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domingo, 13 de agosto de 2017

Rafael Botí: Recuerdos y evocaciones del pintor Daniel Vázquez Díaz



Daniel Vázquez Díaz


 Rafael Botí Torres



Julia Sáez-Angulo

            15/08/17.- TORRELODONES. Madrid .- Rafael Botí Torres, miembro de la Asociación Española de Críticos de Arte, AECA, fue amigo, modelo, coleccionista y albacea del pintor onubense Daniel Vázquez Díaz (1882 – 1969), al que elogia de continuo en sus conversaciones como un gran artista español, el mejor pintor de su generación y uno de los mejores de España, que ha dejado una importante saga de discípulos de la que ya solo viven Rafael Canogar, Cristino de Vera y Agustín Ibarrola.

            “Es una pena que hoy no se hable ni se exponga la pintura de don Daniel como merece, un pintor soberbio, que además de los bocetos, pinturas y frescos del monasterio de la Rábida, nos dejó un legado abundante de unos cinco mil cuadros y miles de dibujos, entre los que figura una rica galería de prohombres de su tiempo”, dice Rafael Botí Torres (Madrid, 1930, cordobés de corazón).

            “Todavía gotean algunos dibujos de don Daniel por las subastas y yo, antes, me apresuraba a adquirirlos, lo mismo que sus cuadros, si estaba a mi alcance”, añade Botí, que ha llegado a coleccionar más de 160 obras del autor onubense, de los que ha donado varios a distintas instituciones museísticas o culturales, entre ellas al Museo Vázquez Díaz de Nerva, Huelva, (donación testamentaria de bocetos y acuarelas para los frescos del Descubrimiento en La Rábida) y al Museo Rafael Botí Gaitán (padre de Botí Torres), de la Diputación de Córdoba. También vendió una galería de retratos en dibujo de don Daniel a la Fundación Mapfre.

            “Los pintores necesitan buenos herederos, sobre todo inmediatos, para que siga vivo el legado pictórico del artista y no es estoy muy seguro de que don Daniel haya tenido suerte en esto”, se lamenta el crítico de arte, cuyos recuerdos se ponen en pie al hablar del maestro:

            “Era un hombre muy generoso cuando exponían sus alumnos o discípulos: era el primero que acudía y el último que se marchaba de la galería;  era capaz de explicar elogiosamente la exposición a aquellos que estimaba con posibilidades de adquirir obra, para que el artista acabara vendiendo algún cuadro. Don Daniel me contaba que él se fijaba sobre todo en los zapatos, sobre todo si eran de charol, para dirigirse a esa persona y convencerle de que comprara un cuadro”.

            “Sin embargo en asuntos de desprenderse de dinero era tacaño. Ahorraba mucho y adquirió diversos bienes patrimoniales, entre ellos terrenos cercanos a Madrid en la carretera de La Coruña. No se gastaba un duro en sí mismo, ni en los amigos. Cuando no encontraba a nadie que le llevara de la galería de arte a su casa, me llamaba por teléfono y me pedía: “Rafaelito, ¿vienes a buscarme?”. Sabía que yo iba encantado a recogerlo en moto, porque lo apreciaba mucho”, cuenta Botí.

Los bocetos y frescos de La Rábida

            Daniel Vázquez Díaz y Rafael Botí Gaitán –padre de Rafael Botí Torres, coleccionista- eran dos pintores que se apreciaban, admiraban y hablaban muy bien uno del otro. Don Daniel tenía mucha confianza con nuestra familia y se permitía llamar por teléfono a mi madre para preguntarle qué tenía para comer. A él le gustaban mucho las patatas con carne que preparaba mi madre y se las hacía con mucho gusto. Cuando venía a casa nos obsequiaba con una pequeña obra suya, así que he de aclarar que en este campo era generoso con vosotros. Macarrón se quedaba asombrado de que fuera obsequioso de su obra con nosotros, pues decía que no lo hacía con nadie.

            Rafael Botí Torres, que posó con gusto para don Daniel como torero, cuenta que Vázquez Díaz conocía bien a su vecina la actriz Carmen Ruiz Moragas, amante del rey Alfonso XIII, y ella le consiguió un encuentro con el monarca en la Biblioteca Nacional de España, momento que aprovechó el pintor para explicarle al rey su exposición de pintura de los bocetos sobre el Descubrimiento para los frescos de La Rábida y, a los pocos días, le llegó institucionalmente el encargo de pintar la serie en el monasterio de La Rábida con una mínima subvención de cincuenta mil pesetas. Pintó también un retrato del Alfonso XIII, que Botí donó a la Real Academia de Bellas Artes de Córdoba.

