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Delfín Rodríguez, comisario de la exposición Giovanni Battista Piranesi en la Biblioteca
Nacional de España
L.M.A.
-6 de mayo de 2019-. Piranesi (Venecia, 1720 - Roma, 1778) nació en una época en la que, para
desgracia de su mente creativa, no había cabida para su pasión, la
arquitectura. En Roma, la ciudad de su vida, no se construía, no había
presupuesto, ni políticas urbanísticas, solo le quedaba soñar e imaginar. A
veces, utopías; otras, pesadillas. Fue un erudito multidisciplinar que abogó
por la conservación del patrimonio y la difusión de la grandeza de las antiguas
ciudades, una actividad a la que se encomendó por medio de sus célebres
grabados. El 7 de mayo, la Biblioteca Nacional presenta al público la
exposición sobre este maestro veneciano, comisariada por Delfín Rodríguez Ruiz,
con el soporte técnico de Helena Pérez Gallardo.
¿Quién es Giovanni Battista Piranesi?
Fue el gran
notario de Roma, de la magnificencia de la antigua y la moderna. Supuso una
revolución en la forma de representar, de una manera emocionada, y, a veces,
trágica y dramática, la memoria del pasado, para que no se perdiese nunca el
recuerdo de la grandeza de la arquitectura romana. En una línea, un poeta de
los sueños arquitectónicos.
De entre los muchos títulos que se le acreditan
(arquitecto, arqueólogo, investigador, grabador), ¿con cuál deberíamos
quedarnos?
Fundamentalmente
con la de grabador. Su obra más famosa es la serie de las vistas de Roma, que
recorre toda la exposición, una especie de autobiografía de su propio
desarrollo como grabador al agua fuerte, derogando la manera de mirar Roma
frente a los tópicos iconográficos y arquetípicos del Renacimiento y el Barroco.
Él cambia la forma de mirar, la convierte en oblicua, baja a las profundidades
de la ciudad para mirar hacia arriba o viceversa. La representación es
dramática, heroica y hasta terrible. Todos los viajeros del Grand Tour [un itinerario popular entre
los jóvenes europeos, con cierto nivel adquisitivo, durante los siglos
XVIII-XIX que consistía en un viaje formativo e intelectual por Francia e
Italia], polacos, británicos, alemanes o franceses, demandaban su obra.
Era un
arquitecto, pero, sobre todo, un artista. Por ello, comienza a grabar sueños,
imágenes, lo que no puede construir. Aparece el muro de la pesadilla de sus
cárceles, proyectos de restitución de la Roma antigua, él se pregunta cómo era
a partir de sus ruinas.
¿Hay poesía en las ruinas?
Constantemente.
La ruina tiene varios niveles de lectura. Por un lado, es testimonio del estado
de un edificio en un momento determinado. Pero Piranesi lo cambia de escala,
así le añade un valor añadido que lo hace mucho más magnificente, con lo cual, el
pasado se convierte en un sueño. Esta es la tragedia de la memoria de la ruina,
se carga de poesía, nostalgia y melancolía. Lo hace más evidente con una
técnica prodigiosa al agua fuerte, después de Rembrant, fue el gran maestro en
este arte.
¿Qué podrán encontrar los visitantes en la exposición de
la BNE?
Un recorrido por su
obra completa, incluyendo su juventud y sus años de formación.
Aldous Huxley escribió sobre él, Balzac se inspiró en su
obra y hasta Martin Scorsese en Shutter
Island (2009) parece influido por sus cárceles. ¿Hasta dónde llega el
alcance de su legado?
Recorre todos los
territorios. El ámbito fotográfico, son tantos los que han repetido sus
encuadres y realizado series basadas en él. Los arquitectos, en el proyecto, en
los sueños y las utopías; pero también la pesadilla y lo horrendo. En la
música, el violonchelista Yo-Yo Ma puso música a las Carceri (del italiano, ‘cárceles’) con las suites de Bach, ¿a qué suenan esos lugares de tortura? Fueron
muchos los historiadores e intelectuales que discutieron qué compositor
romántico era el idóneo. En la literatura, Marguerite Yourcenar escribió sobre su
"mente negra"; también Jorge Luis Borges. Su obra supuso una
premonición, anunciaba la modernidad en todos los sentidos, muchos creían que
estaba loco.
La serie de las Carceri
es una de sus obras más comentadas, de hecho, la exposición cuenta con una sala
dedicada a sus grabados. Desde un plano filosófico, ¿qué simbolizan?
Es un tema muy
complicado. En primer lugar, los espacios de las cárceles son inverosímiles, no
se pueden recorrer. A menudo, las galerías y las escaleras dan a un muro, no
hay salvación posible, no hay salida al sufrimiento y al dolor. Una denuncia
política al castigo, propia del pensamiento jurídico de la Ilustración. Casi
todas están en lugares profundos, enterradas; sin embargo, arriba, a través de
claraboyas enrejadas, se ve la gran ciudad y los edificios donde se desarrolla
la vida normal. Para que sea posible la vida triunfante es necesaria la
existencia del sufrimiento de una vida sin salida. Por ello, esta serie no
gustó en el siglo XVIII, la más exitosa fue la de las vistas de Roma.
