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Julia Sáez-Angulo
10/09/18 .- MADRID .- Vino de Chile
y su pintura hiperrealista impactó. Dirigido por su mentora la galerista Carmen
Bonell, lo vimos exponer por primera vez en los 80 en la galería Grifé & Escoda
en Madrid, cuando la dirigía Margit. Allí
me lo presentó el crítico de arte Javier González de Vega, que lo admiraba
muchísimo. A veces sus temas sobrecogían: drogadictos con pinchazos y
jeringuillas en portales siniestros, tiempos de la Movida madrileña, pero poco
a poco fue clarificando su iconografía y acabó por hacerse más luminoso y
gozoso. En cualquier etapa ha pintado de maravilla, porque el artista domina el
dibujo hasta el último punto y recoveco. Cuando llegó a España tenía 23 años,
hoy lleva 32 en este país.
Cuando en un almuerzo de damas,
Carmen Spínola dijo que era la única de la mesa que no sabía pintar, Carmen
Bonell le dijo que Guillermo Muñoz Vera (Concepción. Chile, 1956) le podría dar
clases, porque acariciaba la idea de montar una academia de pintura en Madrid,
pues su vocación más profunda era la enseñanza de la pintura. En la docencia,
Guillermo es feliz. Sus bodegones son de perder la cabeza.
Cuando se propició el encuentro de
maestro y la alumna, volvió a salir el tema de montar la academia de dibujo y
pintura; surgió por fin en una sociedad al 50% entre Guillermo Muñoz Vera y
Carmen Spínola. Su primera sede tuvo lugar en el paseo de Recoletos, encima del
Café Gijón. Mamen Spínola había resultado ser alumna aventajada.
Carmen y Mayte Spínola, ambas en la
órbita del arte de muy distinta manera, se relacionan y ayudan ocasionalmente,
la primera como directora de la Fundación Arauco y la segunda como fundadora
del Grupo pro Arte y Cultura, PAC.
El eco y el éxito de esta academia
fue tal que se decidió ampliarla en una gran casona en Chinchón (Madrid), y
crear allí la Fundación Arauco, donde se convocaron una serie de becas para
estudiantes de posgrado, especialmente artistas visuales, aunque también
contaron con algunos músicos y un tenor. Las becas alcanzaron gran prestigio, sobre todo en Hispanoamérica; para los pintores. Guillermo impartía clases en la
Fundación de modo altruista.
Muñoz Vera ha expuesto en España y fuera de
España, principalmente en Nueva York y Londres. En la Fundación Arauco ha
expuesto en varias ocasiones, cuando la sede estaba en la calle Serrano. La
cotización de la pintura de Muñoz Vera es notable, sus mejores clientes y
coleccionistas se encuentran en Nueva York, Miami, Londres, México y por
supuesto en Chile, su país natal en el que llevó a cabo la pintura de gran
mural en el metro. Los grandes murales de Muñoz Vera son espectaculares.
Antonio López, Claudio Bravo y Guillermo
Muñoz Vera en Chinchón
Guillermo está muy agradecido al
pintor Claudio Bravo, compatriota y su
maestro reconocido, porque dice que él le ayudó mucho en sus comienzos a orientarse y abrirse camino. Curiosamente Claudio Bravo también se confesaba muy
agradecido a Antonio López, porque decía que le debía mucho al pintor español y "para compensarle en una mínima parte", le ofrecía siempre su apartamento en Nueva York.
Toda una cadena hermosa de reconocimientos. Antonio López ha visitado la
Fundación Arauco en Chinchón en varias ocasiones.
Cuando Claudio Bravo quería hacer un museo en Chinchón, soñaba con reunir a los tres nombres del realismo e hiperrealismo: Antonio López, Guillermo Muñoz Vera y él mismo. Pudo ser y se truncó. Chinchón bien merece tener un museo del realismo de la escuela de Chinchón, dirigida hoy por Muñoz Vera.
Cuando Claudio Bravo quería hacer un museo en Chinchón, soñaba con reunir a los tres nombres del realismo e hiperrealismo: Antonio López, Guillermo Muñoz Vera y él mismo. Pudo ser y se truncó. Chinchón bien merece tener un museo del realismo de la escuela de Chinchón, dirigida hoy por Muñoz Vera.
Los retratos de Guillermo Muñoz Vera
son muy celebrados, desde el que le hizo al rey Don Juan Carlos vestido de
cazador, por encargo de Patrimonio Nacional, al de Miguel Corsini para la
Fundación RENFE, el del vizconde de Almansa o los realizados en dibujo a lápiz
para los marqueses de Vívola y los familiares que le encargó la Infanta Doña
Pilar, también a grafito y carboncillo. Entre sus coleccionistas figuran Ricardo
Cisneros, Jorge Mazas… Para el primero pintó una pieza espléndida sobre la
sabana venezolana.
Guillermo Muñoz Vera es un gran
pintor y eso es lo que importa. No es persona fácil, a veces un poco hosco y
huraño, no en exceso sociable. Cuentan que cuando su buena galería en Nueva York
ofreció una cena de gala en su honor, con la petición protocolaria de que había
que ir vestido de largo y smoking, el único que apareció en vaqueros rotos fue el homenajeado.
Solo le pidieron que no saliera a bailar. A Guillermo Muñoz Vera le encantaría la división
de círculos sociales que se hacía en Atenas, los artistas manuales estaban
alejados del centro.
Más información
BODEGÓN de Muñoz Vera
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