            “En La Rábida, el pintor trabajó muchísimo, se alojaba en la casita del peón caminero, un modesto espacio que le acondicionaron los frailes y no se gastó un duro, porque comía todos los días con ellos y decía que muy bien. El resultado de su trabajo fue magnífico. Yo coordiné la exposición sobre los bocetos de don Daniel en La Rábida, que tuvo lugar en el Centro Cultural de la Villa en 1992, comisariada por Luis González Robles”, explica Botí.

            El coleccionista de Vázquez Díaz tuvo en sus manos un retrato de Carmen Moragas del pintor onubense, que regaló en su momento a un conocido madrileño. Hoy, Botí conserva todavía una buena colección de obra de don Daniel, siempre dispuesta a prestarla para exponer en instituciones. Entre los cuadros, el soberbio retrato del poeta Adriano del Valle (1885 -1957), de la esposa danesa del pintor, escultora, de la que también conserva alguna obra, así como un Toledo...

            “Don Daniel Vázquez Díaz fue un pintor extraordinario, un hombre muy inteligente y una persona buenísima”, insiste Botí Torres. “Si se hubiera quedado en País hubiera sido un monstruo reconocido de la pintura. En España también lo es, pero no tan reconocido. La ventaja de que don Daniel viniera a España es que enseñó a muchos discípulos a encontrar su camino, pues él nunca forzaba, respetaba la libertad y orientaba al mismo tiempo. Todos sus discípulos lo respetan muchísimo y no es para menos”.

            Botí lamenta que el Museo de Daniel Vázquez Díaz de Nerva no esté en el circuito de museos bien comunicados. Este años se hizo una exposición de Vázquez Díaz y sus discípulos en el Centro Cultural de Moncloa de Madrid, comisariada por Tomás Paredes, presidente de AECA, entre los que figuraban José Caballero, Agustín Ibarrola, Rafael Botín Gaitán, Santiago Pelegrín, Juan Antonio Morales, Luis Caruncho, Daniel Clavo, Pablo Zelaya, Luis Caruncho… "Mi padre y Vázquez Díaz veraneaban en Fuenterrabía y pintaban muchas veces el mismo paisaje", cuenta Botí.

            El mismo Botí donó al museo de Nerva una pieza de Agustín Ibarrola, que compró a la nieta de Vázquez Díaz, Laura.

Más información
www.rafaelboti.com

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Alfonso XIII, retrato por Vázquez Díaz. Academia de Bellas Artes de Córdoba

jueves, 16 de febrero de 2017

“Vázquez Díaz y sus discípulos”, exposición en el Centro Cultural Moncloa de Madrid






Julia Sáez-Angulo

            “Vázquez Díaz y sus discípulos” es el titulo de la exposición colectiva de pintura que tiene lugar en el Centro Cultural Moncloa de Madrid, muestra que permanecerá abierta hasta el 31 de marzo de 2017. El comisario de la exposición es Tomás Paredes, presidente de la Asociación Española de Críticos de Arte, AECA.

            Además de obras del maestro don Daniel Vázquez Díaz, se muestran pinturas de Rafael Botí, José Caballero, afael Canogar, Luis Caruncho, Javier Clavo, J.M. Caneja, Agustín Ibarrola, Juan Antonio Morales y Pablo Celaya.

            En las palabras de presentación Tomás Paredes recordó que el cubismo y poscubismo llegó  a los artistas españoles a través del maestro Daniel Vázquez Díaz (Nerva. Huelva, 1882 – Madrid, 1969), que había residido en París quince años. Fue un artista decisivo en su magisterio para numerosos pintores españoles.

            Entre los asistentes se encontraba el crítico de arte Rafael Botí (hijo del pintor), que conoció muy de cerca de Vázquez Díaz, amigo de su padre, y del que ha coleccionado numerosas pinturas y dibujos, de estos últimos, una buena parte pasó a la colección de dibujos de la Fundación Mapfre.

