Félix Grande
Biografía (1958 – 2010)
Prólogo de Ángel Luís Prieto de Paula
Galaxia Gutgenberg/ Círculo de Lectores
Barcelona (492 pags)
Julia Sáez-Angulo
Es un poeta reconocido y premiado en el panorama lírico español. Félix Grande (Mérida, Badajoz, 1937) acaba de ver publicada su “Biografía (1958 – 2010)”, libro en el que ha añadido el estremecido poemario “La cabellera de la Shoá”, escrito en 2010, después de haber visitado los campos de exterminio nazi de Auschvitz en Polonia.
Joan Tarrida destacó la obra poética y narrativa –una decena de libros- de Félix Grande, del que Galaxia Gutgenberg/ Círculo de Lectores ha publicado varios libros. Un prólogo del crítico Ángel Luís Prieto de Paula centra al lector de la poesía del poeta de manera serena y analítica.
Prieto de Paula señaló en la presentación del libro que hay que poner el dedo índice en el poema libro “La cabellera de la Shoá” para que no pase desapercibido en el volumen de la poesía completa. También destacó la incorporación de algunos sonetos algo escondidos. “Félix Grande es poeta de un libro unitario”, con una “originalidad absoluta de confesionalismo, que se lee como una biografía”. “Es un niño de la guerra porque nació en 1937. Su educación tuvo lugar en Tomelloso, “la Atenas manchega”, que ha dado notables escritores y artistas”.
Grande obtuvo el premio Adonais de poesía en 1963 y con Las rubáiyatas de Horacio Martín” en 1978, el Premio nacional de literatura, “cenit de su producción según el presentador. Con “Blanco Spirituals” ganó en La Habana, el Premio Casa de las Américas 1967. “Es un poeta confesional y patético porque su obra se nutre del sufrimiento y la compasión; poeta más allá de la influencia de Luís Rosales, Cesar Vallejo y Antonio Machado”, según Prieto de Paula.
Félix Grande, con su habitual oratoria sentimental y doliente (Paco G. Pavón me enseñó: “cuando hables en público mueve a la gente el corazón porque si no, moverán el culo”, dijo), señaló que sus “maestros musicales” fueron Rubén Darío y Bécquer; su consuelo, Antonio Machado y su aprendizaje polisémico, Cesar Vallejo, al que admira como el mejor de los poetas de la vanguardia.
“Un libro lleno de madre y de espanto”
Durante la presentación, el poeta de Mérida/Tomelloso declaró: “todo el contenido de este libro está lleno de madre y lleno de espanto; de indignación y piedad”. Señaló que su madre fue una “mujer nacida para sufrir y propagar el terror”, víctima viva de la guerra civil en la que vivió con terror de perder a su marido y quedó traumatizada y de los nervios, amenazando siempre con tirarse a un poco o ahorcarse, angustiando de modo terrible a sus hijos.
Frente al poeta Antonio Ramoneda, que idealizó a su madre viuda de la guerra civil, Félix Grande aludió al espanto padecido ante la suya, sentimiento que ha superado con la compasión y la piedad a través del tiempo. Confesó que se ha sometido al psicoanálisis. Ambos poetas, Ramoneda y Grande, van a hablar en León, de la respectiva postura personal y poética ante sus madres.
Finalmente Félix Grande se detuvo a hablar sobre la poesía y el lenguaje. “Poesía es un estado de gracia, de coraje e inocencia para que las palabras vengan y se queden a convivir con el poeta”, dijo. “Las palabras si no son sagradas, sí son prodigiosas”, añadió. “Las palabras viene de lejos, de milenios, y la inmortalidad del escritor está en la felicidad de escribirlas. Las palabras tienen una duración según la cantidad de dolor que hay en ellas”. “El lenguaje es una necesidad de la especie para combatir el espanto de saberse finita”, dijo en otros momentos.
Félix Grande recordó la afirmación de Unamuno: “Tened fe en las palabras porque ellas son cosas de vida”, “son criaturas vivas y autónomas”, añadió al recordar que tardó cuarenta años en volver a escribir poesía, después de “Las rubáiyatas de Horacio Martín” en 1978. La visita al campo de exterminio nazi le motivó de manera terrible y transformadora. Reniega de la frase de Adorno: “Después de Auschvitz ya no se puede escribir poesía”. Pese a que se conoce el holocausto judío por libros, documentales y películas, verlo de cerca fue una sorpresa de horror para el poeta. Al ver el montón de cabelleras femeninas cortadas y amontonadas, “allí me temblaron las piernas y comprendí que tenía que dar memoria a esa mendicidad”. “Adorno no tenía razón; sus palabras son un “adorno. Nunca la especie humana había llegado a tales cimas del mal y del desprecio como con los nazis y el GULAG de los soviéticos, que se comienza a estudiar ahora. Ambas barbaries han sucedido en el siglo XX ”.
Durante la presentación estuvo presente la poetisa Paca Aguirre, esposa de Félix Grande, a la que el poeta reconoció como su salvación.
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