Julia Sáez-Angulo
10.10.09 .- Madrid .- Don Quijote de la Mancha es una obra maestra de la literatura española que se ha convertido en acervo de la cultura universal. Quien entra y bucea en su lectura encuentra un pozo sin fondo del saber de los hombres, de sus sueños, ansias y realidades, de sus cuitas y devaneos, de sus logros en medio de los tropiezos y golpes de la vida... Y todo con la ironía fina –lucidez de la inteligencia- con que dotó a la novela su autor, el Príncipe de los Ingenios, don Miguel de Cervantes y Saavedra.
La pintora mexicana (nacida en Cuba) Ana Queral Quesada (La Habana, 1950) entró de lleno en las páginas de El Quijote y se vio atrapada en sus páginas con tal pasión, que dio lugar a una interacción creadora, plasmada en una serie pictórica singular: Ana Queral pinta El Quijote. Una serie que se prolongó en trabajo a lo largo de tres años, período en el que la artistas no cejó en su empeño, más allá del IV centenario de la primera edición de la obra maestra de Cervantes, que se celebró institucionalmente en 2005. Ana viene de un país muy cervantino como es México, donde la veneración y el culto al gran personaje de Cervantes llega a tener el mejor museo artístico de Don Quijote en Guanajuato.
No era la primera vez que Ana Queral dialoga con los libros. En México lo había hecho con las obras del oxoniense Lewis Carroll: Alicia en el País de las Maravillas y Alicia a través del espejo. Una serie de cuadros, relieves y esculturas que dan lugar a una divertida y singular instalación artística. La relación de la literatura con otras artes como el cine o la pintura es una constante. Algunos insisten en que las Bellas Artes parten del tronco común de la sensibilidad y de la estética por lo que con frecuencia se entrelazan.
Diálogo silencioso e intenso
El trabajo de Ana Queral, llevado a cabo en la soledad de su taller madrileño, ha sido un rapto de inspiración, provocado por las hazañas y aventuras del singular personaje de Don Quijote y su inseparable Sancho Panza. Más se adentraba en el libro, más dinamismo plástico ponía la autora en sus dibujos y pinturas. El Quijote de Ana Queral es un arrebato de entusiasmo casi místico, entre una creadora plástica y la obra maestra de la literatura universal. Un diálogo silencioso e intenso. Un trabajo solitario y frenético que se desarrollaba día a día en el retirado estudio de la autora en La Moraleja.
No había prisa, confesaba la autora a los que nos acercábamos a su taller mientras trabajaba en El Quijote. Quiero hacer un trabajo serio, riguroso y profundo, añadía con convencimiento. Yo sabré cuando he de ponerle punto final. Y ese término no llegó cuando acabó las pinturas y dibujos que ilustraban o aludían a las diferentes escenas quijotescas. Cuando la creatividad plástica llegó a su fin, Ana Queral quiso hacer un relato propio en palabras de las escenas leídas y aludidas en sus lienzos, cartones y papeles soportes de su gesto artístico.
No había prisa, confesaba la autora a los que nos acercábamos a su taller mientras trabajaba en El Quijote. Quiero hacer un trabajo serio, riguroso y profundo, añadía con convencimiento. Yo sabré cuando he de ponerle punto final. Y ese término no llegó cuando acabó las pinturas y dibujos que ilustraban o aludían a las diferentes escenas quijotescas. Cuando la creatividad plástica llegó a su fin, Ana Queral quiso hacer un relato propio en palabras de las escenas leídas y aludidas en sus lienzos, cartones y papeles soportes de su gesto artístico.
De la abstracción a la figuración
Su idea no era sólo hacer una serie pictórica sobre El Quijote sino hacer un resumen, una síntesis del libro de Cervantes, que pusiera de manifiesto su propia lectura y su particular interpretación narrativa. Como otros autores llevan a cabo la visión de la Pasión de Cristo –Ana Queral también la ha abordado en algunos cuadros- la autora ha querido mostrar las venturas y desventuras del Caballero de la Triste Figura, el glorioso hidalgo don Alonso Quijano, convertido por amor de los libros de caballería en un ingenioso hidalgo aventurero, Don Quijote de la Mancha.
El trabajo artístico de Ana Queral ha sido un reto asumido y una hermosa obsesión por una historia. Como una nueva Sherezade que sabe narrar, Ana Queralt y ha tomado un sin fin de materiales para abordar El Quijote: lápices de grafito, pigmentos de óleo y acrílico, collages de papel y textiles... El resultado es una obra rica, variada, cromática, táctil, visual, densa en contenidos... Cada cuadro merece una mirada atenta, despaciosa y morosa para recrear la vista y acompasar el pensamiento.
Ana Queral que había trabajado anteriormente en la abstracción cromática, volvió temporalmente, en esta serie quijotesca, a la figuración narrativa, llena de imaginación y esplendor. Su Quijote figurará en el anaquel de los grandes libros que se han detenido a repensar y homenajear al personaje de Cervantes. Sus cuadros, un conjunto variado y ágil, bien merecerían permanecer unidos en un Museo que lleve la impronta de dos creadores: El gran escritor don Miguel de Cervantes y la ambiciosa pintora Ana Queral.
Mayte Spínola y Ana Queral (2018)
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