            “Vázquez Díaz fue el gran maestro de varias generaciones. Cuando volvió de París necesitó dar clases de pintura para ayudar a su economía, pero terminó siendo la enseñanza alimento de su propia vocación de pintor”, ha escrito Rafael Canogar en el catalogo de la exposición.

            “Siento y pienso al compás de mi tiempo. El fuego del arte contemporáneo me hace vivir apasionadamente. Lo que yo no puedo hacer ya, quiero que lo hagan mis discípulos, transmitiendo ese fuego, esa pasión que a mí me ha hecho vibrar”, son palabras de Vázquez Díaz.

            Nerva, la ciudad natal de Vázquez Díaz cuenta con un interesante museo del pintor.

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Centro Cultural Moncloa
Plaza de Moncloa, 1
Madrid
Horario: Lunes a viernes de 16,30 a 21 de la tarde.
Sábados de 11 a 14.

martes, 25 de febrero de 2014

Rafael Botí ha donado su colección de Vázquez Díaz a la ciudad de Nerva


Adriano del Valle, retrato del poeta por Vázquez Díaz



    Julia Sáez- Angulo

            25.02.14.- Madrid.- El coleccionista y crítico de arte  Rafael Botí ha donado su colección de obras del pintor onubense Daniel Vázquez Díaz a la localidad onubense de Nerva, donde nació el citado pintor y donde se exhibirán en un museo con el nombre del artista.

La donación se hizo pública en el transcurso de un acto cultural en la feria de Arte contemporáneo ARCOmadrid 2014, en presencia de las autoridades municipales de Nerva, junto a otros artistas y organizadores de la feria.

Personaje habitual en los circuitos artísticos españoles junto a su esposa Dely Blanco, Rafael Botí Torres (Madrid, 1930 y cordobés de corazón) ha llegado a coleccionar casi un centenar de obras del pintor Vázquez Díaz (Huelva, 1882, Madrid, 1969), al que conoció desde niño porque era amigo de su padre, el pintor Rafael Botí, con el que pintara los mismos paisajes en numerosas ocasiones.

Algunos de los cuadros de Vázquez Díaz fueron regalo del artista a la familia Botí, pero las grandes piezas del pintor onubense las ha ido adquiriendo Rafael Botí hijo a lo largo de cincuenta años. Entre ellas destacan los retratos del poeta Adriano del Valle, de la esposa de Vázquez Díaz, la escultora danesa Eva Aggerholm o del Conde de Romanones, así como numerosos paisajes principalmente del norte de España.

“He adquirido bastantes obras de Vázquez Díaz en las subastas. Las casas de subastas me conocían y algunos se aprovechaban para subir precios; ciertos coleccionistas se retiraban porque sabían que yo acabaría rematando la pieza”, explica Rafael Botí. “También he comprado unas cuantas obras a la propia familia de Vázquez Díaz, a la que conozco desde muy pronto”.

Rafael Botí hijo posó numerosas veces para Vázquez Díaz, sobre todo para torero de cuadrilla. “El no contrataba modelos y nos hacía posara a amigos y vecinos”, cuenta.

Un gran coleccionista de dibujos

El coleccionista adquirió una amplia colección de dibujos del pintor de Huelva, y de ellos vendió a la Fundación MAPFRE 40 cabezas dibujadas de escritores, artistas y personajes públicos coetáneos al dibujante.

No se concibe una exposición de Vázquez Díaz sin contar con el coleccionista Rafael Botí, quien recientemente ha prestado sus dibujos para una exposición patrocinada por la Fundación Cajasur en Córdoba, itinerante por otras ciudades andaluzas.

De los dibujos y bocetos sobre la serie de los frescos sobre el Descubrimiento de América que Vázquez Díaz hizo para el monasterio de La Rábida en Palos de la Frontera, el coleccionista cuenta con varios de ellos. Fue una obra ambiciosa, en la que el pintor puso mucha energía y esperanzas.

Con motivo del centenario del nacimiento de su padre Rafael Botí Gaitán (Córdoba, 1900 –Madrid, 1995) la Fundación Botí organizó una gran muestra sobre los pintores Julio Romero de Torres y Daniel Vázquez Díaz, en la que el coleccionista estuvo muy cerca.

