lunes, 18 de enero de 2010

Jaume Estartús, expone “Estructuras Neoinformalistas” en la madrileña Galería Victor i Fils




Jaume Estartús


J.S.A.


      El pintor Jaume Estartús presenta la exposición “Estructuras Neoinformalistas”, selección de obras en diferentes formatos y soportes, como planchas de hierro, grandes puertas de madera o lienzos. La muestra tendrá lugar en la galería Victor i Fils de Madrid a partir del próximo 10 de febrero. Con motivo de la inauguración, se presentará un gran libro que recoge la vida y obra del artista catálán.

        Estartús, ha renovado la manera de entender el arte abstracto con una técnica creativa sobre metal muy particular. A través de la oxidación natural, mediante fuego y ácidos, y la mezcla de colores con arena, cemento, yeso, polvo de mármol y otros materiales, Estartús consigue efectos estéticos sorprendentes, de gran impacto visual. Todo su dominio técnico queda reflejado en esta muestra, al presentar sus obras en formatos diferentes.

       El autor desea, por encima de todo, que sus cuadros emocionen al espectador. “El exceso de intelectualismo lastra la intención del artista”, ha declarado en diversas ocasiones. “Son más importantes las sensaciones y emociones que una obra transmite que su propia comprensión”, concluye.

Proceso creativo y libre interpretación

Con motivo de la exposición Estartus ha accedido a una entrevista:

- ¿Cómo ha sido el proceso creativo de “Estructuras Neoformalistas?

- Como autor de una obra comienzo generalmente su creación con una intención concreta deseando que la mayoría de sus observadores la reinterprete lo más acorde posible a como la he pensado y querido. Sin embargo, la misma será observada y entendida en una pluralidad de individuos cada uno de los cuales vendrá cargado de sus propias características psicológicas y filosóficas, su propia formación ambiental y cultural esas especificaciones de la sensibilidad que entrañan las contingencias inmediatas y la situación histórica; por consiguiente por honesto y total que sea el compromiso de fidelidad con respecto a la obra que ha de apreciarse todo deleite será inevitablemente personal y captará la obra en uno de sus aspectos posibles.

Cuando tengo frente a mí la pureza de una tela blanca se establece un mutuo diálogo. El cuadro, aparentemente blanco, se va creando, formando poco a poco en mí mismo. Llega un momento en que no puedo resistir la tentación de vencer su serenidad. A veces, sucede, que después de minutos, horas, no se establece esta comunicación, o bien que la visión global de su estructura se me escapa. Ello provoca en mí irritación difícil de explicar y me siento insatisfecho. Una vez establecido el primer contacto, sucede un estado de desconcierto tras el automatismo de la elaboración de la primera materia. Este primer contacto con la obra, y todas las posteriores intervenciones, están sujetos, quiérase o no, a una serie de limitaciones que en sí mismas pueden constituir su posible eventual grandeza. Yo soy consciente de la propia limitación y creo que mi verdadera fuerza nace de ella, de su austeridad y de la sencillez de los medios puestos en acción.

La idea de Baudelaire sobre la concepción del artista moderno, reflejada en “El arte del Filosófico” define claramente la complejidad del hecho creativo desde una óptica moderna en cuanto a la necesidad de unir en un solo espejo de proyección infinita (la obra de arte) el entorno del artista y él mismo.
Todo artista debe ser fruto de su tiempo, reflejar su época, ser poroso a todo aquello que acontece, sean hechos humanos, sociales o culturales, pero de otra parte, es el resultado de una serie acumulativa de experiencias personales, de vivencias que se articulan desordenadamente, tal y como es la vida, para formar parte de un magma turbulento que se erigirá indiscutible, fluido y con fuerza. Por ello, a veces la obra adquiere cotas de máxima brutalidad y agresividad que contrastan decididamente con otras invadidas de ternura.

Vivir el Arte como aventura

Hay que ser inconformista y autocrítico con la propia obra y consigo mismo, y plantearse el trabajo como la consecuencia de una introspección, de una necesidad de encontrarse y volverse a encontrar constantemente.

Desafiar lo establecido, imponerse cuestiones de una forma simétrica, vivir el arte como una aventura que empieza de nuevo cada día, deben ser las bases de un trabajo de investigación hecho en solitario y que nunca debe darse por concluido, sino que resta abierto a elementos enriquecedores, a futuras aportaciones.
Hay que huir del autoacademicismo, de la creación de un estilo como fórmula que aplica sistemáticamente unas soluciones. Hay que buscar y provocar continuamente un estado de opinión a favor o en contra de nuestra propuesta.