¿Cómo influyó su obra en el arte de siglos posteriores?
En el
Romanticismo, Víctor Hugo escribió sobre las Carceri, hablaba de ese personaje casi loco que era Piranesi, soñó
espacios imposibles de restituir y recorrer, eran dramáticos, terribles y
laberínticos, como la vida del hombre. Por un lado, estaba la Roma del triunfo;
y, por otro, el lado oscuro de las cosas. Representa el siglo XVIII, la razón y
la sensibilidad que va a dar paso al Romanticismo. Por eso, los intelectuales y
poetas, desde Edgar Allan Poe hasta Baudelaire, hacen una lectura poética de su
obra, aunque él no la plantea de esa manera. Por tanto, la difusión durante el
siglo XIX es extraordinaria. A principios del siglo XX son los arquitectos los
que recuperan su creación, se ofrecen reflexiones tipológicas, compositivas e
insólitas.
Influyó en las
corrientes artísticas. La planta de Il
Campo Marzio dell’Antica Roma (1762), que puede encontrarse en la
exposición, se convirtió en la obsesión de teóricos del siglo XX, como los
arquitectos del constructivismo soviético, sus cárceles sedujeron a Eisenstein
por los encuadres insólitos. Llegan las vanguardias, la arquitectura posmoderna
y mútiples figuras se inspiran en él: Peter Eisenman, Arata Isozaki o Rafael
Moneo, un apasionado de su obra. Su influencia fue extraordinaria.
Sorprende la cantidad de colecciones de su producción
artística que se guardan en España.
Principalmente es
consecuencia de los viajeros del Grand
Tour y de los regalos diplomáticos. Piranesi solía hacer regalos a los
embajadores de las cortes europeas. Por otro lado, los príncipes romanos
obsequiaban sus obras a otros monarcas europeos, nobles o académicos, ya que
era el más célebre de los grabadores romanos. Se produce una gran circulación,
en gran parte, gracias a los viajeros del Grand
Tour. Su obra era difundida y la demanda crecía. Al final de su vida, era
rico.
¿Cómo ha logrado recopilar tantas de sus obras la
Biblioteca Nacional?
La BNE guarda
2.400 estampas, algunas sueltas y otras encuadernadas, pero la exposición
representa todas sus obras, buena parte de ellas son procedentes de la
Biblioteca Real, que contaba con un gran fondo de su creación. Esto es debido a
que reyes como Carlos III, Carlos IV y Fernando VII encargaban a sus
embajadores en Roma que trajesen sus obras.
¿Qué diferencia esta exposición de otras realizadas con
anterioridad?
No es una
exposición más sobre él, porque se han hecho muchas en todo el mundo. En el
siglo XX, Enrique Lafuente Ferrari catalogó las estampas de Piranesi, hizo un
primer catálogo de su fondo en la Biblioteca Nacional. Sin embargo, ese libro
pasó completamente desapercibido. De tal forma que, en las siguientes exposiciones,
nunca se menciona esta colección, no pertenecía al circuito internacional de la
circulación de obras de Piranesi. Puesto que el año que viene se cumple el
tricentenario, era la oportunidad de sacar esta colección a la luz.
¿Cuál es la joya de la muestra?
De entre todas
las obras, la serie Vedute di Roma
(1748-1778), las vistas de la ciudad, que recorren como compañeras toda su
vida, un proyecto en proceso e inacabado. Pero también la restitución de Il Campo Marzio, del que solo había
fragmentos y que él reconstruye, una ciudad perfecta que no deja lugar a la
vida, ruedas de reloj suizo perfectamente encajadas, como una premonición.
Para convencer a los posibles visitantes, ¿por qué debe
interesar Piranesi al gran público?
En primer lugar,
por la altísima calidad del grabado a agua fuerte de sus obras. Segundo, por el
riquísimo repertorio iconográfico, de motivos y temas, muchos desaparecidos, de
la Roma antigua y moderna. Tercero, por sus sueños imaginarios, obras no
construidas, simplemente proyectadas en su mente. Cuarto, abre el mundo de las
pesadillas, de los sueños, del dolor y del sufrimiento con la serie de las
cárceles. También porque convirtió su actividad de artista, arquitecto y
arqueólogo en una actividad comercial. Empresario, artista, arquitecto,
teórico, erudito, una mente desbocada con un carácter muy fuerte. En su tumba
colocaron un candelabro, como autorretrato. Sin embargo, cuando su hijo se
marchó a París, lo retiraron y encargaron una escultura a un artista
neoclásico. Desde entonces, creo que Piranesi no descansa en su tumba, quiso
tener sobre él su poética.
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