“A mi padre Rafael Botí le hubiera gustado dedicarse por entero a la pintura, pero para sostener a la familia trabajaba como músico de viola y violín en la Orquesta Nacional”, explica el hijo coleccionista, al tiempo que muestra las obras de su progenitor–más del centenar- que conserva en su casa. “Llegó a pintar casi 500 obras, de las que el Museo Reina Sofía tiene dos”.

            El retrato del poeta Adriano del Valle es una de las obras de Vázquez Díaz más valiosas que conserva el coleccionista Rafael Botí.

Además de Rafael Botí y de Vázquez Díaz, el coleccionista de arte, ya octogenario, cuenta también con otras obras singulares en su haber, como “La Tauromaquia” de Rafael Alberti, que ha mostrado en la Fundación cordobesa que lleva el nombre de su padre y diversos cuadros de Pepe Caballero, Ucelay y Juan Antonio Morales entre otros. Este último hizo un magnífico retrato a su esposa Dely.




domingo, 13 de enero de 2013

Rafael Botí, Coleccionista generoso de pintura de Vázquez Díaz





Julia Sáez-Angulo

         Rafael Botí Torres (Madrid, 1930) es un coleccionista de arte que se ha especializado fundamentalmente en la pintura de don Daniel Vázquez Díaz (Huelva, 1882 – Madrid, 1969), amigo de su padre el también pintor y músico Rafael Botí (Córdoba, 1900 – Madrid, 1995). Ambos, Vázquez Díaz y Botí pintaban juntos con frecuencia, cuando salían al aire libre para interpretar el mismo paisaje.

         El coleccionista madrileño, miembro de la Asociación Española de Críticos de Arte, ha llegado a reunir ciento cincuenta obras de “don Daniel”, como él llama cariñosamente a Vázquez Díaz, a quien ha conocido y tratado desde niño y para el que ha posado como modelo de torero en su juventud.

         Rafael Botí ha reunido un total de 70 óleos y 100 dibujos, de los cuales se desprendió en parte, al vender a la Fundación Mapfre setenta cabezas de personajes dibujados por Vázquez Díaz, así como seis retratos al óleo, con el objetivo de hacer un museo del pintor onubense (al igual que hizo con Venancio Blanco), proyecto que “lamentablemente no se llevó a cabo”, dice el coleccionista.


         Rafael Botí tiene en su actual colección -en su mayoría comprada a los herederos de don Daniel- una serie de retratos al óleo de gran interés: Adriano del Valle, Doctor Reinaldo dos Santos (magistral); Vicente Aleixandre (muy curioso con los ojos en blanco), Conde de Romanones, Gregorio Marañón (padre), Eva Aggerholm, Pedro Flores, Calvo Sotelo, José Clará, Augusto Dalmar, José Antonio Primo de Rivera (un boceto pequeño), un autorretrato y otros.

         También tiene cuadros de Vázquez Díaz sobre paisajes o escenas de género como “La salmantina”, “La posada de las ánimas”, “El adolescente” o “Adriano del Valle en Itálica”.

         “Mi deseo es dejar todos los cuadros referentes a La Rábida, bocetos acuarelados o estarcidos, al Museo Vázquez Díaz de Nerva (Huelva)”,  dice Botí. “Los que tengo de José Caballero irán a la Fundación que lleva su nombre, en la confianza de que también se llegue a fundar un museo con todos sus fondos”.

         Rafael Botí, que ya en su día donó los mejores fondos de la pintura de su padre a la Fundación Rafael Botí en Córdoba, sigue disfrutando de la presencia de arte en su entorno, con espléndidos paisajes de su progenitor sobre el Jardín Botánico o el Museo del Romanticismo de Madrid. Junto a ellos cuadros de Juan Antonio Morales o del cordobés Antonio Rodríguez Luna, así como un gran busto del escultor Pérez Mateos con la cabeza de Don Daniel, su admirado pintor.

Más información

www.rafaelboti.com





viernes, 4 de marzo de 2011

Ruta sacra de iglesias y seminarios con murales de Manuel Ortega





Julia Sáez-Angulo

       04.03.11.- Madrid .- El artista madrileño Manuel Ortega y Pérez de Monforte (Madrid, 1921) es uno de los artistas del siglo XX que ha dejado su impronta en las iglesias de Madrid, tanto de la capital como de la región. También lo ha hecho en otras iglesias e instituciones sacras como capillas y seminarios de otras provincias españolas. El pintor terminó Bellas Artes en la Real Academia de San Fernando de Madrid, en 1949, donde recibió el premio extraordinario fin de carrera y el Primer Premio de Pintura Mural Vázquez Díaz.

