Julia Sáez-Angulo
“Felipe II fue un gran aficionado a la naturaleza y a la arquitectura. Supo discutir y argumentar con sus arquitectos Juan Bautista de Toledo y Juan de Herrera” recordó Francisco Felipe González (Palencia, 1961) en su conferencia “Jardines Escurialenses” que tuvo lugar en el galería Edurne de El Escorial, que muestra actualmente la exposición “El Jardín de la Utopía”, en colaboración con la galería madrileña Utopia Parkway.
Los artistas Ignacio Evangelista, José Ferrero, Miguel Galano, Concha Gómez-Acebo, Ana Paula Martínez Lanz, Merche Olabe, Chema Peralta, Alberto Pina y Manuel Valencia, muestran sus obras de pintura o fotografía en esta muestra colectiva de gran belleza. La pintura leve y barrida de Galano o las visiones congeladas y casi metafísicas de Olabe resultan sorprendentes, al igual que las fotografías de gran sutileza e impacto visual.
Licenciado en Bellas Artes y especializado en Paisajismo en Alemania, Felipe Martínez recordó al comienzo de su exposición el terrible fuego del monte Abantos junto a monasterio de El Escorial, que tuvo lugar hace pocos años y que arrasó miles de árboles del lugar.
Felipe Martínez elogió la buena elección del El Escorial, en lugar de La Fresneda a causa del paludismo- por parte del monarca español para el monasterio, enterramiento de reyes, tal y como se lo pidió su padre el Emperador Carlos V. Se admiró de la logística emprendida por Felipe II para establecer un lugar de descanso para los monjes jerónimos, encargados de la custodia del lugar y la oración. “Un palacio para Dios y una cabaña para el Rey”, quería el monarca.
Los jardines escurialenses tuvieron a al fraile Cardona como gran creador, junto a otros jardineros extranjeros que llevaron a cabo una gran labor de adecuación de la capa freática y canalización para el llenado de agua en los estanques. Cardona está hoy sepultado bajo las losas del claustro del monasterio.
España tenía una gran tradición de jardines, desde los claustros medievales en el norte, inspirados en el jardín persa- a la herencia hispano-musulmana en el sur, para jardines en medio del calor y con escasez de agua. Además se contó con la influencia renacentista italiana, si bien con los Austria llegó la jardinería flamenca.
Interés de Felipe II por los árboles frutales
El conferenciante subrayó el interés de Felipe II por los frutales en sus jardines escurialenses, en los que llegaron a plantarse naranjos protegidos con tablones en invierno. Se contó con la presencia de nogales, higueras, almendros, olivos... y las particulares autóctonas españolas de la pera de Longuindo y las manzanas camuesas, frutas ambas muy gustosas y bastante perdidas en el mercado español, reemplazadas por las especialidades sajonas.
El comedor del monasterio de El Escorial muestra todavía pinturas del XVI y XVII, que representan los jardines y frutales de esos siglos, con un cuidado y esmero que sorprenden.
El “Libro verde de El Escorial” ilustra bien sobre los jardines escurialenses y sus necesidades ambientales, así como los libros de Gregorio de los Ríos, Alonso de Herrera y Andrés Laguna.
Entre los asistentes al acto se encontraban, además de los galeristas Margarita y Antonio Navascués, diversos artistas como Ruslán Galasov; la farmacéutica M. Carmen Martínez y diversos expertos en el tema de la jardinería.
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