martes, 25 de noviembre de 2025

ANITA GARIBALDI. Heroína de dos mundos. Relato por Carmen Valero Espinosa

Anita Garibaldi. Foto Wikipedia



Por Carmen Valero Espinosa

Fui a ganar el jubileo a Roma y a conocer al nuevo papa León XIV. Fue en el mes de julio, para huir del famoso ferragosto, cuando los romanos se achicharran en la Ciudad Eterna, como si fuera el infierno. En julio, también hace calor, pero yo me consolaba pensando que menos que al mes siguiente. Para aprovechar el viaje, decidí quedarme todo el mes, para conocer a pie y a fondo la ciudad de Rómulo y Remo, la Roma Imperial de los Césares, la Ciudad petrina y santa de los Papas… y allí, el 10 de julio, me vi, de sorpresa, frente a la estatua ecuestre de Anita Garibaldi, heroína brasileña, esposa del unificador de Italia, Giuseppe Garibaldi

Eché mano de la guía escrita y a mano, que tenía un párrafo dedicado a esta luchadora de los dos mundos: en Brasil y en Italia. El personaje me fue interesando más y más y no pude por menos que adquirir una biografía de Anita Garibaldi, que me puso al día de sus hazañas.

    El monumento, una escultura recién restaurada, aparece junto a otra estatua ecuestre, la de su esposo Giuseppe; ambos héroes nacionales están enterrados juntos en el Janículo, nombre de una colina de la ciudad de Roma, distinta de las célebres “siete colinas de Roma”, sede del célebre barrio del Trastévere. Una avenida de la capital italiana, también lleva el nombre de Anita Garibaldi.

    La estatua, en bronce y granito, es una creación del escultor Mario Ruttelli y se inauguró en 1932, por Elena de Montenegro, durante la conmemoración de los 50 años de la muerte de Giuseppe Garibaldi. Anita a caballo presenta a la revolucionaria brasileña con pistola en mano y sosteniendo a su hijo Menotti, recién nacido. Se cuenta en Roma, que fue Mussolini quien quiso que se colocara el bebé en brazos de la madre, para recordar que la mujer no puede olvidarse de la maternidad y que su función es alimentar y traer vástagos para la patria.

    Los cuatro relieves de bronce, en la base, reproducen escenas de la vida de Anita en los dos mundos: primero, desfilando y luchando en la pampa americana junto a su esposo; después, buscando su cadáver, ya que le habían comunicado en la cárcel que su marido había muerto en la batalla de Curitibanos; y seguidamente a Anita protegida por Garibaldi, durante su escapada a los Valles de Comacchio, perseguida por las tropas imperiales en Brasil.

    El peso de la estatua, 40 toneladas, con 4,50 m de altura, se apoya por completo en las patas traseras del caballo y con casi un siglo desde su creación artística, se iba resintiendo, por ello necesitó de esta reciente reforma, que fue descubierta por el alcalde Roberto Gualtieri, quien dijo: «Hoy devolvemos finalmente restaurado el maravilloso monumento de Anita Garibaldi, una mujer valiente que se batió por nuestra libertad, por la República Romana, y que por lo tanto es justo honrarla». La ceremonia tuvo lugar en febrero de 2025.

    Las estatuas ecuestres de Anita y Giuseppe Garibaldi se muestran heroicas, bajo un espléndido arbolado.

    La vida de Ana María Ribeiro Antunes (Brasil,1821-Italia,1849) fue la de una criolla hermosa, a la que su madre viuda y sin recursos, casó a los 15 años con Manuel Duarte Aguar, un zapatero adinerado de la ciudad de Laguna, un marido borrachín, mucho mayor que ella, que la maltrataba. Cuando arribó a las costas de Laguna con su barco corsario, Giuseppe Garibaldi, un esbelto varón rubio de ojos azules, Anita quedó prendada. Los sueños de amor volvieron a su pensamiento.

    En realidad, fue Giuseppe Garibaldi quien se acercó en primer lugar a ella, que contaba con 18 años, al percibir su acogedora sonrisa en el puerto. Quiso que fuera para él y ella no opuso resistencia. Desde entonces no se separaron nunca. Garibaldi había llegado a Laguna para luchar en la llamada Guerra de los Farrapos, en la reciente República de Rio Grande, para hacer de la ciudad su primera capital. Anita se adhirió de inmediato a los ideales de libertad y de lucha de su esposo. Aprendió pronto a manejar la espada y la pistola. Los soldados que la acompañaban se quedaban asombrados de la destreza de esta mujer guerrillera que lucía pocho y sombrero.

    Fue en Italia, cuando Anita empezó a vestir con pantalones, botas de soldado y bandera en el pecho, como los otros soldados y a lucir las camisas rojas que ella misma diseñó con la única tela y color de que se disponía, cuando avanzaron hacia Montevideo. Tenían que distinguirse de la vestimenta enemiga a la hora de la lucha. En Italia, en busca de la unificación de la península, también utilizaron las camisas rojas, de ahí su nombre popular. En principio fueron mil camisas rojas para luchar contra Austria que defendía a los Estados Vaticanos.

    Anita, pese a su vida revolucionaria, de luchas, huidas y caídas de caballo, dio cinco hijos a Giuseppe Garibaldi: Menotti, Rosita, Teresa, Ricciotti y Domenico; el primer nació en 1840; Rosita y Domenico murieron muy niños. Los otros tres fueron también guerrilleros. 

    La heroína murió agotada por unas fiebres, tras llegar a Mandriole, localidad de Rávena. No había cumplido todavía los 28 años. Giuseppe estaba cerca y ordenó que la vistieran de mujer, sin aquellos pantalones y botas de soldado. Ella fue también mujer y madre, además de soldado. Pero las tropas enemigas hostigaban y, cuenta la leyenda que, Giuseppe tuvo que huir y dejar el entierro a medias. 

    Una vida singular, la de Anita Garibaldi. Dos ciudades brasileñas recuerdan su nombre. Italia la considera heroína nacional.

    Giuseppe Garibaldi se casó dos veces más, pero no olvidó nunca a Anita, la amada, la revolucionaria, la luchadora valiente, la heroína. Ambos son padres de la patria italiana.

Carmen Valero Espinosa

Julio, 2025


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