Elisa Sáez de Slöcker, de la Fundación Anima Artis ha querido organizar una ruta sacra por las iglesias y retablos de Manuel Ortega en la región de Madrid, ruta que bien merecería un libro del Obispado, el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid.

“Con motivo de la preparación de la Jornada Mundial de la Juventud –JMJ- se han preparado distintos itinerarios artísticos con sus correspondientes discursos informativos para continuar la tradición de explicar la fe a través de las imágenes, a las que históricamente se les denominaba Biblia Pauperum o Biblia de los Pobres, porque eran muchos los que no sabían leer”, explica la crítica de arte, miembro de la Asociación Madrileña de Críticos de Arte, AMCA.
"La Biblia Pauperum se traduce generalmente como Biblia de los Pobres, pero también como Biblia Popular, en el sentido de "general", al alcance de todos. Con la llegada de la Imprenta sobre todo, la Biblia y sus dibujos ciertamente se hicieron populares y tuvo una gran difusión. Pero, siempre fue "de altura", tanto en lo artístico, como en su contenido, ya que se suele relacionar el Antiguo con el Nuevo Testamento. Cosa que muchos "letrados" no saben hacer", añade Sáez de Slöcker.

La primera de las iglesias para la que trabajó el artista Manuel Ortega fue el gran retablo al óleo de Nuestra Señora de las Nieves (1952), para iglesia parroquial del pueblo de Somosierra. Una hermosa Virgen, que avanza con pie firme sobre una roca y muestra con orgullo santo a su Niño Jesús en brazos, figura para la que el pintor ha reservado el color blanco, símbolo de irradiación de luz, como lo hiciera Velázquez con el Niño fajadito en su cuadro de la Epifanía.

En este cuadro de juventud, Manuel Ortega retrató a colegas, amigos y parientes en los ocho ángeles de gran tamaño que circundan a la Virgen y el Niño, éste último es igualmente el rostro del hijo de un amigo. Uno de los ángeles, arrodillado en primer plano, muestra a su vez un cuadro con la representación de iglesia de piedra del pueblo serrano de Somosierra, siguiendo la tradición barroca del cuadro dentro del cuadro. Un cielo hermoso con nubes de gasa y un paisaje lateral de pinos completan el luneto superior de la composición. El retablo tiene cinco metros y medio de altura por tres de ancho.

En 1955 Manuel Ortega viajó a América y, durante su estancia en la República Dominicana, intervino en la Capilla de Aviación para hacer pinturas murales sobre dos santos carmelitas: Teresa de Jesús y Juan de la Cruz.

En 1956 pintó el retablo de la iglesia del pueblo Navas del Rey (Madrid)

En 1957 hizo el retablo de la Capilla del Santísimo y las pechinas para la madrileña glesia parroquial de La Paz, en pintura plástica sobre yeso negro y en esa misma iglesia pintó en 1958 “La Sagrada Cena”. Las grandes dimensiones del mural recogen la soberbia perspectiva de la última cena presidida por Cristo junto a sus doce apóstoles. El color blanco radiante del Mesías que va a morir al día siguiente en Viernes Santo, se prolonga en el mantel que acoge al final la Eucaristía real del sagrario, en el lugar opuesto a Cristo en la mesa. Es la Última Cena de Jueves Santo en que se fundó el sacramento de la Comunión. El pan y el vino e los cálices se distribuyen a lo largo del mantel. Una visión espacial de gran efecto y cierto dramatismo. Para esta misma iglesia hizo las pechinas con los cuatro evangelistas.

En 1959 Manuel Ortega hizo otro de los grandes murales al fresco en el ábside de la iglesia de Villaviciosa de Odón (Madrid) en el que se insertaba el célebre Cristo de los Milagros, escultura de un Jesús Crucificado existente en la parroquia. La escena de Pentecostés sobre los Apóstoles y la de Santiago Apóstol a caballo y con espada en la batalla de Clavijo son temas en la izquierda de este mural, mientras que en la derecha se puede contemplar a la Virgen María en el primer milagro de cristo en las Bodas de Caná, al convertir el agua en vino, y la resurección de Lázaro, como referentes al citado Cristo de los Milagros.

