por Julia
Sáez-Angulo
https://mail.google.com/mail/ca/u/0/#inbox/15e6507733ace812
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28.08.17 .- Conviene
leer las suras del Corán sobre la mujer para saber de que hablamos. Un ejemplo:
Los hombres están al cargo de la mujeres
en virtud de la preferencia que Allah ha dado a unos sobre otros y en virtud de
lo que (en ellas) gastan de sus riquezas. Las habrá que sean rectas, obedientes
y que guarden, cuando no las vean, aquello que Allah manda guardar. Pero
aquellas cuya rebeldía temáis, amonestadlas, no os acostéis con ellas, pegadles, pero si os obedecen, no
busquéis ningún medio contra ellas.
Siempre choca ver a las mujeres musulmanas bien cubiertas de cabeza con
velo o burka, senos y glúteos prominentes con amplios y blusones, mientras que
ellos, los musulmanes visten claramente a la occidental con tejanos, camisetas
sin manga y hasta pantalón corto en verano. Es un agravio comparativo en cuando
a protegerse del calor, que sorprende. Se sabe de algunas que se cambian en los
lavabos públicos para ir a la occidental, con el temor de que algún varón o
hembra de su comunidad la descubra y la denuncie. Y cuando ellas caminas cerca del varón, muchas lo hace dos pasos detrás como la tradición lo requiere.
El
tema de la mujer ante el Islam es importante de conocer en nuestras sociedades
–a los hombres les suele preocupar poco- porque son muchos los imanes que
enseñan a odiar a la mujer occidental, como ser infiel, depravado y causa de
que se enfríe el fervor por Allah. Su consejo de que el varón musulmán se case
con mujer islámica es continuo cuando no conminatorio, consejo que no facilita
precisamente la integración a la que tanto claman revestidos de victimismo.
Uno
de los terroristas de Cambrils buscaba degollar a las mujeres occidentales. En
París se habla de un barrio en el que las mujeres occidentales tienen prohibida
la entrada. La escritora Bridget Hadaway contaba que en su labor de enseñanza
del idioma inglés a las mujeres islámicas pakistaníes de Londres –encerradas
literalmente en las casas por sus familiares hombres-, se encontraba con la
mirada recelosa e incriminatoria de los hijos adolescentes. Un día ella interrogó
a uno de ellos por qué esa mirada de odio hacia su persona y él le replico:
“porque las mujeres occidentales sois todas rameras”. Ella quiso saber en qué
se basaba aquella opinión y él le respondió que lo veía todas las noches en los
programas de televisión nocturna. Eran películas porno con las que saciaba su
instinto y por las que odiaba a las mujeres de Occidente.
Si a
ello se añaden las arengas de los imanes salafistas pagados o no por Arabia Saudí –aunque
vengan sin armas-, por Qatar o el Estado Islámico, las mujeres de occidente serán pasto fácil de
los degolladores.
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