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L.M.A.
11/11/18 .- MADRID .- El ser humano se constituye como una
herida abierta en la naturaleza en el momento que desarrolla su neocórtex. Su
libre albedrio relacionado con su evolución racionalista le hace avanzar
científica y tecnológicamente, pero le aparta de su armonía con el cosmos.
El arte es la única actividad que le permite su necesario
anclaje con la vida. Desde Kant hasta Adorno, casi dos siglos de densidad de
pensamiento profundo, se ha considerado al arte la única forma que tiene el ser
humano para conocer como es el mundo de verdad. La unanimidad de criterios, de
grandes pensadores orientales y occidentales, en torno a que el arte surge
desde lo menos racional del hombre, no ha impedido que suframos uno de los
mayores periodos racionalistas de la historia. La postmodernidad, identificando
arte y mercado, nos regala un arte subsidiario de lo más racional del ser
humano.
La constancia de que el arte se encuentra en las tripas (el
uso schopenhaueranio del cuerpo como herramienta estética) es la brújula que me
ha permitido trabajar, bordeando lo cósmico, los últimos años de mi
trayectoria.
El resultado se plasma en la en la exposición que presento
en Ermua, y mi convencimiento del camino elegido es el motivo por el que me
empeño en difundir estas ideas estéticas…
Manolo Oyonarte
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