David Hockney
inmortaliza el paisaje de Yorksire en el Museo Guggenheim
Julia Sáez-Angulo
Muerto Julian Freud es el artista británico más cotizado
del presente. El talento de David Hocney para dibujar y para el color es algo
asombroso y así se pone de manifiesto en la exposición “David Hocney. Una
visión más amplia”, que tiene lugar en el Museo Guggenheim de Bilbao hasta el
30 de septiembre. La exposición ha sido patrocinada por Iberdrola.
Conocida era su faceta como retratista infinito con su
particular poética alegre, desenfadada y pop, sin perder un ápice de la
maestría de su trabajo pictórico. Residente en California desde hace varias
décadas, Hocney regresó a su condado natal de Yorksire en 2004 y, a partir de
ese momento, comenzó a representar los paisajes en derredor de su infancia.
Los dibujos con iPod, más rápidos que con acuarela,
constituyen una de las características singulares de esta muestra. El artista
británico se ha interesado en todo momento por las nuevas tecnologías y
comprobó que el iPod le permitía una mayor y mejor capacidad de trabajo.
Algunos de los dibujos obtenidos los ha llevado después al óleo. Otros se han
impreso en papel y se han conjuntado en un políptico a la vista del espectador.
Hocney es un heredero renovado de los impresionistas por su
sentido del color y su pincelada rápida. El mismo confiesa que está interesado
en las ninfeas de Monet, así como en su deseo de representar un objeto como las
catedrales con distintas luces y momentos.
El mismo camino recto de Yorksire y el bosque de Woldgate lo
ha representado siguiendo el ritmo de formas y color de las cuatro estaciones
del año. El resultado es espléndido, gozoso, asombroso. Hockney es un genio
para interpretar la realidad con una figuración fresca y restallante, con toda
la alegría de vivir que cabe en su paleta y pinceles. La llegada de la
primavera con sus brotes rápidos y cambiantes, da pie al pintor a un
apresamiento rápido de la mirada borracha en sus retinas de un verde y una floración
emergentes.
La exposición ofrece también un espacio a la recreación del
cuadro “El sermón de la montaña” (1656), un “d´aprés” del cuadro que pintara
Claude de Lorain. Al artista le interesa la disposición del espacio del cuadro
original, asi como la gran isla que emerge de la tierra para situar a Cristo y
sus discípulos. El gran formato del original sigue en el trabajo de Hocney, si
bien a veces lo fragmenta en un políptico de ajustes precisos.
Dos películas ofrecen al visitante un encuentro con las
opiniones artísticas de David Hocney al tiempo que su forma de pintar y de
llevar el pincel. Autor de escenografías, el Guggenheim muestra algunas de sus
maquetas. Igualmente las fotos a las que se dedicó el autor durante un tiempo o
sus cuadernos de apuntes y acuarelas.
Ciertamente es una exposición muy completa que da una idea
clara del trabajo y forma de hacer y actuar de David Hockney, quien confiesa
que lo que de verdad le interesa es el proces creativo.
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