Retablo del Cristo de la Victoria,
Una obra maestra


En 1963 hizo el retablo del Santísimo Cristo de la Victoria en la iglesia parroquial del mismo nombre –una de las más grandes de la capital de España-, en la madrileña calle Blasco de Garay en el barrio de Argüelles. La iglesia fue fundada por el patriarca obispo de Madrid, doctor Eijo y Garay en 1940. El edificio es obra del arquitecto Fiter.

El retablo del Cristo de la Victoria es una pieza magistral, resuelta en pintura al fresco, en un total de quince paños que narran la Pasión del Señor, desde su entrada triunfal en Jerusalén sobre un pollino hasta su muerte y sepultura, pasando por su largo Via Crucis de oración en el huerto de los Olivos, abandono de sus discípulos, flagelación, escarnio, con la cruz hacia el Gólgota, crucifixión, muerte y Piedad de la Virgen. El pintor don Daniel Vázquez Díaz elogió ampliamente esta gran obra de Manuel Ortega y le felicitó personalmente por la misma. El diario “ABC”, la sacó en portada al día siguiente de su bendición e inauguración.

En la misma iglesia del Cristo de la Victoria, Manuel Ortega realizó años más tarde las pechinas y el mural “El bautismo de Cristo” (1998), para el baptisterio.

En 1964 Manuel Ortega pintó en la iglesia de Medinaceli (Soria), un mural sobre ladrillo preparado, en el que habría de integrar un gran Cristo crucificado en madera y el sagrario. El artista representó a Nuestra Señora de los Ángeles, una Virgen orante rodeada de ángeles sobre la que posa la luz que llega de un ventanal posterior a su figura. La geometría, como en el caso del Cristo de la Victoria, vuelve a estar presente en esta composición para distribuir de modo armónico el espacio y el color. Ese mismo año hizo las vidrieras para Santa María de Huerta (Soria)

En 1965 intervino en el Seminario Conciliar de Vinuesa (Soria). El artista opta por una representación de Cristo rodeado de santos, entre los que figuran numerosos religiosos y religiosas revestidos de sus correspondientes hábitos y tocas. La luz radiante del blanco vuelve a reservarse para el Cristo Redentor y Crucificado, que está de pie y con los brazos extendidos en señal de acogida a los hombres y mujeres que han alcanzado el ideal de santidad. Sobre todos ellos un ángel, situado en la parte superior, que señala con su mano la figura central de Jesucristo.

El mural tiene forma de gran luneto sobre el altar e integra en su seno cuatro grandes ventanales rectangulares de dos tamaños diferentes haciendo oportunamente pareja. Entre los santos representados se encuentran san Ignacio de Loyola, santa Teresa de Jesús, san Juan de la Cruz y otros muchos representativos de la iglesia española.

En 1998 hizo otro mural al fresco en la iglesia de Medinaceli (Soria), con el tema del Bautismo de Cristo.


En 1997 ganó el concurso internacional para las vidrieras de la catedral de la Almudena

En 1997, Manuel Ortega gana por unanimidad el concurso internacional para hacer todas las vidrieras de la catedral de la Almudena de Madrid, proyecto que habría de ser financiado conjuntamente por el obispado, el Ayuntamiento, la Comunidad de Madrid y el Estado español. 1998 fue el año de ejecución intensiva del artista para buena parte de las vidrieras de las capillas laterales, donde iban a aposentarse las imágenes de los distintos santos madrileños. A la catedral de la Almudena, el artista dedicó dos años de trabajo. Terminó en 2000.

Manuel Ortega volvió a utilizar la geometría para instalar a las figuras sacras, con una “regla de oro” suya muy particular que, según su autor “perfecciona la renacentista”. El Espíritu Santo en forma de paloma baja sobre las figuras de los distintos santos para iluminar sus cabezas y se sitúa en el rosetón de cada vidriera dividida en tres partes, en forma de arco elíptico.

Hizo igualmente todas las vidrieras del ábside, con su particular estilo geométrico post-cubista, donde resaltaban la armonización de los delicados colores celestes para representar la Anunciación de María, el Encuentro con su prima Santa Isabel, la Purificación en el Templo de Jerusalén, la Huída a Egipto,... así hasta el total de vidrieras hermosas e instaladas en los vanos correspondientes para seguir la secuencia evangélica que narra la vida de infancia de Cristo y por ende la de su Madre, narrada por el Evangelio de san Lucas.