Esta actitud de investigación y experimentación constante hace incidir la obra dentro de una vía de progreso, tal y como la han entendido las vanguardias, cargada de idealismo y utopía. La utopía como listón límite para propiciar un cambio, como condición necesaria para conmover y hacer vibrar el presente. La utopía pretende expresar aquello que ha estado buscado durante milenios de reflexión filosófica y que no es más que la esencia del hombre, la finalidad de su existencia o su papel en el mundo.

La plancha de hierro como soporte en vez de lienzo

-¿Por qué ha elegido el metal como material básico de su expresión?

-Constituyó para mí un punto de inflexión el abandono del soporte del lienzo tradicional por la plancha de hierro. Me obsesionó el tratar de conferir mayor protagonismo al soporte de la obra. Quería realzar la importancia del medio sobre el cual se iba a levantar la obra. Quería realzar la importancia del medio sobre el cual se iba a levantar la obra. Deseaba llegar a conjugar una colaboración que ejerciera de efecto potenciador mutuo.

Desde la perspectiva del procedimiento técnico, el proceso de las planchas empieza con su perfecto corte a láser, para lograr un espesor mínimo de 1mm y así rebajar extraordinariamente su peso facilitando de esta forma su instalación en las paredes, incluso tan frecuentes hoy en día de pladur. Asimismo, se realiza mediante técnica de láser las cuatro perforaciones en las esquinas, para poder atornillarlas al bastidor reforzado de madera, una vez encoladas con cola de impacto en el mismo.

Una vez preparadas, se someten a una primera fase de oxidación natural, dejándolas un mínimo de 15 días a la intemperie. Después se modula la oxidación obtenida sometiéndolas a calentamientos parciales y tratándolas según los casos con ácido nítrico, ácido sulfúrico, hipoclorito sódico, cloro puro sólido, agua oxigenada entre otros, hasta lograr la textura deseada.

Una vez preparado el soporte, se ejecuta la obra trasladando el boceto previo ejecutado a lápiz sobre papel, o directamente dibujando con lápiz graso sobre la misma plancha. Se utiliza para su realización pintura al óleo, lápiz de cera graso y como materia volumétrica se emplea una pasta férrica (oxiron- forja) calentada y mezclada con arena de playa filtrada. En ocasiones también se usa una mezcla de polvo de mármol con resinas de poliéster, ó colas sintéticas y cuando aparecen los collages de madera, ésta se encola directamente sobre la plancha mediante cola de impacto.
Una vez terminada la obra, para detener el proceso de oxidación, se efectúan tres capas de fijación con un aerosol de solución alcohólica de resina transparente sintético mate, dando por terminada su realización.

Pintor intuitivo y prioridad sensitiva

-¿Como ha evolucionado como artista? ¿Cuáles serían, si puede precisarlos, los puntos de inflexión en su carrera?

-Soy un pintor intuitivo, pero no por ello dejo de ser reflexivo. Antepongo la práctica a la teoría, pues mi teoría es a menudo el resultado de la práctica. La prioridad es sensitiva; la reflexión es a posteriori y me sirve para adentrarme en nuevas y diferentes obras. Hoy por hoy mi pintura recupera en constantes cíclicas momentos expresivos ya trabajados (nueva objetividad, informalismo, realismo crítico, gestualismo, espacialismo, etc) a los que añado cierta dosis de graffiti espontáneos, garabatos biomorfos, una cierta violencia gestual y una dureza argumental ocasional que no hacen más que dar continuidad a un discurso que en último término resulta tan absorbente para el autor como para el espectador.

Sin embargo, y a consecuencia de mi carácter, una de mis divisas es el cambio, la variación, la búsqueda constante de elementos que puedan enriquecer aquello que ya haya dicho en otra ocasión, o aquello que cero que aún no he dicho. La aventura sigue y la investigación se prolonga desde una consciencia de contemporaneidad que no vacila en extraer de las fuentes más primitivas parte de la inspiración, pero que apela al hombre de hoy con un lenguaje actual.

La materia, evidentemente, es una trampa, como lo es todo en arte, pero se trata de reconocer a tiempo donde está esa trampa y procurar no caer en ella.

Hay pintores que trabajan en una misma dirección a lo largo de su vida. Morando, por ejemplo, parecía pintar siempre el mismo cuadro; se limitaba a las naturalezas muertas y a las gamas grises y compactas. En realidad, sin embargo, como que profundizaba siempre en la misma forma, se iban produciendo cambios. Yo personalmente estoy más determinado por todo lo que me rodea, por la visión y la sensibilidad plástica del determinado por todo lo que me rodea, por la visión y la sensibilidad plástica del mundo; y no solo eso, me siento también muy determinado por los materiales con los que trabajo. Estas determinaciones por el exterior pueden hacer pensar que yo no tengo estilo.

