Son 20 hojas fechadas entre los siglos II y III que
pertenecen al primer códice conocido del Antiguo Testamento griego
L.M.A.
-27 de marzo de 2018- La
Biblioteca Nacional de España ha digitalizado y puesto a disposición de los
usuarios el Papiro de Ezequiel, el manuscrito más antiguo que se conserva en la
institución. Son 20 páginas datadas entre los siglos II y III y pertenecen al
primer códice conocido del Antiguo Testamento griego.
Aunque permanece en depósito en la
BNE desde 1983, el Papiro de Ezequiel forma parte de la colección Papyri Matritenses de la Fundación
Pastor de Estudios Clásicos, constituida por 348 papiros egipcios redactados en
griego y en copto, que fueron escritos entre los siglos II a. C. y VII d. C.
Es un documento singular y
excepcional, no solo por su antigüedad, sino también porque contiene el texto
más primitivo y más cercano a la original Biblia griega (Septuaginta), explica
la doctora Mª Victoria Spottorno del Centro de Ciencias Humanas y Sociales del
CSIC.
El también llamado papiro 967 ha
sufrido los estragos del paso del tiempo -además de los que comerciantes y
coleccionistas pudieran haberle causado- pero todavía es legible. En las hojas
custodiadas en la BNE, que ya están disponibles en la Biblioteca Digital
Hispánica, se pueden leer varios capítulos de las Profecías de Ezequiel del Antiguo Testamento.
Fechado entre los siglos II y III, es el manuscrito
más antiguo de la Biblioteca Nacional, al que le sigue el Códice de Metz, un
tratado de cómputo y astrología que data del siglo IX.
Descubierto en 1931, este papiro en
su origen estaba formado por 59 hojas, dobladas todas juntas por la mitad para
así crear un libro de 118 folios, escritos en una sola columna por ambas caras
haciendo un total de 236 páginas. En la actualidad se conservan 200 repartidas
en las colecciones John H. Sheide de
la Universidad de Princeton, Kölner
Papyri de la Universidad de Colonia, Chester
Beatty de Dublín, P. Monts. Roca
de la Abadía de Montserrat en Barcelona y en la Biblioteca Nacional de España.
En ellas, está parte del libro de
Ezequiel, el libro de Daniel, el libro de Bel y la serpiente, el relato de
Susana y parte del libro de Ester. Este orden, sin embargo, no se ajusta al que
aparece en la Septuaginta en la mayor parte de los códices que se conservan.
Las 36 restantes están perdidas:
las 18 páginas iniciales del manuscrito que contenían los primeros 11 capítulos
de Ezequiel y las 18 finales, donde estaría el final del libro de Ester y
posiblemente el libro de Rut.
Estas características –su
estructura no es estándar, el Antiguo Testamento no está completo y sobre todo,
la ausencia del Nuevo Testamento, un elemento esencial para la difusión de la
Biblia griega- hacen que no sea especialmente utilizado en comentarios y
estudios codicológicos, señala Spottorno, que subraya que debería ser un
manuscrito “estrella” por su antigüedad y singularidad.
Es posible deducir que fue un
encargo hecho personalmente por un judío con motivos más políticos que
religiosos. Está escrito por dos copistas, uno para Ezequiel y otro para el
resto. Además, la selección de libros parece provenir de una voluntad o gusto
particular o de algún pequeño grupo intelectual, no litúrgico, movido por una
conciencia de preservación de las leyes y costumbres judías, apunta Spottorno.
Un documento único para conocer la primitiva Biblia griega
Para la experta, el Papiro de
Ezequiel es fundamental para la fijación del texto de la primitiva Biblia griega
ya que los códices más emblemáticos que transmiten la traducción de las
sagradas escrituras del hebreo son de los siglos IV y V. El Vaticano, el
Sinaítico y el Alejandrino son excepcionales por su correcta escritura, su buen
estado de conservación y porque contienen casi la totalidad de los libros bíblicos
en una época temprana. Sin embargo, el papiro 967 es mucho anterior.
El manuscrito presenta marcadas
diferencias con los testimonios posteriores como omisiones y alteraciones en el
orden de los capítulos. No obstante, el rasgo más singular del Papiro de
Ezequiel es que es el único códice conservado que precede cronológicamente a la
recensión hexaplar, es decir, a la revisión filológica que llevó a cabo
Orígenes, Padre de la Iglesia oriental y uno de los pilares de la teología
cristiana, en la primera mitad del siglo III.
En sus trabajos, Orígenes comparó
el texto bíblico en hebreo con sus distintas versiones en griego. Esto supuso
que la transmisión de la Septuaginta se complicase todavía más pues las copias
incluían o excluían las diferencias encontradas por el erudito. El papiro 967
es, por tanto, un documento extraordinario y único para conocer la primera
Biblia griega.
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