”, una obra de bronce, aluminio fundido y acero inoxidable (40 x 300 x 150 cm.) en la que más de una treintena de figuras humanas yacen bajo una lámina que cubre su anatomía. Alusiones a los ahogados del Mediterráneo, lo mismo en la guerra de Troya al igual como en las pateras de hoy. “Espejo de asfalto” es otra escultura llena de sugerencias.

Escultura del dolor y del silencio

Juan Ramírez Codina comenta la mitología y dramaturgia inseparables en los teatros griegos donde los hombres hablaban co los dioses entre iguales. “Presenta Esperanza d´Ors esculturas que sangran en silencio y recogen el eco del dolor ajeno (…) Desglosa temas tan permanentes como los sentimientos humanos, muchos siglos han pasado ya sin sentir nada nuevo”.

Nieta del célebre filósofo y crítico don Eugenio d´Ors, la escultora mereció la Medalla de Oro de Alejandría en 1992. Fue una de las artistas que figuraron en la emblemática exposición “Escultoras del siglo XX. Reexistencias”, que se expuso en Madrid y Sevilla. La muestra fue un recorrido histórico por el trabajo en tercera dimensión de las mujeres del siglo pasado, el de las vanguardias históricas de los años 20 y las radicales de los 60. Su comisaria fue Raquel Barrionuevo Pérez.

Esperanza d´Ors está casada con el dramaturgo Ignacio Amestoy.



lunes, 3 de mayo de 2010

Teatro la Guindalera: Una obra dramática sobre tensión familiar con ETA de fondo



“La última cena” de Ignacio Amestoy
Dirección: Juan Pastor
Teatro La Guidalera.
c/ Martínez Izquierdo, 20. Madrid
Abril, Mayo, Junio 2010
www.guidalera.com

Julia Sáez-Angulo

El madrileño teatro privado madrileño La Guindalera es un referente de buen quehacer dramático, después de una cuidada elección de obra. En este caso se ha puesto en escena “La última cena” del dramaturgo español Ignacio Amestoy; una apuesta por autores españoles muy necesitados de atención escénica.

Juan Pastor, director de escena, ha tomado a los actores José Maya y Bruno Lastra para interpretar los papeles respectivamente a Íñigo y a Xavier, padre e hijo vascos, que no comparten los mismos ideales políticos. El primero es un escritor de izquierda liberal y el segundo, un terrorista de ETA que no se arrepiente de matar.

El tono es duro al abordar el reencuentro familiar al cabo de diez años y al contrastar sus posiciones políticas. La muerte sobrevuela sobre ambos personajes que encaran un diálogo vivaz y feroz durante toda la representación sin descanso. Una dialéctica bien articulada, con intérpretes que hacen creíbles los papeles.

Pastor ha llevado a cabo una dirección brava y contenida, sin concesiones a lo sentimental pero dejando escapar algunas emociones de una relación paterno-filial, en la que el sólo vínculo de la sangre y la memoria –que ya es mucho- unen a estos dos hombres.

Hay que felicitarse por el hecho de que Ignacio Amestoy se ocupe en su teatro de los problemas político-sociales de este país. Un testimonio verosímil de la tragedia que asola a muchas familias vascas por causa de la acción terrorista que acarrea la muerte sin el más mínimo beneficio de la duda como otorga el Derecho Penal y que, en boca del protagonista Xavier, no es caso, al eliminar a una compañera porque la vio hablar con un tipo que olía a “poli”.

“La última cena” es una obra dura, durísima, desconsoladora y sin esperanza; sólo la salva la catarsis del arte, la fuerza de la interpretación de los actores. Esto cabe reprocharle a Amestoy: no dejar apenas resquicio a un mínimo de salvación y disolverlo todo en un banquete.


El topo de la eutanásico

Cuando la empatía parece llegar a los personajes a través de la preparación de una cena, ante el disfrute de los manjares que les esperan antes de que se desate la tragedia, a una le viene a la memoria el tremendo título del libro del Doctor Grande Covián: “Cuando sólo nos queda la comida”.

Dos hombres enfrentados al último momento y en un mano a mano, en un choco doméstico improvisado, van a dar su adiós a la vida. Sólo cabe imaginar que en esos preparativos se reencuentren aún más y sientan la necesidad de reconocerse más prolongadamente. Eso no está escrito pero podría ser imaginado. El espectador también escribe en su mente de la misma manera que “el tiempo también pinta”, como dijera Goya.

El espectador puede salvar la dureza de planteamiento eutanásico, tan al uso en los últimos tiempos. Sería una redención hermosa y contra corriente. Obviar el lugar común para hallar la rendija de una emoción redentora y metafísica. Hasta las bestias huyen de la muerte, como el perro desaparecido que menciona Iñigo, el padre cazador

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