Antonio Escobar
Pintura de Paisajes
Galería Durán
Villanueva, 19. Madrid
Del 13 de enero al 5 de febrero de 2011
Julia Sáez Angulo
El paisaje como género pictórico independiente de la figura humana tardó mucho en llegar. Los manuales de Historia del Arte citan a Salvator Rosa (1615 – 1673), como el primero que lo independizó y aisló del hombre, cobrando así un protagonismo claro. El pintor Antonio Escobar ha querido dedicar sus últimos trabajos, llevados a cabo durante seis meses, a celebrar el género del paisaje en la galería Durán.
Más de una veintena de obras en las que se aprecia el gusto por la pintura, por el aplique de la pincelada para dar cuerpo a una serie de paisajes en las que Antonio Escobar (Madrid, 1952) crea, por representación o invención unas “vedutte” en las que predominan las casas de pueblos y aldeas, resueltas en un cromatismo muy variado para acoger diversos tipos de luz en el día o diversas estaciones del año.
En la obra expuesta podemos contemplar paisajes de luz matinal, cenital, nocturnos... todos ellos resueltos con economía de trazos de pincel que evita el metalismo excesivo para no conferir a la pintura un tono realista. La sensualidad del óleo, como crema jugosa aplicada, se aprecia y agradece en todos los cuadros, que asumen formatos medianos, pequeños o alargados.
La exposición no muestra los títulos y resulta difícil identificar algunos cuadros que convendría citar en la crítica o reseña informativa. Soberbio el cuadro nevado de pequeño formato, en el que las distancias de los elementos formales que lo componen le otorgan una excelente espacialidad a la obra.
Influencia y maestros del pasado
Licenciado en Bellas Artes, en los paisajes de Antonio Escobar se atisban conocimientos e influencias de escuelas y maestros, no en balde las escuelas de Vallecas y de Madrid han dejado una huella importante en la pintura de paisaje en la capital de España. Junto a estas referencias están el precubista francés Cezanne y Cirilo Martínez Novillo, del que aprendió directamente o los ecos de Juan Caneja para plasmar los ocres y amarillos de Castilla.
Antonio Escobar rechaza la cárcel del estilo y según propia confesión, quiere y “necesita investigar a la hora de pintar un paisaje tras otro”. Esto produce cierta perplejidad en principio, cuando se busca las señas de identidad o la dicción propia del artista. Pero en suma, se trata de un pintor inquieto, de un excelente autor seguro de sí mismo, que sabe lo quiere y lo que hace y lo confronta sin más contemplaciones al espectador.
En la inauguración pudo verse a pintores como Ricardo Zamorano y su esposa Isabel Hierro; a la poetisa Julia Escobar, hermana del pintor, así como Silvia y a Joaquín Puig de la Bella Casa, entre otros nombres del mundo de la cultura.
Antonio Escobar rechaza la cárcel del estilo y según propia confesión, quiere y “necesita investigar a la hora de pintar un paisaje tras otro”. Esto produce cierta perplejidad en principio, cuando se busca las señas de identidad o la dicción propia del artista. Pero en suma, se trata de un pintor inquieto, de un excelente autor seguro de sí mismo, que sabe lo quiere y lo que hace y lo confronta sin más contemplaciones al espectador.
En la inauguración pudo verse a pintores como Ricardo Zamorano y su esposa Isabel Hierro; a la poetisa Julia Escobar, hermana del pintor, así como Silvia y a Joaquín Puig de la Bella Casa, entre otros nombres del mundo de la cultura.
1 comentario:
Más información sobre esta exposición de Antonio Escobar, "El trabajo del pintor", en http://www.antonioescobar.eu/trabajo.htm
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