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Julia Sáez-Angulo
09/10/18
.- MADRID .- Es habitual verla en las fiestas nacionales y saraos de las
embajadas en Madrid. La conocen todos los diplomáticos, y ya se sabe, esos personajes, según el dicho: no son tan
elegantes, cultos o inteligentes como parecen, aunque haberlos haylos. Eso
explica que la pintora cuente entre su largo elenco de modelos para retratar a
embajadores, secretarios de embajada y consejeros de los distintos ramos
(incluidos algunos espías, es un decir.) Hasta posó para ella el Nuncio
Apostólico de Su Santidad en su día, monseñor Monteiro –portugués que iba a casar por lo
eclesiástico a Linda de Sousa y Juan Jiménez- y, anda ahora convaleciente en
Roma. Dos retratos hizo de este cardenal, uno para la Nunciatura y otro para la
Fundación que preside.
A Irene Iribarren López-Rubio (Valencia,
1948) se la suele ver en estos besamanos diplomáticos en compañía de Eduardo Gauylupo, el mochica más
elegante de la Villa y Corte, que hace las mejores crónicas de sociedad para el
periódico La Razón. Salir en las
negritas de Guaylupo, es casi tan importante como salir en uno de los
retratos/perfiles de Julia Sáez-Angulo
en La Mirada Actual. Irene Iribarren
se pasea sonriente y escrutadora por los salones, de donde seguro brotará un nuevo modelo para pintar otro retrato. Irene es simpática y se mueve bien entre
diplomáticos, esos seres que primero piensan dos veces y después no dicen nada, otro de los malos chistes sobre el ramo.
El estilo pictórico de la pintora es realista, colorista y
plano en materia. Se ayuda de la fotografía tras las primeras sesiones y, en su caso, la
identificación del cuadro con el modelo no admite riesgo alguno. El estudio/taller lo
tiene en su casa desde donde se divisa la ribera del Manzanares y la nueva
fauna avícola que ha enriquecido la zona, desde que se limpió y canalizó el río
madrileño exaltado por el escritor Alessandro Manzoni, autor de la célebre novela Los novios, cumbre de la literatura
italiana. De vez en cuando, la pintora cita en su casa a grupos de intelectuales o amigos (les dejo a ustedes libres para pensar en qué grupo me cita a mí) para presentarnos uno de sus retratos recién terminados.
La pintora ha retratado al Rey
Emérito y a su esposa Doña Sofía, al hijo: el rey Felipe VI, al presidente Busch
padre -lo que le acarreó fama y
clientes- a la Infanta Leonor, hoy princesa de Asturias, a numerosos
ministros, entre ellos al astuto Rubalcaba, al papa Benedicto XVI, e incluso a
Santa Teresa de Jesús (170 x 140 cm), para el castillo de Caslinuovo en Segovia.
No sé si la santa de Ávila habrá posado para ella en sueños… Los ministerios e
instituciones españolas están llenos de retratos pintados por Iribarren.
Recientemente ha terminado un retrato más de los realizados a Don Felipe VI
para el ministerio de Defensa. La pintora asegura que le “ha quedado muy bien
en el lienzo, pero es mucho más guapo en la realidad”. ¡Las mujeres y la belleza de los hombres!
De familia itinerante como buena
hija de militar, tres ciudades: Valencia,
Barcelona y Madrid, han marcado la trayectoria de Irene Iribarren: la primera
por su nacimiento, la segunda por sus estudios en la Escuela de Bellas Artes de
San Jordi y la tercera, por la residencia y desarrollo de su carrera artística. En
la capital de España se casó con un húngaro y tuvo un hijo muy guapo que le ha
dado nietos también guapos.
En 2014 Irene
Iribarren recibió el Master de Oro del Real Forum de Alta Dirección en el
Palacio del Duque de Pastrana, donde pernoctó en su día Napoleón Bonaparte y el cortejo
del ambicioso y codicioso emperador francés, depredador número de arte en Europa. Una extraña gloria nacional, que algunos comparamos con el genocida alemán (la afrancesada prohibió a los madrileños llevar una navaja en el bolsillo, algo necesario y habitual para comer simplemente). La entrega del trofeo a la pintora fue en una fiesta memorable en el palacio de Pastrana, que se
repetiría cuando Mayte Spínola, fundadora del Grupo pro Arte y Cultura, PAC,
recibió el mismo galardón al año siguiente.
He escuchado a
Irene Iribarren hablar de su pintura en una conferencia ante los Rotarios en
Madrid. Bien estructurada, la pintora expuso las distintas etapas y géneros que
interpreta, desde cabezas femeninas de imaginación–muy abundantes- a paisajes, bodegones y floreros al óleo, acrílico, pastel o acuarela. El pasado año expuso su trabajo
artístico en el Ateneo de Madrid bajo el título “El mundo que me rodea”. En
2012 lo hizo en el Centro Cultural Coreano en Madrid, con una serie oriental muy
sugerente. Irene Iribarren es como el rayo que no cesa y siempre que te ve, te habla de sus últimos triunfos. Irene vive de, con, por y para el arte.
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