Pero de pronto, poco antes de la boda del Príncipe de Asturias en 2003, las vidrieras de Manuel Ortega se levantan y van a parar al Museo de la Catedral de la Almudena, para colocar en su lugar otras de estilo neo-bizantino, realizadas por Kiko Argüello, fundador del Camino Neocatecumental, buen amigo del cardenal Rouco Varela.

El disgusto y la contrariedad de Manuel Ortega no se hicieron esperar. Él había ganado por unanimidad el concurso internacional para hacer todas las vidrieras y ahora se veía desplazado por una decisión unilateral y contraria a Derecho. Para más desconcierto, ya se habían colocado otras vidrieras en el crucero, realizadas y donadas por unas señoras, bajo la aquiescencia del deán de la catedral.

El artista Manuel Ortega recurrió a los tribunales. La diócesis fue demandada. El daño moral y físico a su persona ya estaba hecho. La boda de los Príncipes de Asturias se realizó en la catedral de la Almudena, en medio de un totum revolutum de vidrieras de distinta autoría porque, sin respetar el acuerdo del concurso internacional, se permitió intervenir a otros hacedores de menor calidad artística. El escándalo de las vidrieras de Kiko Argüello estalló aún más al descubrir que eran una simple copia de otras realizadas en un seminario neocatecumental en Santo Domingo.

Manuel Ortega ganó el contencioso en conciliación. Fue indemnizado y dejó, de una vez por todas, el asunto. Hombre de gran fe, no ha vuelto por la Almudena para no sentir la gran punzada del desaguisado estético cometido en sus muros. Tiene la confianza de que alguna vez la cordura se imponga y se recoloquen sus vidrieras en el ábside para sintonizar con las capillas laterales. Confía en que quizás más adelante, lo verán algunos.

Por otro lado, el artista madrileño hizo una hermosa escultura de la Virgen con Niño para el jardín del colegio Nuestra Señora de Europa en Las Lomas (Madrid), a base de cemento pintado en rojo y vidrieras emplomadas. Además de la imagen sacra de la Madre de Cristo, la escultura tenía el objetivo de cubrir una chimenea grande al exterior. La figura es tan proporcionada y bella, que el colegio la utiliza como obra de arte seriada para premiar a visitantes y alumnos. También la ha utilizado el autor como portada de su catálago.

En cuanto a las imágenes sagradas que pintó Manuel Ortega al óleo en cuadros, podrían citarse: "Santo Domingo de Guzmán para una capilla de los Padres Dominicos en la calle Conde de Peñalver de Madrid; "Santa teresa de Jesús", por encargo de la señora Illana una abulense cuñada del entonces presidente Adolfo Suarez; "Cristo expulsando a los mercaderes", por decisión propia cuando un coleccionista le trataba de ajustar en exceso el precio de un cuadro; "Virgen con Niño" muy geometrizada para el coleccionista Cabezaolías y diversas escenas de "La Anunciación", porque ha sido "un tema muy querido por mí", explica el artista. "Todos ellos se encuentran en diversas colecciones privadas pero no sabría dar razón ya que no llevo cuenta de todo ello. Por otro lado, en el estudio del pintor conserva un gran fresco trasportable con el tema de "La huida de a la Sagrada Familia a Egipto"

En suma, Manuel Ortega ha intervenido en la catedral de Madrid, ocho iglesias cuatro en Madrid y dos en Soria-; un seminario en Medinaceli y una capilla en la República Dominicana. En dos ocasiones ha representado la imagen de Nuestra Señora de los Ángeles, con muy distinta factura.

El artista ha trabado también la iconografía greco-romana en los frescos del palacio de Neptuno junto a la plaza del mismo nombre en Madrid, lo que indica que su arte hunde sus raíces en ambas culturas occidentales, la judeo-cristiana y la clásica de Grecia y Roma.

Manuel Ortega dice que "el pintor, además de trabajar en el taller, tiene que volver periódicamente al exterior, porque, de las infinitas armonías que ofrece la Naturaleza -en formas y colores-, cada artista extrae las suyas propias" .