Víctor Morales Lezcano
12.06.17 .- Los estudiosos del diálogo —y, a veces, del pulso tenso— entre España y Marruecos
estamos de enhorabuena. Veamos por qué.
Primero
y no por último, Rocío Velasco de Castro, profesora de árabe e historiadora de
inclinación manifiesta, en la Universidad de Cáceres, acaba de dar a luz un
documento de peso que lleva por título El
protectorado español en Marruecos en primera persona: Muhammad Ibn Azzuz Hakim (Servicio de
Publicaciones de la Universidad de Extremadura y de la Universidad de Granada,
2017).
De Ibn Azzuz Hakim
(1924-2014) se ha escrito últimamente algo coincidiendo con su fallecimiento.
Remitimos a los lectores interesados al “oráculo” de Internet para situar su
personalidad de hispanista de Tetuán, archivero del fondo documental del líder
del partido reformista, Abdeljalek Torres,
y referente cultural incontournable durante el período final
del protectorado hispano-francés en Marruecos. O sea, a través del medio siglo largo que nos separa
de aquel entonces.
Velasco de Castro ha
tenido la fortuna de ser depositaria del diario que redactó el conocido erudito
tetuaní entre 1949 y 1953, período de gestación del nacionalismo combativo en
Marruecos. Y como profesional avezada, Rocío ha sabido preceder el diario de
marras de una introducción sobre el autor y su época, a la que quien redacta
estas líneas ha aportado un merecido prólogo a la contribución bibliográfica
que hoy acoge El Imparcial con su
habitual apertura publicística. Un apéndice documental, apasionante para los
noteafricanistas, cierra este volumen que aquí se reseña, y por cuya generosa edición
han apostado las universidades de Extremadura y Granada.
También estamos de
enhorabuena en el gremio español de los norteafricanistas porque, esta vez, un
hispanistas marroquí, Mourad Zarrouk (Universidad Hassan II, en Casablanca), de
no menor inclinación histórica que la profesora Velasco de Castro ha alumbrado
un libro que se titula Clemente Cerdeira,
intérprete, diplomático y espía al
servicio de la Segunda República (Editorial Reus, 2017). De Cerdeira (1887-1942), también se han escrito algunas
páginas, y no siempre a gusto de sus apologetas, puesto que se trató de un
vástago de raíz española, aunque de familia arraigada en el ámbito
tangerino-tetuaní de finales del siglo XIX. Ello hizo de Cerdeira un conocedor
desde dentro de la sociedad yeblí y rifeña del Marruecos alauí de entonces. Poseía
Cerdeira el árabe clásico, y es de suponer que, también, la variante local
(dariya), así como unas dotes intransferibles, para mediar entre los actores de
diferente fuste que le tocaron en suerte durante el ejercicio de su función de
intérprete. El hecho de su inclinación política pro republicana no le hizo
persona grata al régimen dictatorial, que emergió de la fatídica guerra civil
española.
Cerdeira —se me ocurre apuntar aquí— fue como el general
Castro Girona, o el alto comisario Beigbeder Atienza, de aquellos que poseían
un espíritu de servicio a favor del entendimiento hispano-marroquí durante las
diferentes coyunturas históricas que ambos países compartieron —junto con Francia— entre 1912 y 1956.
El respaldo documental con el que el profesor
Zarrouk ha fundamentado su narrativa,
desde Madrid y Tánger, merece una atención especial, equiparable a la suscitada
por la obra de Rocío Velasco en cuanto a probidad profesional y rescate de ciertos
personajes históricos no tan “grises” como algunos puedan pensar. Estamos, pues, doblemente de enhorabuena; debido
a la coincidencia de difusión en el mercado del libro de dos monografías excelentes,
cuyos autores proceden de ambas orillas, y cuyas investigaciones biográficas están tan incardinadas en el
entramado hispano-marroquí de la época, como realmente lo estuvieron Azzuz Hakim y Clemente Cerdeira. A esto se
llama saber profesar el oficio de historiador.
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