“Variables ocultas”
Clara Janés
Con dos cartas de Antonio Gamoneda
Vaso Roto Ediciones. Poesía
Madrid, 2010
Clara Janés
Julia Sáez-Angulo
Es una de nuestras escritoras más conspicuas. Clara Janés, barcelonesa residente en Madrid, ha publicado los poemas de su última producción en el libro “Variables ocultas” por la exquisita editorial Vaso Roto, que ya publicó el pasado año otro libro de la autora: “Poesía erótica y amorosa”, para reunir tres de sus libros clave.
Dos cartas del poeta Antonio Gamoneda, en correspondencia con la autora, enriquecen la publicación; las cartas se editan en facsímil y trascritas. Una colección de diez postales, collages de imágenes y alfabetos de Clara Janés, que ilustran el poemario, completan este libro singular.
En la correspondencia entre los citados poetas, Janés confiesa que en los poemas de “Variables ocultas” se ha entregado a “lo más irracional que he escrito”, por lo que su libro es un reto ante el lector, un reto de palabras, lenguaje, metáforas y otros tropos poéticos.
“Variables ocultas” acoge tres apartados: El Caballo de Hielo; Los Astros Subterráneos, y Visión del Rojo, a los que se suman las “Cartas Cruzadas” entre Janés y Gamoneda. Este último escribe tras leer el poemario de la autora: “Quiero decirte que me ha procurado la aparición de un cosmos transustanciado en pensamiento y letra”.
“Todos son escombros, tierra revuelta, árboles desnudos, niebla, pero florece el almendro./
En la niebla interior, aridez, espinas, abandono... Y ese caballo de hielo que duerme”, dice el primer poema de Janés del libro que se abre con una cita de Georges Steiner sobre la imposibilidad del lenguaje oral para “transmitir la prueba sensorial y autónoma de la flor, el rayo de luz o el canto del pájaro al amanecer”.
Intensidad de pensamiento poético
Clara es intensa en su pensamiento poético. Abre y, a veces, desgarra con escalpelo el ánimo y el espíritu: “¿Quién distingue el negro en la negrura, cuando en el descenso se confunde? El transparente corazón del caballo ignora las flores venenosas que se sacian del equívoco”.
“El silencio elabora el lenguaje”, con esta cita de Pitágoras, abrimos la segunda parte, en la que Clara Janés escribe: “El ojo devoró las tormentas los eclipses. La luna acompañó el crecimiento a las hierbas”.
La autora finaliza el libro con el poema que dice: “Al que cantó le fue concedido el don de la boca. Había cruzado las siete puertas, conocía todos los nombres y sus sombras y recuperó su corazón.
El caballo que dormía en la barca galopó sobre el río alejándose de la desembocadura”.
Hermoso poemario en suma, con un lenguaje críptico y comprensible al mismo tiempo; lenguaje poético que contiene y rezuma el saber lírico de una autora fecunda, abierta a influencias diversas y exóticas –no en balde es cotizada traductora de poetas- y escritora que sabe destilar su propia voz.
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