martes, 25 de noviembre de 2025

ADA LOVELACE. Primera programadora de computadoras. Relato por Julia Sáez-Angulo



Por Julia Sáez-Angulo

Me topé con ella, con Augusta Ada King, condesa de Lovelace -conocida como Ada Lovelace-, en un curso de verano de la Universidad Complutense, en el Cuartel de Inválidos y Voluntarios a Caballo, de San Lorenzo de El Escorial, donde veraneo. La mencionó, con ímpetu, el profesor Julio Mayol, al paso de una conferencia divulgativa sobre la Inteligencia Artificial, IA, en la Medicina. Señaló a Ada como genio de las Matemáticas, primera programadora, pionera, por ende, de la IA. Se la considera la primera programadora de computadoras, por describir un algoritmo destinado a ser procesado por una máquina. 

    Ada fue hija de Lord Byron, pero no conoció a su padre que salió pronto de su país, Inglaterra, y no volvió, ni se preocupó de ella. Hay genios en la Historia, cuyo sentido de la responsabilidad familiar ha sido cero. Hombres que viven y mueren por diversas causas, mientras que la crianza de los hijos, la parte humana de la infancia, la continuación de la humanidad, la olvidan y queda por entero en manos de la madre. Son como el salmón, desovan y se van.

    Ocurrió en la vida de Ada Lovelace. Lord Byron se separó de su esposa al mes de nacer la niña en Londres, en 1815, y partió hacia Grecia, el amor intelectual de su vida, por ser cuna de la civilización occidental; se fue para luchar por su libertad del yugo turco. En Grecia morirá, durante la Guerra contra el Imperio Otomano en 1824. Su hija Ada tenía ocho años. Solo obtuvo del padre unos versos: “¿Es tu rostro como el de tu madre, mi bella hija? ¡ADA! Hija única de mi casa y mi corazón”. El “mí”, el yo, domina el poema.

    Anne Isabella Byron, mujer millonaria, madre de Ada, quedó tan harta y escarmentada de la vida irresponsable Lord Byron, que la consideraba locura, por lo que no quiso para su hija un futuro literario de versos y poemas como el padre. La genética pesa y la madre lo sabía. Para alejarla lo más posible de él y su trabajo de escritura literaria, la encauzó en el mundo de la ciencia, de los números, de las Matemáticas, a base de sucesivos tutores en la casa, dada la frágil salud de la niña. La inteligencia de ADA se reveló extraordinaria. No era común, en las mujeres del XIX, encarrilar los pasos de las mujeres por el mundo científico, pero mamá Anne Isabella logró hacer de Ada una gran científica que merece una mayor resonancia y visibilidad en la Historia, en el mundo de hoy, donde las computadoras y la IA cobran primer plano, y debiera ir acompañado con frecuencia del nombre de Ada Lovelace. 

    “Con todo, la ausencia de su padre la obsesionó”, comenta el Dr. Mayol, a lo largo de su conferencia, en una suerte de reivindicación de la paternidad para todos los seres humanos.  

    Augustus de Morgan, célebre matemático, fue uno de los tutores de Ada, el que alarmó a su madre por las preguntas agudas y excesivas de la muchacha, impropias de una mujer, que debe atenerse simplemente a aprender las lecciones. “Ada interrogaba como un hombre”, le dijo. Afortunadamente, madre e hija hicieron caso omiso de la preocupación del tutor.

Ada Lovelace supo con el tiempo, que tuvo una hermana, Allegra Byron, hija de Lord Byron y la poeta inglesa Claire Clairmont, a la que su padre acabó también abandonándola en un convento, después de varios intentos para que fuera adoptada. La niña murió a los cinco años.

    La salud de Ada no fue precisamente fuerte.  Se casó con el barón William King, futuro en conde de Lovelace. De Lady King, pasó a condesa Lovelace. La pareja era habitual en la Corte de la Reina Victoria, Corte que siempre miró con suspicacia a Ada, por sus extravagancias con las Matemáticas. Ella no dejó en ningún momento de estudiar matemáticas, como si fuera un elixir que le daba la vida. Tuvo tres hijos: Byron, Annabella y Ralph. Fue al concluir su maternidad, cuando, en el campo de estudios matemáticos, se lanzó con más fuerza y continuidad en la investigación. Ella siempre firmó como Ana Lovelace.

    En la correspondencia con su antigua tutora y amiga Mary Somerville, Ada se quejaba anteriormente, de que, con la maternidad le faltaba tiempo para seguir estudiando intensivamente Matemáticas. Se siente frustrada. Los desmayos de su salud avanzaban. De nuevo, su madre, Anne Isabella, acude en su ayuda y puso nuevos tutores para educar a sus nietos

    La colaboración de Ada con Charles Babbage (1791-1871) y el desarrollo de su máquina analítica, que llevaba a cabo cálculos complejos, fue clave. La aportación y las Notas de Ada fueron consideradas el primer algoritmo destinado a ser procesado por una máquina, porque incluyen la descripción de un ciclo o bucle, un concepto fundamental en programación. Las máquinas iban a simular nuestras capacidades cognitivas como seres humanos. Una construcción cognitiva del pensamiento. Máquinas que llegaron a decodificar el código nazi.

    La amistad de Ada y Babbage duró toda la vida. Ambos se admiraban y respetaban. Una amistad estimulante para la ciencia. El visitaba al matrimonio Lovelace con frecuencia.

    Ada Lovelace fue perdiendo la salud paulatinamente por un cáncer de útero. Falleció a los 37 años en 1831. Demasiado joven para lo que pudo haber sido y añadido a su trayectoria matemática con la máquina analítica. La computadora.

    Las aportaciones de Ada Lovelace a la IA se consideran hoy fundamentales, pese a quien le discute mérito, en favor de Charles Babbage. Fue profetisa sobre las capacidades de la máquina analítica, que llevaría incluso a la creación musical. También al cálculo para ganar en el juego, como se ha visto en ajedrez, donde la máquina puede ganar al hombre.  

    No se equivocó. Hoy, ella es reconocida con el Día Ada Lovelace, el segundo martes de octubre, que celebra, sobre todo en el mundo sajón, a las mujeres en la Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas, STEM.

11 de julio de 2025


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