Con referencia a los materiales, estos ejercen sobre mí una tiranía formidable, en el sentido de que para mí, cada material demanda un lenguaje particular, un tratamiento coherente con él mismo. No hablo claro del material ya recreado y poetizado, sino de la determinación que impone su naturaleza original. Esta tiranía hace que, muchas veces, tenga que modificar la trayectoria de la obra y ello puede conducir a la errónea opinión de que en mí producción hay diferentes direcciones y hasta incluso contradicciones. En una palabra, falta de personalidad. Pero yo estoy convencido de que la personalidad se establece detrás de estas apariencias, en la capacidad de transformar y modificar los materiales, formando conjuntos o síntesis. Si se analizan todos los períodos de mi producción, creo que puede observarse que bajo los cambios materiales y de lenguaje, existe una lírica vertebradota que continuidad y la personalidad.

Todas las potencias, en diálogo para crear

-Para usted” el exceso de intelectualismo lastra la intención del artista” ¿cree que el arte hay que explicarlo?

-No se pinta solo desde las manos hacia fuera, bien al contrario: se crea dentro, con todas las potencias en diálogo. La teoría viene después. Si aparece antes, se convierte en un cáncer que no puede integrarse en la vida.

Yo busco una estructura que signifique todo aquello que yo soy, con el propósito de abarcar todo aquello que he vivido. Y no se trata de una represión nostálgica en la niñez, sino por el contrario, de una reactualización, de vida actual.

Todo aquel que analice con detenimiento mi obra, acabará descubriendo una poética directamente inspirada en el medio natural y el rico espectro de sensaciones que este es capaz de generar.

Eso se traduce en momentos de una evidente amabilidad, alternando con otros de una contundencia provocadora, brutal. En esto coincido con lo que decía Joan Miró, que “la fuerza viene de la tierra, para poder recibir directamente de los elementos naturales la fecunda energía creativa”

Entiendo la producción artística como una forma de conocimiento, un análisis fenomenológico para aprender de la realidad, es decir, un tránsito entre la objetividad de la materia y la subjetividad de la experiencia. El artista desencadena un proceso de relaciones plásticas entre el objeto, los elementos que le rodean y el sujeto, de manera que provoca un flujo de relaciones interactivas capaces de generar unos estímulos que transformará en cuadros. En este punto coincido con el filósofo Kant cuando defendía en su “Crítica de la razón pura”, que “todo conocimiento empieza con una experiencia sensible”

La crítica como prestigio teórico y difusión

-¿Qué papel cree que juega la crítica hoy?

-Hoy día se busca sacarle provecho al arte en términos se prestigio o reclamo mediático, o bien como valor material. Esa inmediatez y mediatización, dos conceptos que se dan la mano, requieren que la obra llame la atención a cualquier precio.

No me gusta ni el arte espectáculo ni esta mediatización excesiva del arte, a menudo sólo de un arte determinado. Tampoco me interesa en absoluto esa necesidad constante de representar el papel de “vedette”. Yo ya tengo en lenguaje, un concepto y una conciencia plena de lo que quiero hacer y de mi trabajo. Incluso he integrado ingredientes de experimentación en mi quehacer, algunos de ellos bien aceptados y otros no, e incluso caricaturizados también; no importa eso está bien.

Es obvio que el siglo XX ha servido para que el artista tenga la libertad de expresarse como le apetezca, pero ahora estamos en un momento en que hacer lo que uno quiera se ha convertido en la máxima prioridad. Por encima de la calidad de la obra o los motivos profundos que la justifican, lo que prima hoy día es la provocación. Y a mí eso no me gusta.



Se han abandonado los dogmas de la moda

-Cómo artista que se ha mantenido al margen de los canales comerciales, ¿qué opina de la situación económica actual?

-Es evidente que intentar ser tan diferente de los demás como sea posible a menudo es una propuesta personal desoladora y estéril la mayoría de ocasiones. Absorto por esta necesidad de rotura, hay que tratar de rechazar cualquier planteamiento tradicional de arte y toda coherencia, utilizando la experiencia y la técnica adquiridas como arma plástica, tratando de arrancar la corteza del mundo para tratar de ver la potencia de sus entrañas. Algunos bautizan esta acción de informalista, otros son más partidarios de una estética neoexpresionista o neofigurativa, mientras que los restantes incapaces de clasificar lo inclasificable, terminan por aceptarlo simplemente como pintura matérica.

Afortunadamente (o por la intersección de las crisis económicas y del control del mercado del arte en la ejecución artística) hemos ido abandonando los dogmas de la moda para conceder un abanico más amplio a la modernidad. Además los nuevos avances tecnológicos han provocado un giro coperniano a toda la sociedad y el arte no ha estado el margen.


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